Muñeco diabólico 2
Sinopsis de la película
Chucky ha vuelto. El famoso muñeco asesino de sonrisa satánica resucita en este nuevo episodio. A pesar de que en su última escapada quedó totalmente achicharrado, Chucky resurge de sus cenizas cuando una fábrica de juguetes decide reconstruirlo para acabar con la mala publicidad que la rodea. Chucky vuelve a estar entero y sigue la pista de su presa hasta una familia de acogida…
Detalles de la película
- Titulo Original: Childs Play 2
- Año: 1990
- Duración: 84
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Opinión de la crítica
Película
4.8
74 valoraciones en total
Eso es esta segunda parte en la que Chucky vuelve dos años después y más terrorífico que nunca mostrando sus ansias de encontrar al pequeño Andy (Alex Vincent) y hacerse con su cuerpo. En esta segunda parte se hace una historia mas simple que en la primera llendo más a los Efectos Especiales para mostrarnos a un Chucky mucho más avanzado en todos los sentidos. Sus movimientos, sus expresiones faciales y sobre todo su obsesión por matar y asesinar a todo el que se cruze en su camino.
En esta segunda parte se pondría a las cámaras un John Lafia que daría buenos planos en lo que se refiere a la dirección del muñeco dotando las secuencias de un agobio y tensión bien completadas.
Si quieres seguir disfrutando de este muñeco asesino aqui tienes su secuela. Más muertes y más persecuciones que nunca. Interesante cinta.
La cosa tampoco es para tirar cohetes ni romparse la camisa de emoción, pero lo cierto es que esta secuela del cabrón de Chucky siempre me cayó en gracia. ¿Por qué? No sé, imagino que porque un puto muñeco sádico y pelirojo armado con un cuchillo de carnicero es algo que me ha molado siempre y que siempre me molará, con independencia del conjunto fílmico en el que habite: es una figura icónica inextinguible y perturbadora. En esta segunda parte se intenta explotar un poco más dicho personaje, como es normal, pero al final acaba cayendo en el típico tour de muertes ridículas que marcan la saga, si acaso potenciando algo más la ironía que en la original. Nada demasiado novedoso.
Se notan, eso sí, las primeras muestras de simpatía del guionista hacia su personaje, especialmente si nos fijamos en las víctimas seleccionadas: unos padres adoptivos perfectamente asesinables dentro de su inapelable estupidez y una profesora odiosa e insoportable a la que apetece machacar con nuestras propias manos, entre otras lindezas humanas. O sea, que Chucky hace el trabajo sucio para que nosotros nos sintamos mejor como espectadores. Lo de la terapia de choque del chavalín, sin embargo, me parece un recurso narrativo excesivo e inverosímil que, por fortuna, se acaba compensando con un inteligente y creativo clímax final situado en la fábrica donde facturan los Chuckys en serie. Una idea estupenda, aunque no llegue a explotar su potencial referencial tanto como cabría esperar.
Por lo demás, una serie B sin demasiadas novedades: Chucky sigue armándola dentro de un conjunto ochentero tan irregular como, en el fondo, eficaz y entrañable.
Lo mejor: el final en la fábrica.
Lo peor: pocas sorpresas.
En El cine según Hitckcock (F. Truffaut, 1967 ), el maestro Alfred revelaba muchos de los secretos de su hacer cinematográfico y gran parte de sus ideas y planteamientos sobre el suspense en el séptimo arte.
Según el director británico éste siempre parte de un exceso de información por parte del receptor (en este caso, el espectador).
El espectador sabe más que el protagonista de la película y eso es lo que le angustia. Por eso, saltándose las reglas del whodunit clásico, a Hitchcock no le interesaba en muchas ocasiones esconder la identidad del asesino hasta el final, sino que se lo mostraba al espectador de antemano (véase Frenesí, 1972) para que éste sufriera viendo cómo los personajes daban bandazos persiguiendo a todos los sospechosos mientras el verdadero asesino continuaba perpetrando sus crímenes.
