Ocharcoaga (C)
Sinopsis de la película
Rodado para ensalzar la labor del Ministerio de la Vivienda de España para solucionar el problema del chabolismo en Bilbao, fue realizado para ser visionado por el General Franco y no para su exhibición pública o para su circulación a través del NO-DO. Si bien el cortometraje fue encargado por el Ministerio de la Vivienda, el director Jorge Grau realizó un trabajo sutilmente crítico. A finales de los años 50 del siglo XX Bilbao se encontraba rodeado de poblados chabolistas en los que vivían los miles de inmigrantes que, mayoritariamente desde otras regiones españolas, se trasladaron a Vizcaya en busca de un mejor porvenir. En una visita a Bilbao en 1958, el General Franco se mostró, según los medios de comunicación de la época, disgustado por la existencia de estos poblados, ordenó que se construyeran viviendas para los chabolistas. El Ministerio de la Vivienda acató la orden y levantó el polígono de Ocharcoaga, mientras en 1960 se comenzó la voladura de las chabolas. El ministerio encargó la filmación de este cortometraje al cineasta catalán Jorge Grau como prueba de que se había acabado con el chabolismo en la villa vizcaína. El cortometraje recoge imágenes de la vida de los chabolistas y la construcción del barrio, así como el momento de entrega de las viviendas, destacando especialmente las ventajas del nuevo barrio en comparación con las chabolas, como es el agua corriente, los centros de enseñanza o los comercios.
Detalles de la película
- Titulo Original: Ocharcoaga (S)
- Año: 1961
- Duración: 11
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Opinión de la crítica
5.5
90 valoraciones en total
Obviando la falta de medios técnicos para la realización del corto y el montaje un tanto chapucero con planos entremezclados también hay un par de elementos interesantes como la música psicodélica que introduce Antonio Perez Olea conjugada con las imágenes angulosas de las esquinas de los edificios para señalar la aspereza de los nuevos polígonos de viviendas, característicos de una economía planificada, construidos para alojar a los emigrantes de Extremadura, Salamanca o Zamora que se trasladaban hacia las ciudades mas industrializadas de España debido a la excedencia de mano de obra en el campo español que en aquella época sufrió una mecanización y un nuevo salto tecnológico de la mano de la llamada revolución verde que incrementaba la productividad forzando a la proletarización de la gente de la España rural.
Otro punto a destacar es el de los silbidos cuando se muestran planos de las chabolas de viviendas en las vías de Olabeaga o en las laderas de Masustegui. Los silbidos, que poco después utilizaría Sergio Leone, recuerdan que aun en la miseria aun había vida y felicidad como muestran las caras sonrientes de los emigrantes.
Pero sin duda, el punto importante son los planos de ese Bilbao industrial, pujante, dinámico, productor, innovador aunque también con una industria en general abocada al fracaso por su proteccionismo como después ocurrió llegada la crisis del Yom Kipur (crisis del petroleo) de 1973.El Bilbao industrial nos lo demonizan ahora, mostrando las virtudes de la desindustrializacion. Sin embargo, en este corto donde se muestra esa ciudad portuaria, industrial, crecida alrededor de la ría, me gusta, es de una belleza tecnológica. Bilbao, la ciudad, casi ya no conserva nada de eso, los viejos muelles son paseos, parques, museos, plazuelas y seguirán reformándose. A mi personalmente me gusta esa ría viva, con los altos hornos recreando infiernos, con las sirenas de las fábricas, el trasiego de las gigantescas grúas estibando tras las casas, el sonido a metal de los astilleros, el permanente cielo plomizo y gris durante todo el año, con el trasiego de gente por la Gran Vía o los puentes que surcan la ria con los paraguas en la mano como si de una prolongación de su cuerpo se tratase, el sobrecogedor aullido de las sirenas de los cargueros despertándote como bestias infernales en la madrugada (algo similar a un grito de ballena), el ir y venir de los ferrocarriles, esos gigantes encajados entre las casas o un gasero pasando por los pelos bajo la mole del puente de Portugalete, los petroleros llevando el combustible a la refinería de Somorrostro, las enormes minas de hierro, el óxido, los obreros, el olor de la comida, el aroma de la taladrina, el hombre transformando la roca en fuego y el fuego en cargueros que darán vueltas al mundo. ¿No es bello eso?
Pero hay más bellezas, los puentes levadizos, los palacios de la burguesía, los bellos edificios del ensanche, los edificios de referencia de esa burguesía, sedes de mercantiles, almacenes, alhondigas, estaciones de tren, la bolsa, hospitales de obreros, universidades técnicas y comerciales…una ciudad pensada de, por y para el trabajo, en la que el ocio en magníficos teatros como el Arriaga o el Campos elíseos estaban al lado de.los cargueros, los bares de obreros o los ateneos de las elites, conviven el templo antiguo con el puente mecánico que se eleva al pasar un carguero.
Buena parte de aquel Bilbao ha desaparecido, pero su belleza sigue para el ojo de quien sabe observar. La belleza apocalíptica de Bilbao, ahora ya solo en el recuerdo, una ciudad pensada para el trabajo y ahora una ciudad pensada para los servicios y el ocio, craso error.