Zipi y Zape y la isla del capitán
Sinopsis de la película
Llegan las navidades y Zipi y Zape la vuelven a liar parda. Esta vez la travesura es tan grande que son castigados sin vacaciones y obligados a acompañar a sus padres a lo que parece ser un aburrido viaje en barco. Para su sorpresa, el destino es una espectacular y remota isla. Una terrible tormenta les obliga a refugiarse en la mansión de la divertida señorita Pam, donde niños sin familia disfrutan de un paraíso sin reglas. Ayudados por Pipi, Maqui y Flequi, los hermanos descubren que la repentina desaparición de sus padres en medio de la noche guarda relación con el secreto que encierran la misteriosa isla y sus extraños habitantes… Secuela de Zipi y Zape y el club de la canica (2013).
Detalles de la película
- Titulo Original: Zipi y Zape y la isla del capitánaka
- Año: 2016
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
4.8
51 valoraciones en total
Tres años después nos ofrece Oskar Santos esta secuela quizás inesperada en su momento porque no se tenía clara la recepción que iba a tener, pero el tema es que funcionó y rindió en taquilla. Se estrenó cuando tenía que ser, en verano que tanto triunfan los cines de las playas. Así que se ha hecho igualmente este año. En esta ocasión el escenario tiene bastante de magia y menos de lógica, pero da rienda suelta a más imaginación.
La película conecta con el público al que está orientada. Que no es precisamente el habitual lector de los tebeos. Sino los niños, principalmente. Cualquier nostálgico debe de saber que aquí no hay ni rastro de los cómics de Escobar, aunque se agradece una nueva versión de Don Pantuflo y Doña Jaimita. Aunque siempre será recordado Joan Monleón como el Pantuflo perfecto. Aquí son bastante más sosos, pero su participación es más reducida. El peso lo llevan sin duda los niños, con cuatro protagonistas (entre ellos los hermanos Zipi y Zape) y cada uno con una personalidad distinta que arranca no pocas risas, entre mayores y pequeños. Las suficientes como para pasar un rato divertido. Y los chavales lo hacen bastante bien, sin ser ningunos expertos dada su edad pero encajando bien en la idea de la obra. Aunque también tenga su humor tonto.
Tiene buenos efectos especiales, muy apropiados en una película de aventuras y el argumento no está mal, aunque recuerda desde el principio a la obra anterior de El club de la canica. Demasiada copia de ésta en sus inicios, pero afortunadamente en el desarrollo se independiza y evita proseguir en el autoplagio. El resultado final es una película que merece la pena ver y que está a la altura de la anterior, con otros actores distintos.
Óskar Santos remata la secuela de Zipi y Zape y el club de la canica con un merecido homenaje a los padres, a los suyos y a los nuestros. Y es que concretamente sobre la relación paterno-filial se centra esta entretenida cinta de aventuras. Si bien en los tebeos de Escobar, muy a pesar de las travesuras de sus protagonistas, la familia Zapatilla parecía estar muy unida, en la primera traslación a la gran pantalla se obvió completamente la presencia adulta, a favor de una trama completamente alejada del original. Y lo curioso, es que la maquinaria funcionó, y muy bien.
Este díptico pone su mirada en las aventuras y, especialmente, en la literatura de finales del siglo XIX. Toda su iconografía parece haber salido de las páginas de novelistas indispensables como Arthur Conan Doyle, H.G. Wells y, cómo no, Julio Verne. Esta razón de ser es una declaración de principios por parte de sus creadores, nacidos y criados con este tipo de lecturas. Digamos claramente que esta película intenta construir un puente entre nuestra generación y los más jóvenes. Santos muestra, con no menos recursos, el sentido de la maravilla que nos invadía cuando abríamos estos libros y su poder para generar imaginación, aventura y entretenimiento.
Probablemente en más de una ocasión los adultos encontremos cierto disloque e inverosimilitud en el conjunto de la propuesta, pero no es muy diferente a lo que veíamos en películas de grupos de niños como Parchís o Regaliz. Lo malo de todo esto es la poca tradición abierta en este país para esta clase de productos. El acercamiento al mundo infantil es en ocasiones mediocre, pero sin duda no es el caso que nos ocupa.
La isla del Capitán que da nombre al título es un torbellino de situaciones divertidas, que sin llegar a sorprender o dejarte con la boca abierta, logran una más que reconciliación con el cine infantil patrio de antaño. Sus decorados y personajes no son muy distintos a los que veíamos entonces, pero eso sí, con ese toque sofisticado que caracteriza a estos títulos en la actualidad.
