La saga de los Drácula
Sinopsis de la película
Una joven pareja (Tony Isbert y Tina Sáinz) viaja a Transilvania para visitar el castillo del abuelo de ella. El abuelo no es otro que Vlad Tepes, el Conde Drácula (Narciso Ibañez Menta), descendiente directo de Vlad el Empalador. Por el camino encontrarán chicas desangradas, lobos que aúllan y un cura que es mordido por dos bellas vampiresas. Cuando, por fin, la pareja llega al castillo (ella está embarazada) se encuentra con una galería de grotescos personajes.
Detalles de la película
- Titulo Original: La saga de los Drácula
- Año: 1973
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
Película
4.7
92 valoraciones en total
Conclusiones
La cinta funciona a la perfección, por dos matices que la hacen grande, por un lado el incombustible Ibáñez Menta, tan magistral como siempre, a pesar de su ya avanzada edad (para ser un vampiro que no envejecen) está soberbio como el conde, místico elegante, majestuoso y aterrador a partes iguales, y Klimovsky, que en esta es una de las que acertó, pues su carrera está llena de grandes películas, (como la que nos ocupas) y algún que otro batacazo incomprensible, lo más sorprendente es que siendo una historia llena de enormes agujeros argumentales, (en cuanto al vampirismo se refiere) y a pesar de ello es una historia perfecta donde cada personaje cumple su cometido a la perfección montando el puzzle de la historia y haciendo que te puedas olvidar de esto tópicos que la pareja de maestro del terror se pasan por debajo de la claqueta.
Lo que nos Enseña
Pues nos enseña claramente como cuando lo malo es malo, pero lo bueno es excelente, solo verán los ojos de espectador lo bueno, pero no dejemos de preguntarnos.. Por un lado sorprende que a un vampiro, ser maligno por antonomasia del cine y la literatura, de repente le entren un sentimiento paternalista hacia su familia (normalmente esclavos) ¿porque un vampiro, un ser perteneciente a los que vagan entre la muerte y la no vida, tiene capacidad de procrear?, y más allá para que un ser inmortal, (bueno inmortal no, pues está muerto, pero ya sabemos a lo que se refiere el mito), le interesa sus descendientes y por tanto herederos…, sorprende todo esto, pero esos son los únicos problemas que tiene la cinta, cuestiones vanas de linaje, como diría el propio conde, al margen de eso el resto es una sucesión de escenas planos y momentos de envidiable belleza cinematográfica ejecutada con maestría. Incluso esos momentos es los que hay demasiada luz para ser vampiros (y su evidencia de ser para lucimiento de las vampiras), se solventan con unas escenas de una belleza que hace olvidar, la cinta bebe sin duda de los clásicos de la Hammer, pero con el peculiar estilo hispano que lo mejora con un lucimiento digamos del mediterráneo vampírico.
Una vez más el prolífico, ecléctico e interesante León Klimovsky pone en marcha una modesta película de terror en la que a pesar de lo evidentemente apresurado de su rodaje y la servidumbre que conlleva contar con Tony Isbert en uno de los papeles protagonistas por aquello de mostrar su torso y culo (no tengo nada contra este actor, que de hecho tengo por voluntarioso y adecuado en determinados papeles, pero que aquí es lo peor de la película) calificaría como una muy interesante propuesta, en la que partiendo de un guion escrito por Juan Tebas (un tipo que comenzó escribiendo un par de relatos para las Historias para no dormir de Narciso Ibáñez Serrador) y el buen guionista y luego director Emilio Martínez Lázaro, nos narra una especie de La semilla del diablo vampírica.
De entrada sorprende ver en los títulos de crédito iníciales, music by Juan Sebastián Bach, singularidad que a lo largo del metraje vemos que es totalmente cierta (interpretada en clave de clavicordio y órgano, me parece) y además muy resultona y que no desentona (mas bien al contrario) en absoluto con las escenas que acompaña y una vez metidos en harina, nos encontramos con una excelente ambientación (el castillo de San Martin de Valdeiglesias), buena fotografía y un vestuario realmente lustroso que acompañados de un variado conjunto de bellezones (pre silicona) que a la mínima se destetan, un fiable coro de secundarios (por una vez y sin que sirva de precedente hasta Heinrich Starhemberg en el papel del doctor esta mas o menos pasable), la siempre inquietante presencia de Narciso Ibáñez Menta como ese novedoso (por lo reencarnable) Conde Dracula y una historia que aunque seguramente costaría defender ante cualquier cinéfilo de ceja enarcada, tiene un cierto encanto durante la mayor parte del metraje y acaba subiendo en interés hasta su buen desenlace.
