Paperman (C)
Sinopsis de la película
La acción nos sitúa en el Nueva York de mediados del siglo XX. Un hombre se cruza con la chica de sus sueños, pero la pierde de vista y la cree perdida para siempre. Hasta que, desde la ventana de su oficina, ve que trabaja en el rascacielos de enfrente. Utilizando la imaginación y unos papeles, intentará conquistarla. Paperman acompañó a la película de Disney Rompe Ralph en su estreno en cines.
Detalles de la película
- Titulo Original: Paperman (S)
- Año: 2012
- Duración: 7
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Opinión de la crítica
Película
7.4
77 valoraciones en total
Hay ocasiones en las que un buen trabajo se huele de lejos. En mi caso, cuando vi las primeras imágenes de este cortometraje, tuve la certeza absoluta de que me enamoraría de él en cuanto tuviera la oportunidad de echarle un vistazo. Por suerte, era solamente cuestión de tiempo, pues había una fecha clara. Sólo tenía que esperar pacientemente, ya que contaba con otra certeza: sabía que vería el corto. No se puede decir lo mismo del protagonista de esta pequeña gran obra. Él también se enamoró a primera vista y, sin embargo, no contó con la segunda certeza. En estos tiempos tan saturados, se agradece ver de vez en cuando una pieza que toma un leve riesgo, que se distancia de las agobiantes modas transitorias dentro de nuestro mundo. Ciertamente, la historia puede resultar familiar, incluso una versión fantasiosa de Signs , otro corto muy recomendable. Pero son muchos los elementos que catalogan este trabajo de excelente:
El esmero artístico es colosal. Aplicar la fusión del 2D y el 3D es algo que se ha hecho en algunas ocasiones, pero jamás para dotar de tanta belleza al conjunto. El diseño de los personajes, clásico, nos recuerda a la Disney de los años 50 y 60 pero, sin embargo, posee un aura de novedad indescriptible gracias a una animación espectacular, una fotografía preciosa que usa con sabiduría la luz y el color para transmitir emociones. Y es que lo que aquí cuentan son las emociones. La historia, adecuadamente situada en mitad del siglo XX, nos presenta una ciudad americana con todas sus gentes adormecidas por sus varios objetivos rutinarios, siempre grises y callados. El lirismo se hace patente cuando, entre toda esa maraña de días normales, hay un pequeño y mutuo acto de pasión que se escapa de todo control. Ese acto, llevado a cabo por dos jóvenes que se enamoran e intentan reencontrarse, significó para mí una visión aún más amplia de lo que es, de hecho, el día a día en nuestros días, en todo el mundo.
Cada día hay un reducido grupo de personas que viven un momento mágico que les cambia la vida. Eso está sucediendo ahora. Un día, sin que puedas predecirlo o controlarlo, llegará a ti ese momento. En una sociedad que busca y anhela el control y el orden, se nos olvida que, en realidad, todos buscamos aquello que jamás podremos controlar o predecir: el amor.
Y con esto se vuelve a demostrar que Disney tiene mucho dinero pero pocas ideas.
Me explico.
Un corto de 2008 realizado en Australia llamado SIGNS es el mayor enemigo de esta bonita historia.
La estructura es prácticamente idéntica con la diferencia que en Paperman añade esa magia que solo puede tener los dibujos animados.
La historia es bonita y emotiva y da un toque de esperanza a un mundo donde lo que denominamos suerte casi siempre lo decantamos a la versión negativa.
Mi nota es no por el corto en si mismo, si no por haber visto mucho antes una obra que sin lugar a dudas es la fuente de la que bebe Disney.
El truco de Pixar es poner golosos cortometrajes al arranque de sus películas para conseguir el aplauso de la sala antes de que empiece la propia cinta. Paperman no es una exepción: brillante y elegante ejercicio, estilo años 40-50-‘Mad Men’, sobre blanco, negro y carmín con uno de los argumentos más chorras de la historia del romance que me ha recordado a una de las mayores gilipolleces de la historia del cortometraje: Signs de Patrick Hughes. Al igual que la horrenda y facinerosa fábula amorosa de oficina, aquí se lanzan por una ventana tantos aviones de papel como neuronas en uno de los argumentos más simplistas e ilógicos vistos en tiempo. Si fuera la historia de dos toxicómanos que se lanzan papelinas y tienen un ‘viaje’ conjunto me valdría… pero ver como un oficinista lanza su trabajo por los aires, en busca de la conquista de unas bragas y un pintalabios chic, entra en los anales del mal gusto racional. Que sí, que sí, que tiene una brillante factura y la historia será muy romántica y sentimental, pero eso no quita que sea una chorrada monumental. Hagan la prueba: vayan delante de un manicomio y cuentan la historia en recepción entre lágrimas y verán lo rápido que les ponen la camisa de fuerza.
