Una tumba al amanecer
Sinopsis de la película
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), una famosa orquesta sinfónica norteamericana, que está en Europa para entretener a las tropas aliadas, es capturada en el frente belga por los alemanes. Los músicos son trasladados como prisioneros a un castillo medieval, cuyo jefe es el General Schiller (Maximilian Schell), autoritario militar y gran melómano. Schiller le propone al director de la orquesta, el prestigioso concertista Lionel Evans (Charlton Heston), la posibilidad de salvar sus vidas a cambio de que interpreten para él un concierto exclusivo durante una reunión de altos oficiales alemanes. Sin embargo, los principios éticos de Evans le impiden doblegarse a la voluntad de un nazi. Su obstinación pondrá en peligro a todos los miembros de la orquesta.
Detalles de la película
- Titulo Original: Counterpoint
- Año: 1967
- Duración: 107
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Opinión de la crítica
6
50 valoraciones en total
En los funestos y lamentables días de la 2ª Guerra Mundial, el gobierno americano adoptó la estrategia, que extendió luego a otros conflictos futuros, Corea, Vietnam, de enviar cerca del frente de combate a conocidos artistas integrantes de la nómina del entertainment con la tarea de animar a las tropas, haciéndoles olvidar por un rato la barbarie bélica, Bob Hope, Glenn Miller, Marlene Dietrich… Y, por más que hoy pueda parecer extraño a algunos, también se contó para dicha actividad con la colaboración de formaciones sinfónicas que interpretaban como sucede en esta película, obras de Beethoven, Tchaikovsky, Schubert, Brahms y cómo no, Wagner, por expreso deseo del general Schiller, un oficial melómano, culto y refinado.
En mi opinión, el mejor film del director Ralph Nelson, está basado en la novela El general de Alan Sillitoe, famoso también por haber escrito La soledad del corredor de fondo adaptada por el Free Cinema británico. Una tumba al amanecer (Counterpoint), es el nefasto título en España que suena a western, cuando Contrapunto en realidad, alude a la gramática musical. El guión plantea una situación de indudable interés: el enfrentamiento moral entre un director de orquesta estadounidense, Lionel Evans (Charlton Heston) y un general alemán, Schiller (Maximilian Schell) amante de la música clásica y ferviente admirador del primero, éste le ordena que junto a sus músicos, hechos prisioneros por los teutones, interpreten para él un concierto, al que Evans se niega, aún en contra de la opinión de sus compañeros.
Los nazis esperan acuartelados en un castillo medieval, la llegada de combustible para proseguir la contraofensiva de su división Panzer en la liberada Bélgica. La elección del escenario es uno de los mejores hallazgos del film: contribuye a expresar el agudo contraste entre la belleza artística y la crueldad de la guerra, habla por sí solo de la decadencia del arte y del pensamiento ilustrado, amordazado quizá definitivamente por la barbarie. Filmada con un tono sombrío entre la oscuridad de la noche y la blancura de la nieve, magníficamente creada por el veterano Russell Metty, que concede espacio para mostrar la bajeza moral a la que pueden llegar unas personas, que por su oficio, deberían tener una especial sensibilidad.
Cómo el miedo puede transformar a los seres humanos, el sadismo de los nazis haciendo desfilar a los prisioneros junto a la fosa excavada para ellos. La enconada pugna entre un director musical altivo y autoritario y un general cínico que hurga en la debilidad de las personas para destruirlas. El cineasta logra plasmar la magia de la música, con la pasión que tienen por ella sus dos protagonistas, ofreciendo un enfrentamiento orgulloso y moral llevado hasta sus últimas consecuencias. Nelson maneja la tensión vivida por los protagonistas y la acompaña de numerosas secuencias musicales que brinda momentos de suspense, sirviéndose de piezas musicales populares, incluso para los profanos.
Lo menos logrado me parece que es la relación pasada de la chelista Annabelle con Heston, que insinúa sentimientos sin desarrollar, en todo caso, estamos ante un soterrado relato gótico, trasladado a un escenario bélico, en el que fantasmas y monstruos lucen la esvástica en lugar de cadenas. Una película nada despreciable si se interpreta en su justa medida.
