Amar
Sinopsis de la película
Laura y Carlos tienen 17 años y se quieren con la locura del primer amor. Se aman como si cada día fuera el último, con una intensidad furiosa, casi enfermiza. Incluso Carlos fabrica dos máscaras de gas unidas por un tubo para que puedan respirarse el uno al otro. Pero su pasión tendrá que enfrentarse a las inseguridades y a los celos, y será entonces cuando se hagan daño. Ópera prima de Esteban Crespo, director de siete cortometrajes, ganadores de más de 200 premios, entre los que destacan el Goya al mejor cortometraje, y la nominación al Oscar, por Aquél no era yo .
Detalles de la película
- Titulo Original: Amar
- Año: 2017
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
4.8
22 valoraciones en total
Se aloja en un contraste desequilibrado, donde alternan la pasión desmedida, con la confusión y la búsqueda de esa identidad esquiva durante los años de la adolescencia, en la cual los excesos son norma y vértice.
Buen casting… Acertada elección del protagonista masculino Pol Monen, que encaja en el roll de amante emocionalmente inestable y una María Pedraza gestionando con veracidad su papel disperso y desorientado.
Casi podría llegar al seis. No se lo doy porque las subtramas empobrecen globalmente la historia.
Que amar es sufrir y gozar, sentir y follar, dar, regalar, no saber si reír o llorar.
Una ofrenda, una plegaria, una perdición y una absolución. También una maldición. Fiesta, celebración, repetición. Es nuestro hogar y nuestra aventura, religión, superstición y conjuro. Es absurdo, temblor, delicia y delicada oración. Es lucha, fuerza, impulso y dolor. Eso dicen que es el amor.
¿Y el cine? Forma, expresión, cien minutos de vellón, un enorme costurón. Una historia, unos personajes, unas invenciones. Un cuento sin solución.
¿Y cómo se pasa de lo primero, tan inaprensible, sutil y harto visitado, a lo segundo, el arte de la nada creado? ¿Cómo se narra o representa este sindiós, tanta imaginación? ¿Qué se elige y descarta? ¿Cómo se traduce ese ímpetu biológico, ese adorno cultural, esa determinación física, esa ansia irreductible, la necesidad ineludible, el penar balbuciente, el desgarro inevitable? ¿Cómo se se atrapa todo ese caos impreciso y líquido, tan vulnerable y suma del todo dicho? ¿Cómo lo hicieron en este caso?
Pues a través de dos pipiolos bastante sosos y romos. Juguetes, guapetes, bonitos de mirar. Pero se nos quedaron pequeños, la empresa les vino demasiado grande, tanto por edad o experiencia como por humanidad, por no estar terminados de hacer para tanto amanecer. Por tratar de aparentar una dinastía y una intensidad que no te podían dar.
Ni la historia, el mismo guion, lo supieron expresar.
Se aprecian sensibilidad y buenas maneras, un manierismo virtuoso y sustancioso. Que se acerca al spot publicitario peligrosamente. Y nada más. Que no es poco. Lo que no encontramos es madurez, verdad o mucho alcance. Hay atisbos, fogonazos, momentos, estilo. Quizás suficiente y hasta admirable. No lo necesario para hacer una gran película, una buena siquiera. Hay mimbres, falta lo demás. Habrá que esperar.
Buena fotografía, iluminación, elección musical y demás. Bien arropada esta pequeña obra tan imperfecta y renqueante.
Hay clichés del amor romántico con los que podemos disfrutar tanto en el cine como en la realidad. En la ficción, si tienen cierta gracia y ternura, disfrutan todas, feminazis (entre los que me incluyo), incluidas. Suele ser más fácil que funcionen en la comedia y más complejo en el drama, necesitan de mayor habilidad e inteligencia (y quizá cierta militancia) para que cuelen bien y no huelan a viejo. Además el romanticismo, que no su interpretación conservadora, es poderoso, intenso, es pura vida. Y creo que casi todo el mundo, al menos yo, es lo que busca en las películas: vivir. Pero claro, para que te salga bien, tienes que haberte planteado estas cuestiones, aunque sea un poco, antes de escribir el guión. O al menos que te suene de qué coño hablo.
Da igual que la dirección de esta peli sea solvente, incluso a veces brillante, porque el guión no solo carece de esa fuerza romántica clásica (porque a la pareja le falta el hervor y la sensibilidad de los protas de Las ventajas de ser un marginado , por ejemplo) sino que es un cúmulo de los peores clichés del amor romántico más peligroso que te puedas echar a la cara. Encima con un tono indi y naif que los hace más lamentables. Sobre todo en la construcción de los personajes, en quién siente la culpa y quién siente la ira. Y a pesar de ese desprecio, hay alguien que en lugar de poner las cosas en su lugar, va y pide perdón. Y vuelve a querer. ¿Os suena? Estoy seguro que no hay maldad, claro que no, es el clásico desconocimiento masculino, el clásico desinterés masculino porque lo que, afortunadamente, desde hace años se viene escribiendo y filmando sobre los roles de género. No muchos años, ahora sí por desgracia, porque esta es una revolución reciente, pero sí los suficientes para que esta película haya nacido vieja: búscate una asesora de gafas moradas la próxima vez.
La oda al primer amor es algo que hemos visto antes en el cine unas cuantas veces y puede que de primeras ya aburra a alguien. No es mi caso. Le tengo muchas ganas a la peli, de hecho.
Amar se deja ver. No se me hace aburrida en ningún momento. Los primerizos María Pedraza y Pol Monen derrochan carisma en pantalla y su química es innegable. Natalia Tena sabe sacarle jugo a su papel y el resto del reparto cumple muy bien. Pero aun con todo esto, la película no me resulta lo suficientemente sólida.
Las escafandras, las palmeras, la escena del ascensor… hay muchos elementos que sobre el papel podrían intuirse llamativos pero en pantalla nunca resultan lo suficientemente impresionantes o memorables. También parece que se hace un paralelismo entre lo que es el amor para Laura y lo que es para su madre, pero ni se saca una conclusión ni se me da pie a mí para que la saque. La fotografía capta planos chulos pero tampoco se aprecia un estilo uniforme en todo el metraje y, en mi opinión, se abusa de la cámara en mano (llegándose incluso a recurrir a los estabilizadores digitales en algún plano).
No me cabe la menor duda de que Esteban Crespo va a seguir en esto y va a aprender de sus errores para futuros proyectos. Espero de verdad que su segunda película sea tan impactante y redonda como su laureado corto Aquel no era yo.
Es una pena que en pleno 2017 este sea el concepto de amor que se nos quiere transmitir desde el cine. O eso o el director no ha conseguido transmitir su mensaje como debiera…