Malditos bastardos
Sinopsis de la película
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En la Francia ocupada por los alemanes, Shosanna Dreyfus (Mélanie Laurent) presencia la ejecución de su familia por orden del coronel Hans Landa (Christoph Waltz). Después de huir a París, adopta una nueva identidad como propietaria de un cine. En otro lugar de Europa, el teniente Aldo Raine (Brad Pitt) adiestra a un grupo de soldados judíos ( The Basterds ) para atacar objetivos concretos. Los hombres de Raine y una actriz alemana (Diane Kruger), que trabaja para los aliados, deben llevar a cabo una misión para hacer caer a los jefes del Tercer Reich. El destino quiere que todos se encuentren bajo la marquesina de un cine donde Shosanna espera para vengarse.
Detalles de la película
- Titulo Original: Inglourious Basterds
- Año: 2009
- Duración: 146
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Opinión de la crítica
7.8
44 valoraciones en total
Para mí, una obra maestra.
El primer, digamos, fragmento, con la visita del temible coronel nazi Hans Landa a una granja en busca de judíos ocultos, está entre lo mejor que haya rodado Tarantino jamás. Oro puro. La tensión y el suspense que crea mediante diálogos, silencios y miradas resulta absolutamente de órdago. Comienza apoyándose en los códigos del spaghetti western y, rápidamente, en ese mismo fragmento o capítulo, muta en un duelo psicológico de aúpa, capaz de tener con los huevos de corbata a cualquiera. Ese largo diálogo, que se corta con un cuchillo, entre Landa y el granjero Lapadite es del todo angustioso gracias al pulso del director, dilatando deliberadamente los tiempos de la conversación, y a la excepcional interpretación de Christoph Waltz y Denis Menochet. Ahí la película ya me tenía ganado.
Tras este comienzo por todo lo alto, Tarantino continúa su narración mediante capítulos, desgranando situaciones y sucesos que, poco a poco, conformarán un todo hasta desembocar en un final muy coherente y bien atado que transgrede la Historia remodelándola a su antojo (y con dos cojones más gordos que el caballo de Espartero) mediante el instrumento, inmejorable, de una pantalla de cine. Cada capítulo, en principio independiente pero que forma parte de una unidad perfecta, es delicioso en sus diferentes estilos remezclados y de enorme riqueza a tenor de los muchísimos detalles que contiene y que seguro se apreciarán mejor en posteriores revisiones.
Los diálogos (y algunos duran, no sé, casi 20 minutos), las interpretaciones, los guiños, las referencias cinéfilas y las esporádicas incursiones de la violencia, en brutales estallidos que coronan y zanjan un dramatismo gestado sin prisa alguna, constituyen las herramientas de un director que, con Inglourious Basterds ha creado, desde mi punto de vista, una de las películas más interesantes y audaces de los últimos años. Tarantino ha vuelto a demostrar que no hay en él nada conformista y que continúa renovándose a sí mismo, evitando resultar plano y predecible.
Obligatoria.
PD: Y mucho ojo a la actriz Mélanie Laurent, impresionante en su encarnación de uno de los mejores personajes que he visto en toda la filmografía tarantiniana. Ella es Shosanna.
1. El triunfo de la voluntad
Más un cineasta maldito que bastardo, Quentin Tarantino tiene innumerables padres cinematográficos que tejen, sobre diferentes tonos y géneros, un compendio fílmico cuya individualidad supera el conjunto que ofrece el mosaico de referencias. No se trata de una conexión directa con el género o el filme que origina el título de la cinta, Aquel maldito tren blindado, sino que el talento y estilo propio del cineasta se impone creando una nueva visión dimensionada del autor. Es así un filme puramente tarantiniano cuyos orígenes quedan borrados y ametrallados por la cinefilia y genialidad.
