La Tribu de las 7 Islas

Un comentario en «La Tribu de las 7 Islas»

1. LO MEJOR: Que es una buena historia llena de grandes personajes.
   
   LO PEOR: Que la interminable sombra de Hollywood y sus impresionantes efectos especiales haga que no apreciemos la belleza de esta película en un agravio comparativo.
   
   Nunca imaginé que serían dos películas infantiles las que me impulsarían a escribir mis primeras críticas compartidas en público. Llevo meses meditando hacerlo tras incontables proyecciones, charlas universitarias y eventos especiales arropado por las vetustas paredes de Multicines Tenerife y sus dieciocho salas a lo largo de los años. Pero han sido las dos últimas visitas, compartiendo mi gran pasión como padre primerizo, las que me han motivado lo suficiente. La majestuosa Coco (de la que escribiré una crítica en los próximos días) y esta deliciosa La Tribu de las 7 Islas .
   
   Una que se puede degustar en cualquier cine del globo y otra que es una pequeña joya de las que nos permite disfrutar ese carismático cine que pese a ser tan primitivo en algunos aspectos, sigue siendo un referente para la cultura cinéfila tinerfeña.
   
   El largometraje que nos ocupa es el primer trabajo de larga duración del grancanario Armando Ravelo, un director que apuntaba maneras con trabajos como el cortometraje Ansite y que confirma su línea ascendente con un trabajo complejo y lleno de matices que quizá pueden escaparse al ojo poco atento. Quienes hayan visionado Ansite y luego vean su primer largo, descubrirán un aspecto que a priori sorprende, la versatilidad para contar historias del novato Ravelo. Si en Ansite la aproximación era histórica y con apariencia de obra realista sobre la historia de la conquista de Canarias, en La Tribu de las 7 Islas , despacha una cinta entrañable, con sabor a cine palomitero pero con un aroma a los films clásicos de aventuras con un alma que encandila a quien se deje llevar por la propuesta.
   
   Aires de La princesa prometida o La historia interminable hacen pensar que el cine (ya clásico) de los 80 sirve de inspiración formal para la película. El póster ya apuntaba esta posibilidad, un afiche entrañable y coleccionable a partes iguales.
   
   Siete aborígenes canarios aparecen en la isla que aparece y desaparece , un antiguo mito al que en Canarias se conoce como la Isla de San Borondón. Los protagonistas se encuentran y comienzan a surgir los roces, pero pronto son interrumpidos por una Anciana (Lili Quintana) que les insta a cumplir una misión de vital importancia para la supervivencia de la memoria de su pueblo. No ahondaré en la trama porque es interesante acercarse a la narración de esta película con apenas unos trazos. Cosas nos sonarán a lo de siempre pero lo que subyace tras cada minuto del metraje es algo que nos olerá a nuevo. Ese es uno de los grande aciertos del film.
   
   Unas interpretaciones solventes por parte de los protagonistas mezclada con alguna otra irregular por parte de algún secundario que empaña el conjunto, una música que encaja como un guante con el estilo y la trama de la película y unos paisajes evocadores y en ocasiones sobrecogedores ayudan a envolver al espectador en un viaje emocionante que nos llevará a conocer a personajes imposibles, criaturas mágicas y también bastante humanas. De esas paradojas tan mundanas y tan especiales que el cine nos regala de tanto en tanto. La historia está contada con buen pulso narrativo, La Tribu de las 7 Islas tiene una clara vocación como entretenimiento familiar pero también nos regala una emotividad que deja sabor a auténtico.
   
   Una malvada de las de antes, carismática y con presencia redondea una galería de personajes de esos a los que los niños jugarán una vez que vean la película.
   
   Pese a que en ocasiones se ven las costuras de una obra de presupuesto bastante limitado se adivina un ingenio y una mano desde la dirección hasta el detalle que solventan con nota las carencias e invitan al optimismo con respecto al medio cinematográfico isleño.
   
   En resumen, esta película puede enmarcarse dentro de un nuevo camino para el cine canario, al que siempre he seguido de cerca como espectador y al que ahora empiezo a mirar con ojos esperanzados.
   
   Lo mejor de todo, el público objetivo real de La Tribu de las 7 Islas que me acompañó, salió fascinada por lo que vio proyectada sobre la pantalla en la hora y media que dura la película. Ese es, al fin y al cabo, el mayor de los éxitos.