Siete psicópatas
Sinopsis de la película
Un guionista (Colin Farrell) busca inspiración para su próximo trabajo, en el que dos excéntricos amigos (Sam Rockwell y Christopher Walken) planean secuestrar a un perro. El asunto se complica cuando el animal de compañía de un mafioso desaparece.
Detalles de la película
- Titulo Original: Seven Psychopaths
- Año: 2012
- Duración: 109
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Opinión de la crítica
Película
6.3
58 valoraciones en total
Seven Psychopaths es lo más cerca que ha estado nunca un director de capturar la esencia del cine de los hermanos Coen. El irlandés Martin McDonagh ya sorprendió al mundo con su cortometraje ganador de Oscar Six Shooter y con su primera película, la injustamente olvidada Escondidos en Brujas, con un Colin Farrell impecable acompañado por el siempre inmenso Brendan Gleeson. En esta ocasión vuelve a poner una trama criminal patas arriba utilizando los resortes de la comedia más alocada pero sin olvidarse de darle a cada personaje su importancia y peso específico, sin convertir la historia en una bufonada sin sentido. De nuevo el protagonista es Colin Farrell, un guionista que está tratando de sacar adelante un nuevo guión titulado exactamente igual que el film, Seven Psychopaths. Pronto conoceremos a cada uno de éstos al tiempo que se narra el proceso por el que pasan Farrell y el resto de personajes, creándose una especie de red realidad-ficción que es lo que hace del film algo tan excepcionalmente divertido.
Como ocurre con el cine de Quentin Tarantino, su versión serie B Guy Ritchie o los hermanos Coen, Seven Psychopaths es una película coral que recurre a numerosos rostros conocidos para crear una relación directa con el espectador que podría dedicarse a ver qué ha hecho su actor predilecto en la historia. Afortunadamente como digo todo está equilibrado, si bien el que más brilla de todo el casting sea un impecable Sam Rockwell, que se siente comodísimo en papeles de personajes extremos y casi dementes (pero al estilo salvaje, no buscando el premio de turno) como se pudo ver en filmes como La milla verde o Choke. Aquí interpreta a un psicópata amigo de Farrell que le ayudará, a su manera, a escribir su guión.
Chistopher Walken es el tercero en discordia, impecable una vez más, pero también se dejan caer por ahí Tom Waits (bastante cascado ya) o Woody Harrelson, en papeles más pequeños. Lo mejor de la película es su falta de pretensiones, el saber que no está inventando nada, lo que permite a su director llevar la historia por donde quiere sin importar el qué diran, sin abandonar -eso sí- la lógica de algunos personajes: aquí no hay transformaciones mágicas (el personaje de Farrell esquiva perfectamente el giro fácil) ni nada parecido, todo es una locura controlada que tiene su culmen en cierta secuencia fantaseada por el personaje de Rockwell que se cuenta entre lo mejorcito que ha dado el cine de este año en términos de disfrute y efectividad. Muy divertida, con personajes memorables y algunos puntos muy a tener en cuenta, McDonagh vuelve a demostrar que quien puede, debe hacer eso que tan bien se le da. Lo más cerca que ha estado un realizador de emular una película de los grandiosos Coen, ni más, ni menos, sin sacrificar el estilo y la personalidad en favor de lo bufonesco.
Como primer comentario, quiero decir que la película se puede ir a ver, porque el gran Christopher Walken, con cada frase y cada gesto, paga él sólo la entrada del cine. Los otros muchachos están muy bien también.
Las chicas del poster tienen menos tiempo en la trama que Janet Leigh en Psicosis, no sé como les dió la cara para que las hagan figurar como protagonistas. Sam Rockwell le hace un comentario sobre esto a Colin Farrell, en una de las tantas auto-referencias del guión.
Como segundo comentario, decir que la conversación inicial entre los dos matones sobre si a Dillinger o al personaje del Padrino le pegaron un balazo en el ojo , es un intento tan asquerosamente obvio -y fallido- de reproducir el efecto de un diálogo tarantiniano , que me dio un poco de verguenza ajena.
