Alexander Nevsky
Sinopsis de la película
Siglo XIII. Relato épico sobre el príncipe Alexander Nevsky, que defendió victoriosamente el norte de Rusia del ataque de los teutones: la batalla se libró sobre la superficie helada del lago Peipus. También tuvo que hacer frente a la invasión de Rusia por el ejército mongol dirigido por Gengis Khan.
Detalles de la película
- Titulo Original: Aleksandr Nevskiy aka
- Año: 1938
- Duración: 112
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Opinión de la crítica
Película
7.6
24 valoraciones en total
Primera película sonora del realizador Sergei M. Eisenstein (Riga/Letonia 1898 – Moscú/URSS 1948). El guión, de Eisenstein y Pyotr Pavlenko, se basa en hechos y personajes históricos. Se rueda durante el verano de 1938, en escenarios naturales de los alrededores de Moscú y en platós exteriores y de interior de los estudios Mosfim (Moscú). Producido por I. Bakar para Mosfilm, se proyecta por primera vez en público, en sesión de preestreno, el 25-XI-1938 (Moscú).
La acción dramática tiene lugar en las ciudades de Pskov y Novgorod y en las cercanías del lago Peipus (Tchoudsk), durante el invierno del año 1242. La batalla del lago tiene lugar el 5-IV-1242. Se enfrentan fuerzas rusas al mando de Alexander Nevsky (1220-1263), de 21 años, y un ejército de la Confederación Livonia, alianza que aúna intereses de la aristocracia teutona (que aporta caballeros, dirigentes y jinetes), los comerciantes germanos (que aportan financiación) y la Iglesia Romana (que aporta a la invasión el carácter de cruzada o guerra santa contra la Iglesia Ortodoxa Rusa). La operación suma los intereses expansivos del Sacro Imperio Germánico y los de implantación de la Iglesia de Roma en una zona estratégica que le es ajena. La Confederación Livonia gobierna durante siglos en una extensa zona que ocupa territorios actuales de los Países Bálticos, el norte de Polonia y el enclave de Kaliningrado (Rusia). Los caracteres personales, sólo esbozados, contienen rasgos diferenciales relevantes. Alexander (Cherkasov), hijo del príncipe Yaroslav, soberano de Vladimir, es elegido líder de las fuerzas rusas por aclamación. Es amigo del pueblo llano, enemigo del enriquecimiento personal a costa de intereses colectivos, pacífico, sencillo y cordial, parco en el castigo y orador de palabra fácil. Olga (Ivashova) es prudente, tranquila, idealista y enemiga de las precipitaciones. Vasilisa (Danilova) es ardiente, luchadora y hábil en el manejo de la espada. Vasili Buslai (Okhlopkov) es fuerte, tranquilo y complaciente. Gravilo Olekseich (Abrikosov) es apasionado, rudo y sincero. Vasili y Gravilo son amigos de infancia y se aprecian como hermanos. El Gran Maestre Von Balk (Yershov), jefe supremo de los teutones, es feroz, cruel, sanguinario y perverso.
El film suma acción, épica, drama, aventuras, historia y guerra. El relato es sencillo, claro y asequible, en atención al público objetivo al que va dirigido: todos los estratos del pueblo soviético. Tras 8 años de inactividad, el realizador acepta el encargo del Gobierno y las condiciones de trabajo que le imponen: un codirector y un coguionista encargados de velar por la ortodoxia ideológica de la obra, un elenco definido de actores profesionales y un presupuesto ajustado. Se acepta su propuesta para la dirección de fotografía. Ambas partes consensúan el encargo de la banda sonora al compositor y pianista S. Prokofiev. Salvo incidentes menores, Eisenstein (hijo de un arquitecto judío alemán) trabaja con comodidad y libertad creativa.
