Las cuatro plumas
Sinopsis de la película
Harry, un oficial británico, decide abandonar el ejército antes de que su regimiento se embarque con rumbo a Egipto para luchar contra los rebeldes. Su prometida y tres compañeros de armas le envían cuatro plumas blancas que simbolizan la cobardía. A partir de ese momento, Harry emprende peligrosas aventuras con el fin de poder devolver las plumas y recuperar el honor perdido.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Four Feathers
- Año: 1939
- Duración: 130
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Opinión de la crítica
Película
7.1
99 valoraciones en total
Producida por Alexander Korda y dirigida por su hermano Zoltan, se rodó en los estudios de Denham (RU) y en Sudán. Fue nominada a un Oscar (fotografía en color), a la Palma de oro de Cannes y a la mejor película de Venecia. Se estrenó el 3-VIII-1939.
La acción tiene lugar en Londres, Sudán y Egipto, entre 1895 y 1898. Narra la odisea de Harry Faversham (John Clements) para socorrer a sus tres mejores amigos y recuperar su buen nombre, mancillado tras renunciar a su empleo de teniente del Ejército en vísperas de su traslado a Sudán.
La película elogia la valentía, el honor y el heroismo, y rinde homenaje, en vísperas de la II GM, al Imperio Colonial Británico. Es el tributo de agradecimiento de los hermanos Korda al país que los acogió. Gracias a un extraordinario esfuerzo de producción, se consiguió realizar en el RU una cinta de calidad similar a las de Hollywood de aquel tiempo. Es la cuarta adaptación al cine de la novela de Alfred E. W. Mason, tras las de J. Searle Dawley (1915), René Plaissetty (1921) y la de Cooper, Mendes y Shoedsack (1929). Son posteriores las de Don Sharp (1977) y Shekhar Kapur (2002). La adaptación de Korda es la mejor. La película explica la odisea de Harry Faversham, acusado de cobardía por sus tres mejores amigos y su novia Etna Burroughs (June Duprez), para obtener la redención, recuperar la estima de aquéllos y reconquistar el amor de ésta. No se reincorpora a filas y no cuenta con ayuda militar. Su opción por la vida civil no impide que sus afanes de aventura le muevan a realizar una epopeya en favor de los amigos. Su opción se mentiene intacta a lo largo de la aventura, demostrando que también en los años 30 era posible servir al propio país desde posiciones civiles comprometidas, generosas y heroicas.
La música, de Miklós Rózsa, es contundente, vibrante y de aires marciales. Se añaden valses vieneses y fragmentos de marchas militares. La fotografía, de Georges Périnal, colaborador habitual de los Korda, ofrece una narración magistral, con juegos de primeros planos y perspectivas generales, una cámara que se mueve con precisión y una paleta de colores naturales intensos, tan hermosos como el rojo de las uniformes militares. Los encuadres del desierto, con centenares de extras nativos, son magníficos y espectaculares. El guión, construído con sabiduría, contiene unos diálogos ajustados y breves, una secuencia narrativa equilibrada y recursos cómicos como los que aporta C. Aubrey Smith. Las interpretaciones de Ralph Richardson, John Clements y C. Aubrey Smith son sobresalientes. Éste realiza uno de los mejores papeles de su carrera. La dirección impone a la obra un ritmo narrativo ágil, regular y constante, que confiere a la obra una de sus características más singulares.
Película de aventuras, narrada con maestría y excelentes medios. Se basa en una historia de época, que aporta tensión, intriga y buen humor. Una de las obras culminantes de la factoría Korda.
Aunque pudiera parecer encuadrada en el género bélico por desarrollarse en un ambiente militar, para mí Las cuatro plumas es una auténtica película de aventuras y, sin duda alguna, la mejor de las vistas de Zoltan Korda. Si no fuera por cierto humor y por el pesado del abuelito contando su batallita de Crimea, creo que sería una obra maestra. No es de extrañar que sesenta años después se decidiera hacer un remake sobre este guión.
Dos antagonistas – que no llegan a la enemistad manifiesta como Judah Ben-Hur y Mesala, por ejemplo – bien interpretados por John Clements y Ralph Richardson (éste aún mejor por el difícil papel que le toca en suerte), una ambiciosa superproducción para la época con una preciosa fotografía y un gran tema propicio para su contexto a cargo del colosal Miklós Rozsá.
