Ángel negro
Sinopsis de la película
Hollywood, años 40. La policía encuentra en un apartamento el cadáver de la cantante y femme fatale Mavis Marlowe. El principal sospechoso es Kira Bennett, antiguo amante de la mujer. Cuando la policía averigua que Mavis había estado chantajeando a Bennett, éste es arrestado y condenado a muerte. Su esposa y el marido alcohólico de Mavis son los únicos que creen en su inocencia y se unirán para descubrir al auténtico culpable en una auténtica carrera contrarreloj.
Detalles de la película
- Titulo Original: Black Angel
- Año: 1946
- Duración: 81
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Opinión de la crítica
Película
6.7
36 valoraciones en total
Magnífico y descarnado filme de cine negro. Buena trama, magníficamente construida. Excelentes interpretaciones del trio protagonista, Dan Duryea borda su papel de músico apasionado, despreciado y alcohólico, June Vincent como sufrida y abnegada esposa y un sibilino Peter Lorre, con una dicción inquietante y un savoir-faire encarnando a un personaje cínico y a vueltas de todo.
Sorprende la dirección (y producción) de Roy William Neill, especialista en la dirección de los filmes de Sherlock Holmes y que realiza este filme con notable acierto, buen pulso y magnífica dirección de actores, empleando diversas técnicas como el espectacular travelling inicial, desde la calle al apartamento de uno de los personajes, con el uso incluso de animación, o las escenas etílicas.
Cine negro con mayúsculas.
El director Roy William Neill filmó más de cien largometrajes en su carrera, que atravesó el auge del cine mudo y la erección de Hollywood como meca audiovisual del mundo. En el último de ellos, el film noir Black Angel (1946), da cuenta de su oficio y de un piso de calidad muy elevado, en especial si se compara con el presente.
Por Nicolás Bianchi
No es cuestión de caer en perogrulladas del estilo ‘todo tiempo pasado fue mejor’, porque tal cosa no es cierta, pero sí hay comparaciones que se pueden establecer y develan que los estándares de calidad de la industria cinematográfica estadounidense fueron mayores a los de hoy durante buena parte del siglo XX. Semana a semana se estrenan películas (en cines antes, por internet ahora) que son poco más que inmirables.
La semana pasada, por tomar un caso al azar, vieron la luz el muy flojo thriller You should have left (2020), con Kevin Bacon y Amanda Seyfreid, y el también mediocre drama Miss Juneteenth (2020). Ya esta semana las películas carecen de mayor atención. Dentro de 50 años no habrá más que algún registro perdido en lo que sea internet en ese momento sobre la existencia de ambas.
En cambio, Black Angel, sin ser una obra maestra ni mucho menos, es una sólida película de más de 70 años que conserva, luego de tanto tiempo, cierta intriga e interés. El film presenta varios elementos recurrentes en el noir y está filmada de manera efectiva. El dinamismo de la cámara de Neill se nota desde la primera escena.
Un ómnibus pasa por una calle, el cartel que lleva el vehículo nos ubica en Los Ángeles. Detrás, en la vereda, un hombre mira a una ventana en un piso alto de un edificio. Allí va velozmente la cámara, en lo que parece un efecto hecho con un corte de edición y una maqueta. Funciona bien. El ojo del espectador ingresa en el departamento en el que una diva, Mavis Marlowe (Constance Dowling), escucha sus canciones y guarda un arma en un cajón.
El hombre, Martin Blair (Dan Duryea), que estaba en la calle se va a un bar, donde luego se lo ve en estado de ebriedad mientras toca el piano. Otro hombre, Kirk Bennett (John Phillips), ingresa al departamento de Mavis. Para su sorpresa la encuentra muerta, estrangulada junto a la cama. Al volver a su casa lo espera la policía. Kirk va preso, y es condenado a muerte, por un homicidio que los espectadores saben que no efectuó.
La película va a construir una dupla que va a querer desentramar la verdad de la muerte de Mavis. Martin, que resultaba ser el ex esposo de la diva, se va a aliar con la mujer del preso Kirk, Catherine Bennet (June Vincent). El juicio y la condena al reo que es inocente demuestran una vez más el pulso del director. Con un puñado de planos montados en los que se ven las tapas de los diarios que se venden en la calle, sintetiza los hechos y cuenta todo en menos de un minuto. El film avanza dinámicamente.
