Red Army. La guerra fría sobre el hielo
Sinopsis de la película
Documental que narra los destinos cruzados de la Unión Soviética y del equipo de hockey sobre hielo conocido como El ejército rojo : una dinastía única en la historia del deporte. El ex-capitán del equipo, Slava Fetisov, evoca su trayectoria fuera de lo común: primero adulado como un héroe nacional y luego condenado como enemigo político. Ese Ejército rojo es uno de los protagonistas de la historia social, cultural y política de su país: al igual que la URSS, pasa por una época de grandeza y luego llega la decadencia, y finalmente los cambios que trae la Rusia contemporánea. Red Army , presentado por Werner Herzog y el productor Jerry Weintraub, cuenta la extraordinaria historia de la Guerra fría sobre el hielo y la vida de un hombre que se atrevió a enfrentarse al sistema soviético.
Detalles de la película
- Titulo Original: Red Army
- Año: 2014
- Duración: 81
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes descargarte una copia de esta película en formato HD y 4K. A continuación te citamos un listado de posibilidades de descarga activas:
Opinión de la crítica
7.3
69 valoraciones en total
Cualquiera que posea mínimas nociones sobre el hockey sobre hielo, se dará cuenta de que es uno de los deportes colectivos más atractivos que existen. La cima internacional a nivel competitivo se encuentra en la NHL, la liga profesional de Norteamérica, más o menos como sucede con el baloncesto y la NBA, el sueño de todo jugador del mundo es formar parte de esa competición. Pero, como sucede también en otros deportes, aunque la mejor liga del mundo sea norteamericana, eso no significa que los mejores jugadores provengan de allí. Al contrario, si existió alguna vez una escuadra que se pudiera calificar como mejor equipo del mundo, se encontraba en la Unión Soviética de los 80.
Red Army es un documental a cargo del estadounidense de origen ruso Gabe Polsky, que pretende narrar el auge del hockey sobre hielo en la URSS y su evolución hasta la desaparición del Telón de Acero a través del quinteto que revolucionó este deporte, los que serían conocidos como Russian Five: Vladimir Krutov, Igor Larionov, Sergei Makarov, Alexei Kasatonov y, por encima de ellos, Viacheslav Fetisov, alma máter del equipo y protagonista de este documental. En efecto, la obra tiene como indiscutible eje la figura de uno de los más importantes jugadores de hockey que haya habido en la historia, ya no sólo por su calidad en la pista sino por lo que significó a nivel sociopolítico.
La cinta nos desgrana los comienzos de Fetisov en el deporte y, por extensión, el germen del que sería un equipo de leyenda. Una evolución que siguió los pasos del país, desde el orden de los 60 y los 70 pasando por la crisis de los 80 hasta acabar en Gorbachov y el derrumbe definitivo del bloque soviético. Pero Polsky no pretende dedicarse a hacer política, sino que se centra en el desarrollo del mencionado equipo. Para que alguien lo entienda, la URSS en los años 80 era al hockey algo muy parecido a lo que recientemente vimos con el Barça de Pep Guardiola en el fútbol: unos hombres que se compenetraban de maravilla, que mascaban la jugada con virguerías y pases frente a la portería dejando atónitos a los rivales hasta que alguno decidía anotarse el tanto, un grupo que evitaba el contacto físico y se dedicaba exclusivamente a practicar el deporte de la manera más bella posible. Eso sí, la diferencia entre ambos equipos a nivel de dominio es apabullante, ya que la hegemonía de ese dream team soviético en el hockey duró una década.
Sin embargo, es inevitable para Polsky mencionar el peso que la esfera política tuvo sobre el deporte. En esa época, era muy goloso disfrutar de cualquier apartado que significara una victoria sobre el otro bloque, por muy apartado del terreno militar que estuviese. El KGB pronto se metió en el hockey hasta llegar al banquillo, lo que endureció sobremanera las condiciones de vida de los integrantes del equipo hasta provocar mucha división entre un grupo que parecía cohesionado hasta la muerte.