En cuanto al apartado actoral, empezare por aquello de que lo primero es lo primero, destacando a la parte vampírica femenina, la siempre bien recibida en este tipo de producciones además de guapísima mujer, Helga Line, en el papel de Munia, la esposa de Dracula y María Kosty y Cristina Suriani como las primas de la embarazada visitante que lucen muy guapas y tienen las mejores escenas de la película en cuanto a ataques vampíricos (todas ella con sus correspondientes destetes), seguiré con una Tina Sainz a al que su aspecto la hace muy apropiada para el papel que interpreta y por aquello de no extenderme y simpatías personales, cerrar con un magnifico Luis Ciges como ese predicador victima de vampíricas concupiscencias.
Por ultimo señalar que está rodada, aparte del anteriormente citado castillo de San Martin de Valdeiglesias (también lugar de rodaje de El mariscal del infierno y La marca del hombre lobo entre otra muchas películas de terror), Talamanca del Jarama, Navacerrada y San José de Valderas.
La joven Berta (Tina Sáinz) y su maridito viajan al país natal de su familia para que estos se enteren la noticia del nuevo gurrumín por venir. Una situación relativamente común. El problema es que el país es Transilvania, y la familia es la segunda de peor fama después de los Corleone.
El abuelo, gran patriarca de la ancestral familia, da una calurosa bienvenida a los recién llegados y se regocija con la noticia de que va a tener un bisnieto. El nono es nada menos que el infame Conde Drácula (el enorme Narciso Ibañez Menta), y el resto de los parientes lo componen esposa, sobrinas y demás trolas (Helga Liné, Cristina Suriani, María Kosty, Betsabé Ruiz…)
La familia de los Drácula está en plena decadencia, corre peligro de extinción y necesita descendencia urgente. En un giro original, en esta españolada de Léon Komovsky (argentino absorbido por España, curiosamente el caso inverso de Narciso) los vampiros no son tan inmortales como se cree, y van degenerando con el paso de los años y la acumulación de sus macabros crímenes. Por ello, necesitan cada tantos siglos REENCARNARSE en un nuevo ser por nacer.
Si a esta altura estás adivinando que la algarabía del clan Drácula por el futuro nacimiento del vástago de la ingenua Berta tiene alguna similitud con una famosa película de Roman Polanski cuatro años anterior, estás en lo cierto.
ESTA PELÍCULA ES NARCISO IBAÑEZ MENTA. El genial actor, fiel discípulo de Lon Chaney en el arte del auto-maquillaje y la caracterización, hace aquí uso de esas habilidades y se manda un papelazo fenomenal, un Conde Drácula de antología. Su voz, vibrante y sobrecogedora, y su visión melancólica y reflexiva del clásico vampiro, justifican la visión de una película que, de otra manera, no valdria la pena por su mediocridad.
— ¡EXTRA, EXTRA!:
Si siempre quisiste saber que pasaba si los vampiros tenían hjios biológicos una vez que son no-vivos, la respuesta es Valerio, un horripilante cíclope sanguinoliento, un bicho terriblemente espantoso, otra de las curiosidades de este raro y olvidado film.
http://videovengador.blogspot.com.ar/
Película infumable, que pretende compensar la escasa entidad del guion con la escasa vestimenta de las intérpretes. Ni la aristocrática presencia de Narciso Ibáñez Menta consigue darle algo de empaque a este vodevil del destape y del despropósito, que no desentona en absoluto en la filmografía del inclasificable Klimovsky.
Para onanistas poco exigentes y amantes del terror menos exigentes aún.
Tras la sorpresa inicial que representa encontrarse en el reparto con Tina Sáinz o con N. Ibáñez Menta, la propuesta del inefable L. Klimovsky apenas ofrece lugar para la satisfacción o el regocijo cinematográfico.
Sus ensoñaciones conducen hacia un Drácula de rango menor y desnaturalizado, su relato resulta lento, endeble, de tenue ilación argumental, la caracterización de los personajes es poco acertada y la ambientación, en general, no alcanza el nivel de lo convincente.
La combinación de lo real y de lo onírico, el sucinto barniz erótico, la música de J.S. Bach o la intervención de variopintos personajes no bastan para imprimir vigor a una narración que nace sentenciada por su falta de consistencia.