47 Ronin
Sinopsis de la película
En el Japón feudal del siglo XVIII, un joven noble intentará combatir la corrupción oficial que se abate sobre los Shogun. Asano ha decidido combatir a Kira, un viejo señor feudal, que ha logrado su posición mediante actos injustos y corruptos. Por ello se niega a pagar los tributos que Kira le reclama. Al conocer la decisión, Kira pone en marcha un plan para humillarle, empujando a Asano al harakiri por honor. Los samuráis que sirvieron a Asano, ahora marginados ronin, prepararán la venganza de su antiguo señor.
Detalles de la película
- Titulo Original: Chûshingura
- Año: 1962
- Duración: 207
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Opinión de la crítica
Película
7.3
88 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Akihiko Hirata
- Akira Takarada
- Chieko Nakakita
- Daisuke Kato
- Eisei Amamoto
- Frankie Sakai
- Hiroshi Koizumi
- Hiroshi Tachikawa
- Hisaya Morishige
- Jun Funato
- Jun Tazaki
- Junko Ikeuchi
- Kamatari Fujiwara
- Katsumi Tezuka
- Keiju Kobayashi
- Keiko Awaji
- Ken Uehara
- Kenji Sahara
- Kichiemon Nakamura
- Kiiton Masuda
- Kingorô Yanagiya
- Koshiro Matsumoto
- Kumi Mizuno
- Kyû Sazanka
- Makoto Satô
- Michiyo Aratama
- Mie Hama
- Mitsuko Kusabue
- Mutoshi Happa
- Nami Tamura
- Norihei Miki
- Reiko Dan
- Ryo Ikebe
- Ryôsuke Kagawa
- Sachio Sakai
- Sadako Sawamura
- Seizaburô Kawazu
- Setsuko Hara
- Susumu Fujita
- Tadao Nakamaru
- Tadao Takashima
- Takashi Shimura
- Tatsuya Mihashi
- Tatsuyoshi Ehara
- Tôru Yuri
- Toshiaki Minami
- Toshirô Mifune
- Yôko Fujiyama
- Yosuke Natsuki
- Yuriko Hoshi
- Yûzô Kayama
Estamos ante una de las multiples versiones cinematográficas del célebre relato de los 47 ronin, entre las cuales se encuentran la de Kenji Mizoguchi, Kinji Fukasaku (que la filmó en dos ocasiones) o una muy reciente realizada en el año 2006 por Hirozaku Kore-eda y que lleva por título Hana , aunque parece que ésta última posee características bien distintas a las versiones anteriores.
La acción acontece en 1701, hacia el final de la era Genroku, y narra unos supuestos hechos históricos según los cuales el Daimyo (amo feudal) Asano, es condenado al suicidio ritual del hara-kiri (literalmente corte de estómago ) por herir a otro Daimyo, Kira, un viejo celoso y despreciable que solo piensa en el poder y el placer, que agravia y ridiculiza tanto al noble pero temperamental Asano, que cuando enfurecido éste desenvaina su katana en el palacio del Shogun, resulta un alivio para el espectador similar a la matanza que ocurre al final de Dogville -de Lars Von Trier-. El sentimiento de agresividad, de violencia, viene acompañado por otro de liberación, de desahogo. El chambelán del desdichado Asano, en lo que es un conflicto típicamente japonés y que es un tema recurrente en esta película como lo es tambien en el cine humanista nipón posterior a la 2ª guerra mundial, movido por su conciencia y obviando el compromiso con la colectividad, decide vengar a su señor junto a un grupo de 47 samurais ahora convertidos en marginales ronin.
Hiroshi Inagaki ha sido calificado por algún crítico de mediocre, flemático o comercial. Esto último viene confirmado por el hecho de que un cierto número de sus películas sobre samurais fueron bien distribuidas en Estados Unidos.
En cualquier caso, 47 ronin es una muy buena película con momentos maravillosos, como por ejemplo la escena del relevo del palanquín, acompañada por una partitura que es un claro preludio de la tragedia en la que ya estamos inmersos pero que irá en aumento hasta el final. Final éste, donde, a mi juicio, falta la épica de Kurosawa para rematar la película de modo que quedara un film redondo.
Una advertencia: en algún dvd pone que la película dura 115 mínutos, cuando en realidad su duración es de 208 minutos. Pero que no os importe verla aunque sea por etapas porque merece mucho la pena.
Sin duda una de las películas donde mejor se ve representado lo que se ha conocido como el honor samurai. Basada en una de las leyendas más arraigadas de Japón, ésta es la mejor versión, junto con la de Mizoguchi, del mito de los 47 Ronin. Cuenta la historia de la venganza de los vasallos del noble Asano, que tras quedarse sin amo (y por lo tanto erigirse en Ronin, una deshonra para los samuráis) idean un plan para acabar con el corrupto Kira, responsable del fin de su honrado señor. Relato tan hermoso como duro y cruel, quizá difícil de entender para la moral occidental.
Larga y densa película, plagada de estrellas niponas (aquí están tanto los Mifune y Shimura, tan conocidos de las películas de Kurosawa, como la dulce Setsuko Hara, pródiga en las películas de Ozu), toca muchos de los temas esenciales de la cultura japonesa feudal, como la corrupción del Shogunato, la injusticia del sistema nobiliario, la desigualdad de clases, la extrema rigurosidad de las leyes, la severidad de las conductas y convenciones sociales o, por supuesto, el honor samurai. Viene a remarcar, a la manera nipona feudal, la diferencia entre la ley dada y la ética personal. Rodada con maestría, sobriedad y solvencia (aunque seguramente sin genio) por un director tan notable como Inagaki, repleta está de momentos tan bellos como trágicos. Uno de los mitos esenciales de la cultura nipona.