En el slasher únicamente en la primera entrega suele pervivir algo del interés policíaco ya que una vez que se suceden las secuelas, si bien el nivel de calidad suele ir notoriamente en descenso, es el mismo asesino al que buscamos y son cada vez mayores su carisma y apariciones, restándose interés a la autoría y motivaciones del asesinato.
Así ocurre en Muñeco diábolico 2. Salvando las distancias de este producto con la filmografía gloriosa del mago del suspense, me ha soprendido gratamente encontrar bastante elementos interesantes en esta temprana secuela.
El poseído muñeco Chucky reaparece en esta ocasión con una acentuada dosis de humor y gamberrismo.
Ya nada hay de original en el hecho de que el muñeco cobre vida. Sin embargo, son pocos los que conocen y creen esto como cierto y eso es lo que los aísla.
El pequeño Andy contempla cómo la gente muere a su alrededor bajo las garras de un muñeco sin poder hacer nada , asistiendo ante la incredulidad de su entorno.
Esta condición le margina y condena al igual que a todos los que conocen la realidad del Chucky.
Curiosamente, gran parte del cine de terror y , en concreto, del slasher, funciona bajo esta premisa : El verdadero poder de los vampiros reside en que nadie cree en ellos .
Desgraciadamente pocas películas pertenecientes a sagas slasher pueden ser consideradas grandes obras del cine de terror.
Valen mucho más en conjunto que individualmente y su verdadero mérito no está tanto en la calidad cinematográfica (que no podemos exigirles) sino en la trascendencia icónica de los personajes que los inserta en la cultura popular.
¿Quién no ha tenido entre los más tiernos terrores de su infancia a un Chucky, IT o Freddy Krueger sin siquiera conocerles?
Esta es una de las pocas excepciones en las que una segunda parte mejora la original. Y es que Chucky ha vuelto a pleno rendimiento, con mas ganas de matar que nunca y dispuestos a hacernos pasar un rato divertido frente a la tele.
En esta ocasión, el film pierde suspense para darle más importancia al humor macabro de Chucky. Ahora siempre estarás deseando que salga el muñeco para ver que nuevo crimen va a cometer. Y además tiene la virtud de acertar con sus víctimas. Varios de los personajes son bastante cargantes y pesados así que estás deseando que llegue el muñeco en escena y les de su merecido. Y vaya si lo hace.
Otra virtud es el cambio de escenario. Si en la primera película nos encontrábamos en una ciudad oscura y en pleno invierno ahora la cosa es totalmente opuesta. El film se desarrolla en una casa colorida e infantil, un bonito colegio, una fábrica de muñecos…escenarios muy limpios e iluminados que contrastan de forma brutal con las masacres de Chucky. También destaco la música, no podría haber una banda sonora mejor para el muñeco.
En definitiva, Muñeco Diabólico 2 es la mejor entrega de la saga. Tiene suspense (aunque menos que en la primera) pero se le da más protagonismo a Chucky para que el humor negro esté siempre presente. Que nadie piense que es un calco de la primera entrega o que Chucky no tiene nada nuevo que ofrecer. No te la pierdas.
La salsa de la cinta es asistir a la evolución de Chucky, pues es en esta entrega donde se consagra como psychokiller de culto. No es una secuela innecesaria, ni a imitación de la primera parte, pues Chucky tiene mucho más que ofrecer, en esta secuela, gana en expresividad, malicia y hasta sentido del humor. Para mí, incluso mejora la original, si la primera era muy oscura, en esta se opta por el colorido, desde la casa donde acogen a Andy a la impresionante fábrica de muñecos Good Guy de la antológica recta final. Casi siempre se opta por planos bajos, a la altura del punto de vista del muñeco, con lo cual los escenarios nos pareceran impresionantes.
Otro punto fuerte es la familia que acoge a Andy y la adolescente que le acompaña (vista como novia de Brandon en Sensación de Vivir , con un toque muy ochentero, y que serán las victimas perfectas de las fechorías de Chucky. Un clima familiar my conseguido.
Para los seguidores de la saga quedan aquí sus mejores momentos antes de ser caricaturizado hasta el exceso y llevado a la comedia de terror. Un clásico instantáneo que siempre apetece revisionar.
Lo mejor: el final en la juguetería.
Lo peor: la tercera fue bastante peor.