Olvidada y poco conocida producción de la Universal, que con un buen plantel de actores, Charlton Heston (El planeta de los simios,1968), Maximilliam Schell (La cruz de hierro,1977) y el hoy en día cómico de parodias Leslie Nielsen (Planeta prohibido,1956), no consigue enganchar en ningún momento ya que la historia es realmente inverosímil, se mire por donde se mire, y a pesar de las buenas actuaciones de los actores, con un Charlton Heston en un papel hecho a su medida, y que recuerda a algún otro de su carrera, Cuando ruge la marabunta,1954, por ejemplo, es un film fallido en su conjunto. En plena contraofensiva alemana en diciembre de 1944 en las Ardenas, un grupo de músicos se ven hechos prisioneros por un general (Maximilliam Schell), aficionado a la música. Lo mejor, la continúa música clásica que se escucha, y que es el eje del film. Buena puesta en escena y flojo guión, en el que se pone de por medio la moralidad y la ética con valores sin peso ni argumento alguno, jugándose lo que se jugaban los músicos. Las escasas escenas de acción mejor olvidarlas….con cargadores de 1500 balas….y mucho rebote de las mismas. En definitiva Ralph Nelson (Soldado Azul,1970), no consiguió dar el tono adecuado al film, aunque la historia basada en una novela de Alan Smith El General, no daba mucho más de sí……si es que la novela la cuenta así. Por lo menos entretiene.
Con un flojo guión el director Ralph Nelson nos ofrece una historia durante la segunda guerra mundial un tanto inverosimil, y más a estas alturas después de más de treinta años de su producción, cuando el paso del tiempo nos resalta más lo poco creible de esta historia. Lo mejor de esta película, y sin ser de gran calidad, es el duelo interpretativo entre Charlton Heston y Maximilian Schell. Es un film un tanto oscuro en su fotografía en Tecniscope, y está realizado casi todo su metraje en escenarios interiores. con muchas secuencias de nieve en supuestos exteriores que huelen a falso y restan aún más credibilidad a todo lo que desfila ante nuestros ojos.
La música clásica que forma parte del argumento de la película es muy conocida, pero se echa de menos una mejor calidad sonora que hoy día está superada.
Entretiene en una tarde lluviosa de invierno y cuando no hay nada mejor que hacer para entrenerse.
José Antonio ZG
Interesante y atípica propuesta bélica en la que una orquesta compuesta por civiles es atrapada por los soldados alemanes en plena segunda guerra mundial, la única forma de seguir con vida será organizando un concierto para los altos mandos alemanes, algo a lo que el director de la orquesta se opone llegando a poner en peligro la vida de sus componentes.
El punto de partida de la trama resulta atractivo e interesante, evitando caer en los tradicionales enfrentamientos bélicos plagados de disparos y explosiones, logrando ofrecer un relato interesante donde el suspense y la tensión cobrarán un protagonismo importante.
La película logra ofrecer una apasionante batalla de personalidades, con el enfrentamiento y admiración mutua que se da entre los dos protagonistas, interpretados por dos figuras cinematográficas, como Charlton Heston y Maximilian Schell. Los dos intérpretes están fabulosos en sus respectivos papeles y, en los momentos en que comparten escena, la película gana en calidad.
Los responsables de la película logran plasmar la magia de la música, con la pasión que tienen por ella sus dos protagonistas, ofreciendo un enfrentamiento moral y musical muy interesante. El director maneja la tensión vivida por los protagonistas y la acompaña de numerosas secuencias musicales que acompañarán muchos momentos de suspense, con piezas musicales clásicas.
Puede que no llegue a profundizar en la situación dramática vivida por los protagonistas, pero, Una tumba al amanecer, logra mantener el interés del espectador en todo momento hasta alcanzar un desenlace satisfactorio.
Una tumba al amanecer es una de esas películas que pocos conocen en la filmografía del gran Charlton Heston. Como rareza conviene verla, aunque hay que advertir que no estamos ante el típico género de evasiones de prisioneros. Más bien ante una obra que perfectamente cumple las exigencias del teatro (si no fuera por los numerosos miembros de la orquesta, la acción transcurre prácticamente en un único escenario). También ofrece la oportunidad de ver a Leslie Nielsen en un papel muy alejado de la comedia.
Sin embargo, habrá gente que pensará que trata siempre de lo mismo. En parte tiene razón y además el final se prolonga quizás demasiado. Pero hemos de tener en cuenta que estamos ante una película esencialmente de actores, marcada por el duelo interpretativo entre Charlton Heston y Maximilian Schell como antagonistas. Ambos otorgan a sus roles un carisma increíble. El primero, con un personaje complejo, vanidoso, aunque con principios éticos por encima de todo (si bien por momentos intenta que otros cedan a lo que él no se rebajaría a hacer), el segundo, como un militar autoritario, pero que sabe apreciar el arte desde el punto de vista ajeno al monstruo nazi que ha de cumplir órdenes.
El trasfondo de Una tumba al amanecer es más profundo de lo que muestra la película. Encierra una lucha ideológica que toma como contexto la música. Este aspecto la diferencia de otras cintas del género bélico que se limitan a la acción y aventura pura y dura.
Lógicamente tampoco gustará a quienes piensen que la música clásica es aburrida, pues suenan piezas de Beethoven, Schubert, Tchaikovsky, Wagner…