Alambrista!
Sinopsis de la película
Un campesino mexicano decide emigrar clandestinamente a los EEUU para trabajar como temporero. Comenzará entonces a sufrir toda clase de desgracias: ser estafado por aquéllos que le contrataron, largas jornadas de recolección, pésimas condiciones higiénicas, salarios ínfimos… En vista de la explotación que reciben los que están en su situación, decide volver a México.
Detalles de la película
- Titulo Original: Alambrista!
- Año: 1977
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
Película
6.7
61 valoraciones en total
Durante 110 minutos, Robert M. Young te brinda la oportunidad de sentirte protagonista de una historia rodada con pulso de maestro, sensibilidad y una carga emocional y de credibilidad nada común.
Extraordinaria.
Reconocida película en su momento que denunciaba la situaciób del paso il.legal de muchos inmigrantes hacia la frontera con Estados Unidos de modo ilícito aunque obligados por unas circunstancias que, en oposición extrema. Se enfrentaban con los agentes duaneros en su cruce hacia el paso. Tema todavía de actualidad de hoy ya hace décadas que Robert M. Young (La Humillación, La Fuerza de un Ser Menor) puso como la realidad dentro de la ficción cinematográfica lo que otorga fuerza a este itinerante drama sobre inmigración.
La cámara sigue a Roberto (Domingo Ambriz) en el entramado y periplo que como inmigrante tiene que afrentar: decide cruzar ilegalmente la frontera y, una vez allí, se gana la vida como recolector de temporada con su amigo Joe (Trinidad Silva). No tardará en encontrar cobijo en la vivienda de Sharon (Linda Gillen), una joven camarera, así como tendrá que conformarse con un entorno muy próximo al suyo y trabajar para despóticos capataces (uno de ellos interpretado por un inolvidable Ned Beatty) que a cambio de un sueldo mísero le confían trabajos de esquirol en plantaciones lejanas…
Citando ejemplos notables de films de temática parecida como Lone Star (1996) de John Sayles o Los Tres Entierros de Melquíades Estrada (The Three Burials of Melquiades Estrada, 2005) de Tommy Lee Jones, ambos norteamericanos y conscientes de la dramática situación a plantear, el film de Young está expuesto con un naturalidad exquisita, como quien no quiere la cosa. Como si las precarias situaciones en las que tiene que vivir su Roberto protagonista fuesen un hecho común en su nueva vida al otro lado de la frontera. Ni que decir que casi parece un mockumentary (si se quiere concluir con ésta opción en secuencias no otorgadas al diálogo como la recolección o la exposición de los hechos) pero su rodaje en castellano y en inglés le da más brío al realismo crudo. Una buena película que hay que reivindicar.
Películas sobre la travesía de la inmigración ilegal para entrar a Estados Unidos en busca del American Dream se han hecho unas cuantas, incluso tenemos un ejemplo colombiano con Paraiso Travel (Simon Brand, 2008). En esta categoría están, por nombrar algunos, largometrajes como Espaldas mojadas (Alejandro Galindo, 1955), Las pobres ilegales (Alberto Mariscal, 1982), El norte (Gregory Nava, 1983), Sin nombre (Kary Joji Fukunaga, 2009), 7 soles (Pedro Ultreras, 2008) y La jaula de oro (Diego Quemada Díez, 2013). Como sea, no recuerdo ninguna película de este tipo que vibre y borbote como ¡Alambrista!
En esta ópera prima de Robert M. Young (ganadora con todo mérito de la Cámara de Oro del Festival de Cannes, en 1978) se vive, con una intensidad que pocas veces consiguen los cineastas que mezclan la ficción con el tono documental, la deprimente y miserable historia de Roberto (Domingo Ambriz), un joven apocado y simplón que abandona a su familia en México, mujer e hijo incluidos, para buscar, como ya lo hiciera su padre (un fantasma que nunca regresó), una vida más próspera en Estados Unidos, para lo cual, por supuesto, cruza ilegalmente la frontera con la ayuda de un coyote.
El sueño americano, esa gigantesca llama artificial alimentada por el fanatismo chovinista de los medios, hipnotiza a Roberto, como a tantos cientos de desgraciados, y lo llama con su canto pop de sirena para que se dirija a ella, polilla sucia y pobre, y se queme irremediablemente las alas a punta de hambre y trabajos forzados en el campo, que nadie quiere hacer, pero que son piedra angular de la agricultura yanqui.
Lo que empieza sembrando la esperanza de una emocionante Road Trip Movie, llena del vigor juvenil y el deseo de aventura, se convierte de a pocos en un sórdido relato sobre la miseria del inmigrante ilegal, que huele a sudor, tierra y mugre. En esta película hay una mirada única que logra retratar una esencia muy poco esplendorosa del monstruo del norte. La tierra a la que llega Roberto, lleno de esperanza, es un pequeño infierno lleno de vicio, indiferencia, persecución y muerte. Esa mirada cargada de un naturalismo visceral y oloroso es lo que hace única a ¡Alambrista! Aquí la ficción, la reportería y el documental se confunden en un caldo de patetismo que duele en el estómago.
Además de esto, la película de Young también hace toda una declaración narrativa con una música de pésimo gusto pero absolutamente acertada. A ritmo de corridos flojos se relata el heroísmo patético de Roberto en su aventura épica hacia la miseria. Así, la película se convierte, de alguna manera, en el testimonio de un bardo, que culmina con la canción de cierre en la que el protagonista se convierte en triste leyenda musical, después del fracaso de su empresa de inmigración y de ser testigo de un dantesco éxito que se encarna en el nacimiento brutal de un niño en el suelo puerco del lado próspero de la frontera.
En ese mundo, los olvidados y anónimos de espalda mojada, se convierten en los héroes de una guerra por la vida, que nadie declaró jamás.