Nobody Speak: Trials of the Free Press
Sinopsis de la película
El juicio entre Hulk Hogan y Gawker Media generó un conflicto entre los derechos de privacidad y la libertad de prensa, y despertó cuestiones importantes sobre cómo el dinero puede silenciar a los medios. Esta película es un análisis de los peligros y las obligaciones de una prensa libre en una época de desigualdad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Nobody Speak: Hulk Hogan, Gawker and Trials of a Free Press
- Año: 2017
- Duración: 96
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Opinión de la crítica
Película
5.7
100 valoraciones en total
El documental mezcla la defensa del periodismo que ha padecido a millonarios como Trump o Sheldon Adelson, con el periodismo terrorista que usando la libertad de información y amparado en poderosas empresas periodísticas se dedica a destruir reputaciones usando todos los medios legales e ilegales, desde el abuso de los titulares más infamantes, hasta la difusión de videos sexuales privados. Se ofrece una óptica delirante de la impunidad periodística para webs como Gawker con la coletilla con independencia de lo que opines sobre Gawker y ya sabemos lo que sigue, todo se mezcla en la sacralización sin matices de cualquier tipo de prensa. Gawker es un libelo parecido a aquel que en su día dirigió en España el abogado Emilio Rodríguez Menéndez, visto desde aquí es trumpismo puro, con independencia de las filias o fobias que como medio tenga con demócratas o republicanos.
Gawker y gente así no son amigos de la libertad de prensa, al revés, si la justicia no le parase los pies (Gawker quebró por sus problemas legales), el modelo sería fácilmente instrumentalizable por los mismos millonarios a los que denuncia el documental, de hecho en la película se describe como Sheldon Aldeson se apropia de un diario respetable de Las Vegas y comienza a regentarlo con sus propios criterios. El periodismo terrorista no solo es un peligro para la libertad de prensa, también para la democracia, en los regímenes totalitarios el libelo y la desinformación son un puntal de la enajenación de la población, el propio trumpismo ha usado esos métodos a través tanto de medios tradicionales como de las nuevas herramientas de internet, hay que recordar su debut como opositor con el bulo aquel de la nacionalidad de Obama.
El corolario autista lo ponen las irrelevantes alusiones a las opciones religiosas de tal o cual participante o a la cercanía de los republicanos a tal otro, dando munición al trumpismo sobre la demonización que la prensa hace sobre ellos, error muy posible cuando después de poner la lupa sobre un defecto, ya solo ves eso y eres tú el que acaba cegado.
El documental es una cosa bipolar que debió consistir en dos documentales diferentes y contrapuestos, uno contra fenómenos claramente fascistoides como Gawker y otro sobre el inquietante estado de la libertad de prensa en occidente tras la irrupción de internet y la crisis del papel, frente a gente como Trump, Sheldon Adelson o los tiburones de las big tech. El derecho a la intimidad o al honor que aquí vemos arramblado en medios como Telecinco, no solo no es un derecho menor, generalmente menospreciado por los periodistas (salvo que les toque a ellos), es también parte ineludible en una sociedad democrática, no en vano en la Constitución Española está entre los derechos fundamentales al mismo nivel que la libertad de prensa, aunque la prensa constantemente lo va rebajando palo a palo con la ayuda de jueces amedrentados.
La sacralización todavía se justifica menos si pensamos la importante sombra que la institucionalidad de los gobiernos y de la política siempre proyecta sobre la información que recibe el público. Muchas cosas incómodas quedan fuera de la información al gran público. Se añaden las servidumbres partidistas, los lectores además de clientes son votantes y viceversa, los votantes son clientes, eso en EEUU quizá se nota menos por la mentalidad anglosajona, pero en España es algo rampante, las tertulias periodísticas parecen debates electorales. Por supuesto puede haber un periódico en el medio oeste o en California que haga su trabajo y periodistas que se arriesguen en asuntos locales, pero una golondrina no hace verano, el grueso de la información que recibe el gran público tapa muchos graves asuntos y cosas vidriosas para la política y para el mundo del dinero y previsiblemente también en la prensa local. Solo hay que pensar en el monstruoso gasto militar de EEUU, en un país con muchas necesidades en la población, parece que eso sería difícil de sostener si el entramado política-prensa-opinión pública no estuviera bastante mediatizado o controlado. El derecho a atacar el derecho al honor o intimidad de un millonario contratista militar no es lo que vaya a mejorar las cosas. Todo ello hace todavía menos justificable este documental sobre una religión periodística donde muchos monaguillos a diario se beben el vino de la misa.
Es difícil defender la libertad de prensa cuando los medios se lucran haciendo públicos videos sexuales de las estrellas de la farándula o ridiculizándolos e insultándolos por los asuntos más banales e intrascendentes.
El cerdo de Trump tiene razón, los medios en genial mienten e inventan, ellos se han ganado esa reputación. Pero también los medios tienen razón, los poderosos quieren controlar lo que de ellos se publica.
Libertad de prensa no existe, como poder que son solo responden al dinero, o viene del político o del banquero/inversor o empresario.
Seguro que hay algunos pocos medios y periodistas que hacen un gran trabajo e intentan no estar influenciados por esos otros poderes, pero son la minoría y siempre van a responder a una determinada línea editorial.
Para acabar, aparecen reflexiones dramáticas como si este problema fuera nuevo, y referencias históricas a la constitución y los padres fundadores.
NOTA: 5