Yeelen (La luz)
Sinopsis de la película
Un viejo hechicero africano, representante de una tradición secreta imperante en su etnia, persigue a su hijo para destruirlo -según dice- por no respetar sus mismos preceptos religiosos. En su huida, las diversas peripecias por las que atraviesa el joven se convierten en las pruebas de un penoso proceso de maduración…
Detalles de la película
- Titulo Original: Yeelen aka
- Año: 1987
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
6.7
28 valoraciones en total
Estamos ante una de las mejores películas que se han hecho en África (en concreto en Mali) desde que se inventó el cine.
El hecho de que su director Souleymane Cissé se formara como cineasta en la antigua URSS, es un factor determinante para comprender por qué esas tomas tan magistrales, esa conducción y desarrollo del guión tan bien estructuradas y filmadas, ese arte en saber narrar y explicar fílmicamente.
Cuenta la historia de Nianankoro en su camino iniciático, existencial, mágico, rumbo a lo que el devenir depare aunque tratando de colaborar con el bien o la luz —la palabra Yeelen quiere decir El camino de la luz — y dejando atrás al mal, aunque como todo ser humano a veces tenga caídas en esta potencia, pero con el firme objetivo de hacerle oposición y enfrentar lo negativo.
Por esto Nianankoro huye de su padre, Soma, que lleva años tras él persiguiéndole (éste no asume la independencia de su hijo respecto de él y de su estatus en el cual usa el poder mágico para hacer el mal y la injusticia, no acepta que el joven emprenda su propio camino orientado al bien, donde se haga incluso más grande y evolucione a mayores poderes).
En el camino o aventura de ir forjándose existencialmente, Nianankoro hallará dificultades como todo humano, obstáculos, guerreros que quieren dañarlo, también la pasión y el amor, mas el fin último es siempre trascendente, religioso.
El director Souleymane Cissé nos maravilla con algunas escenas como por ejemplo el baño en el río, entre juncos, al amanecer o quizás al ocaso, de la anciana madre de Nianankoro, echándose sobre la cabeza la leche de cuatro cuencos, en dirección a cada uno de los puntos cardinales, mientras ora a la diosa madre de las aguas que proteja a su hijo en el camino que ha emprendido.
Así mismo hay imágenes sofocantes como la del gallo atado a la estaca o poste y asado vivo, prendido de fuego y dando aleteos agonizantes, o también la escena del negro albino cuyo cuerpo entero es blanco, incluso el cabello de la cabeza, excepto algunas manchas de piel morena en la espalda y rostro.
Sin duda, una obra interesantísima, llena de mística, exótica a más no poder y con momentos sublimes de encanto como cuando Nianankoro se acuesta con una de las mujeres del jefe de la tribu que le está dando hospitalidad, confesándole que ha cometido el delito de faltar a la confianza que depositó en él, por lo que reconoce es merecedor de ser castigado con la muerte, a lo cual el lider ofendido contiene su ira, quizás por miedo a los poderes mágicos del joven transeúnte, y responde dándole la esposa querida con la que le ha faltado al honor y con la que precisamente quería tener descendencia, se la regala para que se la lleve lejos.
Cine africano, por regla general subvalorado y no tenido en cuenta, que sin embargo en este caso resulta ser un bello diamante de Mali a través del cual ver tonalidades originales y sorprendentes de la Humanidad más recóndita.
Fej Delvahe
La magia del cine esta vez me llevo hasta el remoto Mali, en el corazón de África, la película es una de esas joyitas escondidas, a la que muy poca gente accede, me alegro de que yo sea una de las pocas personas que de seguro la ha visto, llegó a esta película por ser una en la lista de las 1001 películas que hay que ver antes de morir, es una película agreste y salvaje, dónde no hay actores, es gente común, con sus creencias religiosas que son en extremo supersticiones, es cine étnico, de pura raza, de gente que tiene otras costumbres que parecen salvajes, sacadas de la edad de piedra, tiene escenas muy bellas que muestran la armonía del ser humano con la naturaleza, la película nos va contando cómo es parte de la vida de la etnia Bambara Mandinga, que habitan en Mali, uno de los países más grandes del África, solo queda verla y disfrutarla, como hice yo, una más para mí libro.
