Amor que mata
Sinopsis de la película
Después de ser rechazada por el ingeniero David Sutton (Van Heflin), la enfermera Louise Howell (Joan Crawford) se casa por despecho con el magnate Dean Graham (Raymond Massey), cuya mujer se ha suicidado. Louise empieza a sufrir alucinaciones y no puede soportar que su hijastra, la joven Carol Graham (Geraldine Brooks), se enamore de su amado David Sutton…
Detalles de la película
- Titulo Original: Possessed aka
- Año: 1947
- Duración: 108
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes descargarte una copia de esta película en formato 4K y HD. Seguidamente te citamos un listado de posibilidades de descarga directa disponibles:
Opinión de la crítica
Película
6.9
75 valoraciones en total
Los aguijones de la mente muestran en el celuloide su perfil más afilado porque C. Bernhardt les infunde visos de inesperada verosimilitud y consigue que la pantalla se estremezca.
La presión psicológica se convierte en elemento natural de cada escena y la película, en su conjunto, vibra con las pulsiones recónditas de los protagonistas.
Disciplina y contención, imaginación y originalidad son las armas cinematográficas -a partir del magnífico relato de R. Weiman- que se alían para producir un film de excelente factura técnica, formal y de contenido.
El guión desarrolla la acción mediante sucesivas visiones retrospectivas que dibujan un mosaico sobrio y elegante de enorme valor.
Sobresaliente interpretación de un elenco encabezado por J. Crawford, V. Helfin y R. Massey.
Intensísima representación de la locura y la maldad humana la que nos regala el director alemán Curtis Bernhardt a través principalmente de una maravillosa representación de la siempre increible Joan Crawford. Con un estilo marcadísimo, unas sombras que hablan por sí solas y un guión bastante sólido estamos ante una cinta que causará bastante sorpresa a aquellos que la disfruten por primera vez.
Con un comienzo tan espectacular como enigmático, tan inolvidable como desconcertante, Louise Howell (Joan Crawford) aparece en la pantalla deambulando por unas vacías calles de Los Ángeles y apoderada de una locura a la que dará explicación en un tremendo flashback. Repito. Los primeros quince minutos son memorables y creo que solo con eso Joan Crawford se ganó una nominación a los Oscars. A partir de aquí da comienzo el relato de los hechos donde un muy notable Van Helfin, como siempre, da vida a el ingeniero David Sutton por cuyo amor Louise Howell pierde completamente la razón. Personalmente no encuentro una gran química entre los dos pero no hace falta ya que, sin duda, es compensado por la gran clase de ambos actores.
La película cuenta con unas cuantas licencias narrativas bastante interesantes, no muy abundantes en la época y que acercan por momentos la trama al miedo, a la tensión psicológica y porque no al terror. En el spoiler me referiré a ellos por el hecho diferencial que representa con otro cine contemporáneo como el de Tourner, Lang o Siodmak. Por otra parte, la música acompaña con tremendo acierto y tampoco olvidar una gran caracterización de Crawford además de una maravillosa puesta en escena durante toda la cinta.
Con un gran tramo final estamos ante una de las mejores representaciones de la locura y enajenación mental hecha hasta la fecha en Hollywood con una Joan Crawford estelar. Para mi gusto y junto a Una Vida Robada (sus dos primeros largometrajes en América) las dos mejores obras de Curtis Bernhard. Ésta para no perdérsela.
La película en sí es bastante perturbadora. Uno cae en la cuenta de ello apenas se inicia, con una mujer perdida en medio de la vida sin saber quién es y qué hace allí, preguntando insistentemente por David…
La actuación del actor que hace de David es buena, pensándo lo que pasará por su cabeza cuando rechaza a Joan, pero ante la aparición de la joven candidata, uno presiente el final.
Buen relato y atrapante, sobre todo este relato de la mujer despechada.
Película en b/n, de la Warner, dirigida por Curtis Bernhardt ( La bella del Pacífico , 1953). Se basa en un argumento de Rita Weiman, desarrollado por Ronald MacDougal y Silvia Richards. Se rodó en exteriores de LA y en los Warner Studios (Burbank, California). Fue nominada a un Oscar (actriz principal). Producida por Jerry Wald ( Alma en suplicio , 1945), se estrenó el 26-VII-1947.
La acción tiene lugar en LA, la costa de California y Washington, a lo largo de algo más de un un año, en 1946/47. Narra la historia de Louise Howell (Joan Crawford), enfermera, apasionada, de unos 30 años, encargada del cuidado de la Sra. Graham, inválida. Se enamora del ingeniero David Sutton (Van Heflin), vecino y amigo de la casa, de 35 años, melómano y pianista aficionado, con el que mantiene un romance que él no quiere convertir en matrimonio. Acepta sus ausencias, su negativa de casarse con ella y sus desaires, pero su equilibrio mental entra en crisis cuando él decide casarse con una rica joven de 20 años.
