Los pajaritos

4 comentarios en «Los pajaritos»

1. El progreso como absceso (canceroso, muy maligno). Todo avance siempre es hacia peor.
   
   La ciudad como un invento del diablo, una esmerada representación del mal, una hija fea de Caín. Y la contaminación, su secreción más abyecta.
   
   La Naturaleza queda lejos. En el recuerdo seguramente. Un espejismo. Una ficción. Irrupción perturbada, babeante, anhelante.
   
   Lo humano murió finalmente, hace bastante. Y los animales también. Pocos pájaros quedan ya. Su canto expira. Su alegría se desvanece. No quedan días apenas.
   
   La única esperanza reside en esas dos tenues categorías: la infancia y, sobre todo, la vejez. Cuando el tiempo no ha empezado (a correr) o cuando ya se ha detenido (para dar a la mar). Sin cocer o a punto de romper. La inocencia o la falta de utilidad. Los extremos se tocan y se abrazan acongojados pero alegres, resistiendo, en busca del pájaro perdido, con la caja o la jaula en ristre.
   
   En medio, una serie nutrida de zombis, un ejército de seres enterrados en vida, prisioneros de un trabajo asalariado, esa oficina, que los tiene esclavos de un mundo que tienen por el mejor de los posibles (como el nuestro que es, sin duda, mucho mejor que el anterior o el exterior, que todos los demás, así es y que nadie me lo niegue que lo dicen en la radio, y en todos los diarios, que estamos en una democracia y no se hable más, sanseacabó).
   
   Todos muertos, decíamos, salvo ese bombero mío de carnes gordas y alma blanda, un educado caballero de los de adarga antigua y galgo corredor, rocín flaco…

2. Los pajaritos , un telefilm que Mercero dirigió justo después que su celebérrimo telefilm La cabina (1972), es, en cierto modo, un trabajo muy diferente, una comedia urbana amable y tierna, con un tono poético que la asemeja al cortometraje de Mercero Trotín Troteras (1962), dirigido en los comienzos de su carrera. José Orjas y Julia Caba Alba son dos seres tan ingenuos e inocentes como los pajaritos que compran y tratan de salvar a toda costa de la contaminación y de todo tipo de contratiempos. Destaca la música de Carmelo Bernaola.

3. No tiene la misma efectividad que La cabina, pero sí tiene cierto encanto. Especialmente reside en la personalidad de los protagonistas, imbuidos de una sensibilidad tanto con animales como con personas de la que la mayoría de personajes carecen. La sociedad es retratada como despreocupada e ignorante con la contaminación e incluso recelosa contra los pájaros. En ese contexto, los ancianitos se ven envueltos en problemas, siendo estupendamente interpretados.
   
   El resto de la crítica la dejo en spoiler por revelar más aspectos argumentales de los que prefiero dejar en público.

4. Al modo de la ilustración de Vitaliy Peskov donde unos pájaros vuelan sin abandonar sus jaulas, Los pajaritos puede entenderse (si se quiere) como retrato de una represión asumida y normalizada.
   
   En la España de Franco hubo ese funcionamiento típicamente eficiente de las dictaduras, con el coste de la uniformidad impuesta, y la película es de aquella época. Hay varios elementos que me hacen pensar en la analogía: la presencia de las fuerzas del orden durante casi todo el mediometraje, el fuerte contraste con la figura del pájaro (que siempre emparejamos con la libertad), las ambiguas sentencias radiofónicas ( hoy han caído mil pájaros, lo dicen por radio, serán más ) como si de una caza velada de insurrectos se tratase y, sobre todo, el diálogo final, en que los dos personajes fantasean con un lugar donde, dicen, sean tan importantes los parques como las industrias . El tono deliberadamente ingenuo y naíf zambulle la crítica en la ambigüedad.
   
   Asimismo, Los pajaritos se puede ver como alegato ecologista, o como otra cosa, no hay certezas en la libre interpretación. Por lo demás, el evidente desaliño técnico no impide que la película sea entrañable y agradable de ver.
   
   Gracias.