Purgatorio heroico
Sinopsis de la película
Rikiya Shoda es un ingeniero que trabaja en la Agencia Atómica de Japón, tras estudiar varios años en la MIT. Está trabajando en un proyecto que pretende crear rayos láser. Un día, su mujer Nanako, regresa a casa con una adolescente perdida llamado Ayu. Un hombre, que dice ser el padre de Ayu, viene para llevársela, pero ella insiste en decir que sus padres son Rikiya y Nanako. Una vez la chica entra en su pacífica vida, Rikiya empieza a recordar su juventud, cuando era una activista revolucionaria.
Detalles de la película
- Titulo Original: Rengoku eroica (Heroic Purgatory)
- Año: 1970
- Duración: 118
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Opinión de la crítica
Película
6.9
27 valoraciones en total
Estamos ante una de esas películas profundamente irritantes en cuanto a su argumento. Nada tiene el menor sentido. Si acaso unas mínimas historias que intentan dar un cierto esqueleto a las imágenes, verdaderas protagonistas del film. Porque es en la apuesta estética donde la película es coherente. Hay una continuidad de estilo caracterizado por un movimiento continuo de la cámara, planos con encuadres poco convencionales y un deleite por mostrar el cuerpo femenino,, encarnado en mujeres cuyo atractivo es uno de los puntos más atrayentes del film.
Una vez comprendes que estás perdido ya dejas de estarlo…puedes regresar de donde viniste, incluso puedes preguntar el camino de vuelta. Se puede decir entonces que te diriges a un claro destino… .
Años 70, el cine entra en un periodo de renovación que tendrá en su punto de mira lo político. En Japón los encargados de remover conciencias en la Nueva Ola prosiguen con su tendencia y se vuelven aún más radicales, desde el punto de vista formal y estético y el narrativo, caso de Oshima, Ito o Shinoda, mientras nuevas voces también se hacen notar en este sentido (Wakamatsu, Adachi, Jissoji, Kuroki), con la excelente Eros y Masacre , Yoshishige Yoshida inicia su etapa más comprometida, el primer paso de una Trilogía del Radicalismo con la que expondrá esas reflexiones de algún modo siempre presentes en sus trabajos.
Empieza entonces la década con Purgatorio Heroico , que escribe otra vez junto al autor Masahiro Yamada, de fuertes ideales izquierdistas, como él desde su juventud, pero aun enmarcadas en una trilogía distinguida por su uso de lo político en lugar de lo personal como proyector de los terrores e incapacidades del ser humano, esta segunda pieza se desliga de sus compañeras. Con la Art Theatre Guild respaldándole, Yoshida puede exponer lo que piensa sin atenerse a normas de ningún tipo, porque su obra nos embauca hábilmente durante un primer tramo, capturando nuestra atención a raíz de un hecho violento e inesperado: el intento de suicidio de una chica, Ayu, en el interior de un centro científico.
Una mujer mira, la sensacional Mariko Okada disfrazada de Nanako, la única persona que muestra algún interés verdadero y remordimiento por lo sucedido. Aun manteniendo una estructura argumental difícil pero legible durante sus primeros veinte minutos, ésta empieza a acumular los diferentes símbolos y pistas que servirán de resortes para acciones futuras, esta Ayu declara estar perdida, y el diálogo que mantiene con el doctor que la asiste (descrito al principio) es fundamental para entender el nivel de inestabilidad existencial que nos va a plantear Yoshida.
Mientras tanto éste sigue desarrollando su historia en un espacio donde reina el vacío, creado mediante formaciones asimétricas y líneas correlativas que finalizan en arquitecturas solitarias y claustrofóbicas. Un espacio devorado por la luz, nunca la saturación fue tan blanca para Yoshida, y del mismo modo que en los interiores sucede en ese exterior que revela un Japón apocalíptico, cubierto de una neblina perpetua, que condena a los individuos a deambular en un entorno hermético y de tiempo indefinido (la cámara, situada en ángulos y encuadres rarísimos, se habituará a no enfocar sus pies ni el suelo que pisan, acrecentando la idea de vacío).
Nunca aquél se acogió tan rigurosamente al canon del cine avant-garde tan similar al de Teshigahara, Bergman, Resnais, Antonioni o Robbe-Grillet, gracias al cual nos enrosca en esa atmósfera visualmente enrarecida gracias a una cautivadora belleza formal. Nanako y su marido Rikiya acogen a Ayu e irrumpe en su hogar de paredes gélidas el padre de ella.
Una identidad falsa como defensa ante el peligro (Ayu admitiendo ante su padre ser hija de sus recientes padres adoptivos ) y una intrusión a la intimidad a través de sibilinas artimañas (el micrófono escondido en la ropa de la muchacha) son otras de las pistas que acumula la lógica del film…
(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)
Se da así el efecto inverso de Eros y Masacre : en lugar de analizar el presente en las heridas del pasado, se proyecta un supuesto futuro para analizar el horror del presente, ante esta absurda sucesión de violencia paranoica, evolución tecnológica y científica (Rikiya como reflejo de esta decadencia), rebeliones sociales, terror permanente a nivel histórico e incomprensión de esos ideales que prescinden de humanidad para su propósito (Onko rebate El heroísmo hace a un líder a la respuesta de Nanako, quien afirmó que era el amor, y el castigo de la democracia es la pena de muerte), la protagonista rompe la silenciosa negación y sólo puede gritar de angustia antes de desprenderse finalmente de su máscara.
Porque en cierto sentido es el poder femenino el que dispara los actos de auténtica revolución y cambio (así Nanako, tras ser obligada por Yoshida a caminar (literalmente mostrado) por un callejón sin salida narrativo, es la única que puede continuar actuando con un propósito, ya sin estar atada a principios políticos, emocionales, morales, religiosos o científicos). Todo interpretaciones. Penetrar en las complejas fisuras de Purgatorio Heroico , amparadas magníficamente por la minimalista música de Toshi Ichiyanagi, y trascender las vanguardistas líneas de su opacidad elíptica y psicológica es sin duda un desafío, pero el efecto es sobrecogedor a todos los niveles.
Quizás mayor por la belleza artística, técnica y visual con la cual las modela Yoshida (ayudado del maestro director artístico Osamu Yamaguchi y su operador Motokichi Hasegawa) y lograr una atmósfera opresiva de registros sensibles lindante con lo fantástico, extendiendo los tiempos hasta el límite del desasosiego y cuyo poder de abstracción cósmico se ancla sin duda en la dimensión política y social.
El tiempo, el ser humano, la existencia, la evolución, todo está sujeto a una hermosa y no menos inquietante ininteligibilidad y su negativa a mostrarse tal como es, de poética devastadora, esta es una de esas experiencias fílmicas únicas directamente conectadas con el inconsciente de sus autores y espectadores, cuyo objetivo es enroscarnos en sus entrañas para descifrar toda suerte de lecturas…