Los jueves, milagro
Sinopsis de la película
Fontecilla, un pueblo que vivió tiempos de esplendor gracias a la fama de su balneario, sobrevive a duras penas gracias al campo y a un limitadísimo turismo que apenas deja beneficios, ni siquiera el tren para ya en la estación. Don Ramón, el dueño del balneario, harto de su escasa y poco aristocrática clientela, en connivencia con el alcalde, el maestro, el barbero, el dueño del hotel y don José, un acaudalado propietario, urde un plan: organizar una aparición mariana , como la de Lourdes, que atraiga al turismo y a los devotos. Cuando se dan cuenta del extraordinario parecido que hay entre Don José y una vieja talla de San Dimas, el buen ladrón, el problema queda resuelto.
Detalles de la película
- Titulo Original: Los jueves, milagro
- Año: 1957
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
7.3
56 valoraciones en total
Estando de acuerdo en casi todo lo expuesto anteriormente (actores impresionantes, aspectos técnicos intachables) hay que descubrirse ante unos señores que en la España de ¡1957! consiguen estrenar un casi-documental inmisericorde sobre el país y un auténtica burla hacia las fuerzas vivas que hacían funcionar el franquismo en las zonas rurales, en especial al estamento eclesiastico.
Evidentemente, el tratamiento amable que se le otorga al personaje del cura -junto con otros aspectos que comento en la zona de spoiler para no reventar la trama- son el peaje que hubo que pagar para que esta película fuera exhibida en nuestros cines en aquellos oscuros años. Pero si ponemos cada una de esas consideraciones en lados opuestos de la balanza, no cabe duda que la mala leche soterrada gana por auténtica goleada. Sumemos luego la impecable factura formal a todos los niveles y ya vemos lo que tenemos entre manos. Un milagro, sí.
Película esquizofrénica, que parece haber sido dirigida por dos directores distintos. La primera parte (hasta la aparición de Richard Basehart) es distintivamente berlanguiana, con el genial Pepe Isbert en un entrañable papel a su medida. Corrosiva hasta la médula, pone en solfa las fuerzas vivas de la España franquista de provincias, en los años previos al desarrollismo (el maestro, el boticario, el alcalde y el empresario, entre otros). A partir de que Isbert abandona el protagonismo, el guión se desliza hacia una muy previsible fábula moral, con un final blando e indigno del arranque. No obstante, no está nada claro hasta qué punto su declive tiene o no que ver con la presión de la censura, hasta el punto de que, al parecer, en la Filmoteca Nacional constan dos versiones de la cinta perfectamente acabadas. Merece la pena, pero no es ni mucho tan redonda como otros títulos de Berlanga.
Más allá de todo lo que me indigna y me fastidia de Los jueves, milagro (y con ello quiero referirme a los parches, a los remiendos, a las trampas en el guión y -sobre todo- a ese patético desenlace impuesto por el Opus Dei y las autoridades franquistas) lo que realmente me parece milagroso es que, a día de hoy, una peli tan agraviada, maltratada y ultrajada como ésta siga destilando ese maravilloso espíritu crítico, cínico y mordaz gracias al cual Don Luís García Berlanga ha sido considerado por muchos, y no sin razón, como el mejor cineasta español de todos los tiempos.
Precisamente por ello, permitidme que perpetre -a través de esta peli y no de cualquier otra- mi más sincero y particular homenaje a Berlanga. Entre otras cosas porque -aunque las tiene mejores- hay que ser bueno, muy bueno, para seguir transmitiendo todo lo que logra transmitir Don Luís (crítica social, crítica religiosa, humor negro, neorrealismo a la ibérica incluso…) con tanto fascista tocando los cojones.
Así pues, siete merecidas estrellitas para una peli mucho menos conocida que Bienvenido Mr. Marshall, Plácido, Calabuig o El verdugo pero que, en todo caso, constata a la perfección que cuando tras las cámaras hay talento y ante ellas, buenos actores (Isbert y Alexandre están tremendos), por muchos palos a las ruedas que a uno le pongan, cualquier milagro es posible.
Berlanga es Berlanga, y aunque esta película no llega a la altura de El Verdugo, Bienvenido Mr. Marshall o Placido es un entretenimiento de primer orden.