A nivel cinematográfico, Red Army se nutre de muchos recursos documentalistas que enriquecen su calidad. Combina entrevistas a protagonistas que vivieron la acción de cerca (jugadores, entrenadores, familiares, periodistas, hasta un ex miembro del KGB) con muy buen material de archivo (sospecho que con alguna reconstrucción de por medio, lo cual no le quita un ápice de validez) y algún recurso visual copiando la estética tradicional rusa. El resultado final se merece una ovación, ya que Polsky sabe armonizar todos esos elementos para que la historia avance de forma certera, sin que ningún espectador se pueda perder por el camino por mucho desconocimiento del hockey que tenga, con momentos de risa y momentos de emoción, que enseña a la vez que entretiene, con un valor histórico considerable.
Antes de ver Red Army, parecía que los 76 minutos se iban a quedar muy cortos. Pero Polsky sabe sintetizar todo su material de tal manera que el metraje se puede calificar como óptimo. No hay ningún momento de receso, en todo momento se palpa que la narración evoluciona. Parecía tan fácil para cualquier amante del deporte quedarse prendado de este documental que la línea entre complacencia y decepción era muy fina, pero finalmente se termina confirmando como un trabajo más que satisfactorio. Por supuesto, también es recomendable para aquellos que no disfrutan tanto viendo deporte, ya que la historia de cómo unos hombres supieron extraer belleza de un país que sólo les otorgaba oscurantismo trasciende cualquier consideración deportiva.
Álvaro Casanova – @Alvcasanova
Crítica para http://www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
Apasionante documental sobre el deporte soviético como metáfora de un modo de vida ya extinto y las consecuencias que tuvo el cambio de régimen en las vidas de las personas educadas en el sistema ya derogado, con un narrador que derrocha personalidad y carisma. La dirección toma algunas decisiones discutibles, como el empleo de música en ciertas escenas para sugerir un exagerado dramatismo, cierta manipulación para que la historia encaje en los cánones clásicos de presentación, nudo y desenlace (con la omisión del análisis de acontecimientos y períodos de tiempo cruciales), con un villano al uso y triunfo final redentor, pero el material es tan fascinante que apenas importa. Las escenas de los partidos del equipo soviético de hockey son una delicia artístico incluso para profanos en este deporte.
La facilidad de hacer propias las victorias ajenas alcanza su máximo exponente con el deporte. No solo es esa satisfacción pasiva la que se propaga por la sociedad cuando gana el equipo predilecto, sino que esos grupos de deportistas pueden tener un significado mucho mayor, incluso político.
Esa estrecha relación entre la política y el deporte está reflejada en el documental ‘Red Army’, en el que el director Gabe Polsky analiza a la implacable selección soviética de hockey, que se impuso como el mejor equipo en ese deporte durante la Guerra Fría. No nos encontramos ante un simple documental de logros deportivos, sino que su importancia radica en cómo ese equipo era un arma de un gobierno prácticamente rechazado por el resto del mundo y que necesitaba reafirmarse entre sus ciudadanos. La sociedad de la Unión Soviética sentiría que los valores defendidos por su gobierno de verdad tenían significado -a pesar de las carencias existentes y de los apuros sociales y económicos- al ver que el emblema de ese esfuerzo infatigable, representado por un equipo de hockey aparentemente sin fisuras, realmente obtenía los resultados prometidos.
La evolución de ese equipo que logró imponerse a nivel mundial no puede separarse del desarrollo de la última década de la Guerra Fría. Polsky cuenta con un guía de lujo para mostrar al público la situación de la selección de hockey que marcó un antes y un después en ese deporte, ese narrador es Viacheslav Fetisov, que durante años fue el capitán y la figura más representativa de aquel equipo. Tal es la influencia de estas figuras deportivas en la sociedad que Fetisov fue nombrado Ministro de Deporte por Vladimir Putin en 2002, por lo que la relevancia del Red Army en la Unión Soviética sigue teniendo su repercusión en la Rusia actual. Fetisov repasa junto a Polsky la trayectoria del equipo desde sus comienzos, no centrándose solo en lo deportivo sino también en lo personal. Los duros e incesantes entrenamientos impedían que los componentes del equipo pudieran pensar en otra cosa que no fuera el hockey, tratando de suprimir sus vidas personales al tenerles prácticamente aislados durante la mayor parte del tiempo. El éxito que lograron les llevó a ser reconocidos, pero no les dio libertad, ya que el insaciable gobierno del país que representaban veía en ellos la mejor baza para demostrar su poder ante el resto del mundo.