La secuencia que abre la película es simplemente monumental: aparece el título «Capítulo 1: Érase una vez… En una Francia ocupada por los nazis». Se abre como un western con tono clásico a lo Ford o Eastwood con la banda sonora de El álamo en los créditos, pero alude también al spaghetti western con vistas a Leone y a su fiereza. La planificación es maravillosa y se sostiene con referencias propias: diálogos continuos rellenado una larga secuencia hasta que la violencia encumbra el clímax.
Esa lucha constante entre el cine clásico y la serie B hace erigir el triunfo de aunar la elegancia, precisión y monumentalidad clásica con la originalidad, provocación y radicalidad del cine alternativo. Tarantino es el único cineasta que ha alcanzado el equilibrio perfecto entre ambas corrientes creando un estilo propio.
2. Teléfono negro, hoy volamos hacía Paris
Malditos bastardos presenta a uno de los villanos más maquiavélicos de la historia del cine, el coronel Hans Landa, que construye en la apertura el leitmotiv de toda la cinta: un simple disparo puede cambiar toda una guerra como si de un efecto mariposa se tratase. No sólo es una representación conocida del concepto del azar sino del conocimiento personal y las vivencias. Es importantísimo el juego de idiomas en el guión y el pasado que arrastran los personajes como los actos que desencadenan.
La recreación de la Segunda Guerra Mundial no es un retrato de las trincheras, ni del campo de batalla sino de pura negociación (las situaciones en todas las secuencias se resuelven siempre así). También de imposición del cine sobre la cultura universal y los designios de la civilización. Hay cierto grado de anacronismo lírico fundido con la brutalidad de la violencia. De cine extremo entre cigarros fundidos en humo y llamas. Es puro celuloide incandescente con infinitas lecturas metacinematográficas, como si todo fuese una metralla de fotogramas quemados por la celeridad antes del impacto.
Malditos bastardos es un monumento cinematográfico a la historia del cine. Un acto de amor brutal, combativo y suicida donde la ficción reescribirá el cine salvándolo. Tarantino, de hecho, ha vuelto a rehacer la historia del cine salvando a toda la humanidad. A todos nosotros.
Si me dicen que esta película es una payasada estaría de acuerdo.
Si me dicen que algunos diálogos son un tanto psicodélicos estaría de acuerdo
Si me dicen que es una hostia a la historia estaría de acuerdo
Si me dicen que que Tarantino se pasa de rosca estaría de acuerdo.
Si me dicen que los actores sobreactúan estaría de acuerdo.
Si me dicen que es un tanto ridícula estaría de acuerdo.
Si me dicen que hay escenas delirantes estaría de acuerdo.
Si me dicen que es comercial estaría de acuerdo.
Y si me dicen etc.etc.etc también estaría de acuerdo
En lo que no estoy de acuerdo es que se nos olvide que estamos viendo cine,
y que pocos directores hacen cine como Tarantino, los genios son así, hacen cosas geniales y diferentes, y gusta o repele según quién sea el espectador.
La película es súper divertida, inteligente, amena, y una gamberrada sin igual, Tarantino
no reescribe la historia, se ríe de ella y lo hace estupendamente, fiel totalmente a su estilo, y dejando patente, digan lo que digan, que la mediocridad queda para los directores mediocres, cosa que Quintín por supuesto no lo es, una pena que se prodigue tan poco.
En cuanto a las actuaciones, genial Christoph Walz, muy gracioso Brad Pitt, metido en un papel delirante, los secundarios todos partientes, desde el comandante de la Gestapo, hasta a los absurdos compañeros de correrías de Brad, una gozada.
Película de humor cien por cien, aventuras, gansada absoluta y súper divertida del amigo Tarantino.
¿153 minutos? ¡Joder que corta se me hizo!
