Anna Karenina
Sinopsis de la película
La historia tiene lugar en el siglo XIX y explora las relaciones entre los miembros de la alta sociedad rusa. Ana Karenina, una mujer de la alta sociedad que se enamora del joven y apuesto oficial Vronski, abandona a su esposo y a su hijo para seguir a su amante. Nueva adaptación de la novela de León Tostói.
Detalles de la película
- Titulo Original: Anna Karenina
- Año: 2012
- Duración: 130
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Opinión de la crítica
Película
6
81 valoraciones en total
El resultado de esta película es tan inestable como su reparto. Entre un puñado de actores de lo más correcto se cuela una Ana Karenina infumable que no aporta nada nuevo al personaje de Tolstoi, y un Conde Vronsky carente de química tanto para el espectador como para su partenaire. Y las hermosísimas escenas de originalidad innegable se mezclan con lo más absurdo del film que llega incluso a parecer cómico por momentos.
Lo más lamentable es pensar que con los recursos que se ven en la pantalla y la maravillosa obra literaria de la que parte no supieran hacer nada mejor.
No se la recomiendo a los jóvenes enamorados porque es larga y aburrida. Tampoco a los clasistas porque es peor que anteriores versiones de la obra. Hay que estar muy ocioso para sentarse a verla, con la cantidad de películas buenas que hay por ahí….
Le tengo especial cariño, porque de las novelas decimonónicas que tratan sobre las mujeres caídas, la de Tolstoi es mi preferida. Ana Ozores de La regenta de Clarín le sigue, y mucho más atrás Emma Bovary de Flaubert, por quien nunca conseguí sentir demasiada empatía.
Joe Wright recrea a mi Anna perfecta, la que estaba en mi cabeza desde que leí el libro por primera vez. Renuncia a un estilo de narración convencional en favor de un expresionismo coreográfico de extraña fascinación, y además gran parte de la escenografía toma como soporte los escenarios y decorados de un teatro cambiante y metamórfico donde las secuencias se desarrollan y se concatenan a través de los bastidores y tramoyas, por las entrañas de destartaladas maderas, pasarelas, cables y poleas cubiertos de telarañas que el público no acostumbra a ver cuando asiste a una representación. Las transiciones no consisten en fundidos de cámara, sino en un decorado que cambia o una puerta que se abre desde un lujoso salón hacia un páramo nevado, o desde un dulce bosque meridional hacia una estación de ferrocarril azotada por el viento polar, con los personajes deambulando de un lugar a otro entre bailarines de fondo tan miméticos como lo que los rodea.
Todos los puntos esenciales de las tramas se suceden en este gran teatro peculiar, captando los matices precisos con juegos de luces y sombras, movimientos coordinados en danzas sutiles, pinceladas maestras en los diálogos, primeros planos audaces, miradas que hablan sin palabras, y un extremado mimo en la apariencia del relato sin menoscabar el espíritu. Cada personaje se integra de forma absolutamente natural con un equilibrio asombroso, sin perder un ápice de su identidad. El tono emotivo también es profundamente rico. La seductora Anna desarma con su encanto y su lucha interior desde su primera aparición, igual que en el libro, tan en contraste con la rígida cortesía de su marido, Alexei Karenin , el simpático Stiva arrolla con su vitalidad mientras su esposa Dolly se resigna a amarle con pocas esperanzas, el temerario Alexei Vronski, que no duda en perseguir sin tregua a la mujer que desea, sorprendido él mismo por la fuerza de su amor, el romántico e idealista Konstantin Levin, pensador de costumbres sencillas que aspira al corazón de Kitty, su amada de siempre que pertenece a un mundo tan distinto del que él procede.
El clima es sobresaliente, oprimiendo en esa espiral en la que Anna se lanza a la pasión con todas sus consecuencias, pero no gratuitamente. Estremece la frialdad y malevolencia con que el grueso de la aristocracia petersburguesa da la espalda a la adúltera, así como la degradación psicológica de esa mujer desgarrada.
