A la vuelta de la esquina
Sinopsis de la película
Christian es nuevo en el supermercado. Se adentra en este universo desconocido con la ayuda de su compañero Bruno, que le enseña todos los trucos de la profesión y se convierte en su amigo. En poco tiempo se enamora de Marion, que trabaja en el departamento de dulces y siempre bromea con él. Pero Marion está casada, aunque no es feliz en su matrimonio.
Detalles de la película
- Titulo Original: In den Gängen aka
- Año: 2018
- Duración: 120
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes descargar una copia la película en formato 4K y HD. Seguidamente te detallamos un listado de opciones de descarga disponibles:
Opinión de la crítica
Película
6.5
48 valoraciones en total
Película sencilla, de ritmo tranquilo, que te va adentrando en el submundo de los personajes que trabajan en un supermercado (la mayoría camioneros de la antigua Alemania oriental, reciclados con la reunificación como carretilleros).
Refleja fielmente, como en el trabajo hay una fuerte amistad y fuera todo parece miseria y soledad.
Cobra vital importancia la cuidada composición musical de cada escena.
Está inspirada en el relato de Clemens Meyer.
Para el director el supermercado es como un ovni, una habitación en el que permanecen unidos, con amistad, calidez y un lenguaje propio. Esto es algo que no funciona fuera, allí donde se sienten desconectados, sin sentido de pertenencia.
El director alemán Thomas Stuber es el responsable de esta interesante película que se presentó en el festival de Berlín 2018, siendo premiado por partida doble. En Valladolid formó parte de la sección oficial y fue premiada con la Espiga de plata y el premio Sociograph, y en los premios Lola ( los Goya alemanes ) el galardonado fue el actor protagonista, Franz Rogowski. La película mezcla bastante bien diferentes géneros, desde el drama personal, hasta la comedia y sobre todo el romance, y tiene su escenario un gran Supermercado en donde trabajan Christian, Marion y Bruno, junto a otros personajes más secundarios, y que va poco a poco dando a conocer su vida personal, tanto del pasado como del presente, mientras el protagonista va evolucionando en la empresa, ya que la historia comienza con el primer día de trabajo de Christian en ese comercio situado a las afueras de la ciudad, y comunicada por un autobús que coge todos los días ese joven con ganas de empezar una nueva vida y olvidarse de su pasado lleno de sombras.
El propio director junto al escritor Clemens Meyer son los responsables del guion, y precisamente el texto de la película está basado en un relato corto de 25 páginas del libro Las noches, las luces del propio Clemens Meyer, en concreto el titulado In den Gängen , y que da título a la película. No es fácil la labor de adaptar un texto corto en un proyecto cinematográfico de más de dos horas de duración, y el resultado es bastante positivo, ya que el guion está muy bien trabajado, pese a que no hay muchos diálogos ( sobre todo en el tercio inicial ), y logra transmitir lo fundamental de cada uno de los personajes para así poder entender sus reacciones en la parte final.
La película va de menos a más y termina bastante bien , logrando emocionarme en un par de situaciones, y aunque el tono es aparentemente frío logra transmitir emociones gracias, tanto al guion, como a la dirección de Stuber, que ha sabido sacar el máximo partido a los 3 personajes protagonistas y a sus interpretaciones. En esta ocasión el trabajo del director no es sencillo, ya que sabe situar la cámara bien en el rostro de los personajes o en plano más amplio, y juega bastante bien con la luz y sobre todo con la oscuridad teniendo en cuenta que bastantes escenas se desarrollan por la noche.
Frank Rogowski al que vi por primera vez en Victoria ( 2015 ) , como uno de los jóvenes que acompañan al personaje interpretado por la española Laia Costa en una noche en Berlín, y que siempre parece tener de inexpresividad, pero que funciona bastante bien encajando con casi todos los personajes, como sucede en este caso con el de Christian, y en ese aspecto me recuerda bastante a Ryan Gosling, ya que ambos son ideales para papeles como el de protagonista de esta película, que parece callado e inexpresivo, y que en la parte final va cogiendo confianza, llegando a sonreír e incluso mostrando un dolor interiorizado.