La película tiene un arranque sobresaliente, que nos hará añorar la Navidad en plena canícula de agosto, para pasar posteriormente a la presentación de la nueva localización. A partir de este momento una serie de sujetos hacen su aparición: una directora de orfanato, con el rostro de la estupenda Elena Anaya, una especie de Cocodrilo Dundee y la impagable Sor Enriqueta que logrará protagonizar algunas de las escenas más descacharrantes del film.
Lástima que hacía mitad del relato la cosa parezca que se estanca, pero hay que reconocer que levanta bastante bien el vuelo en su más que digno clímax final. Hasta incluso contiene esos tintes sentimentales que tan bien sientan en este tipo de trabajos y que, algunos directores aguafiestas, parecen olvidar en los tiempos que corren.
Si tan solo su visionado consigue que algunos niños y niñas se interesen por los libros de los autores antes mencionados ya habremos conseguido un gran paso.
Si no lo sabéis en mi casa sigo conservando impoluta mi colección de Julio Verne. Con solo ver los lomos y las ilustraciones en blanco y negro me transporto a esos años de la infancia en los que, arropado en la cama los fines de semana de invierno, devoraba toda sus páginas. Esas obras aún me hacen sentir hasta el tacto de las sábanas de aquella cama. Y esta película ha logrado hacer algo parecido.
A quien viera la primera adaptación a la gran pantalla de los tebeos de Escobar de Zipi y Zape en 2013 ( Zipi y Zape y el Club de la Canica ), no le pillará por sorpresa que esta segunda entrega no tome como inspiración la esencia humorística de los personajes (unos gemelos traviesos cuyas trastadas (mucho más extremas e ingeniosas que las de esta cinta) se limitaban al colegio y al hogar. Yo también tuve la suerte de criarme con la diversión de Zipi y Zape en los 90 gracias al suplemento (ya extinguido) semanal del ABC Gente Menuda ) sino que se inspire en las aventuras fantásticas y detectivescas más exitosas de las novelas y del Séptimo Arte. Desde Holmes hasta Harry Potter pasando por Peter Pan o El club de los Cinco, Zipi y Zape y las isla del Capitán se nutre de referencias y homenajes para conformar una aventura de investigación protagonizada por estos dos hermanos, y cargada de elementos de magia, enigmas y odiseas.
Evidentemente la mayor inspiración que está tomando esta (ya) saga española es de Harry Potter. Los paralelismos son indiscutibles (no ya solo en los títulos de los films. Si en Harry Potter las novelas y cintas empiezan con Harry Potter y… , aquí siempre comienzan con un Zipi y Zape y… ): niños que entran por primera vez en un misterioso colegio… un colegio que oculta hechizantes secretos… en fin. En eso consisten estos Zipi y Zape del cine. Así que, como ya sucedió en Zipi y Zape y el Club de la Canica , que nadie se espere una traslación de las viñetas de Escobar sino una hazana mágica y enigmática (en mi caso vi Zipi y Zape y el Club de la Canica y me agradó (las aventuras de fantasía me pierden), así que me dispuse a ver esta secuela esperando algo igual de entretenido y disfrutable que la primera parte).
Que conste que no me parece mala idea inspirarse en algo de tanta calidad como son las páginas del joven mago de Hogwarts Y es que un universo tan rico y espléndido como el de J.K. Rowling, aunque se traslade en estos Zipi y Zape de forma mucho más superficial y unidimensional, es muy difícil de estropear completamente.
Y el resultado de Zipi y Zape y la isla del Capitán , un cine patrio de familiares peripecias con misterios fantásticos, es irregular durante su metraje pero en su conjunto global resulta aceptable y digno.
La principal losa de la cinta es que su guión no ofrece los matices, las hondanas, la madurez, el lirismo y la inspiración que toda aventura fantástica de calidad e inolvidable debe tener tanto en sus personajes como en su aventura (no, esto ni es Harry Potter ni es Eduardo Manostijeras ). Lo que ofrece no es vergonzoso y está bien estructurado, pero a una cinta de estas características siempre se le puede pedir más a nivel de desarrollo argumental… sobretodo si se trata de un público no ya infantil sino juvenil como es mi caso. Un adulto se entretendrá sin quedar hechizado en los fotogramas y puede que incluso desvíe la atención en los puntos más flojos de la historia. Una pena, un film infantil puede ser tan disfrutable para un niño como para un adulto (¡qué se lo digan a las obras maestras de Disney/Pixar!), pero en este caso el público infantil (al que va dirigido este largo evidentemente) disfrutará mucho más con esta aventura que un adulto.
