Affaire en La Habana
Sinopsis de la película
Nick Douglas, un pianista norteamericano que trabaja en el restaurante de un hotel en La Habana, es invitado a sentarse a la mesa por Mal Mallabee, un magnate compatriota suyo confinado a una silla de ruedas a causa de un accidente de navegación, y ahí le presenta a su mujer Lorna. Mallabee, entusiasta de la música nativa, invita al pianista a su casa quien acepta. Pronto se destapará el drama.
Detalles de la película
- Titulo Original: Affair in Havana
- Año: 1957
- Duración: 77
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Opinión de la crítica
Película
5.4
93 valoraciones en total
El argumento de la pelicula es muy manido. El clasico crimen a que lleva un triangulo amoroso.
El final es abrubpto y sabido como le pasa a muchas peliculas que se agotan en su primera 1/2 hora. En este caso dura mas 1 hora mas o menos. Ahora lo importante de esta pelicula es ver a Raymond Burr con el pelo teñido de blanco, haciendo juego con la luz de La Habana, y en silla de ruedas como su famoso personaje televisivo de Ironside. Es increible ver lo bien que se maneja en la silla de ruedas. Puede que este papel inspirara el de Ironside. Sara Shane y John Cassavates estan en su papel, ella muy guapa con vocacion de mujer fatal y el como en aquellos años de galan atormentado. Ademas sale al final de la pelicula cantando y bailando una jovencisima Celia Cruz. Pelicula para ver estas curiosidades.
Affair in Havana transcurre en la citada ciudad, dos años antes de que los barbudos tomaran el poder y expulsaran al sanguinario dictador Batista. Un pianista (John Cassavetes, huraño como siempre, anticipándose también en dos años a su papel en la serie Johnny Staccato) mantiene relaciones con la esposa (Sarah Shane, conocida en su casa a las horas de comer, y de una inexpresividad rotunda) de un magnate del azúcar postrado en una silla de ruedas (Raymond Burr, teñido de rubio platino, perverso como siempre, prefigurando ya su personaje de Ironside, y el motivo de que le de un 5 a la película). También corretea por la película un sicario de Burr que desea en secreto, y no tan en secreto, a la gélida rubia, y que acabará revolviéndose contra su patrón. La trama es, como veis, manida, los personajes, arquetípicos, y la dirección del muy irregular Benedek pedestre. Para los aficionados a ese tipo de música adornada con bongos e hipidos, consignar la aparición de Celia Cruz antes de engordar doscientos kilos. Por lo demás, me veo obligado a denunciar la nauseabunda copia que Bang Bang endosó a los compradores a 15 euros la pieza. No sé de dónde la sacaron, pero en su escondrijo tendrían que haberla dejado.
Muy disfrutable película de cine negro, con ese aroma tan típico que a otras películas de temática escabrosa o simplemente negra otorga estos lugares:
A.- La Habana, como esa joya que es Cacht mi if yo can (1959 de Don Weis, con Gilbert Roland y Antonio Moreno)
B.- Sudamérica en general, en Soborno (con Robert Taylor, la siempre bellísima Ava Gardner y los geniales e impagables Charles Laughton y Vicent Price), en La dama de Trinidad (con la maravillosa pareja post-Gilda Rita Hayworth y Glenn Ford).
C.- Méjico, como lugar al que escapar en la realmente fría y dura A sangre fría (Richard Brooks, 1967), o también Canadá al que sueñan con llegar la siempre sensual Catherine Deneuve en la joya desconocida que es Por nosotros dos (1980), por no hablar del impagable final de Alguién voló sobre el nido del cuco (Jack Nicholson y el indio Will Sampson).
D.- El Caribe u otros países de Centro o Sudamérica, en los que encontrar a mujeres peligrosas, bien por encargo, (Robert Mitchum en busca de la atrayente Jane Greer en Retorno al pasado), o bien porque sean antiguos amores de uno mismo (Robert Young en busca de la ya nombrada bellísima Jane Greer en No me creerán, 1947 de Irving Pichel).
E.- Otra vez Sudamérica, aunque simplemente sea nombrada como lugar en el que tener negocios sucios (la ya citada Gilda).
F.- Y en general el mar, como la impactante ¿Quién?, con Romy Schneider, la gran Rebeca de la siempre temerosa Joan Fontaine, las geniales Una mujer en la playa de Renoir o Almas desnudas ambas con la siempre pérfida Joan Bennett, o Cayo Largo con los siempre estimulantes Edward G. Robinson y Lauren Bacall.
Por lo demás, Raymond Burr borda como siempre su papel de amargado, como hizo en la famosísima y siempre nueva La ventana indiscreta o en la inquietante Un grito en la noche con la bellísima Natalie Wood raptada 1956), y también repite actuación brillantísima John Cassavetes, otra vez como marido o amante a medio camino, esto es, hombre que no quiere meterse en demasiados problemas o que está más alejado de su amante femenino de lo que quiere aparentar, como ocurre en la terrorífica La semilla del diablo.
Y la chica, la desconocida Sara Shane, luce modelito en las fantásticas escenas de la playa, -sin llegar a ser obviamente la Grace Kelly de Atrapa a un ladrón-, pero son escenas muy intrigantes en las que de repente aparece algún hombre, amante o no…
Y no cuento más, en resumen otra joya más, pequeñita de duración 72 minutos más o menos, pero tan grande como el mismísimo Raymond Burr.
Así que como digo siempre, no lean más criticas, y música maestro, enciendan la televisión y véanla.
A pesar de la correcta puesta en escena de la trama, no hay nada de fuerza en sus débiles imágenes en blanco y negro que parecen dibujos a lapicero. Donde debía haber suspense a causa de los amores y odios encontrados, se echa en falta pasión a escondidas, huidiza, pero que fuera algo más explícita para acompañar la enérgica presencia de Raymond Burr, pero ella no es, por lo que sea, motivo suficiente para mantener la intriga que exige un escenario tan a propósito como el que se presenta para el asunto.
Tanto el papel de John Cassavetes como la música afrocubana tienen, al menos, la justa medida para soportarlo hasta el límite de lo tolerable.