7:19
Sinopsis de la película
Martín y Fernando se encuentran en la recepción del edificio donde trabajan. De pronto, un terremoto los sepulta debajo de siete pisos de concreto y metal retorcido. Son las 7:19 am del 19 de septiembre de 1985. Martín y Fernando son de universos distintos, el destino los obliga a afrontar la muerte juntos, ahora, más que nunca, tendrán que derribar las fronteras que los separan.
Detalles de la película
- Titulo Original: 7:19
- Año: 2016
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
Película
5
95 valoraciones en total
Nunca he sido adepto al subgénero cinematográfico catastrofista. Son escasas las experiencias de esta vertiente fílmica que puedo señalar como memorables. Me vienen a la cabeza un par de prodigiosos ejercicios técnicos filmados en los respectivos arranques de las cintas Más allá de la vida (Clint Eastwood, 2010) y Lo imposible (J.A. Bayona, 2012), mismos que recreaban de manera trepidante y temible el tsunami que afectó áreas importantes del sudeste asiático en 2004.
También tengo presente ¡Viven! (Frank Marshall, 1993), obra que repetían hasta el cansancio en la televisión durante mi infancia, en la que se retrataba adecuadamente –a secas– el avionazo en Los Andes, exponiéndose las vicisitudes experimentadas por los sobrevivientes.
Si hay un acontecimiento que en la historia reciente de México ha marcado a la sociedad en términos trágicos y de cohesión es sin duda el terremoto del 19 de septiembre de 1985, catástrofe que cobró la vida de al menos 10 mil personas en la capital.
Uno de los sucesos más escalofriantes y lastimosos para cualquier chilango que le tocara vivir en alguno de los puntos céntricos de la Ciudad de México en 1985. Y fue a las 7:19 cuando un terremoto que oscilaba los 8.0° Richter sacudía la capital del país, dejando miles de muertos, heridos y desaparecidos, con decenas de inmuebles derrumbados y otros centenares afectados en sus estructuras.
De las crónicas narradas por las distintas radiodifusoras en aquel momento destacaban las víctimas y los héroes anónimos como La Pulga , algunos de los edificios El Hospital General de México, El Hotel Regis, Edificio Nuevo León en Tlatelolco, Hospital Juárez de México, Televisa Chapultepec, entre otros tantos, a los cuales se les sigue debiendo una película digna para rememorarlos, y aunque La hora del temblor es una cinta meritoria le hace falta ese algo que la destaque como tal y la vuelva el referente memorable del lamentable suceso.
Con un excelente dirección de arte, vestuario, peinados pero sobre todo en fotografía, la obra de Grau recrea bien el momento previo a la desgracia, elementos que hacen destacar su plano secuencia inicial que nos remonta a 1985, en una mañana común en la que nadie imaginaba el desolador panorama que viviríamos los chilangos posterior al movimiento telúrico. Y es que el director recurre a una dupla sumamente bien integrada que sabe darle ese tono de realismo en el momento preciso o bien el teatral que indudablemente se percibe cuando interactúan verbalmente entre los escombros.
Con escenas con gritos de desesperación, pero con una denuncia social latente, el 7:19 nos dice que los tiempos no evolucionan, pero tampoco se quedan suspendidos, al contrario la actitud valemadrista del mexicano en puestos de poder es una vorágine que continúa más viva que nunca, se habla de contratos, materiales de baja calidad, saqueo del erario y tantas artimañas que el terremoto nunca desplomó.
Película interesante, de duro final, que demuestra el entusiasmo que los creativos tratan de proyectar con películas de bajo costo, pero muy muy bien logradas visualmente.
Esta película al principio me llamaba la atención y tenía muchas expectativas, después vi el promocional y supe que sería distinto el planteamiento a diferencia de muchas otras películas, sin embargo aun así me siguió llamando la atención por lo que decidí ir a verla. La primera impresión que te da la película en el plano secuencia es de lo mejor que tiene la película, la forma en que te va adentrando en las personalidades de con quienes interactúan los protagonistas es distinta a lo que me esperaba y me gusto, algo que también me gustó mucho y me inquieto es la forma en que va pasando la película con un formato de pantalla distinto, una vez que ocurre el temblor, y la forma en cómo van intercambiando diálogos los protagonistas, te adentras en su mundo en lo que está pasando por su mente, en sus miedos, inquietudes, forma de pensar, etc. La película en si está muy bien, tal vez le cuesta agarrar el ritmo en la mitad de la misma, sin embargo las historias de los protagonistas de la película te hace querer saber más y terminar de ver la película, y más si conoces la situación actual que está viviendo México, y aún más si estas en una etapa en la que cuestionas todo a tu alrededor, si realmente el sistema en el que vivimos es el mejor o es el que merecemos o se puede cambiar, aunque para eso haría falta mirar hacia atrás, el pasado, porque como dicen y como muy bien lo retrata la película, una persona que no conoce su pasado está condenado a repetirlo, y eso fue lo que más me llamo la atención de la película, ese planteamiento.
