3 solteros y un biberón (Tres solteros y un biberón)
Sinopsis de la película
Tres hombres solteros comparten un piso. De pronto les llega un paquete. Es una niña casi recién nacida, hija al parecer de uno de ellos, a la que tendrán que atender, a pesar de que ninguno de los tres tiene ni la más remota idea de cómo cuidar a un bebé…
Detalles de la película
- Titulo Original: 3 hommes et un couffin aka
- Año: 1985
- Duración: 101
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Opinión de la crítica
Película
5.6
44 valoraciones en total
He vuelto a verla y me ha gustado tanto como la primera vez.
El formato es lo que falla pues la digitalización hace que mejore el visionado de cualquier película y ésta no posee la nitidez de las actuales.
En su día y con los usos culturales de la época supuso algo innovador: los hombres también tienen sensibilidad para la crianza, educación, preocupación por los niñ@s…
Para estos hombres de los 80 la maternidad se convierte en un hecho cercano y en muchos casos deseable. En eso como en otros aspectos se ha sufrido una regresión cultural hacia el macho duro, malote, al que le gusta rodearse de hembras a las que despreciar aunque luego se enamore perdidamente y el amor suponga su salvación.
Las situaciones cómicas resultan hilarantes sobre todo en el primer cuarto de la peli. La puesta en escena es sencilla aunque el piso es envidiable y el presupuesto bajísimo sin embargo los resultados han sido estupendos gracias a unas actuaciones memorables sobre todo de los dos dos protagonistas principales y una dirección que ha coordinado los elementos.
La representación femenina queda malparada. Las actrices están en el papel de superficiales, pijas, progres trasnochadas. No hay ninguna realmente interesante, bueno sí, la bebé.
Son unos años de transición social hacia la globalización e incluso en Francia la situación sociopolítica es templada.
Me encanta el cine francés en general y algunas películas como ésta en particular que cumplen dos funciones: pasar un rato muy agradable (primer objetivo del cine) y remover conciencias masculinas e incluso femeninas (somos algo machistas) para conseguir la igualdad.
Pese a lo que parece en un principio, para mí esta película tiene mucho más de drama que de comedia. Los tópicos que hacen reír son tan obvios que provocan una simple sonrisa, por lo demás, la película gira en torno a los problemas de tres hombres egocéntricos, juerguistas y ligones que un día se encuentran con una sorpresa en la puerta de su casa.
A partir de aquí llegan los primeros conflictos, tratados de una forma muy real: ¿quién se encarga? ¿El padre biológico que está de viaje? ¿Quién es capaz de renunciar a una vida de placer para cuidar a la mancha pañales? ¿Cómo nos lo montamos?
Y tras esta trama que no tiene casi nada de originalidad un trabajo precioso: escenas frías, escenas prácticamente en sepia… Espacios largos sin diálogo, que muestran como el que fue un arquitecto distinguido mece entre sus brazos a una soñolienta bebé y la mira con ternura.
Pero lo mejor son los violines, esa melodía que acompaña a las mejores escenas de la película que hacen llorar sin motivo aparente (en el spoiler).
La mejor de todas las versiones que se han hecho sobre el tema. Divertida, irónica, cínica,… en fin, para pasar un buen rato. Tanto el argumento como las interpretaciones y los personajes están a la altura. Guardo un gran recuerdo de ella y me sigue encantando cada vez que la veo. Muy recomendable.
Historia sencilla, gancho ingenioso, realización sin adornos, guión entonado y actores más que atinados.
Se ve con agrado.
Servidor la vio años ha y un nuevo visionado me ha demostrado que la película era más o menos como la recordaba.
Vamos, que aguanta el paso del tiempo.
Por supuesto, los yanquis hicieron un remake con Ted Danson (¡Ouch!), Tom Selleck (¡Ou!) y Steve Gutenberg (¡Ahhh!) dirigido por Leonard Spock Nimoy (¿Einn?).
Lo mejor: Los actores, la hawksiana velocidad de los diálogos y la ternura del film, que jamás peca de ñoño.
Lo peor: Una ligera caída de ritmo al final del segundo acto.
En medio de la competición de comedias que en los ochenta desbordaban las carteleras y videoclubs, Francia no podía ser menos. Se dejó caer con esta taquillera y simpática peliculita sobre tres compañeros de piso, solteros redomados, que de pronto sufren un vuelco de ciento ochenta grados al tener que hacerse cargo de un bebé.
Las risas, el babero y el dulce están asegurados con esos tres hombres hechos y derechos, un poco alérgicos a los compromisos, aprendiendo a ser padres de una niña, que se quedará para siempre como la princesita de la casa.
Graciosa y tierna, se labró su hueco, si bien no entre lo mejor, al menos sí entre lo más conocido y difundido del cine francés.