13 asesinos
Sinopsis de la película
Japón Feudal. El ascenso al poder del joven y sanguinario Lord Naritsugu supone una seria amenaza para la paz. Naritsugu está por encima de la ley y asesina y viola a su antojo. Afligido por esta cruel y despiadada violencia, el oficial Sir Doi llega a un acuerdo con el samurái Shinzaemon Shimada para que le ayude a acabar con el tirano. El samurái, tras reunir a un selecto grupo de guerreros, entre los que están su sobrino y su fiel escudero, el noble samurái decide tenderle una emboscada a Lord Naritsugu, al que escolta una comitiva encabezada por el implacable Hanbei, Remake del film homónimo dirigido por Eichi Kudo en 1963.
Detalles de la película
- Titulo Original: Jûsan-nin no shikaku (13-nin no shikaku) (13 assassins)
- Año: 2010
- Duración: 126
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Opinión de la crítica
6.7
95 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Arata Furuta
- Goro Inagaki
- Hiroki Matsukata
- Ikki Sawamura
- Kazue Fukiishi
- Kazuki Namioka
- Kôen Kondô
- Kôji Yakusho
- Masachika Ichimura
- Masataka Kubota
- Megumi Kagurazaka
- Mikijiro Hira
- Mitsuki Tanimura
- Nizaemon Kataoka
- Sakurako Moteki
- Seiji Rokkaku
- Shinnosuke Abe
- Sosuke Takaoka
- Takayuki Yamada
- Tsuyoshi Ihara
- Yûma Ishigaki
- Yusuke Iseya
Vaya una sorpresa, tras un título que a priori no me parecía que me duera a dar nada del otro jueves se esconde una película en la que todos los detalles de representar una época me parecen cuidados al milímetro y además las escenas de pelea deben ser de lo más cuidado que he visto.
Pero el motivo por el que quiero escribir esta crítica sobre todo es porque noto que hay gente que se ha quedado un poco sorprendido con un detalle del final con respecto al componente número 13, detalle que a mí me hizo especial gracia pero que creo que debe ser explicado porque si no se conoce no se entiende bien (en spoiler claro).
Miike es uno de esos pocos cineastas capaces de sorprender a propios y extraños con sus propuestas. Su cine no comprende límite alguno, y aunque la mayoría de ocasiones esa baza es llevada a unos extremos inhóspitos, en otras todo está compactado de un modo distinto aunque el nipón no deje su sello a un lado ni mucho menos.
En Thirteen Assassins , más de uno esperaría una de esas películas sobre el Japón feudal que tanta repercursión tuvieron allá por las décadas de los 70-80, pero todo condimentado con esos desmembramientos o baños de sangre tan propios de Miike. Sin embargo, es el propio cineasta quien nos da en las narices apartando de un zarpazo cualquier tipo de consideración o prejuicio acerca de una de sus cintas más maduras, compactas y redondas que servidor haya tenido el placer de ver, y nos sirve un trabajo que, con total sorpresa, se sirve de los cánones clásicos para componer el relato de éste remake que nos muestra una cara prácticamente desconocida de un tipo que deja entrever su mitad más seria.
Ello ya se intuye desde una primera parte donde el ritmo predispone a observar algo cuasi inaudito en la filmografía de Miike. Una película con claros visos de tendencia hacía lo clásico, que se acerca más a cualquier film de Kurosawa (guardando ciertas distancias), que a una narración que emplearía un cineasta tan anclado a la era postmoderna como el propio Miike.
Una vez terminado ese periplo, donde todo es presentado con enorme temple, el tramo que tantos otros esperarían, el de una de esas batallas sangrientas, de múltiples zooms, cámaras lentas y recursos actuales por doquier, se transforma en un ejercicio de precisión donde, si bien las formas no guardan un enorme fondo, consiguen con creces que uno vibre con la acción propuesta por el autor de Visitor Q y que todos y cada uno de los momentos culminados en esa batalla final no tengan desperdicio alguno.
Aun así, Miike no se olvida de quien es y esos guiños cómicos siguen apareciendo de la nada, aunque conservando en cierto grado el tono logrado, acertando a construir una de las películas más sorprendentes de la temporada que lo hace no sólo por dejar atrás todo un reguero de trabajos que apostaron a caballo ganador (por eso de llevarse al bolsillo al público más joven), sino también por dar fe sobre donde puede llegar el talento de un director que muchos ponían en duda si realmente tenía. Una duda que aquí queda despejada de modo contundente y rotundo.
Tenia ganas de ver a Takashi Miike ponerse un poco serio como director y hacer una película de corte clásico pero sin renunciar a su estilo más sorprendente y desgarrador, lo que no quería era verle caer en los tópicos del cine más comercial que es efectivamente lo que termina ocurriendo.
13 asesinos arranca muy bien, y podría decirse que la primera mitad de proyección salva el corte, con alguna escena que nos recuerda el lado más macabro y oscuro de Miike para delicia de sus fans.
Aún así, la presentación y el reclutamiento de los 13 asesinos se hace un poco tedioso, ya que en ningún momento el director logra infundir carisma o simpatía en el espectador hacia ninguno de ellos, es por cosas como esta y por muchas más por las que cualquier comparación con la obra maestra de Kurosawa, Los siete samuráis, es anecdótica.
Llegamos pues a la segunda parte de la película, donde los diálogos que ya no eran ninguna maravilla se tornan meros gritos estilo acabare contigo .