El sino marcado con flechas aéreas de papel recrea una metáfora de que somos simples personajes de un videojuego gris llamado destino. Paperman mezcla bellísimos momentos de poesía con el absurdo del amor. Si se entiende como un verso renderizado tiene su encanto, si se analiza fríamente es la mayor gilipollez que se ha hecho en el mundo del cortometraje después de Signs. Usted elige la partida y (qué juego) donde meterla. La monedita, claro… que esto al fin y al cabo es Disney. O sea, el carmín con el que se firman los contratos de ventas de almas (de gente con talento) al mismísimo Lucifer.
No esperaba encontrarme con esto. Como las grandes sorpresas de la vida, aparecen sin avisar. Dejan su sello y se van. Y al revivirlas en la memoria, se descubre la grandeza de algo simple y sencillo, que se ha construido a base de sentimientos.
Entre las escenas de Paperman , se esconden lineas de vida. Su historia no desarma, pero si golpea por su simpleza y sinceridad. Paperman es amor. Es un cruce de miradas… una lucha contra los elementos… y un dejarse llevar por el destino. Sin palabras, sólo con amor, así avanza esta historia… al igual que muchas cosas en la vida, en las que sobran las palabras y sólo se necesita amor.
Paperman se sabe romántico, y sentimental, y explota su vena por derroteros ya conocidos, pero bellamente compuestos con unas imágenes que hablan por sí solas. Al final, con los créditos finales, uno se siente desarmado ante una historia mágica y vital que en su preciosista forma y en su sentido fondo busca la perfección que no le queda tan lejos.
Por alguna razón que desconozco, son poquísimos los críticos de cine que tienden a hablar de aquello que ven en la gran pantala. De todo, me refiero. Existe una tendencia molesta que consiste en obviar cualquier extra, en forma de regalo, que acompañe al largomtraje de turno. Incluso cuando, como ocurre con este hermoso trabajo en blanco y negro, Paperman , que sirve de telonero a la película de Disney Rompe Ralph en cines, éste podría ser un extra que hiciera a alguien decidirse a ir el cine a ver el combo. John Kahrs, animador en varios trabajos de Pixar, debuta con una pieza sensacional cuyo argumento no es tremendamente original (sirva ver el corto Signs de Patrick Hughes, o la película Dont Go Breaking My Heart de Johnnie To) pero que está presentado con tantísimo vigor, de forma tan emocionante, que poco importa que nos lo sepamos.
Sin diálogos, narrando exclusivamente a través de la música con momentos que recuerdan enormemente a las eternas Silly Symphonies, presenciamos cómo un hombre y una mujer se cruzan en la parada del tren para luego separarse súbitamente. Cuando él, que queda enamorado en el momento, descubre que ella está en el edificio de enfrente, decide hacer aviones de papel para conseguir atraer su atención… mágico, bellamente diseñado y con una partitura musical superlativa, en Paperman encontramos -como en las citadas Silly Symphonies- un avance tecnológico en forma de técnica que permite simular bidimensionalidad con gráficos en 3D, siendo ésta tan perfecta, expresiva y acertada que John Lasseter ya ha dado luz verde para que se siga usando de forma regular por el estudio.
Y aunque no fuera así, quedaría Paperman como una rareza de una belleza particular, una píldora de siete minutos que emociona, que con pocos recursos consigue lo imposible: que podamos pensar, por un momento, que puede ocurrir cualquier cosa. Que el cine es magia, y que queremos estar ahí, dentro, todo el tiempo que nos sea posible. Una delicia que nada tiene que envidiar a los mejores trabajos de Pixar, y que junto a Maggie Simpson: Un largo día de guardería nos devuelve un poco de aquello que se perdió en el momento en el que la animación dejó de entenderse como medio para convertirse en una etiqueta, sinonimo de infantil , para niños o directamente, no para adultos . Para volver a soñar.