La investigación va a llevar a Catherine y Martin, que formarán un dúo como cantante y pianista respectivamente, a toparse con un hombre oscuro, Marko (Peter Lorre), el dueño de un cabaret en donde los artistas son contratados. Varios de los elementos clásicos del noir están en juego: la noche, un asesinato, música, una diva muerta, una suerte de mafioso y policías que corren detrás de los hechos sin poder comprender del todo lo que sucede. Para el final Neill guarda algunos giros y una sorpresa. Introduce el concepto de amnesia alcohólica de una forma muy particular, pero también con gran eficacia visual.
Black angel no está en los listados de grandes películas de todos los tiempos ni va a ser de las primeras recomendaciones sobre el género o el período. Pero sí es disfrutable y continúa siendo efectiva 74 años después de su estreno. ¿De cuántas producciones actuales se podrá decir lo mismo dentro de algunas décadas?
Es sin duda Black Angel una de esas muestras excelentes que suponen el noir americano de la década de los 40. Cualquiera, por desconocido y poco bagaje que tuviera a sus espaldas, podía crear cintas que hoy en día exhalan ese aire clásico y artístico del que nos alimentamos muchos. El irlandés Roy William Neill se incluye dentro de este caso. Tras una carrera fulgurante y unos cuantos acercamientos a la figura de Sherlock Holmes (sin nada resaltable que apuntar) creó con ayuda del guionista Roy Chanslor (co-guinista también en la maravillosa Jhonny Guitar ) esta película donde falsos culpables, amores imposibles, perdedores y tipos de dudosa reputación se entrecruzan para dar forma a un policíaco que, si bien ofrece al espectador algunas dudas en el guión y en el desarrollo temporal de la historia, consigue mantener a éste atento en un trama que fácilmente va ganando peso con el paso de los minutos.
Tras la aparición de cantante Marvis Marlowe asesinada en su apartamento y la equivocada acusación a Kirk Bennet, un tipo que engañaba a su mujer con la conocida artista la cual chantajeaba a su vez a Kirk con el affair, comienza una búsqueda sin descanso por conocer la realidad de las circustancias de la fatal muerte. A este camino, además de la policía, se unirán Cathy Bennet, esposa del acusado, y Martin Blair un pianista que vive bajo la sombra del acohol y la derrota tras ser abandonado por la atractiva cantante. Tras el juicio y condena a muerte de Kirk la cinta se convierte en una contrarreloj donde Cathy, su esposa, hará todo lo posible por demostrar su inocencia metiéndose de lleno en los ambientes de club de la ciudad donde, como cantante y acompañada por Martin, intentará probar la culpabilidad de Mr. Mako, dueño y mandamás de un club y que escondía una oscura relación con la cantante asesinada.
Con varios giros en el guión se completará una trama que va ganando conforme se acerca al desenlace. Desenlace sorprendente aunque lleve el lastre de la fallida propuesta temporal en la que Roy William Neill ubica la historia. El reparto coral está en un nivel notable destacando principalmente a Dan Duryea en el papel de pianista borracho y acabado (Martin Blair) y de un Peter Lorre magnífico y carismático como siempre en el papel de malo de la película (Mr. Mako). Destacar también una bellísima banda sonora donde la protagonista femenina June Vincent (Cathy Bennet) nos regala alguna que otra interpretación deliciosa.
Black Angel , otra partitura más del noir americano más característico. Piropo por otra parte del que ya se puede sentir orgullosa… que no es poco. Recomendable.
El cine negro se caracteriza, entre otras cosas, por la presencia de femmes fatales, mujeres que provocan la perdición del protagonista masculino. En Ángel negro (1946), la presencia de este personaje es efímera pero determinante. En la primera escena, ésta muere, pero desencadena la pena de muerte sobre un inocente y sumerge en la tristeza etílica a otro. A partir de entonces, una contrarreloj de escasos 80 minutos para salvar a la persona inocente. La narración es potente, pero la trama no está a la altura y se va desinflando por momentos. La resolución implica un acto de fe, pero el final sorprende por lo relativamente abierto que queda. Una indefinición sugerente, maniobra poco habitual en este tipo de cine -el negro, y el clásico en general-.
