55 pasos
Sinopsis de la película
Colette Hughes, abogada de los derechos de los pacientes, va a defender a nueva cliente, Eleanor Riese, una paciente de la unidad psiquiátrica de un hospital de San Francisco. Hughes, una adicta al trabajo, no se imagina que, además de emprender una batalla legal para mejorar el tratamiento de los enfermos mentales en los hospitales, transformará su vida.
Detalles de la película
- Titulo Original: 55 Steps
- Año: 2017
- Duración: 115
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Opinión de la crítica
Película
6
70 valoraciones en total
Primero, señalar mi extrañeza ante el hecho de que esta gran película solo haya merecido hasta hora, con la mía, dos críticas. Hay muchos mediocres filmes que tienen aquí decenas y decenas.
Segundo, hay que olvidarse de lo de basada en hechos reales . Está muy bien la causa que se defiende (la mejor atención y respeto a los enfermos psicóticos) pero lo mismo habría podido hacerse con una película mala.
Lo que hay que ponderar es la sabiduría de Bille August en la dirección y la portentosa interpretación de Helena Bonham Carter y de Hilary Swank. Por encima del tema, la película es la de una entrañable amistad, la de una profundización en los caracteres de esas dos mujeres.
Todo está hecho con finura, sencillez, lo que da lugar a una emoción que no es epidérmica, sino de fondo.
Lo malo que tienen las historias reales es que son reales, como su propio nombre indica. En ocasiones, estos filmes que se inspiran en episodios de las vidas de las personas de carne y hueso se refieren a sucesos favorables, como Maudie (2016), de Aisling Walsh, por citar un caso recientísimo, que tampoco es una comedia en sentido estricto. Sin embargo, lo habitual de las cintas que ahora nos ocupan es que aborden situaciones muy duras del cotidiano devenir, como Spotlight (2015), de Thomas McCarthy, galardonada con el Oscar a la Mejor película, o la que ahora nos ocupa, 55 Steps (2017), de Bille August, un realizador danés distinguido asimismo con el Oscar a la mejor película en habla no inglesa en 1988, por Pelle, el conquiastador, por no hablar de La mujer del animal (2016), de César Gaviria, también ampliamente premiada.
Dentro del sintagma película basada en hechos reales, quiero empezar a comentar el final, es decir, basada en hechos reales y ya analizaremos luego el concepto película, porque ese buscar en las circunstancias de las personas el fundamento de los guiones me parece un buen ejemplo de los tiempos en los que vivimos donde, salvo grandiosas excepciones como La forma del agua (2017), de Guilllermo del Toro, y todo Guillermo del Toro, en general, el argumento en el cine de nuestros días tiende a desaparecer, oscurecido por circunstancias de una u otra índole, como la supremacía de la construcción del personaje sobre la acción, la adaptación de textos literarios o escénicos y la base en hechos reales. Me refiero, naturalmente, al cine de calidad, es decir, al cine.
El guion primero perdió la tilde con arreglo a las reglas de la Real Academia Española, que, por cierto, ya era hora de que lo suprimiera, y ahora ha perdido contenido, porque desde luego los guiones con gran número de eventos encadenados, los guiones factuales, son rara avis: la imaginación se contrae, pero afloran otros elementos propios de los filmes, como la fotografía o la banda sonora, particularmente importantes en el trazado de los personajes, por ejemplo. Quizá el cine necesita ser más inmediato que las novelas, cuya existencia siempre precede a los filmes y nunca a la inversa, que yo sepa, o quizá es que cada disciplina artística goza de su característica manera de narrar.
Dentro de ese contexto, llega 55 Steps, de Bille August, como ya mencionamos, que se incluyó en la Sección Masters dentro del TIFF, con las portentosas actuaciones de Hillary Swank y Helena Bonham Carter, y que, rodada en inglés, ofrece al espectador la lucha en los tribunales de San Francisco en la segunda mitad de la década de los ochenta por permitir a los pacientes con enfermedades mentales decidir sobre su propia medicación en coordinación con el médico que les esté tratando y prohibir, por lo tanto, la administración de psicofármacos sin el consentimiento del paciente, de manera bastante brutal en ocasiones, con todos los efectos secundarios asociados a ese tipo de medicinas.
Nos situamos, pues, en una película de demanda judicial, cuyo desenlace no voy a desvelar porque viene en la prensa de la época y porque no quiero estropear el final al espectador.
Quiero concentrar mi comentario en la manera de acceder de August a una cuestión con un contenido humano tan profundo como el que se despliega en 55 Steps y ésa es ya una primera clave de aproximación a esta película: la inmensa ternura que emana sin que se despeñe por el abismo de la sensiblería epidérmica: esto no es una filmación para la televisión en las sobremesas de los fines de semana, sino una reconstrucción rigurosa de una situación que nos duele en esa inestable región donde se gestan los sentimientos.
