Todos vosotros sois capitanes
Sinopsis de la película
Presentada en el Festival de Cannes en la sección Quincena de Realizadores, Todos vós sodes capitáns , del gallego Óliver Laxe, es un ensayo visual a medio camino entre el documental y la ficción, que al tiempo que retrata el Magreb relata la historia de Óliver, un profesor que propone a un grupo de niños rodar una película en Tánger.
Detalles de la película
- Titulo Original: Todos vós sodes capitáns
- Año: 2010
- Duración: 79
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes conseguir una copia de esta película en formato HD y 4K. Seguidamente te añadimos un listado de opciones de descarga activas:
Opinión de la crítica
Película
5.9
66 valoraciones en total
El camino del crecimiento del cineasta aquí es iniciada con un original y bello arranque en la personificación de la inocencia cinematográfica en el retrato de unos niños marroquíes. Hay un trazo social documentalista de ese taller de cine en una escuela de niños inadaptados en una sociedad difícil.
Esa negación inicial sobre el documental y la ficción es un juego interesante como arranque de exploración. Los personajes son personas y actores y a conveniencia. La imagen y el texto se solapan en una visión de lo que puede o no puede ser auténtico en un entorno veraz. Pero es precisamente una gran traba y perdición, en mi opinión, de la propuesta el abandono del director como entidad ficcional en pos de otro personaje que se convierte en profesor suplente, tutor y guía de ese grupo de niños en una excursión. Y más si la secuencia que lo origina es ridícula.
El director, así, pasa a ese plano detrás de la cámara y abandona la cinta bajo su mirada… pero el abandono es a la suerte de los protagonistas. Hay belleza en la escenografía natural y esos paisajes silenciosos pero también habita el tedio y el aburrimiento (como la vida misma filmada en su total y completa plenitud). Los caminos de Todos sois capitanes parecen enfocados hacía la guía abierta de Lisandro Alonso, Naomi Kawase… pero teniendo en el cine patrio la mirada de Albert Serra y el documental ficcionado de Isaki Lacuesta el filme de Óliver Laxe me resulta tan necesitado por nuestro cine como hueco en distribución, inteligente como prescindible, tan cautivador como soporífero, tan abierto a la mirada como cerrado y oblicuo en una perspectiva final.
La propuesta a priori suena bien: En Tánger, un joven cineasta (el mismo Óliver Laxe, que nació en París pero que es gallego) rueda una película junto a un grupo de niños marroquís en un taller del centro de acogida donde se encuentran. La película trata entonces de la relación de los niños con Óliver y éstos con la cámara y la actividad cinematográfica en sí.
No queda claro si es un documental, un falso-documental o una mera ficción. Los géneros de estilo y tema se diluyen al grado de crear confusión a la hora de clasificar el filme.
Desafortunadamente el estilo y el tema no es lo único que se diluye, también el interés por lo que ocurre mientras se desarrolla la película.
Todos vós sodes capitáns adolece de una enfermedad común en el arte contemporáneo: la sensación de que los autores ya no tienen gran imaginación y por hacer algo realizan escuetos experimentos fundamentados en ocurrentes y efímeras ideas que dan como resultado películas excesivamente escuálidas.
Todos vós sodes capitáns tiene sus buenos momentos en el grado en que la vida misma tiene sus buenos momentos. Pero el arte es otra cosa, o tendría que ser otra cosa.
No es que crea que no es válido filmar ciertas cosas. Sí lo es, pero mostrarlo como arte no. Creo.
Aún así he tenido la impresión de que Óliver Laxe es una persona educada y lista y será grato ver un segundo trabajo de él (este es su primer largo) para ver qué ofrece y qué tan logrado y conciso consigue hacerlo.
Todos vós sodes capitáns como idea o experimento me parece interesante, arriesgado y peculiar, pero como producto cinematográfico me parece pobre, muy pobre.
3,5.
Oliver Laxe sorprendió con su primera película en la Quincena de Realizadores, la reconocida sección paralela al Festival de Cannes, donde obtuvo en 2010 el premio FIPRESCI. No le ha servido para ser estrenada en salas comerciales, pero sí para ser objeto de atención en numerosos festivales y proyecciones en distintas ciudades. Desde luego que ésta sí que es una película digna de subvención, que no de masas. Este joven realizador gallego, de origen francés, vio en un centro de acogida de Tánger material para filmar un documental y, además, decidió hacerlo en blanco y negro.
Lejos de filmar la vida cotidiana de los chavales, ha emprendido un proyecto mucho más ambicioso, como es el de participar él mismo dentro de la película, a partir de donde comienza a mezclar la ficción con el documental. El monitor del grupo de jóvenes les anima no solamente a rodar una película, también a abrir su mente hacia el mundo del cine (o más bien el del cinematógrafo) para así conocerlo y entenderlo a la hora de que graben sus primeras imágenes. Lejos asimismo de una misión humanitaria y de un espíritu aleccionador, Laxe construye un relato que evoluciona hasta el punto de que consigue plantear claros interrogantes, plasmados en el fracaso del personaje/figura que él mismo interpreta.
Hacer la crítica de algo te aburrido, es complicado, bastante más que de lo que te gusta ¿Por qué? Porque lo que te gusta siempre es fácil de justificar pero cuándo señalas que algo no te gusta tienes que dar explicaciones y no es tan fácil. Creo que aquí puedo encontrar una (entre varias) que justifica que la nota de esta película no sea alta: mi compañero de fatigas en los mundos cinematográficos se ha aburrido, ha abierto la boca más veces de lo normal (es que nunca la abre) y ha salido diciendo que se iba a la cama. ¿Por qué pienso que ésta acción justifica el que no me gusta? Por qué él está acostumbrado a ver más cine documental, pseudo-documental o ficción documental.
Otra razón es porque sí bien la idea es buena (el mostrar que a través del cine puedes ayudar a unos niños del denominado Tercer Mundo y en riesgo de exclusión social a buscar nuevos alicientes o mostrarnos a nosotros (los culpables explotadores) que es lo que tenemos a la vuelta del Estrecho) a la mitad de la película se nos desinfla. No es porque la historia sea caótica, porque los actores-niños no sean profesionales, es una sensación de hastío que lleva a mirar el reloj en una película que no llega a los 80 minutos.
Estos niños se merecían más. Tal vez la próxima vez.
Decir que es una película-documental aburrida es quedarse corto y a la vez ser un poco injusto. Es aburrida porque la obra se pierde en no se sabe qué laberintos tangerinos para explicarnos no se sabe qué dificultades de patronato infantil. El autor quiere contarnos algo intenso, pero no sabe muy bien cómo hacerlo de una forma atractiva. Y aunque late algo de fondo que nos hacer sospechar que la obra remontará y nos hará empatizar con los muchachos, no es así, sino que va declinando de una forma tristona hacia la exasperación. No se puede decir que sea una obra mala, ni mucho menos, pero sí algo fallida.