Pecados de mi padre
Sinopsis de la película
Sebastián Marroquín, único hijo varón del narcotraficante Pablo Escobar -líder del cártel de Medellín y fallecido en un enfrentamiento con la policía en 1993-, habla en primera persona sobre la violencia ejercida por su padre, cuyos crímenes cruzaron las fronteras de Colombia. Tras la muerte de Pablo Escobar, el más famoso y violento narcotraficante de Colombia, su hijo Juan se marchó a Buenos Aires, cambió su nombre por el de Sebastián Marroquín y asumió una nueva identidad para intentar alejarse de su turbio pasado familiar. Por primera vez desde la muerte de Escobar, Sebastián Marroquín ofrece su testimonio para contar la historia de su padre y la suya propia. De una forma honesta relata qué significa crecer siendo el hijo del criminal más buscado de Colombia y pide que su padre no sea visto como un ‘héroe del pueblo’, imagen que algunos colombianos reivindican, sino como el criminal que fue. Sebastián Marroquín se encuentra con los hijos del Ministro de Justicia, Rodrigo Lara, y con el hijo del candidato a la presidencia de Colombia, Luis Carlos Galán, ambos asesinados por sicarios de su padre en los años 80 y les pide perdón por todo el daño que su padre les causó a ellos y al país.
Detalles de la película
- Titulo Original: Pecados de mi padre aka
- Año: 2009
- Duración: 94
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Opinión de la crítica
7
59 valoraciones en total
Este brillante documental nos narra quién era Pablo Escobar desde una visión más personal: la de su hijo.
Sebastián Marroquín, antaño conocido como Juan Pablo Escobar, nos cuenta como era, en su vida familiar/cotidiana, ese carnicero sin humanidad para unos, o Robin Hood para otros. Ambas perspectivas totalmente ciertas.
El ascenso a la política de su padre, así como el cambio de mentalidad de la sociedad sobre la cocaína, hicieron que el patrón , -tras una lucha sin cuartel que duró varios años-, acabase acribillado por las fuerzas especiales en su querida Medellín. Antes poseía todo el dinero y poder del mundo, y después acabó como acabó… supongo que es así ese mundo tan peligroso en el que se forjó y prosperó.
El documental no se queda aquí: También describirá de la boca de sus hijos, las perspectivas y pensamientos de las dos víctimas más influyentes de Escobar: Don Rodrigo Lara Bonilla y el carismático Don Luis Carlos Galán Sarmiento, así como los últimos instantes de la vida de éstos. Galán hubiese llegado a ser presidente de Colombia si no hubiese sido asesinado a sangre fría durante la campaña política.
Es sin duda el mejor documental que aborda el tema de Pablo Escobar Gaviria, y lo mejor de todo es, para un servidor, la anécdota que nos comenta Juan Pablo durante el desenlace: Cuando estábamos escondidos, mi padre tenía en el piso franco muchísimo dinero en metálico, pero no podía salir a la calle a comprar un mísero kilo de arroz que lo mataban… con hambre y frío nos encontrábamos, al final quemó los billetes para hacer una hoguera y así solucionar el tema del frío … Más o menos dice esto Juan Pablo pero el mensaje es claro: El dinero rápido del narcotráfico a la larga no vale nada.
Don Rodrigo Lara & Don Luis Carlos Galán (así como el resto de víctimas de Pablo) D.E.P.
Mientras veía este interesantísimo y elocuente documental, regresó a mi memoria un episodio que presencié una tarde, a fines de los años 80, en una zona rosa. Noté un corrillo cuando cruzaba por allí y me acerqué a ver lo que ocurría. Entonces, observé a un joven de piel trigueña (luciendo lujosas joyas en su cuerpo) que, armado de un amenazador cuchillo, tenía tomado por el pecho a otro chico más alto, pero de casi su misma edad y con una cara de buenazo que conmovía a cualquiera. Sabiendo desarmada y sometida a su víctima, el agresor lo miraba con prepotencia, le pasaba amenazador el cuchillo por la cara, lo insultaba y le golpeaba los genitales con su rodilla. El muy cobarde se sentía muy hombre, y yo entre tanto me iba llenando de impotencia, de ira y deseos agresivos, y en un instante, me imaginé a mi mismo con una pistola en la mano pegándole un tiro en la cabeza a aquel prepotente muchacho, pero como no llevaba ni un alfiler, ávido de justicia me encaminé, entonces, hacia el comando de la policía que quedaba a dos cuadras de allí, y la respuesta que me dio el oficial al que le conté lo que sucedía, fue algo así como: Bueno, ahora pasamos por allá.
Creo que no hubo un sólo antioqueño que no hubiera presenciado algún episodio de violencia ocasionado por las mafias de aquella década en la que, Pablo Escobar, se convirtió en capo de los capos, en el hombre más rico del mundo gracias a la exportación de cocaína, en el líder poderoso que tuvo a su pies a la mayor parte de la clase política colombiana y en el hombre más peligroso del mundo al que se atribuyen cerca de diez mil muertes.
PECADOS DE MI PADRE recuerda a este personaje que también fue un buen papá y un hombre bastante generoso con la gente de bajos recursos a la que regaló cientos de viviendas, canchas de fútbol y dólares a puñados. Su historia es entremezclada con los recuerdos de su hijo Juan Pablo, ahora exiliado en Argentina junto a su madre y hermana, y donde labora como arquitecto y diseñador industrial con el nombre de Sebastián.
Conmueve la actitud de cambio, el afán reconciliador y pacifista, y el deseo profundo de llevar una vida digna que anima a este muchacho que padeció persecuciones, atroces atentados, intentos de chantaje, el penoso destierro… y asedios policiales de toda índole y en diversos países, por el único pecado de llevar la misma sangre del temido narcotraficante.
De gran valor, el encuentro que logra Sebastián con los hijos de Rodrigo Lara Bonilla y de Luis Carlos Galán, los dos grandes políticos que Escobar ordenara asesinar en represalia por perseguirlo. Su acercamiento ejemplariza el camino que deberían seguir tantas personas que nunca alcanzan la paz por estar albergando odio y deseos de venganza. Y yo creo que los hijos de aquellos insignes mártires, están llamados a jugar un limpio, comprometido y significativo papel en esa historia que les fue truncada a sus progenitores.