Adam
Sinopsis de la película
Abla regenta una humilde pastelería en su propia vivienda de Casablanca, donde vive sola con Warda, su hija de 8 años. Su rutina, dictada por el trabajo y las labores domésticas, se ve un día interrumpida cuando alguien llama a su puerta. Se trata de Samia, una joven embarazada que busca empleo y techo. A la pequeña le atrae la recién llegada desde el primer momento, pero la madre se opone inicialmente a acoger a la extraña en su casa. Poco a poco, sin embargo, la determinación de Abla va cediendo y la llegada de Samia les abre a las tres la posibilidad de una nueva vida.
Detalles de la película
- Titulo Original: Adam
- Año: 2019
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
6.9
48 valoraciones en total
Con dos interpretaciones como las de Lubna Azabal y Nisrine Erradi (debutante), acompañadas por la naturalidad de la niña Douae Belkhaouda, la ópera prima de Maryam Touzani tiene andado medio camino.
Quien ha avanzado muy poco aún, en lo que respecta al buen trato e igualdad de las mujeres, es la sociedad marroquí que sigue discriminando brutalmente, sobre todo, a las madres solteras que son repudiadas por sus propias familias.
Samia, en sus últimos días de embarazo, patea las calles de Casablanca y es auxiliada por una pastelera que atraviesa días difíciles junto a su pequeña. Pero está claro que en el reino alauita solo una mujer puede ayudar a otra y el futuro de esta nación, como el de otras muchas, pasa porque sean conscientes de que solo ellas pueden cambiar, para mejor, un mundo más que injusto con los débiles.
La directora, ayudada en el guión y la producción por Nabil Ayouch que ganó en Valladolid (Los caballos De Dios-2012), nos hace empatizar y sufrir con Abla, Samia y Warda y coloca en nuestras manos una bandera más que airear, de revoluciones pendientes. Labor encomiable, esta de las denuncias sociales, que lideran las gentes del cine, ante el cómodo silencio de otros intelectuales y periodistas, que no hacen ascos, en ocasiones, a formar parte de la canalla asalariada, y bendicen esa red de falsedades que tejen los poderosos para negar la evidencia.
El susurro se desliza por las calles, llamando a cada puerta, sin hacer apenas ruido entre la multitud. El dolor y la angustia se llevan por dentro, y no emiten sonidos, a no ser que se quiera escuchar con mecanismos distintos al oído. Una confesión telefónica incompleta, es un lamento suficientemente claro para dejar dicha la pena.
La mirada atraviesa muros de difícil comprensión, que no se atiene a la razón lógica, y de forma instintiva es capaz de abrir puertas a lo que habla en silencio. Pasando las horas sin poder olvidar lo que se tiene por dentro, pero tampoco a quien espera fuera. El duelo tampoco puede ser escuchado.
Es infrecuente encontrar una película así. Maryam Touzani, maneja herramientas de maestro, guiada por un relato humano y sincero de forma natural. Sin exceso de palabrería pero con una honestidad tan rotunda, que hace que la historia sea prácticamente inquebrantable. Es esa luz acogedora la que ilumina esos rostros, cada gesto, cada movimiento, hablando por si misma. Son esos ojos que se iluminan contemplando a Warda, mientras dice escuchar el sonido desde el vientre. Son la determinación y la juventud de Samia los que hacen que la mirada de Abla vuelva a brillar. Es la deslumbrante dirección de fotografía, la que nos acompaña en cada noche, mientras lágrimas entre sombras fluyen inaudibles por la mejilla.
La ausencia de música de partitura completa la sinfonía. Tan sólo las melodías del pasado rompen el silencio del encuadre. Cuando una se da a la otra tenemos los momentos más bellos. Son lecciones de vida completando los huecos necesarios. Amasando con delicadeza harina para ir cimentando el futuro.
