Los dioses deben estar locos
Sinopsis de la película
Una botella de cristal de Coca-Cola llega a parar a una tribu africana y los miembros de la misma la reciben con alegría creyendo que es un regalo de los dioses, pero tarde o temprano, la susodicha botella comienza a traer problemas entre ellos por lo que deciden deshacerse del vil objeto. Xixo, uno de los miembros de la tribu, inicia un viaje a través de la sabana para arrojar la botella por las cataratas. Mientras tanto, Andrew Steyn, un biólogo de la zona intentará conquistar a Kate, una profesora que imparte clase en Bostwana. Ambos se verán inmersos en el conflicto bélico-político del momento y convivirán a duras penas, en el desierto del Kalahari.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Gods Must Be Crazy
- Año: 1980
- Duración: 109
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes obtener una copia de esta película en formato 4K y HD. A continuación te detallamos un listado de opciones de descarga disponibles:
Opinión de la crítica
6.6
83 valoraciones en total
Esta película es de Sudafrica?? Ni lo sabía…
Esta película es una obra maestra, exquisita, una delicía.
No voy a entrar en si el rodaje o el metodo es mejor o peor.
Te ries a carcajadas. Acelerar las escenas puede ser para los más puristas un sistema barato para hacer las cosas más graciosas, pero a mi me hizo reir muchisimo.
Aprendes más de lo que te ries incluso. Es un guión con una moraleja, que ofrece unos valores además de hacer pasar un rato muy divertido.
Los paisajes son sencillamente preciosos. Africa. Que más se puede decir.
Recomendada 100%, pasareis un rato genial y os dejará un muy buen sabor de boca la historia de este pobre africano que no entiende muy bien por qué los hombres occidentales le complican tanto la vida, pero que está dispuesto a arreglar el embrollo en el que le han metido para poder volver a su plácida y pacifica vida.
No sé cuántas veces he visto Los dioses deben estar locos , pero es tal la diversión que me proporciona, que no me canso de verla.
Esta película tiene mucho más trasfondo de lo que pudiera parecer a primera vista, pues nos ilustra sobre muchos aspectos y somete diversos temas a una aguda y simpática crítica.
-Una voz en off nos va explicando cómo es el desierto del Kalahari (la historia se desarrolla en Botswana, que es uno de los países entre los que se sitúa este desierto) y cómo viven en él los bosquimanos. Resulta muy interesante ver el modo de vida de esas agradables y pacíficas personas.
-Se compara, de un modo simpático y sin acritud, la vida compleja y ajetreada de la gente de nuestra civilización occidental con la tranquila y sencilla de los bosquimanos.
-También se ridiculiza la guerra, que forma parte del trasfondo de la película.
-Se nos transmiten conocimientos ecológicos, en los que los bosquimanos, por supuesto, son expertos. Para esta tribu, la gente grande (como llaman a las personas de nuestra civilización) es gente analfabeta incapaz de leer ni de interpretar los signos de la naturaleza. Es muy divertido vernos a nosotros mismos desde el punto de vista de los bosquimanos, y comprobamos cuánta razón tienen. Nosotros nos hemos complicado tanto la vida, que hemos perdido el contacto con la madre naturaleza.
-En suma, podemos pararnos a analizar nuestros modos de vida y reírnos de muchas cosas absurdas que hacemos.
-También observamos la reacción de una tribu de bosquimanos, cuyas vidas se ven alteradas por la aparición en sus tierras de una botella de Coca-Cola, que ellos toman por un objeto mágico enviado por sus dioses. Tanto llega a alterarse su modo de vida, que deciden deshacerse de la botella. Esto dará lugar a que un bosquimano viva muchas aventuras y que su camino se cruce con el de un patoso doctor en biología que realiza trabajos de investigación en el desierto, y con una periodista que ha ido a Botswana para trabajar como maestra. Van a ocurrir situaciones divertidísimas cuando el biólogo y la maestra no tengan más remedio que convivir en el desierto unos días, mientras el incansable y amable bosquimano aparecerá en sus vidas y terminarán por hacerse amigos y ayudarse mutuamente.