La idea – y esto no es un spoiler porque queda claro desde los comienzos para cualquiera que tenga más de dos dedos de frente – es que Marty, el personaje de Farrell, es un alter ego del director/guionista Martin McDonagh, que comienza a escribir un guión inspirado por un título cool que se le ocurrió, Siete Psicópatas , pero no sabe de que tratará la historia ni como comenzarla. Muy probablemente, McDonagh refleja lo mismo que le pasaba a él cuando comenzó a escribir esto. Re-original, no se hizo nunca algo parecido (8 1/2, la Dama en el Agua, All That Jazz).
No pasan muchos minutos de metraje hasta que el espectador que pagó la entrada esperando una de tiros y chistes, comienza a darse cuenta de que está ante uno de esos pretenciosos experimentos de meta-cine , donde la peli que estas viendo es la misma que el personaje principal está escribiendo.
Hablando de copia a Tarantino, ¿Vieron esos momentos de muertes violentas sorpresa, como el tiro por error de Travolta en Pulp Fiction o el exabrupto furioso de De Niro en Jackie Brown? Bueno, esta película tiene uno asi CADA DIEZ PUTÍSIMOS MINUTOS. La peli se podría haber titulado El Show de las Muertes Violentas e Inesperadas .
Martin, querido, si abusas del recurso, se vuelve muy molesto y pierde la gracia. Al final yo ya estaba esperando que el perrito Shih Tzu de Woody Harrelson, de golpe y sin avisar, le saltara a la yugular al conejito de Tom Waits y lo degollara a colmillazo limpio, porque era la única escena que le faltaba a esta película.
No se si le salió sin querer a McDonagh o era otro de los comentarios auto-referenciales brutalmente sinceros, pero uno de los personajes a mitad de la peli dice algo así como los psicópatas son personajes que nos caen bien a todos, pero al final empiezan a cansar .
Sí, macho, nos leiste la mente a los que estabamos en el cine.
Mirála si querés disfrutar de los actores, están muy bien. Y nos leemos en la próxima crítica. Saludillos.
Marty (Colin Farrell) es un guionista tópico de Hollywood: tirao, en crisis creativa, y viviendo bajo el sol californiano lo mejor que puede. Tiene un guión en mente y en proceso, que se llama Siete psicópatas y, además del título, tiene a uno de los psicópatas ya perfilado. Pero no se le ocurren muchas más cosas, por lo que su buen amigo Billy (Sam Rockwell) le ofrece ayuda. Billy es amigo también de Hans (Christopher Walken), y se ganan la vida secuestrando perritos para luego cobrar la recompensa de sus adinerados y entristecidos dueños. Es un negocio un poco arriesgado, aunque les proporciona la liquidez que necesitan para sus vicios y problemas. Pero, por casualidades de la vida, acaban secuestrando a un chucho que es el ojito derecho de Charlie (Woody Harrelson) un mafioso bastante desquiciado que hará lo que haga falta para recuperar a su mascota.
Marty sigue buscando su inspiración para una historia que le va pasando delante de los ojos, metiéndose inconscientemente en problemas que jamás habría imaginado ni para escribir sobre ellos, pero a los que sus compañeros de aventuras parecen estar un poco mejor preparados. No es que se deje llevar, es que la historia es tan potente que lo arrastra, así como arrastra a los que estamos disfrutando de ella desde una posición más cómoda delante de la pantalla.
Farrell encaja bien los golpes que le dan a su personaje, mientras Walken y Rockwell, cada uno a su manera, intentan dirigir los acontecimientos a su manera, que no es otra que una vis cachonda muy acertada para el tono de la película. Qué decir de Harrelson, cuya cara parece estar hecha a medida para un tipo como Charlie. No hace falta que nos intentemos creer que alguien puede ser así. Seguramente Woody Harrelson sea alguien igualmente excéntrico y exagerado, aunque espero que dentro de la legalidad.
La aparición de distintos psicópatas, variopintos y con genialidades, como el hombre del sombrero encarnado por Harry Dean Stanton, sólo podría funcionar con una narración tan bien llevada como la de esta película, en la que el director y guionista, Martin McDonagh, mantiene en buen nivel el listón que ya puso anteriormente con Escondidos en Brujas.
Tal vez no sea la típica película para el gran público palomitero, pero el reclamo de su gran reparto y la original premisa sobre la que parte, hacen que merezca la pena, cuando menos, dejarse enganchar por ella.
