Los hijos del capitán Grant
Sinopsis de la película
Mary y Robert, los hijos del capitán Grant, reciben un día la visita del profesor Panagel, que ha encontrado en una botella un mensaje del capitán. Organizan entonces una expedición para rescatar a su padre. Los jóvenes se verán envueltos en diversas y peligrosas aventuras: tendrán que enfrentarse a crueles indígenas, a traficantes de armas e incluso a las inclemencias de la Naturaleza.
Detalles de la película
- Titulo Original: In Search of the Castaways
- Año: 1962
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
Película
6.2
74 valoraciones en total
Creo que por primera vez me ha sorprendido esta maravilla de página web llamada Filmaffinity o, para ser más exactos, sus curiosos usuarios, al encontrar una fabulosa película como la que nos ocupa, Los hijos del capitán Grant, sin ningún temerario aventurero que se haya aventurado a criticarla y, más sorprendente, que tenga tan ínfimo número de votos en su, llamémosle así, contenedor de sueños particular.
Porque yo me pregunto que demonios de cine le ponen a sus hijos esos insensibles padres para que tan poca gente haya tenido en consideración esta película, o más bien, quizás los susodichos la hayan olvidado. Sea como fuere, sin duda las adaptaciones cinematográficas de las novelas de Julio Verne no han tenido por lo general una media de calidad alta. Éste, evidentemente, no es el caso. Quizás porque esta adaptación se encontraba en las manos adecuadas, es decir, en las manos de la Disney. Una productora que era más una fabrica de sueños que otra cosa y, que voy a decirles, no necesita presentación, pero que ya nos había dejado años antes la mejor adaptación de una novela de Verne jamás filmada en aquel prodigio de cine palomitero de antes, es decir, de evasión, 20.000 leguas de viaje submarino.
La película de Stevenson no llega al nivel de la protagonizada por Kirk Douglas y James Mason, pero si que cumple con creces el papel que pretende: una obra de clásicas aventuras, simpática, que se siente feliz al observarse y que para nada un servidor piensa que haya envejecido con el tiempo, es más, los efectos especiales siguen sorprendiendo por su dinamismo y credibilidad, a la par que acompañan unas desvergonzadas interpretaciones de todo el elenco protagónico en el que destaca un siempre sonriente y afable Maurice Chevalier y una adorable, siempre adorable, Hayley Mills. La dirección de Robert Stevenson resulta como siempre competente y también destacar aspectos como la fotografía y la banda sonora, que cumplen sobradamente.
Una obra totalmente recomendable para aquellos que buscan unas horas de evasión y, sobre todo, para los padres con hijos pequeños, para que vayan introduciéndolos en el buen cine o, simplemente, disfruten a su regazo.
… no sé cómo los cinéfilos de FilmAffinity valoran tan poco esta gran película de aventuras.
Como dije en otro de mis comentarios (ver Regreso al futuro de Robert Zemeckis), la calidad de una película no viene dada por su tema.
Y así podemos votar con un nueve (por no atreverme a llegar al diez) Los hijos de Capitán Grant y con un cinco una película de mayores pretensiones.
Esto me recuerda parábolas familiares como que siempre es mejor ser el mejor zapatero remendón que el peor arquitecto…
He disfrutado siempre muchísimo con esta película, y Hayley Mills, con el paso de mis años, cada vez me gusta más.
Otra parábola que siempre utilizo mucho (no sé si tiene que ver pero se me ha ocurrido de repente, por algo será): al César lo que es del César y a Dios (Por Walt) lo que es de Dios.
Robert Stevenson tiene en su palmarés obras tan notorias como Mary Poppins o La bruja novata. Sus incursiones en el terreno de la cinematografía infantil y juvenil no han sido aisladas sino muy habituales y viendo películas como esta de Los hijos del Capitán Grant se acierta a adivinar porqué. La infancia es el tiempo donde la magia, la ilusión y los sueños se mueven como peces en el agua y Stevenson ofrece ilusión a raudales, la misma ilusión que antaño ofrecían aquellos libros de la colección Historias donde la mezcla de viñetas y literatura nos llevó a mas de uno a cruzar el mundo en globo, en submarino o en buque naviero.
Y en medio de todo esto, Julio Verne y la factoría Disney, condenados a entenderse aunque entre aquellas 20.000 leguas de viaje submarino y esta Los hijos del Capitán Grant pasaran 8 años. Pura anécdota, pues no hay mejor escaparate para la obra de un maravilloso visionario como Verne que las películas alentadas por el espíritu de Walt Disney.
Seguramente, aquellos lectores que se acerquen a leer este comentario lo hagan desde el recuerdo de aquellos años donde el ordenador no le había arrebatado su lugar al libro, el flexo y la mesita de noche. E igualmente cierto que la historia que imaginó y plasmó Verne será conocida para ellos. Por ello no me detendré en este punto. Baste saber que estamos ante una aventura plenamente familiar de hijos atravesando una buena parte del globo terráqueo en busca de su padre desaparecido (presunto) en un naufragio. La historia de Marco de los Apeninos a los Andes sin mono y algo menos lacrimógena. Ustedes me entienden.
Para aquellos que leímos la historia con las ingenuidades propias de la edad desandar estos años supone un gran riesgo. El de que aquellos imperecederos recuerdos se vuelvan desencantos. Stevenson consigue que esto no suceda. La espectacularidad de algunas de sus escenas ( terremotos, aludes, inundaciones) consigue que eso que podríamos llamar el espíritu del embozo y el flexo no se pierda. Por su parte la presencia de Hayley Mills y Maurice Chevalier consiguen dar fisonomía a nuestros recuerdos sin demasiados saltos traumáticos.
Es cierto que no somos los mismos pero durante 100 minutos nos lo llegamos a creer.
La primera vez que vi la película no pude reprimir mi descontento, pues eran inmensas las esperanzas que había depositado en la mejor novela que jamás había escrito el genio visionario de Julio Verne. Es evidente que la adaptación es nefasta, pero si descubrimos el velo nos encontramos con una joya suprema de la pureza de Disney, que es junto con Mary Poppins y La bruja novata el mejor trabajo de Stevenson. Capítulo aparte merecen los actores, todos en estado de gracia, desde un Maurice Chevalier pletórico y de incansable ilusión contagiosa, un Wilfrid Hyde-White realmente entrañable, un Michael Anderson Jr. simpático a rabiar, y sobre todo una Hayley Mills adorable hasta el extremo, evocadora de la añoranza del tiempo pasado, figura celeste de la bondad y el candor (no perdérsela en La bahía de las esmeraldas). En definitiva, un prodigio de rodaje de interiores, bellísimos paisajes pictóricos, canciones embriagadoras de nostalgia y efectos a la vieja usanza (hay que ver lo que da de sí una cáscara de nuez).
Interesante película de aventuras que sigue la estela del romance que Disney mantuvo con las adaptaciones de las siempre fascinantes novelas de Verne.
La adaptación pone el énfasis en los personajes más que en los sucesos y consigue una historia cargada de elementos psicológicos y contrapuntos. El optimista contra el pesimista, la bondad contra el interés, el arriesgado contra el timorato. Dentro de esa batalla de contrarios se consigue un resultado muy equilibrado en la que quienes salen ganando son los personajes que se van definiendo en cada escena de manera brillante.
Rodeando esa buena caracterización de personajes existe un gran trabajo de ambientación que todavía merece mucha atención hoy en día por la manera en la que están resueltos y conseguidos los giros.
De lo mejor que ha dado la factoría Disney.