La novela resplandece en esta más que digna adaptación, y la tragedia personal de la dama caída en desgracia arrolla como ese tren simbólico que marca el principio y el fin de un ciclo.
Todos los años sale alguna película que puede encajar dentro del subgénero de los costume dramas , es decir, cintas de época (ésta puede variar, pero siempre suele ser anterior al siglo XX) donde el mayor atractivo suele ser ver cómo los diseñadores de arte, vestuario, peluquería, maquillaje, producción, etcétera, han conseguido capturar la esencia de un momento. Joe Wright, tras realizar dos películas en la época contemporánea, vuelve al material literario europeo tras adaptar a Jane Austen (Orgullo y prejuicio, 2005) y Ian McEwan (Expiación, 2007) para meterse de lleno en una de las obras más reconocidas de la literatura universal, Anna Karenina de León Tostói. Y con este regreso al siglo XIX también abraza abiertamente este subgénero, cumpliéndose a la perfección su objetivo: la recreación de la época, del momento.
El resto de la película es más bien una nadería. Entiendo que era otra época, que los personajes se construían como ideales, sin ahondar en exceso en su personalidad más allá de simples esbozos. No he leído la obra original de Tostói pero en teoría viendo el film de Wright parece claro que lo que menos interesa es que entendamos la forma de actuar de la caprichosa protagonista y el encoñamiento máximo del coronel hacia ésta. Su reparto, lleno de rostros británicos capitenados por Keira Knightley (que sale bastante bien parada salvo cuando los planos cenitales nos muestran que podría ser doble de cuerpo de Paz Padilla) hace lo que puede por darle un poco de empaque a esto, pero no son capaces de hacer que el barco llegue a buen puerto. El mejor de todos, el emergente Domhnall Gleeson, que se dio a conocer como uno de los hermanos de Ron en la saga Harry Potter pero que supo aprovechar 2012 para demostrar que podía ser mucho más que un extra al fondo de la foto (véase su papel en Shadow Dancer , o en menor medida en Dredd ), consigue que casi nos creamos su historia de amor en unos segmentos de la historia que están sorprendentemente bien dirigidos. Y esto confirma que lo mejor de Anna Karenina es, justamente, cuando ésta no sale en pantalla.
Wright, que demostró empaque y cierta fuerza en algunos de sus filmes previos, combina en esta ocasión una dirección bastante elegante (no falta el abuso del plano secuencia como mera herramienta de lucimiento) con segmentos que dan vergüenza ajena, dignos de un anuncio -malo- de colonias que son acompañados por diálogos que parecieran, más de que una obra literaria reconocida a este nivel, de una parodia perpetrada por Mel Brooks. Al final tenemos lo que esperábamos: uno de esos dramas de épocas con muy buen vestuario, algunas ideas de realización (los continuos escenarios desmontables, al estilo libro de cuentos, reforzando la artificialidad de ese teatro móvil) y algún intérprete que sobresale sobre los demás, aunque ninguno llega a molestar. Fría de cojones, eso sí, incluso cuando llega ese final -que pocos desconocerán-. Si la película la hubiese dirigido el japonés Sion Sono en la época de su Suicide Club al menos nos habría dibujado una sonrisa tras más de dos horas de cine meramente funcional. Así, nos quedamos como al principio. Al menos no nos cabrea.
Hablamos de una película espectacular visualmente y que introduce la originalidad de hacer transcurrir la historia dentro de un teatro. Si Wright hubiera hecho un film costumbrista de la Rusia zarista estaríamos delante de un trabajo minucioso y de una buena historia (pero seguiríamos sin estar delante de buenas interpretaciones o personajes con profundidad psicológica).
Pero… ¿Cuál ha sido el resultado? Un destrozo de la magnifica obra de Tolstoi como consecuencia de la costumbre de los guionistas de Hollywood de no leerse los libros enteros sino los resúmenes de la Wikipedia.
