Albert Nobbs
Sinopsis de la película
Irlanda, siglo XIX. Una mujer (Glenn Close) se ve atrapada en un triángulo amoroso inusual. Se disfraza de hombre para poder trabajar y sobrevivir, pero 30 años después se encuentra perdida en su propia prisión…
Detalles de la película
- Titulo Original: Albert Nobbs
- Año: 2011
- Duración: 108
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Opinión de la crítica
Película
5.9
69 valoraciones en total
Los años ochenta sirvieron, entre otras cosas, para dar a conocer a una generación de actrices extraordinaria. De entre todas ellas Glenn Close destacó de forma casi deslumbrante. Cinco candidaturas al Oscar en siete años avalan su talento. La última la consiguió hace ya veintitres años con Las amistades peligrosas, que probablemente sea una de las más grandes interpretaciones de las tres últimas décadas. Desde entonces Glenn Close no ha vuelto a encontrar un personaje a la altura de este último. La Cruella de Vil de 101 dálmatas ha sido su mayor éxito, mientras que sus excelentes papeles secundarios en algunas películas independientes no han tenido gran trascendencia. En la última década sus mayores logros han venido gracias a la televisión. Primero The Shield y luego su brillante Patty Hewes de Daños y Perjuicios la han colocado de nuevo en la primera línea de la popularidad. Y todo esto, para decir que este año, por fin, se presentaba ilusionante para los fans de Glenn Close, ya que su participación en la película Albert Nobbs hacia presagiar la vuelta de la actriz a la posición en la que siempre debió estar.
Dirigida por Rodrigo García, que ha demostrado un talento especial para acercarse al mundo de la mujer consiguiendo excelentes interpretaciones de sus actrices, y con Glenn Close en un papel, en principio, complejo y de absoluto lucimiento, solo cabía esperar que Albert Nobbs fuera una excelente película con un trabajo memorable de la actriz. El resultado desgraciadamente no tiene nada que ver con lo esperado.
La historia de Albert Nobbs es la de una mujer que, en el siglo XIX y en Dublín, se hace pasar por hombre desde muy joven para poder llevar una vida digna y mantener un trabajo serio e íntegro como mayordomo de un hotel. Las pequeñas historias del personal que trabaja en el hotel, y de los clientes que por allí pasan, rodean a la historia principal de Albert Nobbs y su intento por alcanzar la estabilidad y la plenitud en una vida que hasta entonces no ha pasado de ser gris y aburrida.
Lo que más sorprende y decepciona de la película es que con un personaje con tantas posibilidades como este, no se aproveche ni una sola de sus aristas para crear una historia verdaderamente profunda, donde los matices y la complejidad de una persona que lleva media vida viviendo bajo una máscara, no se reflejan por ningún sitio. Albert Nobbs es puro cartón-piedra emocional, detrás de su impoluta fachada no se enconde ni una pizca de sentimiento o emoción. Los intentos de Albert, no olvidemos que es una mujer, por entablar una relación con una joven compañera no reflejan en absoluto el trasfondo y la complejidad de los sentimientos que eso implica. Tampoco su relación de amistad y complicidad con otra mujer en su misma situación se lleva más allá de la pura corrección. Y eso que el personaje que encarna la actriz Janet McTeer es bastante más interesante que el del propio protagonista.
Realmente, no pensé que la película me fuera a gustar demasiado, pero me ha sorprendido muy gratamente, ya que la historia que trata es muy interesante y está muy bien contada, de tal forma que llegas a empatizar con el personaje central, un Albert Nobbs extraño y peculiar que se hace querer desde el primer momento e interpretado con soberbia genialidad por Glenn Close, en otra de sus exqusitas interpretaciones.
Esta noche son los Globos de Oro y, realmente, supongo que Glenn Close no tiene ninguna posibilidad compitiendo con Meryl Streep y Viola Davis. No he visto La dama de hierro , pero puedo afirmar que Close está mejor que Davis en Criadas y señoras .
