Mientras Nueva York duerme
Sinopsis de la película
Los periodistas del Sentinel están a punto terminar la edición del periódico. En los pasillos y en las mesas se conspira y se intriga para hacerse con la dirección del diario. Mientras tanto, un criminal que se dedica a matar mujeres jóvenes, tras cada asesinato, deja a la policía un mensaje escrito con pintalabios. En el periódico se establece una feroz competición: el primero que consiga la noticia de la captura del asesino del pintalabios , tendrá todas las de ganar. Un redactor sin ambiciones consigue convencer a una secretaria de la que está enamorado para que sirva de cebo a fin de atraer al asesino, contando, por supuesto, con vigilancia policial.
Detalles de la película
- Titulo Original: While the City Sleeps
- Año: 1956
- Duración: 99
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Opinión de la crítica
7.4
95 valoraciones en total
Me encantan esas películas que mezclan la investigación criminal con el periodismo de antaño, el de la calle. Fritz Lang lo combinó a la perfección en Mientras Nueva York duerme , y mientras un joven desequilibrado asesina a hermosas mujeres en Nueva York, los miembros de una gran empresa periodística compiten por ser los primeros en obtener una exclusiva sobre el asesino.
Walter Kyne (Vincent Price), el dueño de la empresa de comunicación ofrece el puesto de director ejecutivo al primero que descubra quien es el asesino. Así, Mark Loving (George Sanders), John Day Griffith (Thomas Mitchell) y Burt Kaufman (Howard Duff) competirán sin cuartel por el puesto prometido. Todos quieren contar con la colaboración de Edward Mobley (Dana Andrews), un reportero televisivo que siempre se las ingenia para ir un paso por delante del resto. A Mobley se le ocurre una idea para atrapar al criminal, pero eso pondrá en peligro la vida de su prometida.
Otra gran película de Fritz Lang en la que, al menos yo, he echado de menos un poco más de mala leche. En ocasiones el film resulta muy convencional y muy made in Hollywood , aunque ya quisieran muchos mantener un nivel tan alto durante casi toda la película.
No es la primera vez que inauguro las críticas de una película, aunque sea de 1956. Esto es un honor a la par que una responsabilidad. Pero es la primera ocasión en que la película en cuestión fue calificada por su propio realizador como su mejor obra. Además si este señor se llama Fritz Lang pues imagínense mi sorpresa.
Miren, no se si es la mejor. No las he visto todas. Pero les diré que es buena, muy buena. Tal vez no perfecta pero sí magistral. Valga la diferencia. Tan magistral que ha conseguido quitarme el mal sabor de boca que me dejó la infumable aparición de Lang en la bobada de Godard El desprecio. Tan magistral que me ha permitido reencontrar a ese Dana Andrews, cínico a lo Mitchum, que no encontraba desde Laura de Premminger, ó a un George Sanders en su línea de Eva al Desnudo, en este caso con menos cinismo pero igual de profesional, a una Ida Lupino, en un registro muy distinto al de la invidente de La casa de las sombras de Ray pero con una carga de madura sensualidad capaz de llevarse por delante carros y carretas, a un Vincent Price, de malvado pero diferente y sobre todo encontrarme con un Thomas Mitchell del que ya he dicho tantas cosas en comentarios anteriores que ya no se que más decir.
De cine negro tiene auténticas y genuinas pinceladas pero sobre todo es cine de ambiciones, de gentes con y sin escrúpulos, cine de te amo mientras me sirvas, cine mediático, de la comunicación al poder y del poder de la comunicación. Auténtico precursor ese Fritz Lang de lo que es el pan nuestro de cada día en materia audiovisual y sobre todo precursor del periodismo de investigación.
En minúsculas, solo un pero, el final parece resolverse demasiado fácilmente y ese pobre infeliz al que conocemos desde el principio, con su carga psicológica ó psicopática a cuestas, pues parece de recursos escapistas limitados y de una ingenuidad ilimitada. Aunque en este caso, la historia del asesino del lápiz de labios es la menor de las dos historias. La otra, la de las fieras instigadas a despedazarse entre si, un poco como los tiburones de La dama de Shanghai despedazándose unos a otros, esa historia es la que cuenta.
Una trama policiaca de asesino en serie sirve de pretexto para introducirnos en las intrigas y los tejemanejes de una megaempresa periodística. Ambición, estrategias maquiavélicas, engaños, hipocresías, veremos en esta cinta el trasfondo sucio de los peces gordos de una empresa para alcanzar el poder, mientras una serie de mujeres jóvenes aparecen asesinadas.
Una historia interesante que, en mi modesta opinión, queda empañada por la inocencia con que se nos presenta la historia. Durante la proyección todo es demasiado inocente, muy suave. Me resultó molesto durante toda la proyección la falta de acción, la simpleza en algunas ocasiones.
Sin embargo, la estupenda colección de actores y la doble trama de intriga policial y de lucha por el poder, consiguen mantener el interés en el espectador hasta el final.
Es evidente que incluye una dura crítica (especialmente en el discurso final del protagonista ante su jefe) a la doble moral americana, a la lucha por el dinero por encima de cualquier otra cosa, a la hipocresía y a la falta de escrúpulos, esto es, al capitalismo en su grado más extremo. Crítica que por desgracia para nosotros no ha perdido valor con el paso de los años y puede encajar perfectamente en nuestros días.
En spoiler, para no molestar a los que recién vayan a verla, justifico mi crítica.