El compendio de dos vidas que van por distintos caminos, pero que no pueden ser ajenos el uno del otro. Para llegado el momento apretar las entrañas contra el pecho, contener la respiración, y dejar surgir el llanto. Y sin decir palabra cumplir la promesa, y con un par, deslizarse como un susurro a eso que llamamos la vida.
El encanto del cine también está en encontrar un balance y una armonía entre la historia que se cuenta y la narrativa que se elige para relatar. Esta película está filmada con refinamiento y sutileza para crea un equilibrio perfecto entre las acciones y la cadencia. Y la historia se acerca a esa armonía con un triángulo perfecto compuesto por tres personajes complementarios, necesarios para el universo de la historia y cautivadores en su esencia.
Como con la paciencia de un buen panadero artesano, se va amasando un relato delicado y robusto, como un delicioso batbout marroquí. La cocina resulta ser el escenario más íntimo y donde mejor saben purgar las amarguras unas mujeres sensibles que guardan sus agobios, temores y pesares, bajo un contexto conocido del mundo árabe con sus condicionamientos y sus limitantes para las mujeres. Y en medio, una pequeña, como contrapeso que permite que todo suceda gracias a su dulzura y candor.
El encuentro de estas mujeres guarda intimidad y catarsis, es introspección, liberación y reflexión. Entre la harina y el horno, la rutina y los horarios, el abrir y cerrar puertas, se cruzan unos mundos femeninos complejos y encantadores. Cómo en tanta sencillez se logra ese grado de complejidad. La película fascina con su simplicidad, cercanía y contundencia. Es un lujo para el mundo del cine poder contar con nuevos directores que materialicen tantos discursos sensatos desde diferentes latitudes. El mundo árabe representándose y narrándose con pulcritud y empatía.
Una historia de amistad entre dos mujeres y una niña en la sociedad marroquí donde prima la vergüenza de las madres solteras y la exclusión a la que se ven sometidas por el mero hecho de no estar casadas.
Basada en la propia experiencia de la directora cuando era niña que vio como una joven mujer embarazada llego a su puerta escapándose de su hogar para que sus padres no se dieran cuenta de que estaba esperando un hijo. Maryam Touzani escribe el guion de esta historia junto a su esposo Nabil Ayouch. Siendo Maryam la encargada de dirigir esta opera prima (como actriz la recordamos de protagonista en Razzia 2017 de Nabil Ayouch).
Abla es una viuda que vive con su pequeña hija de 8 años, se gana la vida vendiendo pasteles y pan desde la ventana de su casa en un barrio de Casablanca. Un día alguien llama a su puerta. Se trata de Samia, una joven embarazada que busca empleo y un techo donde dormir ya que esta viviendo en la calle. A la pequeña le atrae la recién llegada desde el primer momento, pero la madre se opone inicialmente a acoger a la extraña en su casa. Al verla dormir en los portales Abla la invita la acoge y comienza a ayudarla en la pastelería…
Lubna Azabal, una gran actriz árabe interpreta a Abla, desconfiada y de duelo por la muerte de su marido, no soporta escuchar música, ni hacer caso a ningún pretendiente. Todo eso cambiara cuando llega Samia, interpretada por Nisrine Errandi trabajadora y dispuesta a todo que esta pagando caro su embarazo no deseado. Warda (Douae Belkhaouda) es la hija de ocho años, que está siendo criada por su madre y que creara un buen vinculo emocional con Samia.
Un drama profundo y conmovedor sin demasiado sentimentalismo, en el que las dos mujeres se ayudaran para intentar salir adelante y dejar los problemas atrás.
Destino Arrakis.com
*Un silencio acuciante
Lo primero que te llama la atención de este largometraje, es lo extremadamente minimalista que llega a ser. Casi en su totalidad, la cinta transcurre en una única localización (exceptuando algunas escenas cortas del principio y el intermedio). Esta decisión es realmente audaz y arriesgada, ya que puede hacer que el ritmo narrativo se tambalee por momentos. Afortunadamente, la directora ha sabido ingeniárselas para sacar lo máximo de esta localización, pese a ser una casa que intuimos que es pequeña, en ningún momento tenemos la impresión de que la trama se está viendo estancada o que no avanza. La intención desde el primer instante, es la de dar voz a los personajes y sus mundos internos.