Sin embargo, la tapada del film es Janet McTeer, que hace una soberbia caracterización en un papel que le sienta como un guante. Ella es lo mejor de la película sorprendentemente.
Los actores jóvenes, como Mia Wasikowska y Aaron Johnson también cumplen bastante bien.
Sin embargo el film también tiene puntos negativos, como pueden ser el precipitado desenlace, algo demasiado inesperado que sucede en el tramo final sin apenas aviso, y la escena final está algo cogida por los pelos. Al igual que la homosexualidad de las protagonistas, que no se debe justificar porque hayan sido maltratadas por hombres en el pasado.
Con todo ésto, nos queda un film notable, disfrutable y altamente recomendable. Tengan a mano los pañuelos.
Mi nota: 8.2
Muchas veces las prisiones en las que estamos atrapados son imposiciones propias nacidas desde la opresión de la sociedad. Albert Nobbs nos narra una historia, que pese a estar integrada en pleno Siglo XIX, podría ser tan universal como atemporal. En apariencia contiene todos los elementos propios para convertirse en una cinta también global e inmortal, en una de esas películas remarcables para la posteridad. Pero las apariencias, como siempre, engañan…
Su cartel revela, más si cabe, la obviedad: «Un hombre con un secreto. Una mujer con un sueño». Precisamente la película funciona sobre ambas premisas y ante la nula sorpresa de divisar el rostro de Glenn Close fingiendo ser un hombre y soñando con una nueva vida en compañía de una esposa. Aaron Johnson, que actúa fatal todo hay que decirlo, y Mia Wasikowska, que sigue en su peculiar suma y sigue, conforman esa imagen que también acompaña a su póster aunque el galán, con órganos genitales masculinos, sea de todo menos caballero. Nos encontramos ante el triángulo clásico con amor imposible. Los elementos están dispuestos y, en esencia, Albert Nobbs podría ser una cinta académica en plenitud pero el director de Nueve vidas ante tanto corsé y rigor y correctísimo cinematográfico queda maniatado.
Queda la interpretación de Glenn Close en esa aséptica y andrógina desfiguración. Tal y como nos refleja el filme de Rodrigo García la ropa y sombrero definía el sexo y la posición en la escala social: los cuerpos no eran más que maniquíes que cobraban plena libertad y liberación interna en las fiestas de disfraces. Es ahí, en esa secuencia de la celebración, donde Nobbs va disfrazado y no al mismo tiempo, cual gato de Schrödinger. Poco más que observar en una cinta que muestra su mayor virtud en la presentación del su protagonista auto-iluminándose (y desvelándonos su rostro e identidad: la verdad) mientras enciende una lámpara. Tanto la historia y las vías dramáticas escogidas abarcan desde lo previsible hasta lo absurdo (va directa a mis listas personales de películas con muertes cutres y amoríos robóticos).
La proposición cinematográfica acaba siendo tan correcta y fría que no habita en ella apenas emoción. Podría formular y sorprender como una comedia con ese impactante e impechonante ‘pechos fuera’ pero Albert Nobbs tiene, contrariamente, vocación de (melo)drama. De un drama caduco y rancio, frío y sin el sentimiento adecuado imprimido por un director que parece alejado y de paso. Sobre todo cuando el clímax emocional de la cinta parece un cruce-copia-parodia de Titanic y Carros de Fuego.
Vaya por delante que Rodrigo García me parece un director muy infravalorado, y su debut, Cosas que diría con sólo mirarla, un peliculón. Pero creo que con Albert Nobbs ha metido la pata. Tal vez el dejar de lado su estructura de historias cruzadas le haya sentado mal a su cine. O tal vez sea que tras el planteamiento de Albert Nobbs no hay mucho que rascar.