Los escenarios, el vestuario y los efectos son increíbles eso no se pone en tela de juicio (aunque la escena de los San Fermines llameantes dejó un poco que desear).
Pero de poco sirve este despliegue por que las escenas se embarullan en un amasijo de sables y sangre sin ningún sentido más que el de agotar al espectador y saturarle de mandoblazos, mientras ves como los más de 100 soldados del cruel señor feudal Naritsugu tardan casi una hora en arañar a uno solo de nuestros asesinos, lo cual tampoco te importa demasiado por que el director no ha conseguido que sientas mucha empatía por ellos.
Lo unico que salvaría por su originalidad y sobriedad, es el duelo entre Shinzaemon y su amigo de la infancia y ahora enemigo Hanbei. Y como bien dice el bueno de Naritsugu observándolo atentamente: Prefiero los duelos entre dos sables solamente, son mucho más elegantes .
Lo mismo opino yo con respecto a esta película.
Takashi Miike es un director con una filmografía bastante extensa e irregular, puedes encontrarte autentica morralla como algún destello de buen cine, todo aderezado por supuesto por esa firma particular que le imprime el director.
Thirteen Assassins como indico en el título es su película mas madura, remake de la película de 1963 y un claro homenaje a los 7 samurais del gran maestro Akira Kurosawa. Entre sus similitudes, está la organización de la historia que si bien en la referencia teníamos tres partes, aquí son dos partes, una parte dramática donde nos ponen en antecedentes y nos sumen en esa vorágine de acontecimientos en el contexto del fin de la era Edo, para cristalizar en su final más violento.
En una época donde una serie de elementos están a la orden del día y que se repiten de manera sistemática como si de una producción en cadena se tratase, véase desmembramientos, ralentizaciones, efectos bluur… Miike apuesta por un corte mas clásico un acierto sobresaliente y que sorprenderá en especial a sus detractores.
Me apena que dado el metraje de la cinta no se haya podido profundizar aún mas en la personalidad de los trece asesinos pues todos han estado muy acertados en su interpretación, al único al que se le podría criticar es al jugador Takayuki Yamada el cual es bastante inexpresivo en gran parte del metraje, afortunadamente en el final se redime.
Aunque se vea mas comedido, el sello de miike es inconfundible, con ciertos momentos grotescos y su inconfundible humor negro. Una obra altamente recomendada tanto a los seguidores por este cineasta de culto como aquellos que hasta ahora han experimentado desagrado al acercarse a su filmografía.
No es que esa batalla de espadas final, que se extiende a casi tres cuartos de hora, sea una extensión de Kill Bill: Volumen 1 aunque ambos cineastas comparten una visión reivisionista que divaga entre el clasicismo y los géneros que fueron subgéneros para formar parte del colectivo y cultura popular. Si Beatrix Kiddo se enfrentaba ella sola (y misma) a esos terribles ’88 maníacos’ en el filme del japonés Takashi Miike son 13 samuráis frente a 200 guerreros, que puede resurgir el espíritu de Los siete samuráis de Kurosawa.
El autor no desaparece sino que esclarece su autoría en secuencias. 13 asesinos sigue siendo auténtica y genuinamente cien por cien Takashi Miike y parece una hija bastarda nacida de anteriores revisiones del cineasta. Cementerio Yakuza (2001) fue un excelente remake de Yakuza Graveyard (1976) de Kinji Fukasaku y su reciente Sukiyaki Western Django (2007) se apropiaba del Django (1966) de Sergio Corbucci. Ahora, y después del su revisión del cine de yakuzas y el spaghetti western, es el Japón feudal el punto de mira para un cineasta que se había acercado al Jidaigeki en una película dividida en capítulos, Kumamoto Monogatari (2001), o como vía de adaptación de un manga en Waru: Final (2006). Poco bagaje para un director que posee más 80 títulos a sus espaldas en una dilatadísima trayectoria desde el v-cinema en los 90.
Ahora es The Thirteen Assassins (1963) de Eiichi Kudo pero la grandilocuencia realista del cineasta pretende agotarnos con un tercer acto demoledor como si fuésemos uno de sus protagonistas. Llega el verdadero Japón feudal, la verdadera cinta de samuráis y remake esclarecedor. Llega 13 Asesinos para mostrarnos que el autor mutante y enfant terrible es capaz de madurar desde el formalismo como extensión de la lúbrica. Dicen que su Hara-Kiri, revisión por remake de la excelente cinta de Masaki Kobayashi de título homónimo, no salió tan redonda como su ampliación del universo de Kudo, pero el filme muestra la capacidad de un cineasta que es capaz de mayores logros con mayores presupuestos.
Una mutilada por ese terrible, depravado, sádico y vil villano que podría llevar a la auto-destrucción a Japón mira a cámara y al vengador justiciero: sin brazos, sin piernas, sin lengua… Pero es precisamente en esos breves momentos donde el incomodo cineasta y autor de cintas violentamente transgresoras como Visitor Q o Ichi the Killer nos recuerda su autoría. Miike nos habla en muchas imágenes intentando sobrevivir al clasicismo que quiere auto-imponerse como forma de subsistir a su registro. Su perdurable empeño en cuánto el dolor de la muerte como mensaje final de unos personajes condenados a yacer entre lodo y sangre y erigirse como discurso del gran villano: la felicidad, al fin y al cabo, está dónde un busca o quiere buscar. En los lugares más oscuros del alma humana. Así es, en definitiva, el sinsentido y locura de la guerra.