Manos peligrosas
Sinopsis de la película
Skip McCoy (Richard Widmark), un ratero de poca monta, atraca a una mujer llamada Candy (Jean Peters) y se apodera de un valioso microfilm que contiene secretos de estado. Pero Candy estaba bajo la vigilancia de agentes del gobierno, por lo que Skip se convertirá en sospechoso de espionaje…
Detalles de la película
- Titulo Original: Pickup on South Street
- Año: 1953
- Duración: 80
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Opinión de la crítica
Película
7.4
49 valoraciones en total
Una de las primeras películas de Fuller, así como una primeriza incursión del mismo en el cine negro, género al que insuflaría nueva vitalidad. Sin duda una de sus más conocidas y afamadas películas, aunque, a mi entender, siendo bastante notable no llega al nivel de Shock corridor , Forty guns o The naked kiss , por ejemplo.
Narra la historia del inocente robo de un microfilm que contiene una fórmula química y del revuelo que se monta al ser robado. Skip McCoy, ratero encerrado ya tres veces (en algunos estados a la cuarta cae la perpetua), roba sin querer dicho microfilm (lo único que pretendía era un simple hurto más a una señorita) y se encuentra siendo, de repente, el centro de todas las miradas. Acaba de desbaratar dos importantes operaciones, la venta de la formulita a unos comunistas y, a su vez, el intento de detención, por parte del FBI, de los responsables del robo e intento de venta de la misma.
Este es el trepidante argumento de esta tensa y violenta, muy violenta (que no sangrienta), película. El guión, del propio Fuller y D. Taylor, es simple pero eficaz, con una intensa trama que, a su vez, otorga complejidad a los personajes, que vemos evolucionar claramente durante el transcurso del metraje. Así asistimos tanto al enamoramiento de Candy, la chica robada, hacia Skip, como al cambio de postura de McCoy, al que vemos al principio pasota y al que parece importarle bien poco lo que le rodea, para después involucrarse y tomar partido para evitar un mal mayor que su propia detención. Claro mensaje anticomunista el de esta cinta, de un director no precisamente sospechoso de serlo (Cosas de la época, no hay que olvidar que McCarty y compañía estaban en pleno apogeo). De hecho el mensaje de la película se podría resumir en una frase de la misma Una cosa es ser un ratero y otra ser un traidor .
Fuller imprime fuerza y tensión a la película alcanzando momentos casi memorables, apoyado por la fotografía y la música. La secuencia inicial en el metro es el ejemplo más notable, pero, en general, la primera media hora es brutal. Luego decae un poco, a la que se descubre el entramado comunista y parece que la trama en sí no avanza demasiado y se edulcora, para en los momentos finales volver a subir en su violento final (Durante todo el metraje no paran de darse hostias, pero verdaderas hostias, a hombres y a mujeres, pero sobretodo en los últimos minutos, incluso se llega a sufrir por los actores). Irregular, pero inspirada, destaca la actuación de Thelma Ritter en el papel de la adorable Moe Williams.
La otra cara del confidente es Thelma Ritter. Una mujer que necesita el dinero y vende corbatas para que la gente vista mejor. Es una confidente que hasta los cacos les cae bien. No se puede hacer mejor un personaje de confidente. Pero en Manos peligrosas los rojos son peores que los confidentes. Sería por ser mujer. Samuel Fuller retrata a los perdedores de una forma admirable. Perdedores con orgullo y amor a un país. O a Jean Peters que sería lo mismo.
Notable drama de Samuel Fuller, con una Jean Peters correcta, un Richard Widmark fantástico y una Thelma Ritter estratosférica.
La puesta en escena de Fuller es verdaderamente impecable, sobria, elegante, hipnótica….
No llego a los niveles de embelesamiento de Motta, de hecho el guión no me parece del todo redondo por alguna que otra concesión a la galería, pero sin duda es una delicia infravalorada y bastante inspirada.
Una de las pocas películas de Fuller financiada por un Estudio (Fox). Escrita y dirigida por el autor, se rodó en NYC en 20 días con un bajo presupuesto. Obtuvo dos nominaciones: al Oscar a la mejor actriz secundaria (Thelma Ritter) y al León de oro del Festival de Venecia.
