Los fierecillos indomables
Sinopsis de la película
Las autoridades del C.A.C.H.A.D.A. – Colegío Artístico Cultural Hispano Americano de Adultos – están preocupados por la inserción que envía la sede central. En el mismo avión que viaja el inspector Piedrabuena (Javier Portales), sube un nuevo alumno de apellido similar: Pietrabuena (Jorge Porcel). Esto origina que la comitiva confunda al alumno con el inspector y lo agasaje. Cuando se aclara el error le hacen la vida imposible al alumno. Los alumnos, mientras tanto, practican números musicales periódicos y se comprometen a actuar en un club. Son descubiertos por el director una noche que revisa los cuartos y están vacíos, entonces con los demás profesores y el inspector deciden darles su merecido. Jorge se entera y corre al sitio donde están los muchachos para avisarles, por lo que ellos cambian su actitud para con él. En un examen, Jorge es sorprendido cuando le pasa un papel a María Luz (Susana Traverso). El director Alberto (Alberto Olmedo) a su vez le entrega a Vanina (Luisa Albinoni) un papel con el nombramiento de ayudante de cátedra, pero éstos se mezclan y genera una confusión. A todo esto se anuncia la llegada de la benefactora del colegio, que viene con el equipo de fútbol Loma Blanca contra el que tendrá que competir los del colegio. Este partido será decisivo para la resolución de todos los enredos planteados.
Detalles de la película
- Titulo Original: Los fierecillos indomables
- Año: 1982
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
3.8
61 valoraciones en total
Me da cierto pudor reconocer que esta, increíble, impresentable película ha sido filmada en la misma tierra donde nací. Desde las payasescas actuaciones, inconcebibles, alarmantes, estúpidas, pero tan estúpidas que casi no puedo creer que personas adultas hayan podido prestarse sin consentir un posterior suicidio a tal despropósito, hasta la peor música que jamás hayan dañado y herido la sensibilidad auditiva de ser humano existente, son de lo peor que el cine ha parido en su larga existencia. Uno puede reconocer que la diversión es elemental, una persona no puede vivir sin permitirse la risa, a cualquier costo, lo reconozco, pero de ahí a poder tolerar una mierda semejante sin que la jeta se le caiga al piso de verguenza hay un abismo. Una mezcla tan importante de payasadas sin gracia como las que se ven en esta patética película es raro de encontrar.
Alberto Olmedo fue uno de los más grandes cómicos que haya conocido en mi vida, además de un innovador. En su maravilloso ciclo de No toca botón , junto al magistral Javier Portales, dio cátedra de un ingenio inagotable. Sus personajes han sido inolvidables: Rogelio Roldán, El manosanta, Chiquito Reyes, etc, han dado y lo siguen haciendo, una frescura casi atemporal. Su humor no ha envejecido. Por esta misma razón me asusta ver que alguien, al estar atado a un guión idiota sin brillo, pueda cambiar tanto. El negro olmedo no me hace reír nada en las películas, y en su propio programa, donde constantemente improvisaba y demostraba su capacidad creativa, era brillante.
El cine argentino ha dado muchas muestras de que puede ser bueno, y mucho más que bueno. Pero de esta época nefasta las películas y sus horrorosas bandas sonoras, se han producido las escorias más grandes de la historia del cine.
Muchos de estos actores ya están muertos, por lo que criticarlos sería una vileza. Estaban atados a una estructura, a un guión, a un patrón y molde demasiado estúpido para que ellos resulten culpables, y en definitiva, todos necesitan hacer algo de guita, y ellos han aprovechado, aun haciendo el ridículo, la seguidilla de películas filmadas en aquellos años infames.
Si alguna persona que se considere en su sano juicio y que guste de Olmedo y que aun no haya intoxicado sus sentidos con esta pelotudez suprema, le pido encarecidamente que no vea esta casi surrealista cinta, y a quién haya podido reírse con algo como esto, dos cosas: la primera pedirle perdón por ofender su orgullo. La segunda, decirle (no puedo utilizar el plural, disculpas) o preguntarle mejor dicho, si la veguenza que encontré tirada en la zanja es de él/ellos.