Nadie sabe para quien trabaja
Arturo es un tinterillo de 45 años con una oficina de asesorías legales. Un día Arturo conoce a Simón, un hombre de 30 años que tiene la posibilidad de heredar una gran fortuna. ¿El problema?: Simón no tiene derecho a la herencia pues es de un familiar lejano y el muerto no dejó testamento. Arturo se aliará con Antonia, una contadora con quien comparte oficina, para lograr reclamar la herencia aplicando las técnicas, tácticas y artimañas más inesperadas.
Interesante, graciosa, excelentes actuaciones, solo se excede en el vocabulario, bastante soez. El teatro estalló de risa en varios momentos, así que divierte bastante.