Pero ese poder estaba entrando en decadencia en los últimos años del enfrentamiento encubierto de la Guerra Fría. En el documental vemos cómo los deportistas rusos veían limitadas sus posibilidades de incorporarse a la liga americana, ya que eso se comprendía como una traición, por lo que resulta interesante ver ese proceso en el que unos ambiciosos y exitosos deportistas no tenían la posibilidad de decidir sobre su propio futuro, y cómo las tentaciones de escapar a un estilo de vida diferente en el continente vecino se iban incrementando a medida que el enfrentamiento entre ambos países estaba más cerca de su resolución al disolverse la Unión Soviética en 1991.
Al no centrarse únicamente en el hockey, Polsky plasma algo mucho más interesante. No solo se refleja el éxito de una selección que mostró al mundo un nuevo estilo de juego, sino todo aquello que venía después de levantar los trofeos y el exigente proceso por el que tuvieron que pasar para alzarse con ellos. La breve duración de la película, que no alcanza los ochenta minutos, y la narración tan bien estructurada, logran que sea certera y concisa y que en ningún momento se pierda el ritmo. Además no está todo centrado en el punto de vista de Fetisov, sino que se intenta abarcar a todo el equipo con varios puntos de vista de sus componentes y cada uno entiende de una manera diferente esos años repletos de gloria y restricciones.
Sinceramente el hockey nunca me ha interesado, pero ‘Red Army’ trasciende al deporte, creando un retrato de una sociedad reprimida que se mira en el espejo de un laureado equipo que, a pesar de estar tan sometidos como el resto de ciudadanos, sirven de inspiración para todo un país, a la vez que son útiles para abastecer a su gobierno de un nuevo mecanismo de control para subrayar sus fronteras.
Muy interesante documental, irónico y profundo, suavemente te lleva al huerto del Hockey y la Historia.
– El deporte de alta competición como propaganda, como demostración del éxito de un país, de su idiosincrasia y política. Y, por ello, una forma de degradación, de transformar el juego, el arte , el placer, en una cosa agonística, extrema, sufridora, en una suerte de martirologio moderno.
– La nostalgia de aquellos maravillosos años. Cuando había dos bandos claramente diferenciados que luchaban por el dominio del mundo. Cuando todavía creíamos en el maniqueísmo y sobrevivía la esperanza de que triunfase el bien, los nuestros (los que fueran, -casi- que daba igual).
La CCCP con su halo mítico, terrible (entre siniestro y admirable) y, finalmente, pop, comercial y añorado. De Stalin a la Perestroika a Putin, cambiarlo todo para… De la amenaza siberiana a la desconfianza americana a la vuelta al hogar (el que sea, en lo que se haya convertido, que no se sabe muy bien lo que es).
– Narración mítica, como un pasaje bíblico, un drama shakespereano o una saga legendaria. Un padre bueno (Tarasov), el creativo, el artista, el líder positivo, un padre malo (Tikhonov), el hombre del régimen, el burócrata y cruel, el ogro, poli bueno, poli malo, y la madre Rusia, cómo no. Con cuatro hijos buenos, una hermandad del triunfo, Larionov, Krutov, Makarov y Fetisov, y un traidor, Kasatonov, el gran amigo que vende al héroe, al narrador y protagonista, resistente y vencedor ante el monstruo comunista.
– El derrumbe. Del comunismo. La caída del muro, la Perestroika y el fin del sueño igualitario. La derrota definitiva ante el capitalismo.
– La Historia. De los últimos cuarenta años en Rusia. Con sus muchos vaivenes y grandes contradicciones.
– La vida. De la juventud, relativamente feliz (enclaustrada pero muy victoriosa), a la madurez compleja y desencantada.
Toca muchos asuntos con ligereza y largo alcance, con cierto humor al principio y más seriedad al final, sin exagerar, con una mirada crítica y neutral.