Un magistral canto a la naturaleza, una llamada a nuestra sensibilización y a nuestra capacidad para reírnos de nosotros mismos.
Un buen rato muy, muy agradable. Garantizado.
Un día, algo cayó desde el cielo. Parecía hecho de agua, pero era más duro que cualquier otra cosa que conociese. […]
De pronto una cosa que jamás antes habían necesitado pasó a ser de primerísima necesidad
Que una botella de Coca Cola, uno de los mayores iconos de la globalización y el consumismo que puedan existir, caiga del cielo (por culpa de un piloto irresponsable) y con ello cambié la vida de una pequeña tribu del desierto del Kalahari me ha parecido desde siempre un planteamiento magnífico.
Este inicio tal como se desarrolla en la peli, la vida en el desierto, el objeto mágico , la nueva situación y sus consecuencias (¡todos la necesitaban y en todo momento!!), así como la indudable simpatía de los bosquimanos hacen que pase alrededor de una hora con una sonrisa en los labios.
La suelen reponer en TV todos los años y merece la pena por lo menos disfrutarla una vez. Quizá sí se haga algo larga, pero como ya he dicho antes ofrece un rato muy divertido.
Recuerdo que de pequeños devorábamos esta película mis primos y yo. Vista ahora, encuentro demasiado infantil lo de la cámara rápida, la desacertada interpretación del personaje patoso –parece querer imitar al inimitable Peter Sellers– y la mayoría de las situaciones que plantea el guión, pero también se lo termino perdonando porque en ningún momento oculta sus intenciones y porque no deja de ser deliciosa la curiosa narración de la introducción, entre cuentística y documental, ni deja de ser gracioso, aunque más sobre el papel, el trajín que se trae con el coche ese tímido biólogo.
A veces, en medio de tanta superproducción espectacular y despliegue de medios desbordante aparecen pequeñas películas que sin grandes pretensiones consiguen llegar al público pese a la extrema sencillez de sus planteamientos. Esta es una de esas películas. Y eso que de entrada tenía todos los números para pasar totalmente desapercibida, no sólo no había ninguna estrella conocida, sino que los actores son amateurs en su mayoría. Además se trata de una producción sudafricana. Hoy día no supone ningún problema pero en los 80, este país estaba en pleno bloqueo mundial debido al apartheid.
De hecho, hoy en día ni el nombre del responsable del film, Jamie Uys, nos suena (ni cuando se estrenó, la verdad). Sin embargo, la historia de una pacíficia tribu sudafricana cuya paz se ve alterada un buen día que les cae del cielo una botella de coca-cola. Tras la sorpresa, y utilizarla para las más inversímiles tareas, crece la discodía entre los miembros de la tribu, por lo que decidirán devolver este regalo de los dioses.
Rodada prácticamente como si fuera un falso documental (de hecho los nativos hablan en todo momento su verdadera lengua), ya que el film cuenta con la presencia de un narrador omnisciente que sigue las evoluciones de los elegidos, y nos hace de traductor improvisado. El film está construido desde la comedía, buscando los aspectos más cómicos del choque de culturas entre unos bosquimanos que viven totalmente ajenos al resto del mundo y la civilización en forma de botella de coca-cola.
Debajo de esa comedia, el director esconde un cierto mensaje anticapitalista (una comunidad que vive en paz y armonia, hasta que llega algo que les hace pelearse por poseerla), sobre en qué nos convierte la sociedad de consumo, aunque hay que decir que se toma la perspectiva del lado amable del asunto. El tiempo (y el propio capitalismo que critica) han dañado sensiblemente la cinta, la cual hoy se ve prácticamente como una curiosidad, aunque quizás se debería exhibir en colegios de primaria, donde se pueda apreciar algo más la excesiva candidez de sus protagonistas.