Okko, el hostal y sus fantasmas
Sinopsis de la película
Tras perder a sus padres en un accidente, Okko empieza a vivir en el campo con su abuela que lleva una posada japonesa tradicional. Mientras se prepara para ser la propietaria de la posada, empezará a ver fantasmas amistosos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Waka Okami wa Shōgakusei! aka
- Año: 2018
- Duración: 95
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Opinión de la crítica
Película
6.2
72 valoraciones en total
Es inevitable escribir sobre Okko, el hostal y sus fantasmas sin conectarlo con el Studio Ghibli. Y es que el realizador Kitaro Kosaka, antes de dirigir sus propios proyectos, colaboró con dicho estudio como animador en una gran cantidad de películas. Es de ese periodo de donde surgen sus influencias, de su contacto con cineastas de la talla de Hayao Miyazaki e Isao Takahata.
Su tercer filme como director rebosa de elementos que nos recuerdan a las obras producidas por el famoso Studio Ghibli: la enorme presencia de la naturaleza, la importancia de lo espiritual, la exaltación de la tradición y costumbre japonesa sin caer en un nacionalismo ridículo… Todo ello son aspectos muy característicos del cine del maestro Miyazaki. Esos elementos se plasman en esta película a través del bosque, del mar, de los templos, de las casas termales, de las ferias, de las fiestas tradicionales, de los fantasmas, de los demonios, de los kimonos…
De hecho el único aspecto que veo criticable en ocasiones en los filmes de Miyazaki también se hace patente en esta obra, y es la presencia de cierto buenismo en ocasiones algo simplista e infantil. Lo segundo es lógico ya que muchas de estas películas están dedicadas a este sector del público, pero hay otras que en cambio son mucho más ricas y su mensaje es solo captado en su totalidad por una persona más madura. Okko, el hostal y sus fantasmas no pertenece a esta segunda categoría, no es tan compleja y elaborada como sus hermanas mayores.
Hay además un par de situaciones extrañas en el filme, situaciones que a mi parecer rompen con el conjunto de la obra. La primera de ellas se da cuando la protagonista y una cliente se van de compras a la ciudad al centro comercial. Durante esos minutos se vive una exaltación del consumismo. Se llega incluso a afirmar a través de uno de los personajes que comprar es algo bueno para despejar la mente y que es positivo para ayudarse a uno mismo. No quiero hacer aquí una critica exacerbada del capitalismo, pero si quiero decir que se me hace raro esta oda al dinero tan absurda y directa que nada tiene de relación con el resto de la obra.
Lo segundo que llama mi atención es la también extraña mentalidad que se tiene con respecto a los clientes. Se da gran relevancia a lo largo de película al trato que se debe dar a estos por parte de los trabajadores. Pero creo que esa importancia es demasiado exagerada y cae de nuevo en algo ridículo a ojos de la sociedad actual. Se busca tanto agasajar a los clientes que uno se olvida de si mismo, se adopta una especie de actitud de siervo muy incomoda y anticuada.
Creo que estos dos aspectos manifiestan algo que Kosaka no ha sabido hacer, y es saber que quiere contar y como hacerlo. Entiendo que el filme busca transmitir un mensaje parecido al de Miyazaki, pero a diferencia de este Kosaka se pierde por el camino. No sabe del todo como conjuntar lo moderno con lo antiguo, y eso le lleva a que sucedan estas dos escenas o actitudes tan alejadas entre sí. Si observamos en cambio otra obra con la que podría tener bastantes cosas en común como es por ejemplo El viaje de Chihiro veremos como esta es muy superior a la película de Kosaka. Son hermana mayor y hermana pequeña.
Aún así, como filme infantil, Okko, el hostal y sus fantasmas es una obra divertida, alegre y desenfadada. Su ligereza la hace agradable y fácil de ver. El cambio que se muestra, la transición de Okko de niña a adulta (Dejar de ver fantasmas y dejar de tener asco por los insectos son dos manifestaciones de ello) es graciosa e interesante. Pero todo lo que he comentado anteriormente la deja antes mis ojos como una película más que no recordaré demasiadas veces en el futuro.