Dirigido por Gabe Polsky y auspiciada por Werner Herzog, que hace de productor ejecutivo, Red Army nos hace bucear por la historia para mostrarnos la vida, en plena Guerra Fría, de unos laureados deportistas, referentes del deporte soviético en aquellos años en los que ganar una medalla olímpica era dar una bofetada a sus enemigos políticos.
Bajo la tutela del entrenador, Anatoly Tarasov, auténtico ideólogo del hockey sobre hielo, se formó un equipo deslumbrante, que maravillaba en todos aquellos países en los que competía, para gloria de la URSS. Especialmente brillantes eran cinco jugadores que se conocieron como los cinco rusos: Vyacheslav Fetisov, Sergei Makarov, Alexei Kasatonov, Vladimir Krutov e Igor Larionov. Ellos revolucionaron el hockey, que era un deporte en el que predominaba la fuerza y la violencia, y lo transformaron en algo bello, creativo, en el que primaba la técnica colectiva, como si de un ballet se tratara.
Todo cambia cuando Tarasov es destituido como entrenador, y se nombra a Tikhonov como nuevo responsable del equipo. Sus métodos espartanos hacen que el equipo gane, pero sus jugadores no son felices. Fetisov y sus compañeros empiezan a cuestionar los métodos de Tikhonov y a pensar seriamente en abandonar la URSS ante las ofertas que les llegan de los grandes equipos americanos. Pero claro, eso en la era soviética era alta traición.
El documental nos muestra el modo en que el deporte de alta competición se empleaba como propaganda política en aquellos años. Era una auténtica guerra, con atletas en lugar de soldados, y una pista de hielo como campo de batalla. Chicos que empezaban jugando por placer, por disfrutar del juego, terminaban haciéndolo como un servicio a la patria, por lo que no había nada de lúdico en su hockey. Tenían que ganar por su país, por su estilo de vida, por su modelo político. Demasiada responsabilidad. A pesar de lo cual, cuando esos cinco fenómenos se juntaban, se multiplicaban sus talentos y las jugadas que realizaban eran un auténtico espectáculo.
Esos hombres vivían en un régimen casi militar, de entrenamientos continuos, sin más recompensa que el cumplimiento del deber. Además, cada vez que salían a jugar a Occidente veían que jugadores mucho menos buenos que ellos ganaban dinero, tenían coches, casas, ropa cara, y ellos se volvían a la URSS, a sus vidas cuadriculadas, sin posibilidad de mejorar.
El documental es apasionante para aquellos que, como yo, les interesa el tema. Ver cómo amenazaban con mandar a Siberia a aquel que se saliera del tiesto, esas paradas militares y demostraciones que recuerdan a lo de Hitler en los años 30, escuchar a los que vivieron esos años allí, en pleno corazón del deporte soviético, con una mezcla de nostalgia y vergüenza… para mí ha sido una gran experiencia, sin duda.
Genial la parte en la que un antiguo miembro de la KGB cuenta el modo en que se hacían las cosas en esos años mientras su nieta está zascandileando por ahí acaparando la atención de la cámara.
Polsky mezcla con acierto las entrevistas a los jugadores, familiares y gente que vivió en primera persona los acontecimientos con maravillosas imágenes de archivo, que dicen más que las palabras, en las que se puede apreciar con precisión cómo eran las cosas en la Unión Soviética en esos años.
La historia se sigue con absoluta facilidad, independientemente del conocimiento que se tenga del hockey sobre hielo (yo no tengo ninguno, y lo he disfrutado a tope), puesto que lo que prima es el valor histórico y cultural de lo que vemos en la pantalla. Además, Polsky lo narra de un modo magistral, añadiendo momentos de humor y otros de emoción, que hace que sigamos la historia con atención y que se nos hagan extremadamente cortos los apenas 80 minutos que dura el documental.
Red Army me parece tremendamente interesante, instructiva y amena. Un documental dinámico y apasionante que nos traslada a un tiempo histórico e irrepetible, nos hace pensar y aprender, y además nos entretiene. ¿Qué más se puede pedir?
https://keizzine.wordpress.com/