La película tiene un par de grandes momentos. Aquel en el que se descubre el sexo de la protagonista y la escena en la que vuelve a sentirse libre en su piel corriendo frente al mar (en un claro homenaje a Los 400 golpes de Truffaut). Pero estamos hablando de momentos aislados cuya esencia debería impregnar todo el film pero no lo hace. La película se pierde en unos secundarios carentes de interés (en especial los de Mia Wasikowska y Aaron Johnson) y en tramas que quieren aportar un toque coral a lo Orgullo y prejuicio pero sólo acaban estorbando y dando un molesto aire culebronesco a la película.
Albert Nobbs también se queda corta por las débiles motivaciones de la protagonista. No cuestiono que Glenn Close haga un gran trabajo (seguramente la nominen la Oscar), pero su personaje está por trabajar y no es todo lo complejo que debería. Su opresión es sólo un pretexto y su meta no es liberarse, sino montar un negocio y buscar a una mujer para seguir alimentando la mentira en la que ha vivido toda su vida. No hay, pues, un gran conflicto interior que mueva al personaje ni remueva al espectador.
Albert Nobbs merece un pase por Glenn Close, por la ambientación y por algunos diálogos realmente ingeniosos. Pero es una película superficial consciente de serlo. Y si hay algo que me repatea es que una película con el potencial de ir más allá se quede en lo cómodo y lo conocido. Esto sería normal si se tratase de cualquier cineasta novato, pero causa extrañeza y decepción viniendo de alguien experto en la introspección femenina como Rodrigo García.
El tesón y el amor por el personaje de Albert Nobbs ha hecho que Glenn Close consiguiera interpretarlo en el cine, un sueño personal de la actriz desde la década de los ochenta. ¿Merecía la pena? Finalmente Albert Nobbs no va a coonvertirse en un clásico, es verdad, pero en ella, Close hace más, mucho más, que interpretar a una mujer vestida de hombre (ese trabajo queda para Janet McTeer, que no obstante, está excepcional).
Empezando por la película, puede que el problema haya sido la elección del director. No es que Rodrigo García haga un mal trabajo, ni mucho menos, pero parece que su fuerte son las mujeres anónimas y contemporáneas. La historia de Albert Nobbs es tan grande, su personaje tan excepcional, y su contexto histórico tan concreto, que puede que la película hubiese necesitado tener eso en cuenta, que no es una historia más de una mujer que lucha por sobrevivir, sino que una Gran Historia de una Gran Mujer que lucha por Sobrevivir en su Tiempo. Por eso puede que el enfoque de la historia no beneficie a la película, demasiado humilde, demasiado cerrada en si misma, demasiado íntima para una historia tan grande.
Pero al margen de eso, no hay nada más que achacarle a Albert Nobbs. Por supuesto, su recreación histórica es impecable, y su reparto ajustado del primer al último intérprete (desde la nombrada McTeer a dos jóvenes con tanto talento como Mia Wasikowska y Aaron Johnson, y dos adultos maravillosos en todos sus papeles secundarios -Brendan Gleeson y Pauline Collins-. Y, claro, Glenn Close.
Decía que esta excepcional intérprete no actúa sólo de mujer que se viste de hombre, y es cierto. Albert Nobbs, el personaje, es un ejercicio fascinante no de transformismo, sino de psicología. También es un personaje dificilísimo de interpretar, por esa carga psicológica e interior que tan sólo se revela en un instante del metraje. Albert Nobbs es, además de un luchador, íntegro, profesional e independiente, una niña cuya adolescencia fue robada, una mujer que no ha aprendido ni vivido la sexualidad, ni la definición de roles, ni el afecto de un compañero, ni el proceso de madurez, para llegar a convertirse en un ser asexuado oculto bajo un estereotipo social. Y que una actriz consiga trasmitirnos todo eso en una película en la que no habla demasiado, en la que su cuerpo es rígido por petición del personaje, en la que tampoco confiesa constantemente cómo ha llegado a convertirse en la persona que hoy es… confirma (o reconfirma) a esa actriz, Glenn Close, como un animal interpretativo de una inteligencia, una profesionalidad y una humanidad merecedoras de esta película y de muchas más.