Critica publicada en la Revista Encadenados:
http://www.encadenados.org
Un accidente, una limitación
Ana María Matute tiene una colección de cuentos titulada Los niños tontos, una de las características principales de estos cuentos es la limitación a la que cada uno de los niños o niñas protagonistas están subyugados. La autora creía en la monogénesis del cuento, es decir, en que los cuentos provenían de un ancestro común. El ancestro común para la escritura de Matute era Niña de nieve, un cuento popular ucraniano sobre una niña creada con nieve con la restricción de que nunca le construyeron unas piernas. Entre estos relatos, y pese a su configuración de inocencia infantil, suele planear la muerte y la crueldad sobre los jóvenes personajes.
Creamos o no en la monogénesis del cuento, Okko el hostal y sus fantasmas perfectamente podría formar parte de la colección de cuentos de Matute. Se basa en las novelas escritas por Hiroko Reijo, aunque en sus genes podría haber vestigios de Niña de nieve pese a que sus rasgos exteriores son puramente japoneses. La muerte es el tema principal de la película pese a ser un producto infantil y dependerá de cada padre decidir si la cuestión merece o no ser evitada por las retinas de sus hijos.
La película está orquestada en un baño perfecto que mezcla ternura con la muerte de los seres más queridos. El guion es lo suficientemente inteligente como para combinar la simpatía que agradará a los más pequeños con temas más oscuros que tratan de aleccionar a niños —y adultos— sobre un tema tan doloroso. La secuencia inicial en particular, en la que se produce un accidente de coche, es un prodigio en su uso de la tensión narrativa y el sonido.
El lado más luminoso de Japón
El dibujo es incluso más vivaz de lo habitual en las películas animadas de esta región. Predominan los colores vivos, tanto en los personajes como en los fondos. El diseño de personajes está orientado a mostrar la cara más dulce de cada uno de ellos. Como acostumbra este tipo de cine japonés, la fluidez será absoluta y nunca tendremos la sensación de que faltaba un fotograma aquí o allá. Es decir, un acabado magnífico en el aspecto técnico.
El color crea un contraste muy delicado y acertado con los temas más lóbregos. También lo hará el guion, aunque el humor tontorrón a veces se queda a medias. El filme posee un guion que pese a contar con un hilo narrativo principal, va saltando de historia en historia según van apareciendo nuevos huéspedes en el hostal que asoma en el título de la cinta. Esto no es necesariamente negativo, la estructura hará avanzar una trama hasta esa moraleja que en este caso funciona especialmente por cerrar todas las puntadas que se habían abierto previamente.
Fantasmas de hostal
Pese a estos fragmentos en los que parece que se divide la película, el desarrollo está representado de un modo límpido entre las distintas partes, por lo que no tendremos la sensación de presenciar un conjunto de capítulos mal hilvanados, la conexión entre todos ellos es elegante, como si no existiese dicha división de acontecimientos. Todos estos eventos desembocarán unidos en un final que resulta satisfactorio y que —como debe ser—, ocupa el mejor fragmento de la película.
Okko el hostal y sus fantasmas no pretende ser una película ambiciosa pese a que todos sus elementos funcionan razonablemente bien. En este caso, resulta positivo que Kitarô Kôsaka se haya centrado en los aspectos más sencillos de la vida de la protagonista y que mezcle con tanta habilidad el costumbrismo japonés con el elemento fantástico en forma de fantasmas. Se trata de una película recomendable, que impulsa todavía más la carrera de su creador y que trata temas con una crudeza tan agradable que merece la pena disfrutarse solo por el intento. Lo peor que se puede decir de la película es que en esa mezcla entre la sonrisa y el llanto, le cuesta menos transmitir la tristeza que la felicidad fruto de una risa que en realidad no aparece.
Conclusión
Matute dijo en más de una ocasión: Todos nos acostamos con el lobo, pero lo que no podemos hacer es confundirlo con la abuelita, Caperucita era tonta. Para algunos niños y padres Okko el hostal y sus fantasmas puede ser un lobo o una abuelita, esa ambigüedad es fantástica. Muchos cuentos infantiles están en la demarcación entre la risa y el llanto de los jóvenes lectores, y dicha línea está todavía más difuminada en la película de Kôsaka. Cada uno estudiará si el enfoque que hace la película es acertado o no, pero poner un tema tabú al servicio de las masas más jóvenes y que esto pueda funcionar es, al menos, encomiable.