Le pongo un ocho, pero el cuerpo me pide ponerle algo más, me lo he pasado bomba
Entretenidísimo folletín de fantasía bélica con un reparto lleno de caras conocidas (tanto las estrellas, como los cameos) y que hubiera podido ganar mucho con unos recortes en la sala de montaje. Sin embargo, te quedas con el capítulo 1, un prólogo ejemplar donde el villano , un coronel nazi llamado Hans Landa es presentado al espectador en un crescendo de tensión leoniana muy bien llevado: el mejor diálogo de toda la película se produce en esta escena y lo curioso es que este diálogo es uno de los pocos que ha escrito Tarantino para definir al personaje y no para definirse a sí mismo. Por mí, que siga por este camino siempre.
Flojo Brad Pitt y su cuadrilla de Bastardos: quizás un resquicio de molonidad adolescente que queda en la progresiva escalada de Tarantino hacia la madurez de su estilo. Lo que pasa es que la película tiene un tono bastante más alto que Brad Pitt rapeando su discurso bélico al grupo de vengadores hebreos y claro, escenas así acaban por bajarlo. Mucho mejor trabajada y llevada la historia de Shoshanna, el pretendiente nazi y el colega negro, es más, diría que en realidad la peli está concebida como un vehículo narrativo para invocar su venganza y lo de los bastardos no es más que el peaje que se paga para insertar el necesario reclamo de golfería tarantiniana.
Me sobra un poco toda la parte en la que interviene el personaje de Diane Kruger y no porque la actriz lo haga mal, todo lo contrario, sino porque se ha tenido que comer la parte del guión más redundante e innecesaria. Un blablabla de relleno que recuerda un poco la mecánica los tan populares diálogos de nuestras amigas de Death Proof .
Si se quiere jugar a encuentra la referencia cinéfila, hay homenajes a los de siempre y además a los clásicos de aventura bélica, muy especialmente a Doce del patíbulo , de la bebe ya no fuentes, sino manantiales. La novedad es que ahora estas influencias ya están tan integradas en el cine de este director, que al contrario que ocurría en sus otras películas, ni siquiera parecen ya influencias, sino rasgos propios de su cine.
Para terminar, decir que no lo pasaba tan bien con una peli de ambientación bélica desde la magnífica El libro negro de Verhoeven: me da la impresión de que si bien no despertará grandes pasiones, tampoco defraudará a los que acudan al cine a ver qué ha hecho ahora el viejo niño terrible.
No me voy a poner a discutir si Tarantino es un fan del cine bélico, si tiene cientos de exégetas (que los tiene) defendiéndole por doquier, si reinventa la rueda (fílmicamente hablando) o de si ama el cine hasta tal punto que lo usa como arma para cambiar la Historia.
No. No me apetece.
Tengo la sensación de que Quentin se repite cual inacabable cantinela.
Trata de realizar una deconstrucción postmoderna de los géneros clásicos a través de la anacronía y la autoconsciencia, pero yo he llegado a un punto en el que me aburro.
Me aburro de sus citas cultistas pensadas de cara a la galería de Cannes, de su concepto de las escenas como compartimentos estancos apenas relacionados, de su estructura en capítulos, de su autocomplacencia en la escritura (que lleva a que los diálogos se alarguen en demasía, hinchando algo que podría haberse narrado en 90 minutos) y de su actitud general de niño mimado que no se toma las verduras ni hace los deberes, pues sabe que papi Wenstein le dejará rodar la película que quiera, lo que le convierte en una suerte de cineasta/guionista con el hinchado ego de un director europeo que pasa por completo de las recglas (como Haneke) y ganas de realizar cine de entretenimiento netamente yanquis.
En fin: a un servidor la cosa ya le cansa. Quentin tendría que realizar una cura de humildad, limar diálogos, buscar que sus guiones tuvieran una mayor armonía y dejar de escribir las películas como si fueran chistes que todo el mundo le fuera a reír.
Eso creo yo.
Lo mejor: El uso del formato panorámico y Christoph Waltz.
Lo peor: ¡Dos horas y media para contar algo que podría durar 60 minutos menos!