La trama, para mi muy atrevida para su época, trata de que las autoridades de un pequeño pueblo en claro declive deciden simular una aparición de un santo, que deciden por el parecido de una imagen de la iglesia con José Isbert, que sea San Dimas, para que el pueblo vuelva a respirar prosperidad atrayendo a su balneario a los creyentes.
Tiene una primera hora fantástica, pero con la aparición del actor americano Richard Basehart en escena decae bastante, ya que este no parece tomarse muy en serio la película y además está muy fuera de la orbita de los demás personajes.
Aún así José Isbert está fenomenal y no digamos nada del siempre genial Manuel Alexandre, su personaje es corto pero siempre que sale da gustó disfrutar de su actuación. Los demás personajes más que correctos.
Supongo que esta película estuvo en manos de la censura de la época, y quizá tuvo que recatarse bastante Berlanga para poder estrenarla. Aún así una gran crítica social de la época que retrata esa ferviente religiosidad que se inculcaba al ciudadano medio.
Como curiosidad decir que en los créditos sale un tal Luisito Varela, que no es otro que Don Luís Varela de niño, ese gran actor de comedia, triunfador más en teatro que en cine y televisión, que ha alcanzado bastante fama hoy en día haciendo del jefe de Camera de Café, es curioso verle. Otro tema que llama la atención es que en esta película sale un José Luís López Vázquez diferente, y es chocante que habla normal, todavía no había utilizado esa voz característica que ha adornado su carrera, que a mi personalmente me pone malo.
Dignísimo entretenimiento, si tenéis un rato disfrutar de ella.
Quinto largo de Berlanga y último de su primera etapa. Escrito por Berlanga y José Luis Colina, desarrolla un argumento original de Berlanga. Se rueda en exteriores de Alhama de Aragón (Zaragoza) y en los platós de Estudios Chamartín (Madrid). Obtiene una mención de honor en el Festival Internacional de Valladolid. Producido por Enrique Balader, se proyecta en público por primera vez el 22-VIII-1957.
La acción dramática tiene lugar, a lo largo de poco más de una semana, en Fuentecilla, pequeño pueblo aislado (el tren nunca para en la estación), con un antiguo balneario de aguas termales con propiedades curativas reconocido en el pasado, pero caído actualmente en el olvido. Seis amigos, que componen las fuerzas vivas de la localidad, deciden representar un milagro para promocionar el turismo, la actividad económica en el lugar y sus propios intereses. Forman el grupo el alcalde (don Antonio), el maestro (don Salvador), el médico (don Manuel), el farmacéutico (don Evaristo), el propietario del balneario (don Ramón) y un propietario agrícola (don José).
El film suma comedia y cine fantástico. Presenta una jocosa sátira social de la España de mediados de los años 50. Se burla del papanatismo y el borreguismo que informan el fervor religioso de la gente sencilla, crédula y manipulada. Se burla de la omnipresencia de la religión en el mundo civil y de su enorme capacidad de influencia. Se burla de la utilización de la religión como instrumento de poder. Se burla de la cultura tramposa, pícara y oportunista de las fuerzas vivas. Se burla del egoísmo y del drástico individualismo de las mismas. Se burla de la estrechez de miras que las guía: no buscan la promoción de los intereses del pueblo, sino la satisfacción de su codicia, su beneficio particular inmediato. Como parte de la sátira expone la pobreza intelectual de las lecciones que se imparten en la escuela, los contenidos absurdos de las mismas y la presencia reiterada del recurso a los castigos físicos como incentivo docente. Pone de manifiesto la dificultad de comunicación entre personas y grupos sociales, de acuerdo con una de las constantes del realizador. Su conocida misantropía explicaría la exclusión de la mujer de todo papel relevante y protagonista.
La primera etapa de la filmografía de Berlanga, a la que pertenece el film, se caracteriza por la influencia que acusa de René Claire, Franz Carpa y del neorrealismo italiano. Es ésta una de las comedias más logradas del realizador, pese a los problemas que tuvo con la censura y las interferencias que sufrió de organizaciones religiosas. La obra está impregnada de ironía, ternura, crítica aguda y humor negro. Su estreno constituyó un fracaso de taquilla.