El personaje femenino es el de Marion, una mujer que trabaja en la sección de dulces y de la que se enamora el protagonista. Sandra Hüller, conocida por su papel de Ines Conradi en Toni Erdmann ( 2016 ) , por la que ganó muchos premios, entre ellos el EFA, en este caso tiene una participación más secundaria, ya que no aparece hasta la media hora de película, pero su importancia es fundamental en el desarrollo de la trama, y desprende alegría, sinceridad y mucha ironía que contrasta con la seriedad del novato en el Supermercado. Las conversaciones entre los dos, y también los gestos y las miradas, son interesantes, y nos van dando pistas sobre su pasado, y lo que puede suceder en el futuro. Los dos intérpretes lo hacen bien, y me parece un acierto su elección para los papeles de Christian y Marion.
El tercer personaje importante es el de Bruno, el jefe de la sección de bebidas, en la que entra a trabajar el protagonista, y que será la persona que le enseñará todo lo que tiene que hacer, le dará consejos laborales y también personales sobre los pasos a dar en su intento de conquistar a Marion. El veterano y poco conocido en nuestro país Peter Kurth está magnífico en su papel de maestro del recién legado, al que enseñar los trucos del trabajo y a usar la máquina elevadora para que le sea más sencillo superar el examen que permite a los trabajadores manipular esa máquina tan peligrosa. Su importancia va creciendo con el paso de los minutos siendo el protagonista de la parte final. Un gran trabajo del actor alemán.
La película emplea el recurso de la voz en off bastante bien, siempre en palabras del protagonista para añadir cosas interesantes, y que están muy bien contadas mediante ese recurso narrativo.
También me gustaría destacar el montaje del suizo Kaya Inan como la fotografía de Peter Matjasko, que hacen que el relato funcione con naturalidad, sin necesidad de excesos en ambos campos que no encajarían bien en la historia. La música es un acompañamiento perfecto al relato, sobre todo por las canciones, tanto de música clásica como algunos temas pop, y no tanto por la banda sonora compuesta por Milena Fessman, que es bastante plana.
Quizás se podía haber recortado algo de metraje, ya que sus más de 2 horas me parecen excesivas, sobre todo porque se dedica mucho tiempo en la presentación de los personajes, pero a partir de la media hora de película, y con la aparición del personaje femenino la película va ganando con el paso de los minutos, terminando bastante bien.
Una película fácil de recomendar al público medio y a los aficionados al cine europeo, y puede funcionar bastante bien en los cines por su sencillez, por abordar temas con los que se pueden identificar los espectadores y por mezclar bastante bien géneros como el drama y el romance, y con bastante ironía.
LO MEJOR: El guion. El desenlace. El empleo de la voz en off.
LO PEOR: Tarda en arrancar.
Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net y http://habladecine.com/
Mantengo la costumbre de, en caso de duda, apostar por películas que han llamado la atención en algún certamen. Siempre -me digo- puedo encontrarme con ese cine reflexivo que me recuerde nuestro europeo y ya prácticamente desaparecido cine de ‘arte y ensayo‘. Es decir: ante el riesgo del patológico cine banal de la actualidad, mejor me meto en una obra que me haga pensar un rato…
‘A la vuelta de la esquina’ -horrorosa traducción libre a la española de lo que debería denominarse ‘En los pasillos’, pues de eso se trata y así se traduce el aleman título original- es una película del peculiar Thomas Stuber, basada en un pequeño relato -menos de 20 páginas- del escritor y co-guionista de film Clemens Meyer, en su ‘Die Nacht, die Lichter: Stories’ (2004).
La historia se resume en el objetivo de adentrarnos en los entresijos de un triangulo laboral que ficha todos los días como reponedor en los almacenes de un supermercado. Un silencioso muchacho de pasado pandillero [Franz Rogowski, un viejo y agotado maestro carretillero [Peter Kurth], y una infeliz y atrevida compañera [Sandra Hüller]. Al fondo, como marco de referencia, la procedencia comunista de aquella sociedad de la totalitaria Alemania ‘democrática’ que, con la caída del Muro de Berlín [1989], pasó a integrarse en el crudo capitalismo occidental.
De modo que Stuber trata de acercarnos con su cámara a la vida cotidiana de tres trabajadores que, como tantos otros, sienten que su autómata vida alterna el cansancio insuperable con la esperanza de un mañana mejor, ese solitario instinto de supervivencia apoyado en el grupo social que le acompaña en sus penurias. Y lo consigue plenamente, aunque parezca mentira, algo tan aparentemente elemental como que un parco pero profundo guión de silencios pueda dar para más de dos horas de metraje.