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Tras su divertidísima Escondidos en Brujas, todo buen cinéfilo esperaba el nuevo proyecto de Martin McDonagh como agua de Mayo. Y hay que decir que la espera se ha hecho larga, ya que han tenido que pasar más de cuatro años para ver su nuevo material, y más tras ver su cast y sus primeros trailers, que prometían un divertimento puro y duro que lamentablemente no ha acabado cumpliéndose.
La cinta es una comedia negra bastante alocada que nos cuenta la vida de un guionista de Hollywood sin inspiración (C. Farrell) que en busca de ideas para su nuevo trabajo se pone en contacto con un amigo suyo (un Sam Rockwell pasadísimo de vueltas) que se gana la vida con pequeños hurtos para acompañarle en una de sus peripecias, ya que el guión que está preparando se va a llamar Siete psicópatas. Lo que no sabe es que se va a meter de lleno en una trama criminal por culpa de que su amigo, que ha robado el perro de un peligroso mafioso (un Woody Harrelson en su salsa) y que va a hacer todo lo posible para recuperarlo. Intentar esquivar al mafioso va a ser su principal problema a partir de ese momento, y para ello contarán con la ayuda del socio del personaje de Sam Rockwell, un inquitante personaje protagonizado por el gran Christopher Walkern.
Todo este intrincado está repleto de sangre y mucho humor negro, un humor que unas veces funciona y otras no, ya que si bien hay toques bastante divertidos como las meta referencias sobre el papel de las mujeres en la cinta y su inclusión el el cartel promocional, o como cuando descubrimos que fue Tom Waits el que mató al mítico serial killer Zodiac (¡!), el conjunto acaba siendo un batiburrillo de escenas sin mucho sentido que más bien parecen un refrito de otras películas como las del inefable Guy Ritchie. Aunque eso sí, mucho mejor rodadas, ya que la propuesta visual de Martin McDonagh es de lo más atractiva.
Siete psicópatas sabe jugar la baza de sus actores, todos geniales excepto un cada vez más soso Colin Farrell que necesita como el comer un proyecto en el que pueda reivindicarse (en sus últimos trabajos parece de lo más despistado), pero que falla en el guión, un guión sin chica que te deja una sensación de deja vu permanente. No me atrevería a decir que es una cinta fallida, pero tampoco va más allá de ser una película correcta y eso sí, bastante entretenida. Quizá las expectativas que tenía con Martin McDonagh eran muy altas y por eso juzgo a su obra con demasiada severidad, pero es lo que pasa cuando sabes que detrás de lo que has visto hay mucho más talento del que te han mostrado, es más, lo hay de sobras.
PD: Recuperad si podéis su anterior cinta Escondidos en Brujas y entenderéis mejor mi desilusión al ver Siete psicópatas.
Lo mejor: Lo desatados que están Sam Rockwell y el siempre enorme Woody Harrelson.
Lo peor: Que no pase de ser una cinta correcta con cierto aroma a deja vu.
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He visto el film dos veces, la primera en V.O. y la segunda doblado. Las voces han perdido toda su fuerza de la V.O. al ser dobladas (lo más habitual…), pero el film sigue siendo igual de interesante, imaginativo, y una delicia interpretativa.
Nunca he sido muy simpatizante de Farrell, y no hubiera apostado por él con un personaje de comedia con ciertos tips exagerados, pero me rindo a la evidencia, porque lo ha bordado.
Rockwell pese al histrionismo de su papel, se mueve con la genialidad justa para que el espectador no lo rechace, sino que hasta desarrolle cierta empatía inevitable con su locura.
Y Walken, qué decir de Walken. Pese a su limitación física, con ese rostro intrigante de eterno caballero pálido fantasma, consigue llegar al espectador y transmitir su simpatía canallezca, su desequilibrio y dudas emocionales y vitales, y es de lo mejorcito de toda la historia.
Todos en conjunto, en una inteligente trama, disparatada, al estilo de los Coen, y violenta, el estilo Tarantino, consiguen enredarnos la mente y el ánimo en el devenir de los personajes, en conocer su destino final como grandes perdedores de la vida.
Algunos pasajes, como los del desierto, consiguen ser hasta hermosos y reflexivos (el score también ayuda en esa tarea), y digo yo, que una historia cinematográfica que te divierte, bien interpretada, y hasta con sus momentos de reflexión y de originalidad, pues que para mí, excelente. Porque la originalidad y la diversión desgraciadamente están muy reñidas con el cine contemporáneo.