La película desarrolla una historia melodramática, que gira en torno al trastorno mental de una joven que se hunde en un infierno de pasión, celos, engaños y venganza, hasta convertirse en la encarnación de la maldad. Sorprende la subversión de los valores tradicionales de la familia que se establece, poco habitual en el cine de Hollywood de la época. La prevalencia del mal, de acuerdo con el Código Hayes, se hace depender de una enfermedad mental. Incluye referencias al psicoanálisis, según la moda del cine americano de Posguerra. Destacan escenas como la de la caída mortal de Carol por la escalera, la del ingreso de Louise en la sección psiquiátrica del hospital, la de su andar perdido por las calles de LA y la del recorrido de la casa de verano que hace Louise reviviendo, obsesionada, la presencia de la difunta Pauline. El fondo de perversión y maldad de la cinta permite enparejarla con obras de Lang y Siodmank.
La música, de Franz Waxman, acompaña el relato con fuerza e intensidad, al que aporta una potente orquesta de viento y metal que combina melodías ligeramente románticas y sonidos perturbadores. Añade fragmentos de Carnaval , de Robert Schuman. La fotografía, de Jospeh Valentine ( Sabotaje , 1942), crea una narración visual espléndida, de tonos expresionistas, con barridos de cámara espectaculares, contrastes de luz muy sugerentes y tomas de cámara subjetiva (hospital), imitadas en obras posteriores. El guión dibuja con precisión suficiente los personajes de Louise y David, enlaza las incidencias del relato con fluidez y sumerge la historia en un ambiente onírico, inquietante y perturbador. La interpretación de Crawford es una de las tres o cuatro mejores de su carrera. La dirección, en manos de un artesano efectivo, consigue una obra memorable, con algunos momentos antológicos.
La película, recreación del mito de Medea, es una pieza de gran belleza sobre la perversidad, la maldad y la venganza.
En la década de los 40 estuvo muy en boga en Hollywood las películas relacionadas con procesos psicológicos basados en la teoría de Freud, el psicoanálisis. Recuerda , de Hitcochck o A través del espejo , de Siodmak, por poner dos ilustres ejemplos, son algunos exponentes que siguieron esta línea. Suelen ser muy buenas películas, a menudo entretenidas y muy bien elaboradas, que utilizan la técnica del flash-back para recordar sucesos pasados y, a veces, la cámara subjetiva para ponernos en situación del protagonista.
Amor que mata pertenece a este tipo de películas. Como otras grandísimas actrices, tales como Ingrid Bergman u Olivia de Havilland, Joan Crawford utiliza este vehículo para dar lo mejor de sí misma, obsequiándonos con una memorable actuación (de las mejores de su carrera), y de paso, mantenernos en vilo mientras la agitada mente de Louise Howell (su personaje) sigue su difícil adaptación.
Curtis Bernhardt, un director calificado de artesano, dirige con solvencia y claridad expositiva, siempre fiel a la estrella que tiene entre manos (Crawford). Es bien sabido que la protagonista de Alma en suplicio era un animal cinematográfico de muchos kilates, que se movía como pez en el agua en el terreno melodramático, algo de lo que, por supuesto, no era ajeno Bernhardt, y aprovechó al máximo ese potencial.
Su hábil dirección se mueve entre el suspense y el melodrama. Por momentos le da un toque oscuro al film, en paralelo a los complejos procesos mentales de la protagonista, como el sobrecogedor inicio, realmente impactante y alucinante, con Joan Crawford vagando por las calles desiertas, absolutamente perdida física y mentalmente, casi como un film de terror. Luego, poco a poco, a medida que la historia va ejecutando su nudo, el director de La melodía interrumpida sabe prender la llama de la curiosidad en el espectador, hasta el punto de que queremos saber cómo concluye la historia de amor incomprendida. Basada en la novela de Rita Weiman, el guión aporta una notable solidez y la recreación de la intrigante atmósfera es óptima.
Como en la mayoría de obras destacadas de la época, la Warner arropa a su director con excelentes técnicos (habría que llamarlos artistas), como el director de fotografía Joseph A. Valentine (colaborador de Hitchcock en La soga o La sombra de una duda ), que sabe pintar los claroscuros, iluminar la mansión en beneficio del clímax de la trama o resaltar el inconfundible rostro de Joan Crawford. Lo mismo puede decirse del encargado de la música, Franz Waxman ( El crepúsculo de los dioses , Un lugar en el sol ), que agudiza y resalta los momentos de alta tensión, envolviendo la película con sus partituras.