La explicación es que, si se sabe relatar, en la naturaleza humana hasta lo más presumiblemente cotidiano se encuentra invadido de reflexivas cargas de profundidad. Fondo que el realizador aprovecha maravillosamente utilizando su antigua profesión de script cinematográfico -esto es, responsable de la continuidad argumental y visual- para desmenuzarnos el estado de ánimo y los sentimientos de los protagonistas, hasta el extremo de que nos sintamos identificados con personas a quienes ni dirigimos la mirada cuando nos las cruzamos en el autoservicio. Porque, no lo duden, es más los que nos une que lo que nos diferencia.
La interpretación es formidable y llena de química, y eso también cuenta, qué duda cabe. Franz Rogowski impresiona y transmite con su magnético lenguaje facial, Peter Kurth y Sandra Hüller dibujan sus personajes con una magia tan justa como necesaria.
Todo lo demás, se ajusta a esa espiritualidad pretendida: puesta en escena, fotografía, montaje. Mención especial merece la banda sonora, repleta de sonidos y ruidos que emparejan al trabajador con la máquina que utiliza, esa carretilla con la que llegan a danzar una vez domada, a sabiendas, también, de que el avance tecnológico compite con el empleo.
Queda claro, pues, que no se trata de cine de entretenimiento sino de hacerte pensar, de reflexión paladeada, colocándote, por derivación, delante de una actual Europa carente de espíritu, que piensa lo justo y que, como siga así, está condenada a su desaparición. Aunque esa parezca otra historia.
Interesante modo de filmar la humanidad latente tras las carretillas de un supermercado [7.5 sobre 10]
El quicio de la mancebía [EQM]
https://elquiciodelamancebia.wordpress.com/2019/04/20/a-la-vuelta-de-la-esquina-alemania-2018-de-thomas-stuber/
Vivimos en esta fábula de amor imposible, una realidad truncada, llena de desazón por la impotencia de ser felices. Una paradoja que nos recuerda a los mejores cuentos modernos, llenos de pequeños detalles que colman de ilusión las hastiadas vidas de sus protagonistas, y que enseñan a sobrellevar la incapacidad de sobreponer nuestros maltrechos sentimientos con pinceladas de ilusionantes finalidades. Vivir duele, parece que repite la mirada de su protagonista. Más dolor se ve en su replicante amor imposible, que le responde en cada sonrisa esquiva. Cada gesto o ausencia de palabra, cada rabia contenida o ahogada, cada día que pasa en su vida lleva a Christian a intentar sobrellevar la falta de ánimo. Muchas veces cada secuencia, cada plano picado, cada travelling nos acompaña sinuosamente, acompasadamente, hasta el eterno mantenimiento de la crueldad de lo no acontecido. Desde la omnipresencia del demiurgo vemos cómo se desarrolla todo, desde el interés de la flor marchita vemos que aún puede florecer… Esperando podremos esquivar el destino y escuchar cada ola del mar que baña la seca esquina de nuestro corazón.
Firme, brillante, sentimental, delicada y con fuerza.
¿Quién ha dicho que en un almacén de mayoristas, hangar de convivencia de transpaletas, latas de tomate, bobinas de plástico, packs de jabones o saquitos de caramelos, no hay lugar para la poesía? Eso sí, poesía sin rima. áspera en ocasiones, sin aromas ni adjetivos, posada en un estante cerca de las cajas de ron o las garrafas de suavizante.
He conocido un centro de trabajo en el que muchos días los obreros no tienen prisa por acabar su turno. Fuera, dicen, hace más frío y se respira peor, aquí las cervezas y los cigarros, entre palés y envases vacíos saben mejor y la música que pincha el encargado es abrazadora. Cierto es que ríen poco, que callan más que hablan, que aprecian un café despreciable. Pero algo invisible y cálido transita los pasillos, en donde el novato Christian, el experimentado Bruno y la juguetona Marion, se mueven como en líquido amniótico.
Lástima que la vida continúe ahí fuera.
¿Quién ha dicho que un hipermercado de estanterías metálicas y carretillas elevadoras es un lugar gélido y sin ángel?, el calor irradia de los seres humanos y la imaginación suple las pequeñas carencias, ¡si hasta el mar viene de visita!
Sólo algún nostálgico, entornando los ojos, echa de menos aquellos años de vuelo libre, aquellas carreteras sin límite, mientras, recoge ordenaditas las cintas de polipropileno que siempre pueden tener un segundo uso.