La princesa prometida
Sinopsis de la película
Después de buscar fortuna durante cinco años, Westley (Cary Elwes) retorna a su tierra para casarse con su amada, la bella Buttercup (Robin Wright Penn), a la que había jurado amor eterno. Sin embargo, para recuperarla habrá de enfrentarse a Vizzini (Wallace Shawn) y sus esbirros. Una vez derrotados éstos, tendrá que superar el peor de los obstáculos: el príncipe Humperdinck (Chris Sarandon) pretende desposar a la desdichada Buttercup, pese a que ella no lo ama, ya que sigue enamorada de Westley.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Princess Bride
- Año: 1987
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
Película
7.4
51 valoraciones en total
Y realmente no es nada más. Es una de las pocas películas que en mi caso ha conseguido que esto no sea un problema. Porque no tiene muchas pretensiones, y sin embargo no falla en una sola de las que pretende. Entretiene, provoca emociones, empatiza, y la película tiene sus dosis de humor, aventuras y romance. És lo que necesitaba. Tiene un guión muy cuadrado, fácil por lo sencillo, pero sin flecos. Y dentro de él, los diálogos son de una calidad aceptable, y comentaré mis preferidos en el spoiler. Tiene unos personajes carísmaticos, fáciles también porque la simpatía de los buenos (incluso cuando aun no lo son, Íñigo y Fezzic empiezan como rivales pero ya son simpáticos), contrasta con la absoluta antipatía de los malos. Todo el mundo tiene su papel hecho hasta el tópico, pero también va bien. Un ritmo narrativo perfecto, pues en el momento en que tus pretensiones son poco más que entretener, y en todo caso dar unos valores morales sencillos (aunque efectivos), no necesitas grandes dosis de poesía, así que no te entretienes en el tamaño de los planos. La música no es de una calidad impactante, pero funciona, la he vuelto a ver esta tarde y aún la tengo en la cabeza. Y aparte de que realmente Robin Wright está guapísima, los actores no llaman la atención, pero para bien ni para mal. Y tampoco era necesario, con no desentonar basta. El acierto reside en conseguir que nos dejemos llevar por el propio cuento como lo hace el niño (Fred Savage). Pocas películas puedo considerar realmente para todos los públicos (que sea cierto que las puedas disfrutar tengas la edad que tengas). Esta es una.
Esta es la crítica que más me ha costado decidirme a escribir hasta la fecha…
En primer lugar, por el enorme respeto, pasión, DEVOCIÓN TOTAL que profeso a la que es una de mis películas favoritas de todos los tiempos.
En segundo lugar, porque resulta muy difícil condensar en un máximo de 3000 caracteres una descripción o crítica justa sobre lo que para muchos de nosotros es, más que una simple película, algo así como un mundo autónomo que hace mucho tiempo que sobrepasó a sus autores, tomando vida propia.
Difícil porque no sabría explicar como sólo el recordar cualquier pequeño fragmento de esta grandísima historia me conduce, irremediablemente, a soñar (a veces despierta, a veces en sentido literal), como cuando tenía ocho años, que corro, vuelo o me revuelco ladera abajo con Westley y Buttercup por los oníricos paisajes matinales del reino de Florín, que el espíritu de Vizzini me prepara un plato de anguilas chillonas a la siciliana, acompañadas de buen vino, y que después discutimos durante horas sobre filosofía (con su conocida lógica aplastante, está claro que siempre gana él) y hasta se desgallita poniendo verde a ignorantes de la talla de Sócrates, Platón o Aristóteles, que asciendo, a las espaldas de mi colega Fezzik, hacia la cima de los acantilados de la locura, donde me espera el gran Iñigo Montoya para darme, como cada tarde, una clase magistral de esgrima, que más tarde, ya de noche, nos vamos los tres a reírnos, bajo la capa con la que un día nos obsequió el Milagroso Max, de la ingenuidad de la brigada brutal que guarda las puertas del Castillo………………..
Difícil también porque sé que nunca podré agradecer a Rob Reiner, a William Goldman, Mark Knopfler, Adrian Biddle, Cary Elwes, Robin Wright, Mandy Patinkin, Chris Sarandon, etc, etc, etc, toda la felicidad que me han regalado de otra forma que adorándolos en el anonimato y la distancia. Y esa impotencia me perturba.
Porque Iñigo, Westley, Buttercup, Fezzik, Vizzini, el Príncipe Humperding (Humperding! Humperding!), el Milagroso Max, el nieto, el abuelo y el albino no son los personajes de La princesa prometida, son parte de mi familia. Y el orgullo me desborda al afirmarlo, aún a riesgo que sonar (más) freaky.
Gracias, gracias, ¡¡¡GRACIAS!!!
Un crío enfermo que pasa una tarde aburrida, hasta que llega el abuelo que dice que le va a leer un cuento. El crío pasa de cuentos de princesas y besos pero se tiene que aguantar a que se lo lean.
Es un cuento. Simplemente un cuento, pero no sé porqué a tanta gente se le ha quedado grabado de esa forma tan impresionante. ¿Quién no ha dicho alguna vez eso de me llamo Íñigo Montoya …? o el fabuloso Inconcebible . Es un verdadero cuento de princesas y príncipes, de piratas y duelos a espada, de resurecciones y de amor verdadero, aderezado con un sentido del humor grato y ameno que te hace pasar una hora, dos o las que dure, en un sólo segundo.
Quizá sea que, como la mayoría, la vi de pequeña, y tal como algún crítico ha apuntado, es una película que te evade de los problemas, que te distrae y te enseña una valiosa lección sobre el amor verdadero.
Quién vaya buscando la típica película actual, con grandes efectos, actores-estrella, un guión enrevesado o algo así… que se ahorre el alquilarle, pero si lo que se quiere es simplemente que te cuenten un cuento…
Ah! y… bueno, aunque las actuaciones no sean estelares, tal vez sea eso precisamente lo que te hace verlos como humanos reales en un mundo de fantasía. No creo que hubieran podido encontrar mejores actores para cada papel. Me encanta.
No es una película apta para todos los públicos sino tan sólo para aquellos que tengan intacta su capacidad de soñar. Abstenerse incrédulos y quienes presuman de estar de vuelta de todo. Altamente recomendada para niños, abuelos y Peterpanes de vocación.
Porque La Princesa prometida es como un Viaje con nosotros pero sin animadores gesticulantes, donde nos sonríen los gigantes y las brujas, los resucitadores y, malévolamente, los asesinos de los seis dedos. Donde un español de nombre Íñigo Montoya repite incesantemente su estribillo. Donde el incandescente pirata Robert transmite sus poderes de generación en generación. Donde los bosques se visten de fuego y trampas de arena. Donde el amor verdadero se baña en las notas sublimes de una BSO genial de un Mark Knopfler que hace de su guitarra lámpara mágica de sus deseos.
¿Dónde está la realidad? se preguntarán. En ninguna parte. ¿Para que la queremos? ¿No nos basta soñar? Solo son 98 minutos. Ya tendremos tiempo después para dispararle al pianista de la realidad cotidiana. Escuchemos al abuelo. Silencio, se sueña…
Recuerdo que la prímera vez que ví esta película tuve un ataque de tos, de tanto reír en la escena en que el obispo comienza a gangosear.
Un ramillete de personajes entrañables, magistralmente interpretados, dan vida a un cuento que un abuelo narra a su nieto enfermo. Con esta premisa tan simple se consigue una película tremendamente entretenida, cargada de buenas intenciones, y que deja una deliciosa huella imborrable en todo aquél que se deja sumergir en su inagotable magia. Para recomendar a amigos y seres queridos.