Escrito por Daniel González Fernández
Okko, el hostal y sus fantasmas es uno de los dos proyectos desarrollados paralelamente (el que nos ocupa y una serie de televisión de episodios cortos), adaptando las novelas infantiles del mismo nombre, sobre una niña que llega al hostal de su familia tras perder a sus padres en un accidente de coche. Dirigida por Kitarô Kôsaka, colaborador habitual de Studio Ghibli y Madhouse, es además su primer largometraje como director, aunque su amplia experiencia en el medio como animador, además de sus trabajos anteriores dirigiendo los dos mediometrajes de Nasu, compensan más que de sobra su poca costumbre con el formato.
La que nos ocupa por tanto es una cinta cuyo eje central está en la muerte, como punto de partida, y trata explícitamente el dolor de la pérdida y la superación. Pero creo que sería un error decir que va únicamente de eso, y el arco emocional de Okko ocupa más aspectos. Es también una historia de crecimiento, sobre la adaptación a un nuevo entorno y a una nueva situación personal, que enraiza en valores familiares y en una puesta en valor del esfuerzo y la voluntad. Pero aparte de todo esto es una película lenta, observadora, que se encanta y se desvía y que no necesariamente pretende avanzar en una dirección en cada escena, y que pretende más bien captar las complejidades de un estado emocional pasajero.
Que lo logre, más o menos bien, es otra cuestión. Personalmente veo a Okko, el hostal y sus fantasmas como una versión digna de un tipo de narración que suele gustarme e interesarme mucho, pero no como una de sus mejores. La comparación con los filmes de Ghibli es inevitable, en particular en su rama más costumbrista, también con otras obras centradas en la infancia y que también tratan la pérdida, como la excelente Mai Mai Miracle de Sunao Katabuchi, y en general con el subgénero del ‹iyashikei›, con el que comparte ritmo y enfoque estético. Frente a referentes como éstos, la película que nos ocupa es… cumplidora y olvidable. No molesta en absoluto, se ve con mucho agrado, pero no logra calar a un nivel más profundo, y sobre todo no consigue captar lo que hace tan especiales a las obras más notables de su género.
En gran parte el problema de esta cinta es lo irregular que es el perfilado de los personajes. Siguiendo en varios casos clichés bastante vistos (un punto y aparte es Matsuki y sus constantes y fallidos toques cómicos), no carece de momentos de extrema lucidez, como por ejemplo la catarsis final o todas las escenas del viaje a la ciudad, desde el montaje musical en el supermercado hasta la muy intensa secuencia del ataque de ansiedad que sufre Okko. El problema es que son eso, momentos, en una película que ocupa demasiado tiempo en, por ejemplo, secuencias cómicas con los fantasmas que ve la protagonista y que no funcionan del todo bien, o que en los momentos emotivos a veces se siente a medio camino entre eficaz e insegura y torpe.
Puede que lo que más me frustre es que lo que veo me resulta muy atractivo a nivel conceptual, y me gusta en especial la forma en la que está reflejado el duelo en su protagonista, como algo que permanece de fondo, como si aún no se hubiese bajado de la nube o asimilado lo que ocurrió, pero que sin darse cuenta le afecta y le hace daño. En ese sentido, sí me gusta y bastante cómo, en cierto modo, deja de lado la muerte de sus padres como motivación emocional y la convierte en un factor que nunca deja de estar ahí aunque no se perciba de frente. Y como digo es algo que me frustra porque esa idea de la muerte y la pérdida como algo latente me parecen muy interesantes y particularmente desde un punto de vista infantil, pero en cierto modo siento que la obra no está haciendo el esfuerzo suficiente para consolidar esa sensación más allá de momentos de empatía puntuales.
A nivel de puesta en escena, por otro lado, es prácticamente irreprochable. Un dibujo con diseños amables sin dejar de tener una cierta personalidad, un notable uso del color y una animación y composición eficientes conforman una buena factura visual, acompañada de una banda sonora agradable y con piezas bien adaptadas a cada momento. Sí hay un par de momentos en los que su énfasis estético peca de exceso y de brusquedad, pero en general es un enfoque adecuado a la narrativa más bien tranquila por lo general que se propone.
En general, debo decir que Okko, el hostal y sus fantasmas me gusta y me parece agradable, y la recomendaría sin duda. Como cuento sobre la infancia y la pérdida, y como reflejo y artefacto de su cultura y la forma de enfrentarse a ciertos temas, ambas perspectivas lo suficientemente interesantes y por las que merece la pena ver esta cinta, pese a que no estén reflejadas aquí de una forma particularmente lúcida o que merezca la pena recordar más allá de un visionado amable e inocuo con pequeños picos notables de calidad.
Texto escrito para Cine Maldito.
