Un viaje alucinante al fondo de la mente
Sinopsis de la película
El científico Eddie Jessup (William Hurt) cree que hay otros estados de conciencia que son tan reales como la vida cotidiana. Utilizando la privación sensorial y añadiendo medicamentos potentes y alucinógenos, investiga estos estados alterados y soporta experiencias que hacen que la locura parezca una bendición.
Detalles de la película
- Titulo Original: Altered States
- Año: 1980
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
Película
6.2
29 valoraciones en total
Interesante y compleja película sobre la búsqueda del ‘yo’ y de la verdad. Se podría decir que a lo largo de la película la atmósfera y la narración varían acorde a lo que el director quiere explicarnos y aúna géneros dispares como la ciencia ficción, drama familiar, aventuras podría decirse en su parte media, e incluso el terror en su parte final, todo ello acompañado por una buena representación del método científico, con todos esos grandes y toscos ordenadores de los 70 y 80.
En la primera parte de la película se nos presentan a los personajes principales. Eddie Jessup (magníficamente interpretado por William Hurt) es un científico ambicioso y obstinado con el pensamiento de que los átomos que componen la psique humana almacenan información a lo largo de los años, y que por lo tanto, si pudiéramos tener acceso a esta información haríamos un espectacular viaje hacia atrás a través de la evolución humana hasta descubrir de dónde venimos. Esta idea es lo único que le ronda y preocupa en la vida a este hombre, en contraposición a su mujer (Blair Brown), científica también pero deseosa de sentimientos humanos como el amor, la seguridad y la comprensión.
Al poco de comenzar la película veremos ya algunas de las imágenes psicodélicas y surrealistas que se proyectarán a lo largo del film, y en ellas veremos símbolos religiosos, símbolos como la biblia o el matrimonio que el protagonista rechaza, artificios del hombre que no tienen cabida en su mundo.
Para conseguir tener acceso a esa especie de subconsciente común de la especie humana, el cual ha de poseer información relevante sobre nuestros orígenes, nuestro protagonista deberá de sumergirse en un tanque de aislamiento, el resto de ingredientes serán la mente ávida de conocimiento y de experimentación del voluntario, y una potente droga alucinadora utilizada por chamanes mejicanos (el mensaje empírico de la película queda así patente, abogando por la utilización de drogas si es necesario por el bien de la experimentación sensorial). Sin embargo, en una de estas pruebas los resultados serán inesperados cuanto menos. continúo en el spoiler
He de decir antes de nada que sólo he visto esta pelicula una vez, por lo que mi opinión puede que varíe, aunque no es extraño en un film de estas características.
Para evitar fastidiarle la sorpresa a alguien, escribo la crítica en el spoiler.
Demencial historia sobre un científico que termina siendo su propio conejillo de indias en sus aterradores experimentos. El doctor Jessup investiga ni más ni menos que de dónde somos y a dónde vamos, a base de experimentos científicos estimulados con buenas dosis de misteriosos alucinógenos, apoyándose en la idea de que toda la Verdad está escrita en nuestra memoria molecular, sólo hay que penetrar en ella y viajar a través de una especie de realidad alternativa.
Ken Russell busca la profundidad narrativa pero se pierde en el caos y en ocasiones la cinta peca de disparatada, si bien resulta en verdad alucinante. Puede fácilmente ser considerada una película de culto y Ken Russell un Roger Corman de los 80. Ese desquicio caótico es, por otra parte, el ingrediente principal del cine psicodélico y la cinta de Russell se ajusta al subgénero con todas las de la ley. Imponente William Hurt, cuya inquietante interpretación logra redondear la película y aupar -¿excesivamente?- al propio Russell.
