007: Alta tensión
Sinopsis de la película
James Bond ha sido designado expresamente por el general Koskov (Jeroen Krabbé), un desertor de la KGB, para que lo proteja durante su estancia en Inglaterra. Reunido con los directivos del MI6, Koskov contará que, su compatriota, el general Pushkin (John Rhys-Davies) tiene la intención de asesinar a varios agentes británicos… pero Bond tiene sus sospechas y pretendiendo ayudar a Kara Milovy (Maryam dAbo), la linda chelista protegida de Koskov, irá hasta el fondo del asunto.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Living Daylights
- Año: 1987
- Duración: 131
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Opinión de la crítica
Película
5.5
36 valoraciones en total
Estamos ante una película de la saga 007 que pasó sin pena ni gloría y para mi está entre las mejores, con un Timothy Dalton monógamo y al que no creo que el personaje le quede grande. Tiene quizas uno de los mejores duelos contra un asesino de confianza (Necros) del malvado que es a bordo de un avión de carga sobre un cargamento de heroina. Nada que ver con la pelea con Gobinda el asesino de Octopussy (también fuera de un avión). Vemos en esta película la problemática del mercado de la heroina, los muhjaidines (de aquellas eran amigos de los buenos ), la guerra de Afganistán y sus problemas para la Unión Soviética y el comienzo del fin de ese régimen.
Una gran película que merece la pena ver
Decimoquinto título de la serie Bond, cuarto realizado por John Glen y primero protagonizado por Thimoty Dalton. Escrito por Richard Mailbaum y Michael G. Wilson, adapta libremente el relato breve The Living Daylights (1966), de Ian Fleming. Se rueda en exteriores del Peñón de Gibraltar, Austria, Inglaterra y Marruecos y en los Pinewood Studios (RU), con un presupuesto de unos 40 M de dólares. Producido por Albert R. Broccoli y Michael G. Wilson, se estrena el 31-VIII-1987 (EEUU).
La acción tiene lugar en Gibraltar, Londres, Bratislava (Eslovaquia), Austria, Tánger (Marruecos), Afganistán y Paquistán, en 1986/87. James Bond (Dalton) ayuda a huir de la URSS al general Gregori Koskov (Jeroen Krabble), al que traslada de Bratislava a Londres para denunciar la existencia de un plan soviético contra los sevicios secretos británicos. Bond pide ayuda a Kara Milovy (Myriam dAbo), violoncelista y novia de Koskov.
El film suma los géneros de acción, aventuras y thriller, a los que añade elementos de romance, suspense, guerra, espionaje y crimen. De la mano del guionista y productor de la cinta Michael G. Wilson, Bond se comporta de modo algo más responsable y con mayor seriedad que en episodios anteriores, dejando de lado tanto los excesos de humor adelescente, como sus devaneos con muchas mujeres. El pulso de siempre entre los productores Broccoli y Wilson se salda en esta ocasión a favor de Wilson. Enfrentado a una banda turbia y maléfica, con ramificaciones internacionales, Bond viaja a escenarios calientes o de actualidad en el momento: ocupación soviética de Afganistán, cultivo y tráfico de opio en bruto, resistencia antisoviética en Afganistán, Guerra Fría, esfuerzos de los dos bloques (EEUU y URSS) a favor de la distensión, etc. Los lances de la acción, los desplazamientos intercontinentales y la lucha contra malhechores de alto rango (traficantes de armas, diamantes y drogas), crean en torno a Bond un clima de tensión, misterio y suspense. Hace uso de numerosos gadgets , entre los que sobresale un portentoso llavero multiusos. El coche puesto a su servicio es un increíble Aston Martin V8 Volante, provisto de extras de película. Dalton realiza una interpretación enérgica y elegante, aunque algo rígida. La actuación de Myriam dAbo queda por debajo de las habituales de la serie. El relato está salpicado de humor (pérdida de una bota, cruce de la frontera austriaca, huida con un violoncelo).