El título del filme alude a los 55 peldaños que ha de subir penosamente la enferma para llegar a la corte donde se determina su caso, pero con ser una historia de tribunales y hospitales, esos dos contextos apenas ocupan la mitad de la cinta, porque lo que de verdad importa a August son la vida privada de Colette Hughes, la abogada, interpretada por Hillary Swank, y las maravillosas inquietudes de Eleanor Riese, la, digamos, enferma, encarnada por Helena Bonham Carter, así como las interacciones personales entre ambas mujeres.
Por cierto, que para el papel de Robert, pareja de Colette Hughes eligió Bille August al actor belga Johan Heldenberg, lo que sorprende en una película tan marcadamente norteamericana, y yo ya no sé si es que en verdad el compañero de Collete es de origen europeo, o si el director danés quiso darle ese toque en recuerdo de su viejo continente.
Realmente, y creo que éste es el principal mérito de esta película, en 55 Steps no se busca angustiar al espectador al suspense de unas decisiones judiciales. Tampoco se pretende conmover a la audiencia recreando la inhumanidad de una situación hospitalaria más propia de la Edad Media que de una ciudad liberal y aperturista como es San Francisco: no podemos olvidar que en esta ciudad encontró su paraíso natural la Beat Generation. Ni se buscan planteamientos sencillos que aseguren la complicidad del público.
Lo que August busca en este largometraje es profundizar en la psicología de las dos mujeres y en eso radica a mi modo de ver su principal mérito: en no limitarse a reproducir los hechos, sino aspirar a comprender el sufrimiento y la motivación de las dos mujeres: cuando se inicia el pleito, 150.000 enfermos padecían el mismo trato clínicamente degradante en hospitales psiquiátricos.
Por ello en esta producción los caracteres no son planos sino que conocen las mismas dudas, errores, contradicciones y temores que cualquier ser humano.
Qué carrera tan rentabilizada, la de Hilary Swank. Dos únicos buenos papeles en (casi) dos únicas buenas películas, Boys dont cry y Million dollar baby, y dos Oscar (entre otros muchos premios).
Qué rentabilizada y qué triste a la vez, porque no se entiende que una actriz de su categoría, con capacidad para tantas cosas (demostradas mil veces en las dos excepcionales películas antes mencionadas), tenga tantas y tan serias dificultades para después figurar en proyectos interesantes y sobresalientes. De lo poquito salvable de su filmografía post-Oscars es Deuda de honor, un notable western en el que realizó un gran trabajo a las órdenes de Tommy Lee Jones, que también era su partenaire.
En 55 pasos, acompañada de la siempre excelente Helena Bonham-Carter (en una interpretación, sin embargo, algo criticada por unos cuantos críticos), Swank vuelve a demostrar su oficio como intérprete poniéndose al servicio de una narración telefilmesca, pero emotiva y cargada de buenas intenciones, que es de lo que se trata. El resultado es agradable y ciertamente entretenido, aunque no brillante en ningún momento y, como decimos, muy telefilme de sobremesa. Es justo decir que no hay una gran química entre Swank y Bonham-Carter, pero se las apañan para que la relación entre sus personajes sea creíble y tenga momentos que permanecen en la memoria (ver cuando Eleanor pregunta a Collette si cree que está poseída por el diablo).
Bonito (aunque torpe en lo formal) testimonio de la lucha de dos mujeres por conseguir que los enfermos mentales tuvieran voz y voto en sus tratamientos.
Con el título de mi crítica, creo que resumo ampliamente el por qué es una película olvidada, y a la vez, bien valorada, por aquello de los buenos sentimientos de las personas estupendas.
El cine de las buenas acciones, siempre me ha aburrido, generalmente todas esas películas tienen un punto maniqueo que me aleja de ellas. Aquí sucede exactamente lo mismo.
Ensamblada en un procedimiento judicial que no aporta nada nuevo en su construcción, que al final es lo que nos llega de cualquier película.
Lo hemos visto todo, lo único que necesitamos es que se cuente de diferente manera, o de una, que aporte elementos diferenciadores. Sé que es algo muy relacionado con el talento, que aquí escasea, aunque haya recibido un 6 en esta página de excelentes personas y cinéfilos.
Bille August dirige a Hilary Swank, Helena Bonham Carter y Jeffrey Tambor en esta historia sobre una enferma mental que emprende acciones legales contra el sistema por defender la libertad del paciente a decidir sobre su medicación y la dosis. Hilary Swank lleva el peso en el papel de Collette Hughes, la abogada que representó a Eleanor Riese en su batalla por cambiar la forma de actuar del sistema con las personas enfermas mentales. Swank rebosa humanidad en la película, muy bien escoltada por su compañero abogado, encarnado por Jeffrey Tambor, y Helena Bonham Carter encarna a Eleanor de forma enternecedora a la vez que dramática, dotando de mucha humanidad a su personaje