La patrulla de la montaña
Sinopsis de la película
Cuando Gayu (Zhang Lei), un periodista de Beijing, llega a la reserva de Kekexili, es testigo de ritos funerarios tibetanos y de un pueblo de luto. Gayu está decidido a descubrir la verdad que se esconde tras la misteriosa desaparición de voluntarios de la patrulla de la montaña, la cruel matanza de antílopes tibetanos, y el rumor de que la patrulla, dirigida por RiTai (Duo Bujie), colabora con los cazadores ilegales.
Detalles de la película
- Titulo Original: Kekexili (Mountain Patrol)
- Año: 2004
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
Película
6.7
72 valoraciones en total
Chuan Lu concibe Mountain Patrol desde la más pura y genuína perspectiva fordiana. La agreste e inhóspita belleza de Kekexili adquiere la misma relevancia que Monument Valley en las películas del cineasta norteamericano, circunstancia que junto a otros paralelismos que pueden detectarse facilmente en éste film evidencian una curiosa traslación en el espacio y en el tiempo del western clásico.
La protección del antílope tibetano, gravemente amenazado por la actividad de los cazadores furtivos, se convierte en un pretexto argumental minimalista pero suficientemente poderoso como para remover conciencias y nutrir una historia que cuenta con dos baluartes narrativos más: la lucha del hombre contra los elementos y ese respeto a los principios éticos o morales tan paradójicamente fordiano y oriental a la vez. Porque tanto Lu como Ford dominan a la perfección los códigos cinematográficos que estimulan la respuesta del espectador: los cazadores furtivos -como los tramperos o cuatreros yankees- son seres abyectos, auténticos desalmados, tipos capaces de matar un antílope o un ser humano con idéntica frialdad. Los hombres de Ritai, en cambio, son abnegados, incorruptibles, hombres con un sentido del deber tan pragmático y espartano que serán capaces de vender las pieles incautadas de los propios animales que protegen para garantizar su propia supervivencia y no perder ni un ápice de su credibilidad ecológica. El espectador tomará partido y sufrirá. Sentirá como la nieve y el viento azota su rostro y escupirá arena. Emprenderá sin titubear un viaje sin retorno… Como Ritai y sus hombres.
En primer lugar destacaría la historia representada en el film, pues sabiendo que está basada en hechos reales, se entiende como un más que merecido homenaje que el director Lu Chuan brinda a un grupo de personas, encabezadas por su líder Ritai, que dedicaron sus vidas a evitar la extinción de los antílopes tibetanos a manos de cazadores furtivos. En mi opinión esta gente son los verdaderos héroes, personas normales con escasos recursos, que se enfrentan a un destino desalentador, con la única esperanza de que sus valientes y arriesgados actos tengan fuerza en el oscuro destino de estos antílopes tibetanos.
Se transmite de esta manera la importancia de hacer frente a esa parte de la humanidad que se dedica a destruir el equilibrio de la propia naturaleza, rompiendo el ciclo natural de la vida. Además, no puedo dejar de lado, la grandiosa fotografía presente a lo largo de todo el film, la majestuosa dirección de Lu Chuan, ni las soberbias actuaciones del reparto (destacando la de Duobuji, en el papel de Ritai).
Por último, enumerar algunas curiosidades que presenta la película, como que fue filmada en localizaciones de Kekexili (nombre del título en su versión original), destacando que a excepción de los dos protagonistas Qi y Tobgyal, todo el reparto lo conforman actores amateur del Tíbet. También el hecho de que las duras condiciones hicieron mella en el equipo de la película, cayendo enfermos varios miembros del mismo, entre ellos el propio director Lu Chuan. En mi humilde opinión: muy recomendable.
Notable trabajo (basado en hechos reales) de este realizador para mí desconocido, la patrulla de la montaña o fria tempestad, como se le conoce en otros lados, es una cinta que explora la crudeza de la vida en un aparentemente bucólico y apartado pueblo de la montañas chinas donde siempre se cree que no puede pasar nada, con la naturalidad del documental, pero adheriendole una estética inusitada, esta película podría mostrarse tanto en un programa periodístico como en un festival de cine y salir airoso de ambos.
La patrulla de la montaña sobrecoge de principio a fin. La veracidad del relato tan sólo dista una década: la desaparición hasta el borde de la extinción del antílope tibetano por la indiscriminada caza de que fue objeto debido al próspero negocio que inició el comercio de sus pieles. Millones de animales ejecutados por furtivos que emulaban a los tramperos yanquies que asolaran el pasado siglo la pradera norteamericana llevando al bisonte a unos niveles casi insostenibles para su recuperación. Y los cazadores no cejarán en el empeño de lucrarse con los animales cepillándose a quien se cruce por su camino. Y ahí aparecen Duobuji y su patrulla. Un grupo de tipos altruístas y soñadores que pretenden, por una miseria de sueldo, acabar con los cazadores y denunciarlos ante las autoridades. Y cuando contemplas la ardua persecución a una partida de chinos que transportan pieles y a lo único que están autorizados, aparte de darles alguna colleja, es requisar el botín para su posterior icineración… la sensación de impotencia que refleja la patrulla se traslada al observador sin que pueda evitarse.
En un viaje sin sentido, se palpa la odisea hacia una muerte lenta y fría a cinco mil metros de altura y el espectador vislumbra una lucha romántica y absurda por salvar al entorno de la desintegración. Una finísima línea separa la vida de la muerte y puede tocar tu hombro por algo en teoría tan banal como que el cigüeñal del coche se vaya a freír puñetas, a la bujía de marras le dé por fundirse en un momento de tontería, o pilles un buen edema pulmonar por realizar un sprint-persecución de medio kilómetro a bajo cero y sin apenas oxígeno. Y tú que estás allí, chupando frío con ellos… no te lo crees.
Película de corte humanista que puede recordar en algunos momentos a la inmortal Dersu Uzala y que más bien se asemeja a una obra de terror psicológico que te dejará hecho polvo al terminar de verla. La épica es sustituída por el ascetismo y las distintas fuerzas naturales irán mermando el vigor y la fe de la patrulla de la montaña. Y más tarde, entre la niebla, aparecerán fantasmas. Y sin realizar ningún exceso pirotécnico te han dado en dos minutos más miedo que cualquier nazi de La lista de Schindler. Y te quedas congelado…
La realización técnica de la película es perfecta. La secuencia en la arena posee un lirismo y una crudeza conmovedora. Recomiendo su visionado y vuestras críticas con vehemencia. 9.7
– Tienes a pie doscientos kilómetros hasta el paso de montaña. Luego unos cien más hasta llegar al pueblo.
– Soy demasiado viejo. No llegaré.
– Sí. Si tienes fe sí llegarás.
Interpretaciones excelentes, un guión preciso, y una fotografía excepcional, para narrarnos una historia sencilla, a veces de un lirismo enternecedor, pero casi siempre de una enorme crudeza sin concesiones. Conmueve, irrita e impresiona a partes iguales, tanto por su claridad a la hora de mostrarnos la crueldad humana, como por su estilo casi documental con el que nos enseña lo poca cosa que es un hombre ante la naturaleza, tan implacable con quien abusa de ella como con quien la defiende.
Del todo recomendable por la fuerza de sus imágenes y el marcado mensaje ecologista, que no deja indiferente y da muchísimo que pensar.