Nazis: La conspiración del ocultismo (TV)
Sinopsis de la película
Los grandes jerarcas nazis eran todos profundos, esotéricos y ocultistas. El nazismo no era un simple movimiento político más, era un nueva religión y una nueva humanidad para ellos. Pocas personas saben que detrás de todo el movimiento Nazi habían poderes del ocultismo e influencias satánicas y eso fué lo que llevó a Hitler a que millones de personas lo aclamaran, lo adoraran y hasta lo consideraran su dios. El documental nos muestra escenas reales de los cultos satánicos que hacían los nazis, y como este movimiento sustituyó las creencias cristianas y la Biblia por sus prácticas ocultistas y sus reglas impuestas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Nazis: The Occult Conspiracy (TV)
- Año: 1998
- Duración: 104
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Opinión de la crítica
6.7
59 valoraciones en total
Buen documental, que consigue evitar en la medida de lo posible un tono sensacionalista muy difícil de evitar al mezclar dos temas como el nazismo y las ciencias ocultas, que repasa en sus poco más de 100 minutos, algunos de los temas más conocidos de la relación entre los principales jerarcas nazis y el ocultismo.
Que el árbol no impida ver el bosque: el nazismo buscaba la superación del Cristianismo, con sus ideas de compasíón e igualdad entre los hombres consideradas muy peligrosas para la raza aria, y su futura sustitución por como mucho un neopaganismo basado en las religiones germánicas precristianas.
Así, veremos la obsesión de Hitler y Hess por los horóscopos, pero sobre todo la de Himmler, quien creía que era la reencarnación del rey germano Enrique I El Pajarero, y eligió como centro del mundo espiritual nazi el castillo reconstruído de Wewelsburg y la fundación de la Ahnenerbe, la supuesta organización arqueológica usada por Himmler para apoyar su visión de la historia y del origen de la raza aria, y que financió expediciones, la más famosa la del Tíbet.
Pero a pesar de que querer superar el cristianismo, el nazismo no le hacía ascos a sus reliquias ni historias. Valga de ejemplo la obsesión de Hitler con la lanza de Longinos, en el palacio Hofburg de Viena, donde pasaba horas mirándola fijamente cuando era un don nadie, y que se decía que quien la poseyera dominaría el mundo.
Muy entretenido.