Llamada perdida
Sinopsis de la película
Una joven estudiante de universidad, Yumi Nakamura (Kou Shibasaki), ve cómo sus amigos mueren uno a uno víctimas de una extraña maldición que parece tener su origen en el teléfono móvil. Todo empieza cuando Yoko, la mejor amiga de la protagonista, recibe una llamada a su móvil con un extraño tono que no había oído antes. En la pantalla aparece un mensaje: Tienes una llamada perdida. Cuando lo escucha, no sólo parece venir de su propio número, sino que también contiene un terrible grito que suena exactamente igual que la voz de Yoko. Además, la llamada está fechada tres días después. Tres días más tarde, Yoko muere. Las coincidencias empiezan a acumularse mientras se amplia el círculo de avisos de muerte a través de los móviles. Hasta que un día, el móvil de Yumi comienza a sonar…
Detalles de la película
- Titulo Original: Chakushin ari (One Missed Call)
- Año: 2003
- Duración: 112
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Opinión de la crítica
5.1
65 valoraciones en total
Miike vuelve a quedarse con el espectador y reirse del mundo con su estilo tan característico.
Me parece sumamente obvio que se trata simplemente de una película homenaje/parodia de otras del género. Especialmente de The Ring y de La Maldición. Mi teoría: después de hacer unas 30-40 películas y haber llegado a nuestros cines únicamente Audition, Miike se decide por copiar lo que parece que los occidentales pedimos de los de allí. Y eso es lo que nos trae (y somos tan tontos de tragar). La estructura argumental es totalmente clavada a The Ring , los sustos y niños con los brazos al reves pertenecen a Ju-On y mil y un guiños a ambos films que no tengo tiempo de comentar.
Todo esto hizo que me pasase gran parte de la película partido de risa en la butaca. No obstante, no se pierde completamente el rumbo y Miike nos ofrece momentos de una tensión magnífica, detalles originales y un final con su firma.
Con todo, una de las pelis más flojas de Miike de las que he visto junto a Full Metal Gokudo- No sé yo si me gusta este salto a los cines occidentales, sobretodo porque tuve que verla doblada (quedan ridículos los japoneses hispanohablantes).
Inmensa parodia con tintes de ser una verdadera película de terror oriental tan de moda por estos lares, por desgracia, es comprensible que Ichi the Killer, Cementerio Yakuza no lleguen a nuestros cines y el terror si, imagino que eso buscaba Miike, hacerse un nombre. Al verla por primera vez pensé que Miike había caído muy bajo, falta de originalidad, basado en clichés de Maldición o The Ring. Pero hace poco tuve la suerte de verla por segunda vez y me di cuenta de lo que verdaderamente esconde, no fijarse en el hilo argumental (no nos perdemos nada) sino en esos detalles tan característicos de Miike. Otra vez Miike se ríe del mundo.
Tiene muchos elementos y clichés de todo el reciente cine de terror oriental: niña con el pelo enrabietado cubriendo el rostro, fantasmas, venganzas imposibles tras la muerte, etc. Pero también del cine de terror americano con similitudes con Destino final .
Y la cosa funciona sobre todo en la secuencia del plató de televisión y en la desasosegante ambientación del hospital. También en algunas muertes y en la tensión que propicia la siniestra melodía del móvil. La crítica añadida a los programas sensacionalistas de la televisión le da un punto humorístico agradable.
Su problema es que Takashi Miike o mejor dicho, los guionistas, no saben como rematar la faena. No se deciden si acabar como The Ring o liar más la cosa tras parecer que todo había acabado. Sus últimos veinte minutos por lo tanto son desechables, cansinos y prescindibles, reforzando la sensación de déjà vu vivida durante todo el fime.
Fallida y muy mejorable. En el 2005 se ha estrenado la secuela, algo habitual en este tipo de películas de consumo.
Sin el ritmo mortecino de La maldición pero calcando todos los tópicos de esta nueva ola de terror oriental que nos invade, Llamada perdida se define sin problemas como un efectivo aunque insustancial filme de encargo dispuesto a llenar un poco más los bolsillos del prolífico Takashi Miike. El estilo de este, su marca de fábrica, sólo se hace visible en algún fogonazo instantáneo, pero el resto es narración impersonal y bastante confusa que logra asustar en un par de escenas puntuales y entretener medianamente bien al espectador, que menos es nada. Y punto. Lo demás es cutrerío, embarullamiento y ganas de buscarle los tres pies al gato. En cuanto a la teoría de la parodia por la vía de la sutileza que apuntan algunos usuarios, lo siento, pero es que yo no la veo, y si la hay de tan imperceptible resulta inane.
Lo mejor: algún puntazo visual demencial marca de la casa.
Lo peor: su ingente cantidad de tópicos y lugares comunes.
Dirigida por Takashi Miike, se rodó con un presupuesto muy bajo. Es la adaptación al cine de la novela de Yasushi Akimoto.
La acción tiene lugar en una ciudad indeterminada de Japón, en un espacio cronológico de unos 15 días, próximo al del rodaje (2002/3). Narra la historia de Yumi (Kou Shibankasi), estudiante universitaria, y de un amigo, Hiroshi (Sinichi Tsutsuni), director de una funeraria, que tras ser testigos de hechos terribles e inexplicables, deciden investigar las causas de los mismos. La película, concebida como obra de terror, pretende mantener el espectador en vilo, sumido en una atmósfera de intriga y misterio. Consigue su objetivo, aunque sin entusiasmar ni fascinar. Por otro lado, la película muestra la historia romántica del amor que surge entre Hiroshi y Yumi, mientras colaboran con desesperación y contrareloj en una tarea casi imposible. La obra muestra, además, la crisis de las relaciones familiares en las sociedades modernas y la proliferación del maltrato doméstico infantil y entre iguales (bullying), cuyos parámetros explica en clase el profesor de Yumi. La película desarrolla una severa crítica del sensacionalismo de algunos medios de comunicación y de los reality shows televisivos, a los que acude una de las amigas de Yumi amenazada de muerte, con indicciones del día y hora del trance. La estética del film se caracteriza por la sobriedad de los escenarios, la neutralidad de la paleta de colores, su escasísima diversidad (marrones y cremas), compensada sólo en parte por la amplia variedad de tonos e intensidades. Añade ambientes oscuros y lóbregos, escasamente iluminados, en los que tiene lugar una tramposa intriga sobrenatural, habitual en el cine japonés de terror, venganza y suspense. No oculta sus relaciones de dependencia respecto de obras anteriores de mayor mérito, como El círculo y La maldición . Destacan dos escenas singulares: la del plató de televisión y la del viejo hospital abandonado.
La música se prodiga poco y cumple funciones meramente decorativas, salvo la melodía inquietante del tono de los móviles cuando reciben las llamadas de terror, realizadas con notas agudas de un vibráfono de percusión. La música y el sonido no alcanzan nunca los niveles de saturación auditiva de obras similares. La fotografía reproduce la estética del film, que trasmite sentimientos de opresión y angustia. No faltan imágenes de mutilaciones y encarnaduras abrasivas, que se muestran con relativa mesura. El guión se basa en una historia sencilla, de trama y final complejos y oscuros. Busca el miedo y el terror, evitando sobresaltos. La interpretación de los protagonistas es correcta sin más. La dirección impone un ritmo narrativo lento y en ocasiones muy silencioso, que puede provocar fatiga y aburrimiento.
Película destinada al público adicto al terror japonés, con pretensiones de entretener y obtener un rédito comercial elevado. Reitera elementos conocidos y no supera el nivel de pieza discreta, poco memorable.