Y es que el libreto es sumamente irregular. El misterio malvado que vaga por este internado tiene cierto ingenio y en ciertos minutos se torna interesante (ese relato que nos narra el mayordomo de la isla en clara inspiración al relato que narra Hermione en Harry Potter y las Reliquias de la Muerte es algo notable)… mientras en otros opta por la redundancia en el vacío argumental (se me hizo bastante eterna esa odisea de los niños por el bosque), ciertas notas de humor fracasan estrepitosamente (la mayoría de las frases de pretendida comicidad que salen por la boca de estos Zipi y Zape)… pero otras hacen saltar la carcajada (atención al personaje de Goizalde Núñez que se lleva la función, atención a ese gorila que guarda muchas ocurrentes sorpresas, atención a las frases sarcásticas del personaje de Maqui), su soñadora ambientación se luce sobremanera en ciertos puntos (como en esa canción cantada por los huérfanos del internado) mientras pasa desapercibida en otros o incluso huele a baratija (ejem, esa transformación enfocando a la sombra, ejem).
Lo dicho, un material argumental desarrollado con demasiada irregularidad como para que el conjunto destaque. Pero en líneas generales el saldo es positivo, entretiene más que hastía, son más las virtudes destacadas que los defectos, y al final Zipi y Zape y la isla del capitán logrará hacer las delicias de los niños y entretener con suficiencia a un adulto fan del género fantástico (como es mi caso).
El film también se beneficia de una correcta (sin destacarse) realización por parte de Oskar Santos, de una banda sonora de Fernando Velázquez con claros ecos a Danny Elfman (en el buen sentido), de una ágil edición, de una atildada fotografía, de un diseño de producción distinguido y de unas elegantes interpretaciones (destaca con nombre propio Elena Anaya que saca oro de su tópico personaje y G. Núñez en un personaje que merece un spin-off. En cuanto a los críos… hacen lo que pueden. Resultan los suficientemente naturales (y eso ya es mucho decir cuando se habla de niños-actores) pero Iria Castellano y Máximo Pastor demuestran más carisma y desenvoltura que la pareja protagonista).
En fin, la cinta tiene todo lo que necesita una buena película de fantasía infantil: gran puesta en escena y un argumento con humor, objetos y personajes misteriosos, lugares secretos y tesoros escondidos. Pudo ser más profunda y matizada en su desarrollo pero lo que ofrece es decente y distraído para con su género. No es un film indispensable, pero puede ser recomendable tanto a niños como a los fans de la fantasía.
Lo mejor: Elena Anaya y Goizalde Núñez.
Lo peor: Un guión irregular y un tanto superficial.
Oskar Santos no se si habrá leido los libros de Escobar. Independientemente si lo ha hecho o no lo ha hecho. Hace bien su trabajo un film para niños que hara la delicia de los çidem. Pero los padres no sufrirán una tarde de tortura por fortuna. Bien elaborada la historia, con personajes como se verá sacado de los libros. Un planten de actores que hacen bien su trabajo sobre todo una pletórica Elena Anaya. Los niños no lo uehacen mal para el entuerto que se les ha encomendado. Una película agradable para ver en familia.
Hay películas como esta que parecen hechas para taparme la boca. Sin ver la primera parte dije que era imposible que una película española se atreviera a trasladar un cómic a la pantalla y me equivoqué, al final encontramos la ambición para hacerlo y con Zipi y Zape, nada menos. Luego dije que, vale, que sí, que han encontrado el coraje para hacerlo, pero que o les quedaría una cutrez infantiloide tratando de llevar a la pantalla lo que funciona en tebeo o bien se alejaría tanto del canon que sería un engendro comercial irreconocible. Y también me equivoqué. Zipi y Zape y el club de la canica encontró el equilibrio entre respetar el legado de Escobar, tomarse las licencias estrictamente necesarias para que el cambio de formato funcionase y adaptar los personajes a los gustos y tiempos modernos, en una película fresca, entretenida y considera con sus orígenes.
Y ya para rematar quise apostar sobre seguro con los clásicos: «seguro que ahora correrán a hacer una secuela para aprovechar el tirón» y «segundas partes nunca fueron buenas». Pues no. El concepto sigue funcionando, aunque se notan ciertas concesiones comerciales a la perspectiva de género, pero están bien integradas. Cambian los protagonistas y, sorprendentemente, Elena Anaya le gana la partida a Javier Gutiérrez, se le nota más ilusionada con su papel de villana, más metida, con más ganas de fiesta. Y mantiene esa atmósfera, ese ambiente de aventura estilo Harry Potter a la española en la que no paran de pasar cosas.
Pues eso, que me alegro de haberme equivocado. Zipi y Zape: La isla del capitán es un ejemplo a seguir por el cine español en general y por el cine infantil en particular. Trata a lo niños como espectadores que van al cine y esperan aventuras razonablemente creíbles, argumentos inteligentes con los que se puedan identificar y tiene en cuenta que los niños de hoy están superespabilados y no se conforman con cualquier cosa como nos pasaba a los de antes.