Los vikingos
Sinopsis de la película
En la Alta Edad Media, los vikingos o normandos (hombres del Norte) adoraban a Odin, el dios pagano de la guerra, que los guiaba a través de los mares cada vez que emprendían sus habituales incursiones de saqueo. Einar y Eric, hijos ambos del rey vikingo Ragnar -aunque ignoraban su parentesco-, se odiaban profundamente, pero se vieron obligados a luchar juntos para rescatar a la princesa Morgana, de la que ambos estaban enamorados, de las garras del rey de Inglaterra.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Vikings
- Año: 1958
- Duración: 114
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Opinión de la crítica
Película
7.4
80 valoraciones en total
¡Como molan los títulos Clarkianos!
Aunque lo que sí que mola de verdad es el espíritu vikingo. No eran precisamente unos angelitos. Todo el día de banquetes opíparos, peleas mortíferas, borracheras supinas y sexo desmadrado. Si había que comer se hartaban, y si había que guerrear pues a sangrar que ya enviaría Odin a sus locas valquirias si tocaba victoria. Luego para celebrarlo ordeñaban a una cabra y bebían su hidromiel en los cráneos de sus enemigos derrotados. Pensaban que las mujeres estaban hechas, como las leyes, para ser violadas. Y a ello se aplicaban con deleite en sus fastuosas orgías. Pero sin mariconadas eh, que uno era vikingo, no bikingo. Desgraciadamente, y a pesar de que algunos farden hasta en el nick, nosotros tenemos más escrúpulos y no nos sale hacer estas saludables salvajadas.
Y ésta quizás es la mejor película de vikingos jamás hecha. Es más, personalmente la encuentro fascinante, un peliculón de tomo y lomo. El guión es bueno, la puesta en escena estupenda, las actuaciones magnéticas, y la ambientación colosal. Pero lo que se te queda sobre todo es su banda sonara. Qué pegadiza es, por Thor.
Ni conociendo el secreto de las runas les podría haber salido tan redonda. Nunca podrán quemar una nave con esta película dentro, siempre vivirá.
Es, junto a King Kong y Espartaco , la película que más me marcó de niño. Y vistas ahora, me siguen gustando casi igual, a pesar de sabérmelas de memoria.
Es maravilloso ver a Douglas saltando de remo en remo, o escalando un portón levadizo por una escalera de hachas , o ver a Curtis atado a las rocas, o ver las fiestas de los vikingos… Y la lucha final…
Las trompetas de Nascimbene todavía resuenan en mi memoria, y mi mirada se pierde en el infinito, y me viene la sonrisa a la boca mientras recuerdo.
Estas películas no tienen precio.
Ya se sabe que el cine cambia y cambia, atraviesa épocas y décadas, y que siempre se repite hasta la saciedad aquello de que ya no se hacen películas como éstas o aquellas . Pero es que en este caso, así es. Ya llevamos más de una década sufriendo la esclavitud de los efectos especiales en el cine de aventuras (aunque de vez en cuando surjan excepciones que intentan que no perdamos la esperanza), y la gravísima escasez de buenos e inteligentes guiones para este tipo de películas. En resumen, que sí, que ya no se hacen películas como Los vikingos . Películas con inmensos actores en grandes papeles sostenidos por estupendos guiones que narraban aventuras inolvidables. Sin ir más lejos, Beowulf , ambientada en una época similar, no tiene ni un 20% del encanto y de la fuerza que ésta posee, aun deslumbrándonos con unos sofisticados efectos visuales (y ojo, la cinta de Robert Zemeckis me entretuvo y me pareció más que correcta) que no poseen las escenas de Kirk Douglas escalando la pared de un castillo.
La historia del vikingo Einar (Douglas), bravucón, valiente, volcánico y arrogante como sólo Kirk Douglas sabía serlo, de Eric (Tony Curtis), el esclavo despechado y sufridor, y del rey Ragnar (Ernest Borgnine) forma parte de la historia del mejor cine de aventuras. Richard Fleischer, un excelente director al que Hollywood nunca tuvo demasiado en cuenta, puso todo su buen criterio y su inteligencia a la hora de llevar a la pantalla la novela de Edison Marshall. No sólo cuidó el guión (a cargo de Calder Willingham y Dale Wasserman), sino que exigió una ambientación completamente fiel al momento en que se desarrolla la historia, es decir, entre los siglos VIII y IX. Ni qué decir tiene que se cumplió a la perfección.
La película huele a aventura de las grandes por los cuatro costados. Ese Douglas comiéndose la pantalla. Ese Curtis prometiendo venganza en cada mirada suya. Ese Borgnine, puro derroche de vitalidad y fiereza. Incluso los secundarios Janet Leigh y James Donald están soberbios. El triángulo amoroso Douglas-Curtis-Leigh está enmarcado en el mejor de los paisajes, en el de los fiordos y montañas noruegas, bellísimamente fotografiados por Jack Cardiff. Y qué decir de la imborrable música de Mario Nascimbene, que se te queda grabada a fuego en el cerebro una vez que has terminado la película. Preciosa.
Dice la leyenda que Richard Fleischer se documentó bien documentado y que todo lo que sale en la peli es tal y cómo era en los tiempos del sanguinario Rey Ragnar: los costumbres, las armas, los trajes, las violaciones, los barcos…
De hecho, para los barcos se ve que construyeron reproducciones de barcos vikingos hundidos a escala 1:1 y luego los actores del siglo XX se cagaron en Odín y en todos los santos porque eran mucho más altos que los vikingos del siglo VIII y tenían que remar apretujados como sardinitas.
Pero lo importante es que podemos ver esta peli con la coartada intelectual de estar asistiendo a una clase de história y sin embargo disfrutar como locos de una bacanal de a) aventuras, b) fiestas en los fiordos, c) mamporros y d) hachazos a la vieja usanza, con Kirk Douglas y Tony Curtis entre los principales repartidores de estopa.
Y, ya de paso, constatamos que la religión de los vikingos (el vikinguismo o cómo narices se llame), insistía en la importancia de morir matando… y sin embargo terminaron borrados del mapa en manos de cristianos cuyo libro sagrado insiste en la importancia de comportarse como corderos y poner la otra mejilla. Qué raro es el mundo.
Nota: notable.
Una de las más estimulantes y maravillosas películas de aventuras de todos los tiempos, montada en base a la plasmación del encantador, rudo y hermoso universo del pueblo vikingo – enfrentado a los ingleses – y dentro de éste encarando el personaje de Kirk Douglas al de Tony Curtis – hermanastros ambos sin saberlo -, enamorados los dos de Janet Leighen una relación abrasiva y arrebatadora.
En definitiva, lo que hace Fleischer en la que es su verdadera y legítima obra maestra es trascender lo que pudiese ser una genérica película de aventuras en algo así como una tragedia griega, algo en lo que Kirk Douglas tiene muchísimo que ver, ya que no en vano es el productor, y ya lo hizo con el western de manera memorable en El último atardecer de Robert Aldrich. Por ello, Los vikingos adquiere rango de film excepcional, casi único.
Película de enorme fuerza, literalmente bellísima, con una formidable fotografía de Jack Cardiff y dotada de una arrebatadora escenografía e iconografía que transmiten, además, con singular maestría la esencia de la tan manipulada cultura y vida del pueblo vikingo. Rematada en un final memorable, es, en sí misma, una película inagotable, un círculo perfecto, mucho más que otros círculos-películas de su especie y época que no tienen más que abollones en muchos casos. Para empezar: la gilipollez de los Oscars y sus películas multipremiadas.
Amo esta película. Es vergonzoso que siga olvidada.