Soulyemane Cissé, lejos de una de sus primeras cintas, Baara , donde se preocupaba más por dejar finiquitados los recovecos de su obra generando absurdas subtramas, logra con Yeelen una propuesta repleta de simbología y un toque místico que hace del film algo atractivo de por sí, sin necesidad de intentar incluir más elementos por el mero hecho de ofrecer algo decente.
En ella, sus primeros compases ya enganchan, y desde su pequeña introducción, hasta la presentación de personajes donde vemos a Niankoro dialogando con su madre sobre su inmediato futuro y las consecuencias que podría reportar esa huida de su padre, y al propio padre realizando un ritual para poder llegar a su hijo y, así, enfrentarse a él, son compactas y generan un interés súbito por saber en qué derivará todo y cuales serán los derroteros tomados.
La obra, a medida que avanza, no comete el error de querer salpicar su nudo con movimientos efectistas y, por contra, presenta un cúmulo de acontecimientos que nos hablan sobre la maduración espiritual de su protagonista, y de como éste comprende cuales son los asuntos que debe asumir y de que modo debe tratarlos. Así, se nos muestra el modo en que el jefe de una tribu deposita su confianza en él, para éste terminar traicionándola y cargando con su mujer por la traición a la que se ha visto sometida el propio jefe.
Sus últimos compases resultan reveladores hasta cierto punto y, cuanta más información atesoramos sobre Yeelen , más completo parece el recorrido realizado, que deriva en esa extraña, y de una fuerza inusitada, conclusión, dejando la película varios peldaños por encima de la ya anteriormente mencionada Baara , y no sólo por sus aspectos técnicos (de los que aquella, en mayor parte, carecía), sino por el modo de transmitir y explicitar cada uno de sus recovecos sin ser ni demasiado hermética, ni demasiado obvia, sino sencillamente conteniendo unas formas puras y muy personales.
En muchos aspectos es única, se trata de una película africana con todas las letras, hecha por un africano, de Mali, con temática relacionada con su país y por supuesto, como tiene que ser, al menos delante de las cámaras sólo aparecen personas negras. Hablo de ahora en adelante por mí, no voy a generalizar: es raro ver cine africano si no es debido a la influencia colonial francesa, es decir, películas con bandera argelina por ejemplo. En este caso Souleymane Cissé es de Mali y en su Yeelen trata de cuestiones relacionadas con la mitología de su país, nos enseña las aventuras de un joven que sabe usar cierta magia gracias al uso de amuletos y por lo tanto, es cien por cien de Mali. Cabe anotar, porque es importante, que Cissé es de formación soviética, es alguien que de verdad a esas alturas ya sabía lo que hacía, no es alguien que saca la cámara e improvisa. ¿Eso la hace mejor? Para mí, siendo rara de cojones, a priori es más atractiva que ninguna, es una golosina.
Y lamentablemente, pese a esa rareza incuestionable, no puedo darle más que un aprobado justito. Cine así tiene todas mis simpatías pero no puedo pasar por alto momentos en los que la narración es muy pesada y en los que la descripción de las creencias de sus mitos me acaba resbalando. No es que no me interese, es que no alcanzo a llegar a entender su profundidad. La luz, el destino, la purificación del alma, lo que sea… No llego. Me quedo con lo poco que entiendo, me quedo con el contexto maravilloso, esos pueblos africanos, el baño en la cascada vaya, que soy de los pocos que ha visto una peli de Mali. Ya tengo su banderita.
Dicha luz ilumina el camino del creador y con una cámara, unos micros, y unos actores pues marchando una película que tiene de todo en su justa medida. Impresionante, una historia de magia sin efectos especiales de ninguna clase, y perfectamente creíble, vaya. Los personajes todos son verosímiles y no cuesta empatizar con ellos, a pesar de la enorme distancia cultural. Lo que más me gusta es la sensación de libertad con que parece haberse rodado toda la cinta, sin complejos, sin censuras propias o ajenas, por eso te deja un sabor de buen rollo.
En fin, una peli de aventuras diferente y especial. Os recomiendo invertir tiempo en encontrarla.