Sentencia para un Dandy
Sinopsis de la película
Alexander Eberlin (Harvey), un insignificante agente del Servicio de Inteligencia Británico, es, en realidad, un espía ruso llamado Krasnevin. Cuando Fraser (Harry Andrews), el jefe del Servicio de Inteligencia Británico, se entera, encarga a sus hombres la misión de acabar con él. Gatiss (Tom Courtenay), un asesino despiadado que desprecia a Eberlin pero que no conoce su secreto, se convierte en su aliado. Cuando el contacto ruso de Eberlin es asesinado por orden de Sobakevich, el jefe del Servicio de Inteligencia Ruso, Eberlin intenta escapar a Moscú pasando por Berlín Oeste. Una vez allí, descubre que no tiene a quien recurrir. Incluso duda de Caroline (Mia Farrow), una alocada londinense con quien mantiene una relación.
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Anthony Mann murió antes de acabar el rodaje y fue sustituido por Laurence Harvey, el propio protagonista de este thriller de espías situado en Berlín. Un agente doble ruso, infiltrado durante los últimos 18 años como un espía británico, encuentra que su petición de regresar a casa ha sido denegada. Además todo se complica cuando la inteligencia británica le asigna la eliminación de su contraparte ruso, que es su amigo.
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Detalles de la película
- Titulo Original: A Dandy in Aspic
- Año: 1968
- Duración: 107
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Opinión de la crítica
5.8
76 valoraciones en total
La trama es más o menos interesante, aunque no siempre se entiende con facilidad.
Pero el conjunto de la película se ha quedado pobre. Los personajes resultan estereotipados. Y, lo que es más importante, carece del dinamismo frenético y de la magnificencia y glamour a la que nos ha acostumbrado las películas de James Bond.
Soy cinéfilo y escritor de novelas, las cuales muestran una cierta influencia cinematográfica. Filmaffinitty es un punto de referencia para todo aficionado al cine, a pesar de que opiniones las hay como estrellas en el firmamento. De buena a mala, o simplemente pasable, la película que nos ocupa merece el calificativo de: REGULAR.
A pesar del patente hieratismo del gran Laurence Harvey en la mayoría de sus interpretaciones, no puede decirse que sea un mal actor, todo lo contrario, era un hombre con muchas tablas, amigo de Orson Welles, con el que rodó algunas películas. Su registro era el idóneo para su soberbia actuación en «El mensajero del miedo». En esta ocasión la película se torna farragosa ya en sus comienzos, y dicha condición no abandona la historia a lo largo del metraje. La obviedad de que las cintas de espionaje tienden a menudo a la confusión, aquí tiene nombre propio. Tal vez se deba a que la inesperada muerte de su director, Anthony Mann, durante el rodaje, haya creado algún tipo de conflicto creativo. La historia cuenta que fue el propio protagonista quien se hizo cargo del rodaje de las escenas que faltaban. Este malestar podría haberse trasladado a la sala de montaje. Sea lo que fuere, lo cierto es que la película no acaba de despegar y nos lleva en volandas de allá para acá sin acaparar nuestro interés, rechazando más bien al espectador, e imposibilitado seguir las peripecias de este nefasto espía.
Con un argumento que está bien conseguido y algunos buenos diálogos Sentencia para un dandy o traduciendo el título original -Un dandy en gelatina- es una película de espias en plena guerra fría.
No sé si porque el director Anthony Mann murió durante el rodaje, de un ataque al corazón, y quizá no estaba en plenas facultades, el caso es, que la película carece de toda inspiración en cuanto a dirección, parece un trabajo de encargo, lleno de tópicos y escenas mal planteadas y peor resueltas. Así como de esa fea costumbre provinciana que consistía en rodar películas en escenarios extranjeros subrayando por encima de todo su aspecto turístico y no cinematográfico. Por ejemplo, la innecesaria secuencia del encuentro en el restaurante mirador. Aunque también y curiosamente, ahora, sirva para dar cierta visión de cómo se vivía la división entre el Berlín occidental del oriental.
Laurance Harvey en esta película está horroroso como actor y con un tupé sencillamente infame. Visto ahora, no sabemos si su forma de actuar es la de un frío agente o la de una homosexualidad latente. El personaje de Mia Farrow imitando físicamente a la modelo Twiggy es fruto de la supuesta deselvoltura del momento, pero acentúa más el aspecto anterior. Tendré que pensar en si busco otro trabajo del actor que lo redima de esta opinión.
http://cinequeveo2.blogspot.com.es/2011/04/sentencia-para-un-dandy-1968.html
Último largometraje de Anthony Mann, en el que interviene como director y productor. Muere durante el rodaje y es sustituido por Laurence Harvey (no acreditado). Se basa en la novela A Dandy In Aspic (1966), de Derek Marlowe, que escribe el guión. Rodada en panavisión en Londres y Berlín, en marzo/abril de 1967, se estrena el 2-IV-1968 (EEUU).