Una alegoría sobre los hechos históricos de la epopeya del Siglo XIII que tiene por principal protagonista a Allexandr Nevski, un príncipe que fue un héroe y un santo de la Iglesia Ortodoxa Rusa, canonizado en 1247, que había vencido en 1240 a los suecos en el río Neva (de donde el apodo Nevsky o del Neva ). En la película se desarrolla la batalla final contra los Caballeros Teutones (germanos de una orden religiosa de cruzados que atacaron Rusia desde el Oeste y fueron vencidos por los rusos sobre el lago Peipus congelado, en la frontera con Estonia, en 1242. (Nótese que los rusos vencieron también a Napoleón en el invierno). Es una especie de ópera heroica con música de Prokofiev, una sucesión de metáforas sobre los hechos, no tiene entonces sentido pretender realismo ni mucho menos querer que los extras que caen al agua supuestamente helada se ahoguen de verdad para satisfacción del espectador. Excelentes escenas del combate, algunas graciosas para quienes pretenden el citado realismo, singulares paisajes nórdicos logrados en estudio, y movimientos de masas de campesinos contra los caballeros teutones. Para ver, es otro cine, distinto del que estamos acostumbrados, desde luego destinado a elogiar la defensa nacional de la tierra contra los enemigos extranjeros, una previa perfectamente válida un poco antes de la verdadera invasión de la 2ª Guerra Mundial.
Es cierto que Einsenstein ha dejado obras que han soportado mucho mejor el paso de los años que esta Alexander Nevsky. También lo es que si no se visiona la versión restaurada se pierde una buena parte del encanto de una cinta concebida como vehículo de propaganda, y que apostó abiertamente por el espectáculo en estado puro en detrimento de la complejidad argumental o la verosimilitud.
Indudablemente, sus mayores aciertos están en la planificación de algunas secuencias y en la extraordinaria compenetración que se consigue entre la magnífica fotografía debida a E. Tissé y la soberbia banda sonora de Prokofiev. Banda sonora que es para muchos, incluido el que esto suscribe, la mejor de la historia del cine, especialmente si se puede disfrutar de ella en la versión grabada por Termikanov a mediados de los noventa: todo un recital de sabiduría compositiva. Y su influencia ha sido notable. Escúchese el inicio del corte de la batalla final y se podrá descubrir en sus acordes un preludio de lo que más tarde serían bandas sonoras como la de Tiburón, Psicosis y media docena de películas de suspense.
Las pegas, no obstante, también están ahí: la concepción de Einsenstein del cine sonoro como espectáculo cuasi operístico le hizo optar por interpretaciones más aptas para el cine mudo, con lo que no es de extrañar que en ocasiones la sobreactuación del reparto pueda rechinar. Y sí, se puede tildar a la historia de maniquea, pero también es cierto que la invasión nazi de la URSS pocos años después, con el corolario de atrocidades que trajo consigo, dejó corta la ficción cinematográfica. Cierto además que la famosa batalla en la nieve es en conjunto irregular: su arranque resulta magistral, y algunas de las escenas de masas no han sido aun superadas. Pero el recurso de la cámara rápida, tan en boga entonces para enfatizar el dinamismo de algunas escenas, hoy nos resulta cómico, por mucho que debamos juzgar toda obra en su contexto histórico (Nota: veremos cómo reacciona el público de dentro de varias décadas ante la profusión de muertes a cámara lenta, cambios de velocidad y planos a lo Matrix que tanto gustan hoy en día). El exceso de primeros planos reiterativos y el empeño en ridiculizar hasta el exceso a los enemigos de Rusia se unen a lo anterior para restar calidad a lo que se supone es el momento cumbre.
Mucho más afortunada es la escena del campo de los muertos, epílogo del combate y que puede considerarse como lo más emotivo de la cinta con su magnífico plano final. Einsenstein cuajó uno de los mejores momentos precisamente cuando dejó a un lado el imperativo propagandístico para hablar de lo que realmente importa: las personas que acaban como víctimas de las grandes decisiones políticas.
En suma, una obra maestra no por su calidad, pero sí por algunos de su aciertos formales y por las influencias que ha dejado en el cine posterior. Imprescindible si queremos entender un poco mejor qué es y cómo se gestó eso que llamamos Séptimo Arte.
