Philosophy of a Knife
Sinopsis de la película
La unidad 731 del ejército japonés fue la encargada de experimentos biológicos y químicos durante la segunda guerra mundial. Basada en testimonios reales y mezclado con imágenes de archivo, veremos como las investigaciones sobre seres humanos (chinos y rusos, en su mayoría) sobrepasaban todo lo imaginable, vivisecciones, temperaturas extremas, mutilaciones, investigación con bacterias, con ETS, con radiación, y todo tipo de vejaciones. Cada fotograma es mas terrible que el anterior.
Detalles de la película
- Titulo Original: Philosophy of a Knife
- Año: 2008
- Duración: 249
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Opinión de la crítica
Película
4.7
100 valoraciones en total
Primero de todo, decir que no estamos ante una película para todos los públicos. La cinta es muy bestia, quizás demasiado, pero no llega ni de lejos a impactar como podría haber sido. Y es que cuando te enfrentas a una película basada en hechos reales, y más aún cuando se trata de una basada en la Segunda Guerra Mundial, las posibilidades para construir una cinta impactante son muchísimas. Sin embargo esta película no llega a emocionar lo más mínimo al espectador, pues todo se resume en una sucesión de barbaridades a cada cual más salvaje, pero que en la gran mayoría de los casos resultan exageradas. Ninguna de las víctimas transmite nada, uno no llega a sufrir ante lo que está viendo, por lo que solo queda esperar que en el plano visual nos sorprenda, pero los efectos son demasiado cutres, rozando en algunos casos el ridículo. Nunca había visto una película en la que fuese más evidente que lo que estamos viendo no es más que un pedazo de plástico.
Yo no la recomiendo, solo a aquellos que quieran experimentar con algo nuevo.
Amparándose en la reconstrucción de hechos, procedentes de informes variados, Andrey Iskanov monta un falso documental, dividido en dos partes, grotesco.
Un documental que nos presenta a la unidad 731, unidad japonesa de investigación encargada de encontrar armas biológicas, utilizando a los prisioneros chinos y rusos como cobayas sin piedad.
Andrey Iskanov ha querido mostrar tal realismo, hasta el más mínimo detalle, que por un momento ha olvidado que los excesos no son buenos, como son el caso del metraje, cuatro horas y media y un sin vivir de escenas fuertes, grotescas e inhumanas que se llega perder la perspectiva de la denuncia, para convertirse en un trabajo forense, lleno de desencantos.
Utilizando la técnica el blanco y negro para las reconstrucciones, para tapar los fallos técnicos por un lado y por otro, para realzar el realismo del pasado, convence, además de la mezcla de imágenes auténticas de la época, ayuda mucho.
Una pena, sí la duración hubiera sido menor, el alcance social hubiera sido mayor y más positivo, pero el querer realzar e impactar tanto, solo ha conseguido un trabajo grotesco e inhumano, que pierde su propósito.