Ana Karenina de Wright es la peor de la tres versiones que he visto (la de Greta Garbo – Sophie Marceau) ya que suprime y cambia, para peor, situaciones a su antojo [ver en el spoiler].
Las adaptaciones cinematográficas no han de ser siempre exactas a los libros pero no pueden perder la esencia ni el mensaje que transmite el escritor. Karenina de Tolstoi narra la vida de una mujer obligada a vivir con un hombre viejo y aburrido que la ignora y apenas hacen cosas en común (Jude Law es demasiado joven y carismático para el papel aunque sea la mejor interpretación). Ana tiene amigas viejas y aburridas porque lo son de su marido (¿hay alguna amiga vieja?). Ana es una condesa que vive en San Petesburgo y va a Moscou para ayudar a su hermano Stiva con su matrimonio (la mejor actuación y la única donde el personaje está bien caracterizado). En un baile conoce a Vronsky, un militar apuesto, seductor y serio (Johnson no puede ser más afeminado) que está prometida con Kitty, la hermana de la mujer de Stiva (Kitty es demasiado mayor para el papel). Ana regresa a San Petesburgo y Vronsky la sigue. En este punto de la trama Wright cambio la novela de Tolstoi por el Pronto y me abstengo de comentarlo.
Tolstoi divide Ana Karenina en seis partes y los capítulos están paralelamente narrados entre la vida de Ana y de Levin (en la película ni se conocen). El mensaje de la obra es el miedo de los dos protagonistas a no encontrar el amor y el sentido de la vida (Ana es una promiscua superficial y Levin aparece cinco minutos). La obra es una maravilla: la profundidad psicológica de los personajes, la rica descripción del espacio y las situaciones, y su alto contenido filosófico y moral.
La película es superficial y los personajes fríos. El único mensaje que transmite es… ¿Nada? Wright tendría que haberla llamado las aventuras sexuales de una condesa rusa .
Lo peor de la película es sin duda el casting: ¿Podría ser Keira más expresiva y sentimental? ¿Por qué Johnson es tan joven? Etcétera, etcétera.
En conclusión ¿Por qué tanta manía en destruir los clásicos?
Ver esta adaptación de Anna Karenina en un cine antiguo y en VO le añadió un plus a la propia película, pero parto de esta premisa a la hora de hacer mi aportación…
En esta película destaca el poder visual de cada plano y el carácter teatral (la mano de Stoppard es más que evidente) de todo el film, que se desarrolla (salvo algunos exteriores) en la escena de un teatro. Es la gran baza de la película, que pretende ser teatro, incluso la interpretación de los actores induce a ello. Destaca el movimiento, las coreografías, la música, el color, el contraste, la emoción por encima de indagar en la gran novela de Tolstoi. Las tramas se tratan con cierta superficialidad, pero cada ambiente es esbozado de manera más que satisfactoria y pese al metraje, no resulta pesada. Por otra parte, el final, todos lo sabemos…
Es una película de Joe Wright y ello acarrea tener a su musa Knightley en el papel de Karenina, que lo interpreta dignamente, aunque le falte cierto peso (no pun intended) y brille más en la parte voluble y febril de Karenina, que en la de mujer decidida y arriesgada del personaje. Jude Law defiende notablemente el papel de Karenin, frío y envejecido pero en el fondo tan enamorado de Anna como de su posición. La peor elección del reparto, en mi opinión, es la del afeminado en este caso, Vronski, que más parece el Tadzio de Muerte en Venecia que el ardoroso militar que enamora a Karenina. Como en toda película británica el reparto de secundarios es espectacular, del primero al último.
Merece la pena verla en sala de cine
Lo mejor:
-el carácter teatral
-la dirección de fotografía
-los secundarios
Lo peor:
-relega a la oscuridad partes importantes de la novela de Tolstoi
-Karenina/Vronski