La acción tiene lugar en Londres y Berlín, en 1967, a lo largo de unas pocas semanas. El elegante Alexander Eberlin (Laurence Harvey) trabaja como modesto agente del Servicio de Inteligencia del RU. Tras el asesinato sucesivo de 3 agentes británicos, Fraser (Harry Andrews), jefe del Servicio, le encomienda la misión de identificar y asesinar a un agente soviético infiltrado sospechoso de los crímenes, del que sólo se conoce el apellido, Krasnevin. Se cree que corresponde al agente Pavel.
La película desarrolla un relato de agentes dobles, falsas identidades y dudosas lealtades, que introduce en una trama densa y turbia de dudas y suspense. La obra muestra la dureza del trabajo del espía, su sometimiento a órdenes inapelables, la desatención de sus iniciativas y solicitudes de relevo, la soledad que le envuelve, la larga duración de sus servicios (el protagonista lleva 18 años en activo), la crueldad de sus intervenciones y la necesidad psicológica de recuperar la propia identidad. El espía es manejado como una marioneta de guiñol, al albur de los vaivenes que experimentan los intereses políticos del país al que sirve. El film contrapone la imagen realista y veraz del agente a las fantasías imaginarias y engañosas de James Bond, sus imitaciones y parodias. Se sitúa, al respecto, junto a El espía que surgió del frío (1965) y otros films. La interpretación de Harvey dota al personaje de la frialdad estremecedora que le corresponde. El guión revela muy pronto la condición de doble agente de Eberlin, con el propósito de elevar el nivel de intriga y el tono dramático del relato. La narración está constuida con buen pulso, eficacia y correcta administración del crescendo y el misterio.
La música, de Quincy Jones ( El prestamista , 1964), se basa en una partitura original que incluye acertadas melodías disonantes, de tensión e intriga, a cargo de una orquesta de metal. La fotografía, de Christopher Challis ( Dos en la carretera , 1967), acentúa el pseso de los tonos oscuros (marrones, azul marino, verdes y negros), que estructuran la composición, dan solidez al dibujo y confieren fuerza y calidad plástica a la imagen. Los contrastes claros son de colores cálidos suaves (cremas, ocres), con abundancia de atmósferas brumosas e iluminaciones intensas de fondo. El efecto visual se aproxima al del cine negro americano clásico.
Digna despedida del admirado Anthony Mann, realizador de obras memorables ( westerns , cine negro, cine bélico, suspense y drama), como El hombre del Oeste (1958), La colina de los diablos de acero (1957), La puerta del diablo (1950), Horizontes lejanos (1952) y otras.
Interesante película de espías, Sentencia para un dandy , dirigida por Anthony Mann y, tras el fallecimiento de éste en pleno rodaje, por el propio protagonista, el lituano-sudafricano-británico Laurence Harvey, es una obra curiosa que aprovecha el auge del cine de espias de la década de los años 60 para situarse en una perspectiva no sé si marginal, pero sí diferente, que se aleja del glamour y la superficialidad dramática de la saga de James Bond para apostar por una mayor dosis de realismo, de sordidez y de pesimismo.
En efecto, la trama se centra no en un héroe sino más bien en un antihéroe, que es un agente doble (Harvey) que se ve rodeado de soledad y de amenazas, y no cuenta con mucha ayuda por parte de ninguno de los dos bandos que le pagan. En el fondo, hay una reflexión sobre la identidad y la voluntad personal en torno a un personaje protagonista que es, en fin, como la marioneta de los estupendos créditos iniciales, que resumen, de manera figurada, la historia de este largometraje. Podría haberse sacado más partido de la vida de un hombre que simula lo que no es, y que esconde su verdadera identidad: un hombre marcado por la simulación, el engaño y la mentira.
Harvey, con su tupé, su pajarita y sus trajes, no sólo es un dandy sino que parece la versión cinematográfica de Anacleto, agente secreto , y aborda con profesionalidad un personaje envuelto en una moral turbia y ambigua, como ya había hecho en otros de sus trabajos en el cine. En cambio, el personaje de Mia Farrow es un pegote, y no aporta nada a la historia. Destaca un plano en el que vemos de refilón la portada de un disco del entonces marido de Mia Farrow, Frank Sinatra. La banda sonora es buena, pero, en conjunto, no es un título que consiguiese cerrar, con los honores que se merecía, la carrera del estadounidense Anthony Mann.