Ésta, y otras críticas, en http://blogquenuncaestuvoalli.blogspot.com.es/
Black Angel (Ángel Negro, 1946) es una de las numerosas películas que se adscriben en el territorio genérico del cine negro. La película está dirigida por Roy William Neill, un cineasta que es conocido especialmente por sus películas basadas en el mito de Sherlock Holmes y las numerosas películas de este personaje que en la década de los 30 y 40 se llevaron al cine, contando en el reparto con su intérprete más reconocible como Sherlock Holmes, Basil Rathbone. Más allá de estas películas, la trayectoria de Roy William Neill es irregular, pero hay que decir que Ángel Negro es una apreciable excepción. La película adapta una obra del escritor Cornell Woolrich, un escritor que ha utilizado numerosos pseudónimos (como William Irish) y que es célebre por sus obras de suspense y thriller.
Ángel Negro nos presenta una obra con rasgos arquetípicos pero que sin embargo consigue sus objetivos. Como no, un asesinato a primeras de cambio desencalla la situación inicial. La película arranca descompasadamente, y en los primeros momentos el espectador no se entera muy bien de lo que está sucediendo. Un recurso más, porque a medida que avanza la película el espectador recompone por su propia iniciativa las diversas piezas que muestra el filme. El caso es que efectivamente la película nos presenta un asesinato que sucede a primeras de cambio, pues una estrella de música de un club local es asesinada. La policía parece cerrar el caso cuando detienen al marido de la protagonista que interpreta June Vincent. Sin embargo, él no es el culpable del asesinato, o eso cree su mujer, que hará todo lo posible por averiguar quién se esconde detrás del asesinato. Para ello contará con el exmarido de la víctima, interpretado por Dan Duryea, un personaje ciertamente interesante.
La investigación criminal, una de las características habituales del cine negro tiene pues su importancia en el filme. También es cierto que el protagonista del filme no es un detective o un investigador privado, sino que el protagonismo recae sobre un personaje femenino (totalmente ajeno a la profesión), algo ciertamente inusual, más si tenemos en cuenta que no se trata de un personaje que corresponda al arquetipo de femme fatale (un componente por otra parte mayoritariamente misógino que viene intrínseco en muchos filmes de cine negro) , sino que se trata de un personaje cándido y valiente, que arriesga su vida en muchas ocasiones por lograr esclarecer el nombre de su marido (la película ensalza en este sentido a la mujer). Quizá, la única femme fatale que podría haber tenido alguna importancia en la película es la víctima, que desaparece a las primeras de cambio al ser asesinada.
La película desarrolla una historia de amor imposible entre los dos investigadores del asesinato. Dan Duryea y June Vincent forman una pareja magnífica, pero en la que resulta imposible que triunfe el amor. No sólo porque hay gato encerrado detrás del personaje de Dan Duryea, sino porque además habría sido difícil de presentar a la audiencia de 1946 una infidelidad por parte de la protagonista femenina, más cuando estaba tratando de limpiar el nombre de su marido. Gracias al desarrollo del guión, que permite ubicar gran parte de la historia en un club musical (Liderado por el siempre excelente Peter Lorre) la música tiene una importancia significativa en la película.
Se acostumbra a decir, y no sin razón, que el cine negro es el género menos clásico de todos los géneros del cine norteamericano, a tenor de sus convenciones formales/estilísticas. Y eso en Ángel Negro queda muy patente. Lo podemos comprobar en diversos momentos, como en los planos en los que el cineasta encuadra desde una posición totalmente irregular o extraña, planos oblicuos de personajes realizados ex profeso que tienen la intención de dejar al espectador una sensación de inestabilidad. Pero donde más se demuestra la creatividad del cine negro y la permisividad que concedía dicho género se comprueba perfectamente con la secuencia alucinatoria en la que nuestro personaje recuerda unos hechos que el alcohol se había encargado de cubrir.
La Amensia, que por cierto, se encuentra en muchas de las obras de Cornell Woolrich[1], es una de las claves del suspense y por ende de la película. Además un giro de guión significativo, que permite a la película realizar un salto para poder justificar el trayecto final del filme.
Por cierto, la película juega aunque sea a un nivel menor con el concepto metacinematográfico, pues la acción transcurre en Los Ángeles (la cuna del cine) y durante momentos parece sobrevolar durante la película la sensación de que Ángel Negro es un rodaje o una película que sabe ella misma al género al que se adscribe.
[1] Thomas C. Renzi, Cornell Woolrich from Pulp Noir to Film Noir: From Pulp Noir to Film Noir, Ed. McFarland, North Carolina 2006
http://neokunst.wordpress.com/2014/11/13/angel-negro-1946/