La historia gustará a los amantes del cine colonialista del Imperio Británico, pues narra la batalla de los ingleses contra los derviches para recuperar Khartoum, la inaccesible capital de Sudán. Pero también a los que vibrarán con las peripecias de Harry Faversham para demostrar su valor y poder devolver así las cuatro plumas que simbolizan su cobardía para deshonra de su entorno militar, un hecho que perfectamente podría extrapolarse a nuestros días todavía.
Los hermanos Korda, y en particular Zoltan Korda, sabía muy bien como realizar películas de aventuras, su excelente versión de Las cuatro plumas su mejor película, es quizás la mejor de las versiones de la novela de A.E.W. Mason que se han llevado a la pantalla, a pesar del tiempo transcurrido desde su filmación, la película aun conserva la frescura del día de su estreno. En Las cuatro plumas se mezclan, patriotismo, valentía, lealtad, amistad y heroísmo, y se enmarca dentro de un período donde las historias sobre el colonialismo victoriano hicieron furor tanto por su exotismo como por su efecto de cine de evasión. La cinta rodada en su mayor parte en escenarios naturales con una magnífica fotografía de Georges Périnal y una soberbia composición musical de Miklós Rózsa, nos cuenta la lucha personal de un hombre Harry Faversham (John Clements en una interpretación memorable) tachado de cobarde por sus mejores amigos y por la mujer a quien ama, y a los que quiere demostrar lo equivocados que estaban en considerarlo así, para ello no se le ocurre otra cosa mejor que acudir a la zona más conflictiva y realizar toda una epopeya de la que sale victorioso y consigue salvar a aquellos amigos que le tacharon de cobarde y desleal. Mención aparte merece el trabajo de Ralph Richardson (excelente actor) y aquí el máximo responsable del envío de las plumas blancas.
De la historia que se nos cuenta, se pueden sacar varias lecciones, la primera y quizás la mas importante, es que no se puede obligar (casi a imponer) a un chiquillo y mucho menos de una forma tan férrea a seguir la carrera de sus antepasados, pues cuando más se le repita y obligue, más llegará a odiar lo que se le está enseñando ya que cada persona tiene el derecho de poder elegir su futuro, y segundo el valor de la amistad nos obliga a comprender la situación de cada uno y no a menospreciar la forma de actuar de aquella persona que siempre hemos considerado como un amigo de verdad, por muy incomprensible que nos parezca su forma de actuar. La verdad, tan ambigua y resbaladiza, está muy por encima del honor. Esa es Las cuatro Plumas de Zoltan Korda.
Estamos ante una de las grandes muestras de lo que es el cine de aventuras, de lo que es el entretenimiento en estado puro. Es una película para todo tipo de público, que ofrece entretenimiento desde distintos niveles. Zoltan Kordan demuestra que también los britanicos pudieron hacer una película de aventuras al estilo de las grandes producciones de Hollywood. Es un film que nos muestra un elenco de grandes interpretaciones, y por supuesto una gran adaptación de la novela, que ha sido llevada al cine en varias ocasiones, una recientemente. Toda una obra maestra del cine inglés que no deben perderse.
De pequeño, a veces mi madre me llevaba al cine, y a veces le tocaba a mi padre. Disculpen el inicio tan personal, las explicaciones vendrán más tarde.
La cuestión es que mi madre me llevaba a películas de sesión numerada y mi padre a sesiones continuas. Si la vida fuese como un telefilme, este pequeño detalle bastaría para que ni siquiera se hubiesen casado, yo diría que muchas parejas de hoy, no sé si por influencia de las series, creen en este tipo de paparruchas.
La explicación es muy simple: a mi madre le encantaba el cine, y mi padre se dormía con las películas, con cualquier película, de manera que me llevaba a la hora que a él le convenía, que jamás era cuando empezaba la sesión, sino a la mitad, y me conducía a casa antes de que acabara la siguiente.
Creo que mi personalidad como espectador se ha forjado en esta época, viendo la mitad de las películas desde el inicio y la otra mitad con el orden de los factores invertido, primero el final y luego el principio. Así, he heredado la vertiente emocional de mi madre –que literalmente sigue una película suspendida del hilo argumental, huyendo a la cocina cuando sospecha que el bueno va a ser secuestrado por los malos- y la faceta analítica de mi padre, obligado a dar un sentido a las piezas cuyo origen él mismo se había negado por simple pereza. Gracias a eso, era capaz de averiguar sin esfuerzo exactamente lo que iba a pasar en una película, un minuto antes de volver a dormirse y dejarnos a todos pasmados por su indiferencia y su capacidad profética.