Si lo que esperas al ver una película es una sucesión de fotografías plásticamente bellas, te gustará, pero si además esperas una buena historia, te aburrirás.
Los actores son malos –Eisenstein, obsesionado con el apartado visual, solía buscar a gente que físicamente se ajustara al papel, normalmente sin preparación interpretativa–, pasan súbitamente de la parálisis corporal a convulsiones expresionistas.
La historia, debido al molesto control de los supervisores estalinistas, quedó como un alegórico panfleto maniqueo e interesado en respuesta a la amenaza nazi. (Absténganse los amantes del rigor histórico.)
La batalla es ridícula, repitiéndose hasta la náusea unos ingenuos primeros planos y acelerándose la velocidad a lo Benny Hill.
Es salvable la primera parte. Se alcanzan buenos momentos cuando los caballeros teutones arrojan a los niños a la hoguera, y excepcionales con los prolegómenos de la batalla (Kubrik y Robert Lawrence se inspiraron en ellos para los de la última batalla de Espartaco, mejorando, claro está, el resultado final), pero la única obra maestra que realmente veo aquí es la música de Prokofiev, que ha sido felizmente recuperada . Yo ya me hice con dos versiones de esta banda sonora.
Por supuesto, la nota de 6.2 es para la versión restaurada, porque la antigua estaba muy deteriorada debido al paso del tiempo, a pérdidas de metraje por las iniciales censuras, al ajustado presupuesto, al rudimentario sonido, etc.
PD: Que sí, que reconozco la importancia de Eisenstein en esto del cine, que fue el primero que vio la edición como recurso emotivo importante. Si eso no lo discuto, pero me parece que sus teorías han sido más y mejor aprovechadas por los cineastas posteriores que por él mismo.
Y, aunque nunca podré saber el talento real que poseía este hombre debido a las represiones que sufrió, no comparto para nada sus propuestas: Hacer una película ya no es elaborar un contenido, una historia, a partir de leyes dramáticas consideradas universales, es unir planos, organizar planos . Vamos, lo que suele verse hoy en día en un videoclip.
Aunque muchos sesudos estudiosos entienden el cine sólo como imágenes en movimiento (algunos incluso defienden la ausencia de todo sonido), ése no es el concepto que yo tengo de él.
Probablemente Alexander Nevsky no es la más famosa película de Sergei Eisenstein (ese honor le corresponde sin duda al Acorazado Potemkin ), pero posiblemente sea una de sus mejores obras.
La película fue un encargo del propio Stalin para calentar los ánimos del pueblo ruso ante la posible agresión de la Alemania nazi. Los cascos de los caballeros teutones recuerdan sin duda al típico casco del soldado alemán de la IIGM, e incluso Eisenstein llegó a considerar el uso de la svastica en los estandartes teutones. La película fue estrenada en Diciembre de 1938 con gran éxito. Pero desapareció de los cines en agosto del 39 tras la firma del famoso pacto Molotov-Ribbentrop. Se reestreno en julio de 1941, tras la invasión nazi de la URSS.
En la historia del cine se la considera una obra maestra pionera en dos cosas: el montaje y sobretodo por el uso de la banda sonora para realzar la carga dramática de la historia.
En cuanto a la historia real que hay detrás de la historia del film, es ligeramente distinta. Es el punto de inflexión de lo que se conoció como las Cruzadas del Norte . Tras la victoria del lago Peipus las posesiones teutónicas no se colapsaron como sucedió al Reino de Jerusalén tras la Batalla de Hattin. La mayor parte de la orden seguía intacta. Sin embargo su prestigió había sufrido un duro golpe y su expansión fue frenada definitivamente. Alexander inmediatamente realizó una oferta de paz que fue aceptada y que perduró por veinte años. Ese tiempo le permitió a Alexander Nevsky estabilizar su dominio sobre Novgorod y sobretodo mediante una habil labor política, impedir que los mongoles se la anexionaran. En 1547, Alexander Nevsky fue canonizado por la Iglesia Ortodoxa.
Paradojas de la historia, un santo ruso utilizado como propaganda por el lider comunista Stalin.