War Photographer (Fotógrafo de guerra)
Sinopsis de la película
Multipremiado documental sobre el fotoreportero norteamericano James Nachtwey, considerado uno de los mejores fotógrafos de guerra del mundo. El film relata la historia de Nachtwey al tiempo que trata los sentimientos y dilemas a los que se enfrentan todos aquellos fotógrafos y periodistas que están cubriendo conflictos bélicos.
Detalles de la película
- Titulo Original: War Photographer
- Año: 2001
- Duración: 95
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Opinión de la crítica
Película
7.7
46 valoraciones en total
He de partir por considerar el documento que aquí se nos ofrece como un elemento imprescindible para sumergirnos en el mundo de la guerra. Sin la mediación del fotógrafo de guerra (en realidad cualquier reportero que se encargue de transmitirnos cualquier tipo de imagen plástica en torno al sufrimiento ajeno) nuestro mundo globalizado carecería de gran parte del sentido que tiene hoy. Me explicaré: yo empecé a tomar conciencia de que había mundo más allá de donde yo vivía y que la gente en éste sufría en las sobremesas del 93, 94 y 95, cuando los informativos emitían estremecedoras imágenes de la Guerra de los Balcanes. Hombres como James Nachtwey y otros tantos como él son nuestro principal hilo conector con el dolor latente de la humanidad y eso es muy importante porque nos previene a nosotros contra los horrores de la violencia. Hombres como James Nachtwey hicieron que se despertara en mí la conciencia de pertenencia a la humanidad. El compromiso de hombres como éste es hermoso y a la par desolador, porque saben lo complicado que es alcanzar su sueño de paz y saben que igual que ellos tienen el poder para despertar la conciencia de los hombres hay muchos otros discursos, símbolos e imágenes opuestas que van encaminadas a dormirla y que, a menudo, lo consiguen.
Si este documental merece la pena es en buena medida por la sinceridad que los entrevistados derrochan a lo largo de los 90 minutos. La intervención de uno de los compañeros de James Nachtwey es devastadora cuando afirma que La profesión del fotógrafo de guerra parece maldita porque es consciente de que muchos de los hombres que están a cargo de esta labor desean que algo sorprendente, algo sádico ocurra, por ambición personal, por llevar el mejor trabajo. James Nachtwey trata de mostrarnos como no se puede lograr nada por ese camino, que sólo del compromiso del autor unido a la canalización de sus miedos puede surgir hago que haga conectar al espectador anónimo con la realidad que se le intenta transmitir.
El documental es bueno también porque en ocasiones llegas a sentir lo absurdo de las situaciones en que se mueve James Nachtwey. Pulsando el disparador una y otra vez ante el dolor de la gente en mitad de un funeral, acercándose a las caras de un modo insultante, en mitad de una turba enloquecida, en medio de la lucha entre las fuerzas palestinas e israelíes… No obstante él es aceptado por la gente a la que fotografía y esto muestra también el deseo de las víctimas por dar a conocer su historia, su dolor, porque son conscientes del poder de una imagen.
Acabo recomendándolo una vez más porque realmente merece la pena.
La idea del documental y tal como esta rodada, es para ponerle un 9, pero se me hace larga, creo que sobran momentos, o al menos, ser más dinámica, pues en otros momentos se me hace un pelín pesada. Pero este documental es cojonudo, y lo he descubierto gracias a uno de mis almas gemelas más fiables, el mismo que hace una crítica aquí, uoho7.
A través de lugares como Kosovo, Palestina, Afríca, Indonesia o Nueva York, vamos conociendo la forma de trabajar de James Nachtwey, que si el nombre no nos dice nada, es el famoso fotógrafo que hizo la inmortal instantánea en Ruanda del hombre de perfil con su cara marcada por los cortes de machetes.
En el mundo de los corresponsales, cámaras y fotógrafos todos tienen por costumbre refugiarse en el cinismo o en el sarcasmo para sobrevivir a su trabajo. Pero este tio no. No es que sea la persona más optimista del mundo, pero si hay algo que le caracteriza es el silencio. Impresiona verlo en situaciones extremas con total serenidad, tranquilo y sin hacer ruido haciendo su trabajo tratando de molestar lo menos posible.