El cine japonés de la época estaba de gala. Eso es indudable. Durante los años 50 y 60 directores como Kenji Mizoguchi, Akira Kurosawa, Yasujiro Ozu o Hiroshi Inagaki pusieron a Japón en primera línea cinematográficamente hablando y demostraron que el país nipón tenía mucho que ofrecer. 47 ronin es una muestra de ello.
Cuenta la historia de honor y venganza de un grupo se samuráis que a raíz de un injusto altercado con un alto funcionario del Shogun se han quedado sin señor y planean vengarse. Entre la ejecución del noble y su posterior venganza asistimos a un argumento que va desenmascarando la trama y a los propios personajes que siendo víctimas de las pasiones de otros se ven obligados a cometer actos terribles para salvar su propio honor y el del clan humillado y desposeído de su líder. Es posible que el espectador tenga la sensación de que la obra se atasca y no sepa bien a donde lleva la trama exactamente pero una vez empieza a desenlazarse no queda cabo sin atar. Entre tanto asistimos a muchas referencias de la cultura y folklore japonés pocas veces visto antes en tantísimas películas de samuráis (para mi, a pesar de la falta de suspense en buena parte del film, es lo que la caracteriza del resto de películas de la época) teatro Kabuki, poesía nipona, geishas, luchadores de sumo, guiños a las incursiones Ninja, la presencia europea en el lejano país, el reflejo de la belleza de la naturaleza y el paisaje japonés aportando poesía a la propia historia…todo enmarcado en una historia verdaderamente apasionante y de gran belleza tanto visual como argumental.
La obra dura mas de tres horas pero créanme que no tiene desperdicio y que está a la altura de las grandes obras épicas americanas e inglesas de la época, aparte del añadido de saber que fue una historia real que ocurrió en el Japón feudal de principios del siglo XVIII.
La historia real de Asano Naganori (Yuzo Kayama) y Kira Kozukenosuke (Chusha Ichikawa), ha sido escrita, representada y filmada en numerables ocasiones, pero me atrevo a decir que no existe mejor versión que la que el director nipón Hiroshi Inagaki (célebre por su trilogía Samurai) filmó sobre los 47 ronin (siervo sin dueño) de Asano Nagori.
Dice el refranero popular que la venganza es un plato que se sirve frío. El Chamberlain Oishi Kuranosuke (Koshiro Matsumoto) espero dos años para poner en práctica su plan. Un plan que conducía irremediablemente a la muerte.
Hoy en día el código samurai no tiene cabida en este mundo, pero cuando termino de ver esta película mi admiración por ese loco código no tiene límites. Para contar los dos años que trascurren Inagaki necesita filmar tres horas y media. Muchos dirán que su metraje parece excesivo, a mí me parece casi insuficiente.
Aunque se puede considerar como una película coral debido a la multitud de historias y personajes que Inagaki consigue ensamblar en la historia con tremenda pericia, sobresalen las portentosas actuaciones de Kayama y Matsumoto. La participación de Kayama es exigua, pero participa en la escena más importante de la película y a pesar de que quedan aún más de dos horas de película en el momento en que desaparece, su presencia no nos deja hasta el final de la cinta.
Matsumoto reta a un personaje que cambia de registros durante la película. Crea tanta veracidad, que si no se conoce la historia de antemano, consigue que el espectador caiga en la absoluta inopia. Unido ello a la mano maestra de Inagaki para narrar la historia (llenándola de brillantísimas elipsis temporales) convierte a 47 Ronin en un ejercicio de sutileza donde el espectador debe de prestar toda su atención en la historia. Kuranosuke (Matsumoto), con gesto severo, visita dos años después de la muerte de Asano a su viuda Aguri (bellísima Yôko Tsukasa). Creo que si en ese momento quitara la voz a la escena, me parecería igual de hermosa y poderosa. Y es que, amigos, hay momentos en que el cine se trasforma sólo en imagen y aquí ambos actores son imagen y emoción viva. Lo que se esconde en lo que no se dice, es un argumento más de la sutilidad que Inagaki está impartiendo desde el inicio de esta película.
Con el último haiku escrito por Asano antes de su muerte se compone el tema principal de la banda sonora de la película. Es una pieza que pone los pelos de punta y cada vez que suena, el plato se enfría un poquito más. Hasta que llega la nieve.
En el año 1703 tuvo lugar en Japón el incidente Chushingura. La lealtad de los antiguos vasallos de Asano conmovió a las gentes de Japón, incluso hubo una serie de protestas populares en contra de su destino. Desde entonces, esta historia ha pasado a formar parte de la cultura popular nipona, y la historia se ha mezclado con la leyenda. Esta película narra la leyenda de los cuarenta y siete ronin, no la historia, del mismo modo que Excalibur hace lo mismo con el rey Arturo.
(El idílico jardín en la última hora de Asano).
(La visita de Kuranosuke a la tumba de su señor).
(La batalla final en la nieve).
La película es muy larga. Está tratada de forma correcta, una serie de acontecimientos dirigen todo hasta el inevitable final. Por eso, y porque abarca mucho, a veces el ritmo puede ser demasiado lento, según para quién. Yo la vi en tres partes, porque noté que me gustaba pero no la aguantaba del tirón. Y me enganchó. Y la he vuelto a ver otras dos veces. Y sí, de nuevo por partes.