La acción tiene lugar en NYC en 1953. Narra la historia de un gángster de poca monta, Skip McCoy (Richard Widmark), condenado tres veces por robo, en libertad desde hace pocos días, que en el metro roba la cartera del bolso de Candy (Jean Peters), correo de su antiguo novio Joey (Richard Kiley). La cartera robada contiene un microfilm con información secreta sustraída por agentes de la URSS. La película se mueve en ambientes sombríos y subterráneos: metro, vivienda de madera suspendida sobre el mar, apartamento de Joey, etc. Habla de asesinatos, ladrones, espías, agentes del FBI y, sobre todo, de la Guerra Fría que enfrentó a EEUU y a la URSS, las dos mayores potencias del mundo, entre la finalización de la II GM y la disolución de la URSS en 1990. La acción se enmarca en el contexto de esta guerra, cuyos mayores exponentes fueron la carrera armamentista convencional y nuclear y las acciones de espionaje y contraespionaje. El robo de la cartera de Candy, que realiza un último favor a su antiguo novio, espía a favor de la URSS, circustancia que ella ignora, provoca un incidente en el que intervienen espías soviéticos y agentes del FBI contra un ratero movido por pretensiones económicas e indiferente a las apelaciones al patriotismo. La película habla con elocuencia de la violencia criminal como parte integrante de la sociedad y de amor sincero, inspirador de acciones generosas.
La música aporta una contribución decisiva a la creación del clima de tensión en el que tiene lugar la acción. La fotografía es espléndida. Incluye tomas largas, un constante movimiento de la cámara, escenarios de espacios limitados, primerísimos planos expresivos de los sentimientos de los protagonistas. La escena inicial, del robo en el metro, está narrada de modo soberbio. Las interpretaciones de Widmark, Peters y Thelma Ritter son espléndidas. El guión está elaborado con un agudo sentido de la síntesis y la elipsis y se basa en una hisotira de Dwight Taylor. La dirección crea una obra emocionante, vibrante e intensa, que en su momento obtuvo gran éxito de púbico y de crítica.
Film negro clásico, situado en un momento histórico superado. Es la obra más accesible y más comercial del autor y, a la vez, una de las mejores películas del cine negro norteamericano de los años 50 del siglo pasado.
Probablemente Samuel Fuller sea más conocido por westerns como Yuma (con Sara Montiel) o films bélicos como Uno Rojo División de Choque. Y es igualmente probable que a muchos de ustedes les pase lo mismo que me sucedió a mi, que Manos Peligrosas ha confirmado aquello de que la vida (en este caso el cine) sigue dando sorpresas, especialmente a eternos aprendices de brujerías cinéfilas como es mi caso.
La película es la resultante de distintos elementos a cual más interesante. Por un lado está el guión del propio Fuller muy bien construido, respetuoso con eso del planteamiento, nudo y desenlace, y sobre todo, claro e inteligible, lo cual es de agradecer. Por otra parte, la fotografía de Joe McDonald, excelente en su conjunto y con algunos primeros planos de Jean Peters absolutamente seductores, así como la música que integra al espectador en la city neoyorkina, metropolitano incluido.
Y sobre todos estos elementos que conforman una gran obra encuadrable en el género del cine negro (rama política, eso si), a destacar el trabajo de los actores: Richard Widmark (de los mejores de la fila dos), Jean Peters (pura sensualidad) y sobre todo Thelma Ritter en una de esas interpretaciones que hacen historia y por la que optó a la estatuilla a la mejor actriz secundaria. Maravillosa Thelma que nos deja a todos absolutamente boquiabiertos. No tengo nada contra los comunistas. Unicamente, me desagradan Soy una mujer cansada…
Es cierto que podríamos ponerle algun pero. El anticomunismo exacerbado en ese entorno de la senatorial caza de brujas o esa relación sentimental Widmark-Peters, tan rápida como conveniente para la taquilla. Esto es cine. Y el cine tiene sus propias normas y reglas del juego. Pero eso no es una deshonra del film sino todo lo contrario un acierto muy profesional de Samuel Fuller.