7:19 es una producción cinematográfica sencilla, limpia y buena. Tres palabras que nos hacen reflexionar que no se necesita hacer grandes inversiones en una producción, para saber que el éxito de un filme radica muchas veces en la interacción y los diálogos de los personajes.
Y eso es precisamente lo que logra Jorge Michel Grau, quien sin tanta orquesta ni platillo, nos trae una pequeña pero grande historia de las tantas que se vivieron en los escombros que dejó el Terremoto del 85, en México Capital.
La confianza profesional que este director deposita en dos grandes como Héctor Bonilla y Demián Bichir, deja claro que ambos supieron ponerse en la piel y el dolor de personajes que, empolvados y con lozas encima de sus cuerpos, sacaron fortaleza y valor para mezclar sentimientos y emociones en los últimos minutos de sus vidas.
El suspenso y la expectativa se hacen presentes en la historia de esa tragedia registrada en 1985, en la que el espectador se adentra en ella con los dos protagonistas, pensando en cuál irá a ser el desenlace.
Los diálogos que bajo escombros sostienen Bonilla, quien es el velador de un edificio, que está a días de recibir su ansiada jubilación y Bichir, quien como jefe intenta sostener un respeto de jerarquía, aún bajo escombros, reflejan esas diferencias de clases sociales tan marcadas aún en la sociedad mexicana.
Un ir y venir de palabras de aliento no sólo entre ambos personajes, sino con otros más que siendo empleados en el edificio, se hacen presentes con voces perdidas entre los escombros, se convierten luego en reproches, culpas y hasta perdones entre personas de una clase social trabajadora y aquellos de una clase alta que han abusado de sus privilegios.
7:19 no es la historia completa del Terremoto del 85, pero sí es un interesante e importante fragmento que ya era necesario en la filmografía mexicana, que recoge la reacción humana ante una tragedia en la que la vida y la muerte penden de una hilo fino.
Vale la pena verla…
El 19 de septiembre de 1985 la Ciudad de México cambió para siempre, cuando un devastador terremoto de 8.1 grados en la escala de Richter, el más significativo del que se tenga registro, sacudió a una ciudad que apenas despertaba, justo a la hora que señala el título de la película de Jorge Michel Grau (Somos lo que hay), un hecho al que el cine mexicano no se había acercado de manera seria.
La película de Michel Grau se ubica en un edificio de gobierno de siete pisos en la Ciudad de México, centrándose en dos de sus personajes, Martín (Héctor Bonilla), el velador del edificio a dos semanas de su jubilación, y el licenciado Fernando Pellicer (Demián Bichir), un funcionario de gobierno quien es la autoridad máxima del edificio.
A la hora señalada el edificio se desploma, cayendo sobre las personas que ahí laburan una mole de concreto y acero que termina atrapándolos, la oscuridad es lo que reina entre los sobrevivientes, quienes se comunican entre si tratando de entender lo que está pasando, Fernando está inmovilizado con una viga sobre sus piernas y encuentra cerca de él una linterna que le permite ubicar a Martín atrapado entre su escritorio, mientras todos deberán esperar a que los rescaten.
Lo que más se destaca en este tercer largometraje de Jorge Michel Grau es su poderosa puesta en escena, con un efectivo plano secuencia justo al inicio de la película, que con una notable precisión en su ejecución nos presenta a todos los personajes y ubica a los espectadores en la geografía de la recepción que posteriormente colapsará.
Después y ya con el edifico colapsado, Michel Grau crea una atmósfera que se torna tensa, opresiva y asfixiante, cambiando por un momento la relación de aspecto a un formato cuadrado que vuelve al relato más claustrofóbico, haciendo uso de recursos mínimos y con sus dos únicos personajes en pantalla prácticamente inmovilizados y casi a oscuras, en un destacable trabajo de Bonilla y Bichir, y un diseño de producción que dota de realismo y verosímil al relato.
Ante la imposibilidad de la acción, los diálogos tomarán el protagonismo, con un efectivo diseño sonoro que va desvelando la humanidad de esos seres luchando por sobrevivir, en un juego que se plantea desde una marcada lucha de clases que se percibe por momentos forzada y con algunos subrayados, donde entre pinceladas de un bienvenido humor emerge una aguda crítica a la corrupción y los abusos de poder y se percibe un desencanto social generalizado, usando al terremoto y sus consecuencias como metáfora de la triste realidad de un país que a 31 años nos sigue aplastando.
http://tantocine.com/719-de-jorge-michel-grau/