Yo hubiera quitado la parte de Kosovo, creo que sobra. Y algunas opiniones de sus colegas aportan bien poco. Pero lo dicho, gran documental.
Hablando el otro día con un amigo, me espetó que últimamente era mucho más duro con las votaciones que le daba a las películas. Yo le dije que podía ser, que era incluso, normal. Le dije que a día de hoy, poner nueves y dieces se me antojaba complicado, porque gracias a FA me había empapado de gran cine. Al día siguiente de esa conversación el documental Fotógrafo de guerra tiene mi ocho y medio (aka 9).
Siempre me pregunté sobre los escrúpulos de los periodistas. Lo sigo haciendo. Cuando en mis manos caían cierto tipo de fotos, me entraba una desagradable sensación de cabreo. No llegaba a valorar la fotografía en sí. Estaba valorando negativamente al fotógrafo por aprovecharse del dolor ajeno.
Como amante de la fotografía siento un gran respeto por lo que veo detrás de la cámara. Regreso de mis viajes con centenares de fotos que luego me cuesta meses ordenar y archivar. Pero con ninguna de esas fotos, me entra la duda ética de si hacerla. Cuando asisto a desgracias, cuando percibo dolor, mi cámara siempre está guardada. Es por tanto normal, que me replanteara la ética profesional de fotógrafos y periodistas.
James Nachtwey es uno de los fotógrafos más importantes de la actualidad y con este documental de Christian Frei, Nachtwey ha conseguido despejarme severas dudas sobre su profesión. Es más, ni Frei, ni el propio Nachtwey, pretendían vender al fotógrafo perfecto, pero la cámara del suizo ha conseguido que el fotógrafo fuera humano. Algo que se me antojaba muy complicado.
Se nota que el documental está hecho con admiración hacia la persona de Nachtwey. Y una vez lo visualizas, es complicado no se sienta una admiración compartida. Es por tanto mi deber recomendar este documental a todos aquellos que como en mi caso, albergan ciertas dudas y prejuicios sobre este tipo de profesión.
Desgraciadamente, no todo el campo es orégano.
Christian Frei nos acerca al cruel mundo de James Nachtwey, un fotógrafo de guerras y situaciones límite varias. Indiscutiblemente las fotografías son de un gran valor pero el trato que se hace con el vídeo y los comentarios también es muy interesante. Frei nos intenta trasladar al momento y al lugar donde se han tomado las fotografías sin que nos tenga que importar el conexto en el que se encuentran. No explica qué guerra es aquélla, ni por qué se hace eso ni lo otro. No se justifica porque no existe justificación alguna a todo ese dolor y odio.
Me quedo con dos frases: ¿De dónde sale ese miedo, ese odio? y de alguna manera es una profesión enferma . Nachtwey no solo se tiene que enfrentar a la crudeza de la realidad, al miedo, a la crueldad, al dolor, al odio sinó que además tiene que pedir permiso para hacerlo. No me puedo imaginar lo difícil que debe ser ver todo aquel horror en directo pero aún más difícil debe ser fotografiar a toda esa gente sufriendo mientras te estan mirando, mientras te imploran ayuda, mientras piensan: ojalá fuera tú .
Sin duda un 10 al señor James Nachtwey aunque un merecido 8 al documental porque, en definitiva, no es perfecto.
A pesar del sacrificio a lo largo de la historia documental, a pesar de las muertes de los innumerables fotógrafos, cámaras, y todas aquellas personas que no estaban implicadas en las matanzas.
A pesar de todo, el mundo sigue contemplando impasible las injusticias y cesando la palabra a manos de la suerte, con tal de ignorar las desgracias ajenas y poder continuar con su patética vida dominada por la mentira.
James Natchwey es un claro ejemplo de las personas que se esfuerzan y luchan por romper esa ignorancia en masa, y esa estupidez que arraiga la población actual que se deja explotar por sus amos invisibles, y toleran la explotación inhumana e incondicional en las tierras lejanas que no les llegan ni el olor, ni la basura, ni las salpicaduras de las vísceras, ni el dolor de las muertes innecesarias