El primer tercio de Adam nos va introduciendo poco a poco a cada personaje. A penas cuenta con cinco actores esta cinta, por lo que se le da mucho énfasis a las escenas entre las dos protagonistas, Abla y Samia. No contiene mucho diálogo ni se fuerza a encarrilar la acción en su comienzo, pero eso no torpedea el dramatismo y el interés que suscita hacia el espectador cada plano que vemos en pantalla. Un guion muy bien construido y sobre todo una construcción de los personajes muy elocuente e intensa.
*Un barroquismo atrayente
Adam es una cinta en la que la fotografía juega un papel fundamental. Se hace un uso muy dramático de la luz en cada plano, que enfatiza las tensiones que se ocasionan entre estas dos mujeres. Es increíble el manejo de luces y sombras que nos presenta la directora de fotografía polaca, Virginie Surdej, sin duda, una de las grandes virtudes que tiene este largometraje. El silencio también se pone muy de manifiesto, ya que es una cinta tremendamente cinematográfica, es muy palpable el ingenio y el conocimiento del medio, que hay detrás de esta joven directora.
Adam a medida que va transcurriendo la trama va adquiriendo un mayor dramatismo, a la vez que vemos cómo va destensándose la relación entre estas dos mujeres. Dos personajes que muestran una continua contraposición, a causa de las experiencias vitales previas que cada una alberga. Como se puede intuir, acaban percatándose que hay más cosas que las unen de que las separan, una sucesión de acontecimientos, que muestran el insondable nexo que va originándose.
Cada una le revela a la otra, el dolor más recóndito de su ser y es de esa forma que pueden sobrellevar de mejor manera sus duelos internos. No es una pareja de personajes que caigan en el típico cliché, sino que se ve claramente el gran arco narrativo que comparte cada una.
*Las sombras de la maternidad
Es el elemento narrativo en el que gira toda la trama y que acaba desenvolviendo de una manera profundamente humanista y sincera. El último tramo de Adam acaba siendo sofocante y dramático, confiando todo el peso narrativo al personaje de Samia. La actriz Nisrin Erradi lleva a su personaje a otro nivel actoral, ahondando de una manera soberbia en las emociones de esta madre soltera. Sin caer en spoilers, hay que destacar una escena en particular del final de la cinta, que está tomada de una manera absolutamente brillante.
Adam también habla de la situación de la mujer en Marruecos y la situación de empobrecimiento que tienen que lidiar muchos ciudadanos. Es un retrato realista de la sociedad de dicho país, plasmado a través de la relación de estas dos mujeres. Una película que te encandila por sus personajes y la hermosa estética que presenta. No es una película trepidante, pero eso tampoco quiere decir que no sea accesible para el gran público. Es un tipo de cine que juega con la ambivalencia de una sosegada puesta en escena y una construcción narrativa altamente dramática. Esto provoca que Adam no acabe por perder su ritmo narrativo, ni tampoco que angustie al espectador con tanto dramatismo, dejándolo que vaya reposando, cada acontecimiento que va ocurriendo en pantalla.
*Conclusión
Adam es una película que ahonda en las luces y las sombras de la maternidad, bajo un manto minimalista y costumbrista. Una película que no presenta mucha acción, pero que sin embargo consigue mantener al espectador en vilo. Una de sus grandes virtudes es su fotografía profundamente barroca, digna de cualquier obra de Caravaggio. Además, cuenta con unos personajes femeninos absorbentes, que llenan la pantalla a través de esta sobrecogedora historia. Una cinta que merece mucho la pena ver, por el particular enfoque que le brinda la directora Maryam Touzani. Si te gusta el cine magrebí y las historias de mujeres auténticas, no puedes perderte a partir del próximo 6 de Noviembre, esta maravillosa película.
Escrito por Daniel Jiménez