Aunque en comparación con muchas otras de sus obras, Altered States responda a una vertiente mucho más comercial (su elevado presupuesto fue digno de un gran blockbuster de la época), Ken Russell sigue empeñado en consagrarse como un cineasta absolutamente inclasificable con trabajos que difícilmente dejan indiferente. En este caso, es una pena que un guion con un material tan interesante acabe siendo presa de un tratamiento algo endeble y por momentos, tópico, dando una sensación final de no haber explorado con total éxito sus múltiples posibilidades.
El principal problema que juega en contra de Altered States es su indefinición en cuanto al terreno donde prefiere moverse. Sin alejarse de su carácter de la clásica pesadilla fantástica tan en boga a finales de los 70s y 80s (seguro que Cronenberg debió flipar con las transformaciones genéticas y los juegos que pergeñan aquí con la propia simbiosis del cuerpo humano), dedica un tiempo excesivo a plasmar esa cuasi tormentosa relación amorosa entre los dos protagonistas sin mucho éxito, ya que la sensación al final del film es que esta queda un tanto desdibujada y careciendo de una sola escena con garra (ella le quiere mucho, él prefiere drogarse y resetear su propio ADN, toda una tragedia matrimonial). Sin duda es en la vertiente fantaterror científica de los primeros 70 minutos cuando la película alcanza algunos de sus mejores momentos, redondeado con algunos momentos realmente inquietantes bien aderezados con unos efectos de sonido espectaculares. Una pena que remate la faena con un final indigno y sin sentido, atropellado y sumamente cursi que no hace justicia a lo visto anteriormente, y que seguramente haya sido fruto de una producción sumamente complicada como parche y solución de emergencia para finiquitar el desaguisado.
El mayor mérito de Ken Russell es codearse con el ridículo en más de una ocasión y lograr salir casi indemne de ello (los primeros planos del humanoide causa más risa que espanto), otorgando al film una dirección más que correcta a la que impregna de su sello personal, visible sobre todo en las espeluznantes visiones del protagonista. A pesar de estar mucho más atado en corto aquí que en algunos de sus anteriores trabajos, Russell consigue dejar aquí parte de su huella psicodélica y alucinada, que combina bastante bien con el carácter del film. Su mayor fortuna es contar con un actor de la talla de William Hurt, capaz de hacer creíble sin aspavientos ni excentricidades a un personaje sumamente complicado, secundado correctamente por unos buenos secundarios.
A pesar de que se olvida casi tan fácilmente como se consume, queda aquí pues una muestra más de un cineasta tan particular como tarado y que a ratos puede llegar a resultar bastante entretenida. Toda una rareza tan bien rodada como a ratos bizarra, cercana a un pastiche de numerosos elementos del ideario de un Cronenberg drogado con ciertas pretensiones bergmanianas que quedan muy en la superficie. Aunque la experiencia resulte un tanto fallida, como curiosidad no es una opción nada desdeñable.
·LO MEJOR: Algunos momentos realmente inquietantes. William Hurt.
·LO PEOR: Un final excesivamente cursi y atropellado.
Esta película nos invita a deslizarnos en un desconcertante viaje donde nuestro guía serán los alucinógenos. El motor de la película es la búsqueda del yo, de la identidad personal. Esta búsqueda es desordenada, no tiene un objeto claro y definido, al igual que el experimento que se plantean, y no parece tener una única respuesta acertada, lo que justifica el caos narrativo que emplea Russell. Para no perderse en las apariencias visuales que se nos muestran, los efectos especiales que debieron impresionar tanto en los ochenta, será necesario centrar la atención en esta búsqueda, darse cuenta de la evolución que sufre el doctor desde la más profunda religiosidad católica hasta una posición mucho más naturalista, por así decirlo, donde el hombre desciende del trono que se había creado para sí mismo y se sitúa de nuevo del lado de los animales y el resto de los seres vivos. Como entretenimiento no tiene desperdicio, sobre todo para los amantes del cine de ciencia ficción, pero es mucho más recomendable como invitación a la reflexión sobre los límites de la comprensión humana de la realidad y de sí misma.