Penúltimo film americano de Fritz Lang (1890-1976). El guión, de Casey Robinson (Las nieves del Kilimanjaro, King, 1952), adapta la novela The Bloody Spur (1953), de Charles Einstein (1929-2007). Se rueda, en 5 semanas, en escenarios reales (Metro de L.A., Ayuntamiento de L.A. …) y en estudio. Producido por Bert E. Friedlob para Thor Productions Inc., se proyecta en público, en sesión de preestreno, el 16-V-1956 (NYC).
La acción dramática tiene lugar en NYC a lo largo de varias semanas del verano de 1955. Un misterioso asesino en serie de mujeres jóvenes y solas, al que la prensa llama El asesino del lápiz de labios, mata a Judith Felton (White), provocando el pánico entre las jóvenes de NYC. La muerte por causas naturales del magnate Amos Kyne (Warwick), propietario y director de la corporación Kyne Inc., que agrupa 10 diarios y otras empresas, es el motivo por el cual pasa a ocupar su lugar Walter Kyne Jr. (Price), poco apto para los negocios. Crea el puesto de director ejecutivo del grupo y anuncia que designará para ocuparlo al profesional de la casa que consiga publicar en primicia la identidad del temible asesino. La propuesta desencadena una lucha sin cuartel entre Mark Living (Sanders), responsable de la agencia de noticias, John Day Griffith (Mitchell), director del diario New York Sentinel, cabecera del grupo, y Harry Kritzer (Craig), director de la agencia gráfica. El joven Edward Mobley (Andrews), galardonado con un Pulitzer, no participa en la contienda y apoya la candidatura de Griffith. Interpreta al asesino John Drew Barrymore. Se implican en la acción la novia de Mobley, la joven Nancy Liggett (Forrest), la amante de Henry, Dorothy Kyne (Fleming) y la columnista de temas femeninos Mildred Donner (Lupino), de media edad, amante de Mark.
El film suma drama, cine negro, suspense y crítica social. Desarrolla dos líneas de acción simultáneas: el seguimiento del asesino, un psicópata joven, y el de la lucha competitiva de los tres profesionales que aspiran a ocupar el cargo de director ejecutivo del consorcio. La segunda línea ocupa la mayor parte del metraje y absorbe la atención central del film. En ella el realizador compone un retrato ácido y despiadado de la ambición humana y de su capacidad de movilizar los rincones más oscuros y perversos del alma humana. El ambicioso no tiene reparo en prescindir de todas las normas éticas en beneficio de conseguir sus propios fines. Tras falsas apariencias de corrección, oculta el uso de recursos deshonestos, ilícitos, vergonzosos y punibles. La ambición moviliza actitudes agresivas, traicioneras, desleales y corruptas. La ambición reviste formas diferentes y se basa en motivos no siempre coincidentes. En unos casos se asienta en la codicia y el afán de acumular riqueza. En otros aspira a conseguir notoriedad y relieve social. En otros persigue satisfacer ansias de poder.
(Sigue sin spoilers)
Tras su infausto regreso a la MGM que no pudo durar más de una película, el productor Bert E. Friedlob (un hombre a quien llegué a envidiar por haber conquistado a la preciosa actriz Eleanor Parker, con quien se casó y tuvo tres hijos), se acordó del par de buenos filmes que, Fritz Lang, había hecho para la RKO (Rancho Notorius y Clash by Night) y decidió ofrecerle la realización del último guion escrito por el renombrado, Casey Robinson (Captain Blood, El hombre propone, Now, voyager…). Lang, accedió con una sola condición, que figurara en el contrato que la productora no podría hacer ningún corte a la película hasta después de la preview (primera exhibición de sondeo con el público).
El director alemán, pudo acceder entonces a un reparto de lujo que incluía al cotizado, Dana Andrews, la provocativa Rhonda Fleming, la gran actriz y directora Ida Lupino, y gente de renombre como Thomas Mitchell, Sally Forrest, Vincent Price, George Sanders… y hasta su viejo colaborador Vladimir Sokoloff. Además, pusieron a su servicio un buen equipo técnico, y todo quedó listo para filmar esta satisfactoria recreación del periodismo moderno a la manera de Citizen Kane, pues, no por nada el nuevo gran jefe se apellida Kyne. ¡¿Y es que podía haber, en los Estados Unidos de Norteamérica, otro mejor punto de referencia que el del magnate William Randolph Hearst?!
MIENTRAS NUEVA YORK DUERME , comienza con la muerte del gran jefe y el lío empieza cuando entra en escena su heredero e incompetente hijo Walter, dispuesto a cortar cabezas poniendo a dura prueba a todos sus periodistas, y el caso le viene de perlas porque anda suelto un nuevo asesino en serie dispuesto a hacerse famoso eliminando a cuanta chica, bella y solitaria, se cruce en su camino.
Dada la plausible tendencia de Lang a interesarse más por la interioridad humana que por las acciones sensacionalistas, el filme se centra, principalmente, en la lucha interna de los periodistas por sostenerse en el cargo, y con ello, se logra dejar al descubierto un variado ramo de penosos matices que, este tipo de personajes, suele aflorar tras bambalinas: celos profesionales, infidelidades, grandes decepciones, ligerezas informativas, falta de escrúpulos, afán de la chiva a como dé lugar… Todo esto, quedará bien servido en la mesa, y uno termina preguntándose si aquel chico, al que buscan por asesinar a varias muchachas, no será una mansa oveja al lado de estos lobos a los que se ha permitido tanto poder.
Lang ha vuelto a dar en el blanco. Lástima que algunos productores no entendieran que su lema silencioso era: Dejadme actuar en libertad y os daré filmes que se recordarán siempre. Después de la preview de esta película, el productor fue incapaz de cortar ni una sola escena.
Título para Latinoamérica: MIENTRAS DUERME NUEVA YORK