La música aporta la última partitura de John Barry a la serie. Variada, colorista y emotiva, incluye 19 cortes y tres bonitas canciones The Ligving Daylights (a-ha, grupo noruego), Wehere Has Everything Gone (The Pretendres) y If There Was A Man (The Prenders). Añade fragmentos de autores clásicos (Mozart, Concierto nº 40 , Borodin, Dvorak, Tcahikovsky…). La fotografía, puesta al servicio de la acción, se sitúa en puntos culminantes en la huida en coche sobre la nieve y la lucha de Bond y Necros en el avión.
En primer lugar señalar que Timothy Dalton, en su primera incursión como James Bond, no está tan mal como muchas veces se ha comentado. Se aleja del estilo guasón de Roger Moore para aportar algo más de dureza y seriedad.
La película en sí mantiene los elementos del resto de la saga, no desentona, y quizá una pequeña revolución habría resultado positiva. Además se mantiene en sintonía con el cine de acción de esa década, parece que a raíz de que Indiana Jones se hiciera con un avión por las bravas en medio del desierto (En busca del arca perdida, 1981) todos los actioners debían hacer lo propio (Michael Douglas lo hizo en 1984 mientras buscaba el corazón verde, y ahora Dalton no se queda con las ganas).
La trama discurre por vericuetos que hacen que el metraje se alargue excesivamente, motivo por el cual la parte final adolece de cierta falta de ritmo y el conjunto del filme se ve perjudicado, siendo quizá uno de los fallos la ausencia de un gran villano cuya aura se deje sentir incluso cuando no está en pantalla. Aquí la atención se desvía entre el coronel Koskov, su esbirro Necros y el traficante de armas Whitaker.
Un detalle chusco es el del descenso por la ladera nevada de una montaña a bordo de la funda de un violoncello, secuencia que chirría incluso en una saga en la que hemos aceptado, y disfrutado, con las cosas más inverosímiles que imaginarse uno pueda.
Adaptada a una de la historias de Ian Fleming y como tema de la mujer francotiradora, parecía que era un buen arranque para Timothy Dalton. Sin embargo, luce en muchos momentos muy acartonado, muy seco, como que se empeño mucho en reproducir a un James Bond como Fleming lo concebía desde el punto de vista literario, y ahí es donde esta el error. James Bond en el séptimo arte es otra cosa. Los fans esperamos algo que nos recree la pupila, que nos hago admirarlo, que no caiga mal, que sea mas humano pero sin caer en el forzamiento. Siento que Daniel Craig se acerca mas a esto que los seguidores de la serie buscamos, pero Daniel todavía tiene un camino largo para demostrar que su elección es la ideal. Alta tensión es una película un tanto gélida, sobria, sin caer en el deslumbramiento de otras películas del 007. La heroína se me hace de las mas flojas de la serie (Miriam d´Abo). La banda sonora se hace aceptable. En fin, una película que solo cumple a secas.
Timothy Dalton encara muy bien a 007. Es muy difícil decidirse por un preferido estando ahora Craig, pero la elección de Dalton siempre me ha parecido muy acertada. Dalton fue tal vez, a la par que Connery, el agente más serio de los habidos. Físicamente son los dos que dan más el pego de espías (junto a Daniel Craig). Tienen una presencia más corriente que Moore o Brosnan, que se les ve a la legua que son actores de punta en blanco, teniendo en cuenta que ambos, en su estilo, también hicieron un papel muy digno. Pero les dieron a 007 un aire más estirado, como si fueran agentes del MI.6 de la escala superior, o enchufados por el ministro, mientras que los otros dos son más de batalla.
Alta Tensión posee un argumento muy dinámico, bien enlazado, tan sólo estropeado por alguna acción mal resuelta, torpe o demasiado exagerada.
El general Koskov está muy conseguido, en cambio la breve aparición del agente norteamericano para echar una mano es prescindible del todo.
Huir por la nieve en la maleta del chelo también es algo que causa rubor a los que confiamos en las buenas maneras de 007.
-Bond, por favor, que no se repitan esas tonterías. Antes que eso es preferible caer con dignidad ante las balas del enemigo.
En cambio hay un muy bueno y creíble romance con la rubia y sobre todo una muy destacable historia cada vez que entra en contacto con su colega 008, de lo más conseguido a lo largo del historial de 007.