Nos encontramos ante el reboot de la serie Waka Okami Shogakusei , la cual es llevada a película bajo la mano de Kitaro Kosaka. En cuanto a su trama, se centra en la historia de Okko, quien tras el fallecimiento de sus padres en un accidente de coche, se irá a vivir con su abuela materna y la va ayudar a atender la posada familiar.
Respecto a los puntos positivos se encuentra su buena animación, estando bajo el estudio Madhouse, siendo conocido por sus grandes trabajos, en la que encontramos otras obras como Hellsing Ultimate o Perfect Blue . También cabe mencionar que a pesar de contar con una historia simple y que se ha podido ver muchas veces más en el cine, esto no hace que resulte aburrida, sino todo lo contrario, contándonos una buena historia de maduración.
A destacar es que cuenta con una gran variedad de personajes que van a pasar por la posada, los cuales van a ir cada uno aportando una ayuda para el crecimiento de nuestra protagonista. Por último,dispone de una serie de buenos valores para los más pequeños, como la responsabilidad de hacerse cargo de un trabajo al igual que la superación de afrontar los problemas.
Por lo que a pesar de que pueda ser un poco infantil en algunos momentos, eso no quita que resulte entretenida tanto para pequeños como para adultos, siendo una obra recomendable. Saludos y gracias por leer mi crítica.
El cine de animación actual nos ofrece unas propuestas de calidad, en su mayoría procedentes de Europa y Asia, y uno de los ejemplos es este anime japonés, que está basado en una novela infantil que vendió más de 3 millones de copias en Japón, en una serie de libros escritos por Hiroko Reijo y Asami entre 2003 y 2013, y que al mismo tiempo fue un gran éxito en su país, logrando estar 19 semanas en la cartelera japonesa. La película se presentó en el pasado festival de cine de Annecy, y formó parte de la lista de 25 películas precandidatas al Óscar 2019 en la categoría de largometraje de animación. Ha sido la triunfadora de los premios del cine japonés 2019, lo que es un éxito teniendo en cuenta el nivel de las producciones niponas del género.
La propuesta puede gustar tanto al público infantil como al adulto, y no se engloba dentro de los animes dirigidos al público adolescente, que en general no me gustan, sino que cuenta una historia original y diferente, bastante cercana al cine del genio Miyazaki, y que es divertida, emotiva, con unos personajes identificables.
La película no podía tener un mejor comienzo con un prólogo sorprendente, y que tiene como protagonista a una niña llamada Okko, que tiene que asumir un cambio traumático en su vida, buscando nuevos amigos y adaptándose a ese pequeño hostal familiar en Hananoyu propiedad de su abuela Mineko, una localidad al borde de la montaña en donde la gente acude para relajarse en las aguas termales del Spa y que anualmente celebra una fiesta de disfraces y culto a los dioses. La historia mantiene el tono de alegría dentro de un trasfondo dramático, y al mismo tiempo incluye casi desde el principio unos elementos de ficción, con la presencia de fantasmas, que son muy diferentes entre sí, y que son los responsables de las situaciones más divertidas.
Hay varios giros sorprendentes, sobre todo en la segunda mitad, y además cuenta con una banda sonora brillante compuesta por Keiichi Suzuki, que es no de los responsables de animar el relato. Con el paso de los minutos van apareciendo más personajes, en algunos casos tienen una breve aparición, pero siempre aportan algo importante a la trama.
Otro de los aspectos positivos del relato es la calidad técnica de la animación, que recuerda a ese cine de animación clásico, en especial a las películas del maestro de Ghibli ya retirado y citado anteriormente, y no tanto a otros animes modernos. Ese parecido visual y narrativo de este proyecto con alguno del popular estudio japonés puede deberse a que el director Kitarô Kôsaka trabajó para Ghibli en varios proyectos como mano derecha de Miyazaki, entre otras en la oscarizada El viaje de Chihiro ( 2001 ) . El principal punto negativo son las canciones que suenan durante la película, que no me convencen, ya que la sí me gusta la que suena en los títulos de crédito finales.
Una película que es fácil de recomendar, y que es ideal para que las familias acudan al cine para disfrutar con los más pequeños, ya que es emotiva, entrañable, divertida e instructiva.
LO MEJOR: El guion y los giros sorprendentes. Es fácil coger cariño a los personajes, tanto la protagonista como los secundarios.
LO PEOR: Las canciones, excepto la de los títulos de crédito finales.
Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net